Capítulo 22
Capítulo 22
Heroína
—¡Vamos, Spark! —gritó Kaiza. Los ojos de ambos emitieron un resplandor interno y el enlace fue efectuado.
Kaiza ahora, y a diferencia de cómo le había sucedido en la ceremonia de enlace y selección, era capaz de enlazarse a un Binamon sin ningún inconveniente.
Le había costado bastante lograr adquirir la confianza en sí mima que se precisaba para conseguirlo, pero gracias a la ayuda de su profesora, y los duros y constantes entrenamientos diarios, había conseguido dominarlo a la perfección.
En estas instancias del año ya había incursionado en establecer el enlace de nivel tres: «enlace de control», pero solo pudo tener éxito unas dos o tres veces con Spark.
En algunos casos, este enlace resultaba más complicado que lo usual. Controlar los movimientos de un Binamon no era algo sencillo, y Spark era un Binamon demasiado experimentado como para inducir su control así nada más, por lo que, además de brindarle palabras de aliento y motivacionales... Kaiza le dejaba hacer casi todo el trabajo a él.
La cruza entre dragón y unicornio echó un relincho al aire y comenzó a trotar lentamente para continuar acelerando su marcha de forma gradual hasta alcanzar un galope en extremo veloz.
Kaiza no pensaba dejarse amedrentar; si bien, Spark era de tipo terrestre y no podía alcanzar esa libertad aérea que mantenía el ave fénix de Zerafina, tenía todavía un par de ases bajo la manga de los que podía servirse para torcer el resultado de la batalla a su favor.
Después de todo, no era la primera vez que se enfrentaba a uno de tipo aéreo. No le hizo falta comunicarle nada a su Binamon, Spark buscó un terreno elevado por su cuenta; brincó hacia una roca alta, luego hacia otra mucho más alta, se impulsó en cuatro zancadas veloces y saltó hacia el cielo; apuntó su cuerno hacia el ave, y este emitió un brillo mágico, hasta que luego de un sonido in crescendo... disparó.
Una ráfaga de un vendaval potente que imitó el formato curvado de su ornamenta; se elevó hacia el cielo y buscó impactar con el fénix. Por su lado, el ave apenas se valió de un par de aleteos en zigzag, para evadir el ataque con una celeridad envidiable.
Si no hubiese cámaras en el cielo investidas de una tecno-magia capaz de perseguir el trazado que realizó el ave, el público le hubiese perdido de vista en aquella maniobra en la que barrenó el aire y recorrió el extenso del campo, de punta a punta, tres veces seguidas... en solo unos segundos.
El público ovacionó aquella demostración de velocidad; era evidente que ese Binamon iba a impresionar a la multitud con sencillez. La pelivioleta ya había visto un poco de su poder demostrado en Quarr y había quedado igual de sorprendida.
Pero en ese entonces, ella era muy distinta a la Kaiza de ahora mismo. Ya no era una chica indefensa, dispuesta a esperar a que alguien le rescatara. Ahora tenía el poder, el coraje, la valentía y la capacidad para valerse por sí misma.
—Escucha, Spark. Vuelve a atacar, pero esta vez, muéstrale lo que sabes hacer —dijo Kaiza por medio del enlace.
«No estoy seguro...», le dijo él. Su voz interior era juvenil, como la de un adolescente, a pesar de que aparentaba ser un Binamon enorme y temerario. «Quizás mis ataques puedan darle de esa forma, pero antes de mostrar mi habilidad me gustaría conocer mejor a lo que me estoy enfrentando. Jamás he visto un fénix en mi vida».
Kaiza rechinó los dientes.
—¿Debo recordarte que tú también eres un Binamon único en tu especie? ¡Vamos! ¡Hazme caso! Si acertamos con «ese» ataque, caerá hacia tierra y será nuestro.
«La paciencia es una virtud que...».
Pero Spark no pudo finalizar su ingeniosa frase de revista. Sus patas se tensaron y ejerció un galope intenso y repentino que evadió por los pelos el ataque de un aletazo. La tierra se hundió, y al segundo siguiente, una ráfaga de llamas blanquecinas se esparció a lo largo de la pista. Spark volvió a terreno elevado para observar el cráter que se había creado en el suelo.
Si no hubiese sido lo suficientemente veloz para evadirlo, no lo hubiese contado; en este momento, Spark se alegró de encontrarse en una batalla oficial. Eso significaba, que sin importar el daño recibido, las runas mágicas que cubrían la periferia del estadio le protegían de una muerte asegurada.
