Capítulo 20


Capítulo 20

El futuro de Vyndelard

Villa Kry era de ese tipo de lugares que siempre se encontraba atestado de personas y Binamons por doquier. De callejuelas angostas y multiplicidades de puestos de venta, casetas y toldos de comercios, el área comercial buscaba satisfacer las necesidades compulsivas de sus compradores con un enorme surtido de productos en oferta.

Los alumnos de Vyndelard, así como diversos efectivos militares y civiles de la isla, acudían constantemente a la villa, incapaces de resistirse a los cantos de la sirena del capitalismo. Dante y sus amigos, por su parte, ya habían logrado cumplir los dos meses de instrucción y había diversos detalles en sus aspectos que daban fe de ese hecho.

Principalmente sus cuerpos.

No era de creer como en dos simples meses una persona era capaz de adelgazar, tonificar y moldearse una anatomía tan atlética. Aunque en caso de Dante, un poco más endeble y escuálido de lo que a él le gustaría. A pesar de haber ganado tonificación, el constante desgaste físico y toda la exigencia corporal que acarreaba correr como loco todo el tiempo —que no era lo único que hacía, pero era, definitivamente, lo que más hacía—, le habían dejado bastante delgado.

Y con un hambre insaciable que ni el propio Cyro podría superar. Y eso que los dragones tienen, por ley natural, un apetito voraz.

Zekken, en cambio, presentaba una genética muy distinta a la de su amigo, y había sido capaz de ganar una masa corporal y una musculatura increíble, en muy poco tiempo y con una facilidad envidiable. En especial envidiable por Dante.

Sin embargo, del trío, una sobresalía con creces. Kaiza Shyler había logrado mejorar todavía más su físico que ninguna otra chica de su clase, pudiendo asemejarse a Zerafina en muy poco tiempo, gracias al entrenamiento que llevaba cada mañana junto a su tutora especial.

Cuando ella levantó su camiseta y enseñó sus nuevos músculos asomándose en su abdomen, los chicos explotaron de locura. Kaiza agradeció las felicitaciones que recibió de ambos, y luego les agradeció de nuevo por haber aceptado acompáñala a la villa.

Como este era su segundo mes efectivos como parte de la academia, eso significaba una cosa: habían cobrado de nuevo, y como tal, ya tenían suficiente dinero como para adquirir nuevos Binamons a su repertorio.

Los tres habían escuchado por parte de sus compañeros que había una zona de Kry que era la mejor para adquirir buenos Binamons a un precio de rebaja por ser parte de la academia, lo que les venía como anillo al dedo. El problema es que la calle en cuestión se encontraba repleta de alumnos de primer año de cada una de las sendas.

Lo que resultaba refrescante por el hecho de que desde la ceremonia de enlace y selección, no muchos habían tenido el tiempo suficiente de encontrarse con más alumnos de su mismo grado y año.

A pesar de compartir alguna de las clases, los recreos eran demasiado cortos y siempre había alumnos superiores molestando e incordiando a cada Alphil que se le cruzara. Por lo que los momentos «pacíficos» en la academia, solo lo eran si eras lo suficientemente hábil para evadir a todos y cada uno de los alumnos de años superiores. Y cómo eran los que más abundaban en la academia, eso se hacía casi imposible.

Por suerte, en villa Kry, un sitio ubicado fuera de los límites de Vyndelard, encontrarse con alumnos de su rango y no ser molestados por los superiores era una posibilidad real.

Kaiza, Dante y Zekken recorrieron decenas de establecimientos y comercios; los precios de los Binamons eran buenos en su gran mayoría, pero el repertorio no era de lo más abundante. Había demasiados Binamons de tipo «Usuales», a precios muy bajos y bastante accesibles. Dante hizo cuentas y si así lo quisiera podría comprarse cinco o seis Binamons baratos gastando todo su sueldo.

