Capítulo 7


Capítulo 7

Verdad o trago


La música envolvente en La Cave resonaba en los parlantes altos; los destellos de luz y haces de colores viajaban raudos hacia todas las direcciones posibles. El ambiente convocaba a todos a moverse, incluso a los más tímidos, reservados, o también aquellos que se encontraban platicando. Cada cuerpo tenía que expresarse, y en el grupo de Dante, todos tenían sus propios métodos mientras mantenían una charla divertida y amena.

—¡Los odio! ¡Los odio! ¡Y... los amo! ¡Malditos! —gritó Dante, empujando tanto a Kaiza como a Zekken—. ¡Todo este tiempo fingieron que no sabían nada! ¡Eso es cruel! ¡Es espantoso! ¡Y es increíble!

—Valió la pena —dijo Kaiza, divertida, tomando todo el contenido de su chocovino.

Kaiza, la hermosa peli violeta de tatuajes en los brazos, actitud rebelde y divertida a partes iguales, era de las que no les importaba como la veían los demás. Se mostraba despreocupada, se movía salvaje y suelta, como su interior —un torbellino de fuego y pasión pura—, se lo pedía.

—¿Y mi hermana también lo sabía? —preguntó Dante.

—Ella nos dio la idea —dijo Zekken, sonriente.

Zekken, por su lado, era más reservado. A él si le importaba como era visto. Intentaba invertir todo su tiempo en mantener una postura elegante, firme, y moverse sin caer en lo ridículo.

—Ya hablaré con ella seriamente. ¡Sigo sin creerlo! —Dante no era capaz, ni por voluntad propia, de poder quitar la sonrisa que su rostro demostraba al mundo. Estaba muy feliz, y su cuerpo ansiaba adrenalina y emociones—. ¡Vamos a ser Binamers! ¡Tenemos que celebrarlo! ¿Quién me acompaña a comprar más chocovino?

Y si de ridículo se habla, ahí es dónde Dante entraba en escena. Un personaje en toda regla: si tenía que saltar, lo hacía. Si tenía que moverse, lo hacía. Si tenía que ponerse en ridículo, no le importaba en lo absoluto. Desde siempre, él y Kaiza habían competido para ver quien de los dos es, y se mantiene durante toda la noche, como el centro de toda la atención.

—Vamos, cumpleañero —le dijo Zera, tomándolo de la mano—. Yo te ayudo con los tragos.

Por último, pero no menos importante: Zerafina. La luchadora recién llegada. Una promesa en el mundo de los Binamers. Una auténtica guerrera... ¿Pero y qué pasaba con la diversión? ¿Hasta dónde podía llegar una chica refinada y de la alta sociedad? Ella también quería descubrirlo, esta misma noche.

—¡Eso, Zera! ¡Vamos!

Zerafina empezó a caminar entre la marabunta de personas en la discoteca. Dante, por su lado, se limitó a seguirla. Inmediatamente, algo en aquel contacto con la rubia lo hizo razonar de una forma diferente. Quizás era porque ella se encontraba hermosa y radiante esta noche; quizás porque su mano era muy suave y cálida; o quizás porque habían pasado años desde que la niña que se había marchado de Quarr, había vuelto como toda a una mujer... pero lo cierto, es que Dante sintió un hormigueo muy intenso al caminar con ella de la mano.

Ambos llegaron a la barra, pero lo único que podía ver Dante de su querida amiga, era su mano, que se encontraba entrelazada a la de él. Todo lo demás eran cuerpos de otros jóvenes amontonándose y tapándole la visión.

De repente, su mano, su brazo, y su cuerpo entero sintió un fuerte tirón. Se vio obligado a adelantarse, a escurrirse por entre las personas, y terminar encontrándose, de un segundo a otro, y a una distancia extremadamente cercana de Zerafina.