Una muerte que le hubiese llegado muy pronto de haber recibido ese golpe de aire.
—¡Qué increíble ataque! —relató el profesor Jasver con sorpresa manifiesta—. ¡Ese movimiento se escapa de toda lógica! ¡Parecía ser una simple ráfaga de aire cómo la que habíamos visto del Binamon de la Alphil Shyler! ¡Pero luego, al alcanzar el suelo, se ha levantado una poderosa y aterradora llama que lo ha calcinado todo! ¡En mi vida había visto tal demostración de poder con un ataque tan básico! ¡¿Qué es lo que nuestros ojos están observando?! —gritó Jasver, totalmente salido de sus casillas—. ¿Este será el Binamon del que hablaban las leyendas?
—¿De qué leyendas estás hablando, Jasver? —dijo la relatora acompañante. En este caso, la profesora Olive—. ¿Por qué no nos cuentas?
Mientras tanto, la batalla continuaba su curso; el fénix de Zerafina comenzó a atacar a diestra y siniestra, empleando el ataque de ráfaga que encendía el suelo al impactar; a la vez, y valiéndose de una agilidad sin precedentes, Spark no permanecía inmóvil un solo segundo, evadiendo y esquivando con gran habilidad.
—Que bueno que lo preguntas, Olive —continuó Jasver—. Las leyendas, o más bien, los registros de los sagrados pergaminos del gran Bin, indican que, cuando la sombra se canse de permanecer oculta y brote a la superficie de nuestro mundo, una nueva camada de Binamons resurgirá para hacerle frente. Las interpretaciones de los sagrados pergaminos siempre fueron muy difusas; pero entre las lenguas se hablaba del renacer de los tres grandes Binamons legendarios que dieron nombre a lo que hoy conocemos como las tres sendas: Ocazus, Luxia y Noctys.
—¿Esto no es clasificado...? —preguntó Olive, insegura.
—¡Ah, qué va! ¡Todo el mundo sabe esto! —prosiguió Jasver con gracia—. Los sagrados pergaminos mencionaban que, cuando los legendarios Binamons fundadores perecieran. Tomarían su lugar... reencarnaciones.
La profesora Olive frunció el ceño.
—Profesor... esos son meros cuentos. Se ha demostrado que no existe posible reencarnación entre Binamons. Caso contrario, lo sabríamos...
—¡Y entonces dime, Olive! —espetó Jasver—. ¡Dime si este fénix de pelaje blanco perlado no te recuerda al poderosísimo fénix dorado, fundador de la senda de Luxia, el grandioso Klarenly!
De nuevo sucedió la ovación. De nuevo todo el mundo concentraba su atención y sus miradas en el fénix de Zerafina. De nuevo todo el mundo se había olvidado por completo de la presencia de Kaiza y de su Binamon. Se suponía que ella era la que tenía el medallón dorado. Ella era quien debía de recibir más atención.
Ella era la «elegida».
La pelivioleta apretó los dientes, furiosa.
—¡Vamos, Spark! ¿Vas a pasártela corriendo todo el día? —bufó ella.
«Estoy esperando el momento adecuado... todavía no he visto una apertura en su defensa. Señorita Shyler, créame cuando le digo que ese Binamon no se mueve ni un centímetro por azar», contestó el unicornio-dragón, mientras continuaba corriendo y evadiendo cada uno de los ataques. «Pero me estoy acercando... en cuanto descubra la mejor forma de...».
—¡No! ¡Ya me cansé! —Kaiza no toleró la insubordinación de su Binamon. Se concentró; cerró sus ojos, respiró profundamente, y recordando las palabras de su profesora «eres quien cambiará este mundo» abrió sus ojos, y ejerció el enlace de tercer nivel, y su percepción pasó a ser la de Spark.
Ahora, ella controlaba sus movimientos.
Kaiza, manipulando a su Binamon, empezó a galopar; el cuerno de Spark emitió un brillo, cargando su ataque, y entonces, activó su habilidad especial. Las pezuñas del Binamon se tornaron en un color rosáceo; y frente a él, se materializó un portal. Al mismo tiempo, detrás del fénix blanco, apareció otro.
Spark no perdió el tiempo y lanzó un poderoso ataque de viento que nació de su cuerno y atravesó el portal para dirigirse hacia el fénix, pero entonces, Zerafina aprovechó la oportunidad y le ordenó a Alba, la fénix, atacar con todo.