El problema era que no quería uno así. Necesitaba uno bueno si quería escalar posiciones a futuro en la academia, y aunque se pusiese a entrenar a un Binamon usual, no lograría destacar en la «Guerra de las Sendas». Un evento espectacular en el que solo pueden concursar desde los rangos Baltha a Elyssin, librando distintos tipos de competencias que se realizan de forma completamente aleatoria en la academia.

Dante tenía muchas ganas de participar y había visto a muchos de sus superiores luchando con sus Binamons entre sí, pero las batallas eran muy duras y si quería tener una oportunidad el año entrante, tenía que tener a los mejores y más diversos Binamons en su plantel.

Cyro era, de momento, su carta del triunfo en lo que respecta al reino de fuego, pero también necesitaba tener nivelado el poder de su futuro equipo, por lo que, ahora mismo, quería uno del reino Bosque.

«En lo posible busca uno que te ayude a trasladarte con facilidad. Los tres castillos son inmensos, bípedo». Era una valiosa recomendación que le había dado su superior, Aramis Svark de Cylth.

Al pasar por un puesto sencillo de techo de lona; los ojos de Dante se cruzaron con los de otro Binamon. Se trataba de un gato con un rostro siniestro sentado sobre la mesa en la que exhibía su repertorio de cartas a la venta; sus cejas estaban ancladas en dirección a su nariz, dándole un aspecto temible que acompañaba con pelaje marrón sucio, maltrecho y de formato atigrado.

El gato le dirigió una sonrisa perversa.

—Ya es la tercera vez que te veo pasar por esta calle, niño. Dime lo que buscas y estaré encantado de ayudarte —le dijo el gato.

—¡Carajo! —espetó Dante, preso del temor—. Odio que hablen de repente... nunca me lo espero. Por alguna razón siempre pienso que estarán calladitos.

—Deja de estigmatizar. Tu dragón también es parlante, ¿o me equivoco?

—¿Y cómo lo sabes?

—Los recuerdo, muchacho. Los felinos tenemos excelente memoria. Recuerdo que pasaron por aquí hace sesenta y seis días, terminaste de comprar una mochila negra con franjas rojas y luego fuiste por un helado. El sudor impregnaba toda tu ropa. Fue espantoso para mis sentidos, pero uno se acostumbra.

—Espera un segundo... —intervino Kaiza—. ¿Tú vas a vendernos a nosotros? Eres un Binamon.

El gato hizo un gesto despreocupado.

—¿Y? Ayudo a mis colegas a tener una mejor vida. Y los ayudo a ustedes a encontrar los mejores Binamons a un precio muy especial. Todos ganamos.

—¿Estos son los que vendes? —Zekken echó un vistazo al repertorio de cartas que se asentaban sobre el mostrador—. No parecen la gran cosa. He visto estos mismos en otros puestos.

—Porque los verdaderos vendedores no exhibimos la mejor carne delante de la milicia, chico —dijo el Binamon con otra siniestra sonrisa—. La mayoría de nuestras cartas están ocultas. Las que están en exhibición son solo para despistar a las malas lenguas. Aquí ustedes no eligen a un vendedor, los vendedores los eligen a ustedes. Si todavía ninguno de ellos les ha ofrecido algo mejor es porque no se han ganado su confianza.

—Déjame adivinar, tú confías en nosotros... —dijo Kaiza.

—Verás, niña. Los he vigilado bien las primeras veces. No parecen querer causar problemas. Aquí la cosa está muy complicada, no podemos descuidarnos y lanzarnos a cualquiera. Pero también, si queremos ganarnos nuestro pan debemos ser arriesgados. Incluso vendiendo ante la vista de centenares de militares.

—La venta de cartas Binamons no es ilegal, ¿por qué tanto ocultismo? —inquirió Dante, cruzándose de brazos.