Sintió su calor, el roce de su palma que se posaba en su pecho, su mirada, su aroma dulzón y esa cándida sonrisa que podía disfrutar, a tan escasos centímetros de distancia. No tenía idea de cómo su mano había terminado por rodear la cintura de su amiga, pero cuando se percató de ello intentó quitarla de allí cuanto antes, pero al estar metido entre tantos cuerpos, y ajustados contra la barra, le fue imposible.

Dante era incapaz de mirar su propio rostro, pero estaba seguro de que la temperatura había aumentado de forma drástica y que probablemente se encontraba tan colorado como su cabello en este momento.

—Hey. ¿Qué tienes ganas de tomar? —le preguntó ella.

De repente, ambos se sintieron empujados desde detrás, y sus cuerpos se arrimaron todavía más. Ahora si, la distancia entre sus labios solo se veía separada por unos tentadores y diminutos tres, cuatro... o dos centímetros. En este momento, Dante empezó a sentir con claridad sus propios latidos.

—No lo sé. Creo que ya me cansé del chocovino. ¿Podríamos tomar algo más? ¿Una cerveza? ¿A ti que te gusta?

Dante hablaba casi en automático. Sus labios se movían, pero su mente ya no se encontraba allí. Si no que luchaba contra una fuerza que nunca antes había tenido que enfrentar: la lujuria.

—Bueno. Yo estaba pensando en algo —dijo Zera. Su rostro, delicado, bello, como una estatua de mármol recién terminada de pulir, resultaba, a los ojos de Dante, una verdadera y auténtica obra de arte. Se sentía fenomenal al tenerla tan cerca—. ¿Y si tomamos algo más fuerte? Hoy es una importante noche. ¡Quiero que nos divirtamos como nunca! Y no se preocupen... yo me encargo de pagar todo.

—¿Qué? No, no, no... no puedo dejarte hacer eso.

—¿Por qué? —preguntó ella, y si, aunque parecía que no se podía, se acercó todavía más, pegó su frente a la del joven y lo miró con un rostro, desafiante y sexy, a partes iguales—. ¿Quién me va a detener? ¿Tú?

Dante quedó completamente paralizado. Eso lo había tomado por sorpresa. La distancia que ahora los separaba era... nula. Podía darle un beso. Todo su ser, su cuerpo, su espíritu, su alma entera ansiaba ese reencuentro de labios a toda costa. Pero no... tenía que ser fuerte. Sonrió.

—Si, quizás... yo sea quien te detenga.

—Ah, ¿si? —Zerafina continuó con su juego de seducción. Deslizó sus brazos por el cuerpo de Dante, ascendió y lo abrazó desde el cuello—. ¿Cómo me vas a detener?

Alarma. Alarma. Alarma. Alarma. Su mente se había bloqueado. Su cuerpo se había paralizado. Su respiración se había detenido. Su corazón, al contrario de todo lo anterior, parecía estar rebotando por todas las zonas interiores de su cuerpo, buscando escapar, buscando salirse de allí, para no tener que tolerar los nervios, las poderosas emociones que le sucedían a Dante... ¿Qué podía responder a eso? ¡No quería responder! ¡Ya no quería hablar! Quería...

De repente, la realidad llegó, blandió su espada y cortó el momento, completamente.

—Chicos... —dijo el barman—. ¿Van a pedir algo?

Zerafina se despegó de Dante y se volvió hacia la barra, no sin antes dedicarle una sonrisa pícara.

—Dame cuatro botellas de champán, cuatro vasos y... —volvió a mirar a Dante por un segundo—. Mucho hielo. Las cosas están un poco acaloradas por aquí.

*****

—Tardaron mucho —dijo Zekken, recibiendo una de las dos jarras repletas de hielo y botellas. Depositó una en la mesa y se sorprendió al no ver su preciado y amado chocovino—. ¿Champán? ¿Dante pidiendo champán? Entiendo que ahora tienes 16 pero... ¿Y mi vino?

El joven esbozó una sonrisa despreocupada.

—Fue idea de Zera. Ella quería pasarla en grande y compró algo... un poco más fuerte.