El ataque de Spark sobrevoló el cielo, sin dar con su objetivo, porque, sencillamente, su objetivo desapareció de su vista. Kaiza, todavía metida en la percepción de su Binamon, quedó anonadada. De un momento a otro, el ave se había esfumado; pero si la pelivioleta hubiese hecho caso a las advertencias de su colega de batalla, probablemente esta hubiese durado un poco más.
El ave fénix cayó en picada, y con un placaje en el que invistió su cuerpo por completo de llamas; en tan solo un segundo, derribó a Kaiza, derribó a Spark, y se coronó, ella y Zerafina, como las ganadoras indiscutibles del duelo.
*****
Eventualmente, la academia Vyndelard ofrecía a los alumnos eventos festivos dentro de sus predios. El día del Binamon era uno de esos eventos más emotivos y divertidos, que se llevaba a cabo en los tres castillos. Era un día en el que se conmemoraba el primer avistamiento de un Binamon.
En el mundo, los meses se contabilizaban con una letra que precedía al número de la fecha en cuestión. Las clases, por ejemplo, habían dado inicio el día LHAM-32... o L-32. Y cada año presenta un total de nueve meses con 45 días cada uno, separados en periodos de tres en tres...
Quedando como almanaque mundial:
Aril
Lham
Edwa
Khata
Jhota
Zheta
Othe
Thero
Ihota
Y hoy era el día Zheta-1, que era comúnmente abreviado como «Z-1», el día de los Binamon. Una fecha especial en el que todo se les celebraba a estas increíbles y mágicas criaturas. Los banquetes eran en su honor; las guirnaldas, las decoraciones, los cánticos resonando en los pasillos, todo se hacía en pos de agradecer a estos increíbles compañeros por todo el aporte que habían hecho a la raza humana desde tiempos de antaño.
Reunidos en el gran comedor de la senda Luxia; un enorme sitio en el último piso, distribuido en forma concéntrica y con domo de cristal sobre sus cabezas para apreciar la bella noche nevada que les ofrecía la isla en estas fechas, Dante y Zekken observaban cómo sus Binamons abrían sus obsequios.
Jun, la pequeña loba Phanein, cuyo tamaño era mucho menor que el de Cyro, se hallaba montada sobre una mesa mientras mordisqueaba el papel envoltorio del regalo que le habían dado. Zekken le había comprado a Jun una colección de pelotas, pero parecía que ella se entretenía mucho más con el colorido papel celofán que con el obsequio en sí.
Cyro, por otro lado, había recibido un cofre repleto de decoraciones. Estaba hecho con madera y reborde dorado, y en el centro de la tapa, había un logo de dragón en dónde estaba encastrado el candado. Era un regalo inusual para un dragón. Él esperaba algo comestible... quizás una oveja o un jabalí. ¡O ambos!
—Es para tu colección de billeteras —explicó Dante, sin ser capaz de borrar su sonrisa—. ¿Y bien? ¿Te gusta?
Cyro dejó caer su mandíbula y su rostro dibujó un semblante empapado en asombro.
—¡¿Qué?! ¿Es una broma? —preguntó Cyro, un poco-muy molesto—. ¡Dijiste que lo que hacía era inmoral! ¡Me hiciste sentir culpable por robar billeteras a las personas, las incineré! ¡A todas!
Dante también dejó caer su mandíbula.
—¿Qué? ¿Por qué lo hiciste?
—¡Ya te lo dije! Me hiciste sentir mal...
—¡Pudiste devolverlas!
—¿Cómo lo haría? ¡No recuerdo de quiénes eran!
—¿Y no tenían identificación dentro?
—¡Ya es tarde para decirme eso! —Cyro resopló echando una llamarada fugaz y pequeña de entre sus dientes—. Bueno. La intención es lo que cuenta... quizás pueda encontrar otra cosa que meter ahí adentro. En fin, gracias... niño.
Zekken echó una carcajada. Jun le había hablado mediante su enlace.
—Jun dice que podrías coleccionar cartas Binamon ahí —dijo el joven.
El dragón le sonrió.
—Si... empezando por la mía —espetó echando una mirada a Dante—. Así dejas de invocarme tan seguido...
—Solo lo hago cuando me retan a un duelo. Además, fuiste tú el que dijo que quería un desafío de batalla. Por eso te invoco.