—Esto me gusta —Kaiza se acercó a la mesa, tomo uno de las copas de plástico que Zekken le sirvió, y bebió un pequeño sorbo para degustar el sabor—. ¡Hey! Es muy rico.

—Es el mejor que tenían. Espero les guste —dijo Zera, aceptando la copa que le sirvió Zekken.

—¿Cuánto te costó? —preguntó el moreno, sorprendido, dándole la última copa a su amigo, y luego sirviéndose una para él—. Que yo sepa, no es nada barato.

—No se preocupen. Es mi regalo para ustedes —dijo la rubia. Alzó la copa y bebió—. ¿Y si jugamos un juego? Para divertirnos un rato.

—¡Eso! —espetó Kaiza, divertida—. ¡Yo sé de un juego! Verdad o trago.

—Ya sabía que elegirías ese —dijo Dante divertido. Sus brazos descansaban en la mesa y su mirada se volcó en la rubia—. Se trata de un juego en que a una persona le toca hacerle una pregunta a quien quiera. Si no responde la pregunta porque, no desea hacerlo, deberá tomar. Lo divertido es hacer preguntas incómodas para que la otra persona no responda, tome más, y se emborrache más rápido.

—¡Guau! —espetó Zera—. Suena muy bien. ¿Quién empieza?

—Como eres nuestra invitada de honor, te dejaremos empezar a ti, querida —dijo Kaiza, chocando la copa con su amiga—. Adelante.

—¿Perdón? ¿No es mi cumpleaños? ¿Por qué no empiezo yo? —preguntó Dante usando una tonalidad que mezclaba la ironía con la ofensa.

—Lo siento, chiquito —dijo Zera sacuendo su cabellera dorada a un lado—. Parece que te robe los reflectores esta noche —tomó un poco para mojarse los labios—. Pero si quieres jugar, te elijo a ti. ¡Verdad o trago!

Todos rieron.

—No se dice verdad o trago. No es Halloween. Aquí solo se pregunta y ya —respondió Zekken, girando el contenido de su copa mientras hablaba.

—Oh, está bien —Zera se tomó un momento para pensar una pregunta—. Siento que apenas conozco a todos, así que preguntaré algo tonto. ¿Ya has besado a alguien?

Dante sonrió y asintió.

—Sí, unas cuantas veces. —Dante tomó un poco—. Mira, te voy a enseñar como se hace. La idea del juego es preguntar algo verdaderamente incómodo. Para que la otra persona no pueda responder. El objetivo no es la respuesta de la pregunta: es que, a quien le preguntes, tome más. —Observó a Zekken—. A ver, como ya me has preguntado, el que sigue soy yo. Zekk, hermano. ¿Cuántas veces te las has jalado por mi hermana?

Las chicas empezaron a tentarse.

—¿En serio? ¿Eso es lo que quieres saber? —preguntó Zera incrédula y divertida.

—Obviamente, no quiero saberlo... —dijo Dante—, pero él debe decirme la verdad. El pacto del juego es así. Pero se puede salvar si toma. ¿O no, Zekk?

Zekken hizo un solo movimiento con su mano, y el contenido de su copa ingresó a su garganta en apenas unos segundos. Golpeó la mesa con la palma y apuntó a Kaiza con una sonrisa de oreja a oreja.

—Mi peli violeta y loca amiga. Ahora te toca.

—Odio tus preguntas...

—Lo sé. Lo sé. —Se pavoneó el moreno—. Mi pregunta será la siguiente. Probablemente, nuestra ausente y recién llegada amiga, Zerafina, no sepa sobre tus refinados gustos «culinarios». —Acompaño la frase haciendo la señal de las comillas con los dedos, mientras, Kaiza suspiró en una sonrisa—. Así que mi pregunta es. ¿Qué te calienta más? ¿Una morocha salvaje y sexy, o una sensual y candente... rubia?