El dragón echó una risotada.
—¿A eso le llamas desafío? ¡Tu amiga rubia es un desafío! ¿Has visto esa batalla con el fénix blanco? —La sonrisa macabra del dragón se hizo presente en la mesa. Esa sonrisa con la que solía fantasearse a él mismo teniendo desternillantes batallas contra sus adversarios... y siendo él el vencedor de todas ellas—. Es con ella con quien me quiero enfrentar.
Dante echó una mueca, como si se arrepintiera de haber llevado la conversación hacia estos territorios.
—Ni siquiera pudimos ganarle a Ragnar. ¿Qué te hace pensar que podríamos vencer a ese fénix?
Los enormes ojos negros del dragón se asentaron con determinación sobre Dante.
—A mí jamás me han vencido, muchacho. Quizás pueda haber caído en batalla, es verdad... —dijo él—. Puedo caer una y mil veces, pero en mi corazón y en mi espíritu, nadie jamás me ha vencido. El día que yo rechace una batalla... ese será el día en que alguien me habrá ganado.
—Profundo... —compartió Zekk—. Y hablando de batallas... ¿Zera? ¿Kaiza? ¿Sabes algo de ellas?
Dante negó con aires pesimistas.
—Lo mismo que tú, amigo. Desde que Zera le ganó, Kaiza apenas me dirige la palabra en las clases.
Zekken suspiró.
—¿En qué andarán esas dos?
—No lo sé... —Dante bajó la mirada. Parecía muy serio—. Amigo... ¿Puedo hacerte una pregunta respecto a Zerafina?
—Creo que sé de qué va... y tranquilo.
Dante observó a Zekken.
—A mí no me gusta Zera, es toda tuya...
—¿Qué? ¡No! No es eso, idiota.
—¿Y entonces qué?
—Sobre ese Binamon... ese fénix.
Zekken asintió con templanza.
—Tú te preguntas lo mismo. ¿No? —dijo Zekk—. Lo mismo que se preguntan todos los demás.
Dante asintió.
—¿Tú piensas que ella sea...?
*****
Mientras tanto, en el punto más alto de la torre correspondiente al castillo de Luxia, en el despacho del director de la academia Vyndelard, se llevaba a cabo una discusión que fue cortada con la aparición de una Alphil de cabellera dorada y andar firme.
La joven se acercó a paso decidido; juntó sus talones con fuerza, enderezó su espalda a la perfección y subió la palma a la altura del pecho, en un saludo de respeto ante los superiores que se asentaban en las butacas del enorme escritorio de mármol.
El director y la sumo-profesora Nyx asintieron, permitiéndole a Zerafina Kin-Gher colocarse en una posición de «descanso» con las manos detrás de la espalda y los pies abiertos a la anchura de los hombros.
—Bienvenida, Zerafina —dijo el hombre.
—Muchas gracias por la invitación, mi Zaanisher —dijo ella, refiriéndose al cargo militar del director. Luego se perfiló hacia la mujer—. Muy buenas noches, mi Xaanish.
—Ya lo sabe, Alphil. Mientras menos esté aquí, será mejor para todos y para la misión —comunicó el director—. Puede empezar cuando quiera.
—Muy bien, señor. Seré breve —dijo la muchacha, levantando el mentón—. Al parecer todo sale según lo planeado. Hemos mostrado el poderío de un Binamon, que se presume, es legendario. Eso provocó que alumnos de todos los rangos empiecen a cuestionarse cosas. Solo he escuchado rumores, pero se habla de que soy una... «Elegida».
Nyx asintió, a gusto.
—Perfecto —dijo la sumo-profesora—. Es lo que buscábamos. Solo nos queda esperar un poco más...
—Excelente trabajo, Kin-Gher —le felicitó el director. Luego observó a Nyx—. ¿Cómo va el entrenamiento especial de Shyler?
—Viento en popa —sonrió para sí misma—. Luego de su inminente derrota, ha empezado a preguntarme cuando le dejaré usar a «ese» Binamon. Por supuesto, destruí todas sus ilusiones y le dije que no sería hasta que terminase los cinco años de instrucción. Eso fue hace tres días... después me refunfuñó algo y se marchó. Desde entonces, no ha vuelto a los entrenamientos.
—Muy bien —dijo el director, asintiendo con cautela.
—Disculpe, mi Zaanisher.
—¿Sí?