Los seis ojos correspondientes a Dante, Zekken y Zerafina, se depositaron en la peli violeta. La chica levantó la mirada con seguridad, convicción, y observó a su interrogador con la frente bien en alto.

—Ambas, bebé. Pero... quizás las rubias me puedan un poco más —dijo en tono de burla hacia Zera y le guiño el ojo—. Para que lo sepas, lady.

Zerafina quedó total y completamente colorada de un segundo a otro. No respondió. Solamente sonrió y mantuvo una mirada sostenida con Kaiza.

—Ahora me toca a mí. Dante, yo te elijo. —La mirada de Kaiza se depositó en él. El aludido, por su lado, solo rogaba en su interior que ella no hiciese ninguna pregunta comprometedora frente a Zera—. Dime algo. ¿Hay alguna chica por aquí por la que te sientas atraído?

—¡Oh, vamos, Kaizy! ¿Qué es esa pregunta? ¿Somos niños o qué? ¡Claro que me gusta alguien! ¡Ahora me toca a mí! Y elijo a Zera.

—Dispara tu pregunta, Van-Ranger. No te tengo miedo —lo desafió Zerafina.

—Perfecto. Presta atención, porque yo también haré una pregunta para conocerte, pero el secreto en esto es que sepas cómo formularla. ¿Está bien?

—¿Aburrirme es parte del juego?

Kaiza y Zekken se tentaron.

—Bien, señorita. ¡Aquí va! —Dante golpeó la mesa con ambas palmas, divertido—. ¿Has besado a alguien en tu vida? Si la respuesta es «si», debes beber todo tu trago. Si la respuesta es «no», debes besar a alguien.

—Esas no son las reglas que me explicaron —dijo la rubia.

—Bueno... —Zekken encogió los hombros—. A veces inventamos sobre la marcha para divertirnos más.

—Me gusta. Bien. Supongo que no me queda otra... —Zerafina clavó su mirada en Dante y empezó a caminar rodeando la mesa redonda que los separaba.

Dante quedó perplejo. Zerafina no le quitaba la vista de encima. Sus pasos eran seguros, firmes y su actitud, incuestionable. La rubia se detuvo frente a él con ojos lascivos, seductores y penetrantes: el corazón del pelirojo pareció detenerse en ese momento. Su cuerpo se congeló y su mente empezó a hacer cortocircuito. No entendía lo que sucedía, pero no pensaba hacer nada para detenerla. Simplemente se dejó llevar.

Zerafina se le arrimó de la misma manera que sus cuerpos se habían juntado cuando habían buscado las bebidas, y entonces, en el último segundo, ella tomó el trago de Dante y se lo zambulló por completo.

—Si, ya he besado a alguien en la isla en dónde entrenaba. —La rubia le sonrió divertida al ver su expresión—. Pero fue una sola vez y no me molestaría practicar esta noche —le susurró al oído y luego se volvió a su lugar.

El juego prosiguió su curso. Las copas resonaban en la mesa cada vez que alguien tomaba. Las carcajadas, charlas, gritos y cualquier método de comunicación entre el grupo, empezaron a incrementar de sobremanera su volumen. Ahora mismo, la mesa era, para todos, el bastón que permitía no tambalearse más de la cuenta. Todos apoyaban sus codos allí, y se miraban, empujaban, incordiaban y molestaban constantemente... como en los viejos tiempos, solo que ahora, con mucho alcohol en sus sistemas.

—¡Yo tengo una prreeegunta picante! —espetó Zekken derrapando sus palabras. Al principio del juego, se encontraba frente a Dante y junto a ambas chicas, ahora estaba colgado del hombro de Dante, y ambos, usando el brazo del otro como soporte—. ¡Para Zeriii! ¿Estás lista Zeri?

—¿Lista? —Obviamente, no solo eran Zekken o Dante quienes se habían pasado de copas esta noche. Las chicas estaban igual o más entonadas y envalentonadas que ellos—. ¡Apenas te puedes parar amigo! ¡Yo me levantaba a las cinco de la mañana, todos los malditos días para empezar mis entrenamientos! Corría durante dos horas. Luego entrenaba en los campos con papá hasta la tarde. Comía en menos de diez minutos y volvía a mis actividades. ¡El descanso no era una opción! ¿Me preguntas si estoy lista para tu pregunta? ¡Nací lista para tu pregunta, Zekken Cruiz!

—¡Esa es la maldita actitud, Zera! —dijo Kaiza, quien también, como Zekken con Dante, ella colgaba del hombro de la rubia—. ¡Adelante Zekk! ¡Me voy a volver vieja esperando la pregunta!

—¡Vamos Zekk! —gritó Zera.

—¡Anda Zekk! —le gritó Dante al oído.

—¡Zekk! ¡Zekk! ¡Zekk!

—¡Ok! ¡Ok! ¡Dejen de gritar! —dijo Zekken, divertido—. Mi pregunta es la siguiente: ¿Besarías a Zerafina? Si no la besas, toma. Si la besas, la besas.

Todos quedaron mudos durante unos segundos. Y luego las risas estallaron por doquier.

—¡Idiota! —Le dijo Kaiza—. ¡Ella es Zerafina!

—¿Y yo qué dije? —preguntó Zekken confundido.

—Le preguntaste a Zera si se besaría con Zera —Dante no podía aguantar la risa, teniendo que responder con la cabeza apoyada en la mesa—. ¡Estás demasiado borracho, amigo!

—Ok, ok, ok... mi error. ¡Lo sieeentooo! Zerafina Kin-Gher ¿Besarías a Kaiza Shyler? ¿O no?

—Uhhhhhhhh... —susurró Dante—. Excelente pregunta, hermano.

—Lo sé, hermano. Soy un genio.

—Lo eres. Te doy mi permiso para estar con Maya, pero solo hasta que se me pase el efecto del champán.

—Suena justo. Haré lo que pueda. ¿Dónde puedo encontrarla?

—Creo que esta noche salía con sus amigas. Puedo llamarla. Tienes unas horas para...

—¿De qué carajo están hablando ustedes dos? —preguntó Kaiza.

—¡El beso, Zekken! ¡El beso! —dijo Dante, volviendo a caer en cuenta de que seguían jugando.

—Es verdad. —Zekken apuntó a Zerafina—. ¡Bésala!

Una vez más, todos se tentaron a reír a carcajadas y tuvieron que esperar a que los efectos de las estupideces que largaban las bocas de los chicos perdieran un poco de gracia para continuar hablando con «normalidad».

—¿Así que quieres espectáculo Zekken? —le preguntó la peli violeta sonriente, mientras le pasaba la copa a Zerafina—. ¡Hoy no será, mi amigo! Adelante. No le hagas caso. Toma.

—Gracias... —Zera tomó la copa y bebió todo el contenido—. Tenía sed... —dijo la rubia, e inmediatamente después, sujetó a Kaiza del rostro... y la besó.

El mundo para Kaiza se detuvo en ese instante. Todo el alcohol que se encontraba recorriendo su cuerpo, implosionó, revolucionando sus sentidos y llevándolos a la máxima potencia. Se sintió en una nube, volando, flotando, viajando a un lugar hermoso y repleto de sensaciones extravagantes y vertiginosas. Acompañó el beso, duplicó la fuerza de sus labios y arrimó a Zera todavía más hacia ella. Y a ambas les fascinó...

Dante y Zekken eran dos pedazos de entes inanimados, sin reacción alguna, petrificados ante una escena que no esperaban, ni en un millón de años, ver jamás. De repente, Dante despertó del trance. ¡Necesitaba una cámara! La necesitaba tanto que tenía que decirlo en voz alta.

—¡Necesito una cámara! ¡Zekken, una maldita cámara!

—¿¡De donde quieres que saque una maldita cámara, hombre!?

—¡¿No tienes una cámara?!

—¡¡No tengo una cámara!!