—No es mi intención cuestionarle nada, solo busco entender este plan. ¿Estamos seguros de que el traidor de Xanthia elegirá a Kaiza?
—No podemos estar seguros de nada, Alphil... —se anticipó Addie.
—Los planes se ejecutan esperando tener éxito, pero a fin de cuentas, el resultado final es imposible de asegurar.
—Entonces podría salir mal, y yo estoy haciéndole creer a mi mejor amiga que la odio... ¿Por nada?
—Por un bien mayor, señorita Kin-Gher.
Esas palabras no terminaron de convencer a Zerafina, pero no podía hacer más que acatar todas y cada una de las órdenes que le brindaban. Así sería su vida a partir de ahora, y tendría que acostumbrarse a esa metodología.
—Veo incertidumbre en su rostro, Kin-Gher... —dedujo Addie, arrimándosele con un rostro endurecido—. ¿Está segura que será capaz de llegar hasta el final de todo esto? Porque si no está preparada para enfrentarse a sus amigos, mucho menos lo estará para enfrentarse a sus enemigos. Tiene que ser firme en sus convicciones e ideales. —Ante aquellas palabras, Zerafina fue incapaz de hacer contacto visual. Addie prosiguió—. Escuche, Alphil. Si la amistad que hay entre usted y la señorita Shyler es pura... no habrá nada que la derribe. Así que despreocúpese. Cuando todo termine...
—Lamento interrumpirla, pero es eso a lo que le temo... el final. ¿Qué pasará si el traidor se da cuenta de lo que hacemos y le hace daño?
Addie sonrió con altanería.
—La señorita Shyler no es la misma chica temerosa que conoció en Quarr, Kin-Gher. Yo puedo dar fe de ello. Además, cuando el traidor se dé cuenta, nosotros le llevaremos ventaja. Tengo a uno de mis Binamons siguiéndola día y noche desde las sombras; me informará si ella habla con alguien sospechoso.
Zerafina asintió.
—Volviendo al tema principal —continuó el director, acariciando su barba espesa y negra como la noche—. Lo único que nos queda para completar el plan es que el traidor que manipuló al joven Grunger en Quarr, haga lo mismo con la señorita Shyler... para atacarla, nuevamente a usted. Va a tener que estar preparada para cualquier tipo de escenario. Así como sucedió en Quarr. Estoy seguro de que buscará aislarla. Dudo que se arriesgue a actuar en las inmediaciones de la academia.
—Estoy preparada y obraré en consecuencia para brindar lo mejor de mí y descubrir quien es el traidor —dijo Zerafina.
—Galassia ya ha causado enormes destrozos en esta guerra. Su poderío ofensivo es incuestionable, y al parecer han dado con la clave para provocar en un Binamon un aumento drástico en su nivel de poder... —dijo el director con seriedad—. Ya conocen nuestras armas secretas y quieren destruirlas antes de que su desarrollo se complete. Son inteligentes, meticulosos y asertivos. Tenemos que vencerlos en su propio juego. Sea quien sea, ese... cobarde que ha traicionado nuestros colores... —El director ensombreció su mirada, su boca parecía escupir las palabras, aborreciendo en su interior la idea de compartir un espacio común con alguien de Galassia—. Lo descubriremos.
Cuando la reunión entre los tres finalizó; el director y la sumo-profesora permanecieron unos minutos más en el despacho, evaluando la situación entre ambos.
—¿Cree que ella sea capaz de enfrentar al Binamon de Shyler si recibe el mismo potenciador que la serpiente alada de Grunger? Aunque su fénix sea poderoso, será difícil, sigue siendo una chica de primer año —preguntó Addie.
—Tendrá que hacerlo, sumo-profesora. No tiene muchas opciones.
—El enemigo no querrá cometer el mismo error que en Quarr. Irá con todo. Podría...
—¿Asesinarla? —El director clavó su mirada más severa en Addie—. Eso es exactamente lo que espero que haga. En el mejor de los casos, Kin-Gher nos demuestra su capacidad, sobrevive y tenemos a una heroína en la academia. En el peor, morirá y servirá de influencia para el resto de los alumnos y tendremos una heroína en la academia. Pero cualquiera de esos dos resultados serán completamente inservibles si no capturamos al traidor. Así que concéntrese en su objetivo, y nada más que en su objetivo. ¿Fui claro, Xaanish?
Addie descendió su mirada y asintió.
—Si... mi Zaanisher.
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