—¡¡Fotos mentales!! —dijo Dante, observando a su amigo con un rostro que rozaba lo ridículo, cuál epifanía. Estiró las manos, formó un rectángulo imaginario con sus dedos y empezó a presionar un botón obturador... también imaginario—. ¡Haz fotos mentales!

—¡Si! ¡Excelente idea! —Zekken lo imitó y ahora eran dos idiotas presionando botones obturadores imaginarios que apuntaban a las chicas—. ¡Haz todas las fotos mentales que puedas!

—¡Clic! ¡Clic! ¡Clic! ¡Clic!

—¡Clic! ¡Clic! ¡Clic! —Ahora eran dos tontos repitiendo sonidos tontos y presionando botones obturadores imaginarios.

—¡Clic! ¡Clic! ¡Clic! ¡Guárdalas! ¡Clic! ¡Clic! ¡Guárdalas en la nube!

—¡¿Qué?! ¿Una nube? ¡No llego tan alto! ¡Eso no tiene sentido! ¡Clic! ¡Clic!

—¡No lo sé! ¡Clic! ¡Solo guárdalas! ¡Clic! ¡En tu cabeza!

Finalmente, Zerafina y Kaiza se separaron y observaron a los chicos, completamente extrañadas.

—Guau. Creo que lo disfrutaron más que nosotras... —dijo Kaiza observándolos, divertida. Pero aunque esperó una respuesta inmediata de la rubia, esta nunca llegó—. ¿Zera?

La peli violeta se volteó para mirarla, y descubrió que su amiga se encontraba total y completamente pálida. Su rostro había mutado al blanco papel, y su mirada, a duras penas, se concentraba en un solo punto específico de la mesa. Rápidamente, y sin perder un segundo, se adueñó del cubo en dónde se guardaban los tragos, lo llevó hacia ella... y su garganta lo expulsó todo en un único y muy extendido vómito.

Por desgracia, una de las políticas de Cave era: nada de desastres, y eso incluía vómitos. Por lo que, luego de que Kaizy llevara a Zera al baño para que se recuperara un poco, los cuatro tuvieron que abandonar prematuramente la pista de baile.

Al llegar a la calle, Zera se detuvo para disculparse con todos. Aunque nadie le dio importancia al asunto. Hacía muchísimo tiempo que no se habían divertido tanto, y teniendo en cuenta que Zerafina nunca tomaba, el resultado tendría que haber sido obvio para todos. De todas formas, nadie se molestó, pero si insistieron en que la fiesta tenía que seguir en alguna otra parte.

¿Y qué mejor que hacerlo en la guarida? Fue el pensamiento de Dante, quien fue secundado por todo el escuadrón. Kaizy, solo para animar a todos sus amigos, demostró que era mucho más que una chica inteligente, hermosa, divertida, y también sumó a la lista, «ágil con las manos». De su cartera, sacó una botella de champán completamente llena.

Todos vitorearon la adquisición, aplaudieron en medio de la calle, festejaron, saltaron y volvieron a festejar. Hasta que Dante cayó en cuenta de algo.

—¡Espera! Teníamos cuatro botellas... —dijo el pelirojo.

—Ajá... —respondió Kaiza, divertida.

—Y tomamos todo cuando estábamos por irnos.

—Ajá...

—¿Y de dónde salió esa...?

Kaiza respondió únicamente con una sonrisa y una mirada confiada.

—Creo que te amo... —dijo Dante, embelesado con las habilidades ilegales de su amiga de toda la vida.

—Lo sé, bebé. ¡Vamos, que esta noche está en pañales!

El grupo de amigos fijó nuevo —y tambaleante— rumbo hacia el cementerio de barcos en la costa sur.

Pero no fueron los únicos, porque allí, escondido entre la maleza del bosque de Quarr, siguiendo los pasos de Dante, Kaiza, Zekken, y en especial, de Zerafina... había alguien más que tenía intenciones de sumarse a la fiesta, pero sin ser invitado.

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