—No lo entiendes, niño...—dijo Cyro desde su hombro. Una vez más, Dante echó un salto hacia atrás, Zekk y Kaiza también recibieron un susto de muerte. El dragón era bastante silencioso cuando quería—. Como acabas de mencionar, la venta no es ilegal. Cuando un Binamon se registra, como lo hice yo para aceptar ser tu compañero, firmamos un acuerdo de mutua sucesión. Eso significa que no soy un objeto, por lo tanto, si quiero marcharme de tu lado, puedo hacerlo cuando quiera y tu carta será inhabilitada, por lo que ya no podrás convocarme. Eso sucede así porque tú no has pagado nada y yo acepté los términos.

—El dragón sabe del tema, felicidades —espetó el gato, aplaudiendo con sus regordetas patas—. Exactamente, hay casos en los que un Binamon puede elegir marcharse de su Binamer.

—Como Ragnar... —razonó Zekken.

—Y también los hay quienes aceptarán, sin importar qué, ser «comprados» por un Binamer —continuó el gato—. Mientras ese Binamer les dé mejores posibilidades... territoriales. ¿Me siguen?

—Oh... —Kaiza ya había captado—. Está hablando de Binamons de otros continentes. Binamons que no pueden cruzar la frontera por sus propios medios y necesitan de Binamers de Xanthia para lograrlo, y una venta lo haría completamente legal.

—Felicidades —dijo el gato—. Ahora que conocen el gran secreto. ¿Quién quiere comprar de verdad?

Los tres accedieron, y el gato los condujo a una zona posterior de su tienda; pasaron por debajo de una puerta de tela, luego atravesaron un extenso pasillo de piedra; un hueco en el suelo los llevó a una habitación subterránea y de nuevo hacia otra red de pasillos. Más adelante, doblaron e ingresaron a una puerta de barras de acero que los conectó con una nueva habitación repleta de escombros. Para cuando el gato volvió a subir a través de una escalera de mano, Dante realmente estaba comenzando a inquietarse. Por suerte Cyro estaba a su lado y cuando cruzaron miradas, el dragón le devolvió un gesto de tranquilidad.

La escalera los condujo a un patio oculto en medio de una zona residencial de Kry. Siguiendo por un sendero, llegaron a una fuente de piedra. El gato se detuvo en el ángulo formado por dos muros de ladrillos grises. Luego, volvió a dirigir su mirada hacia los tres jóvenes.

—Es aquí —sentenció el gato

Dante, Zekken y Kaiza intercambiaron miradas temerosas y confundidas. En ese patio no había nadie más que ellos. ¿A dónde se supone que tenían que ir?

—¿Y ahora qué? —inquirió Dante, nervioso—. ¿Qué hacemos?

—Esperar. Ya percibirán mi presencia. Esta esquina de aquí, y solo esta esquina de aquí, resuena con mi collar. Todos los vendedores tenemos un objeto encantado que se activa cuando nos posicionamos en cierto punto de Kry. Este mes ha tocado la esquina en este patio, lo que es bueno, porque da una sombra muy refrescante. Algunas veces la localización es en medio del río y los mosquitos son insoportables. Tuvieron suerte, niños.

—¿Y qué pasa cuando se detecte tu collar? —preguntó de nuevo Dante.

—¿Siempre es tan impaciente? —preguntó el gato a Cyro.

—Si... nunca se calla. Es agotador.

—¿Por qué aceptaste ser su compañero, dragón? —preguntó el gato.

—A veces me hago la misma pregunta...

—¡Hey!

—Me debe un combate con un Binamon legendario. Tiene hasta fin de año.

El gato echó una carcajada voraz, luego, al notar que el dragón no lo había dicho en tono de broma, volvió a enseriarse.

—Suerte con eso.

—¿Cómo que hasta fin de año? —preguntó Dante.

—Tienes razón... es mucho tiempo —El dragón echó una mirada seria al niño y le espetó:—. Tienes hasta mitad de año.

Antes de que Dante pudiese quejarse, repentino y sagaz, una grieta se formó de repente en el mural más cercano al gato. Por fin, el portal se había abierto.

El gato fue el primero en cruzar hacia el otro lado, Cyro le siguió; y luego, buscando una mirada de aprobación de sus compañeros, Dante fue el tercero, junto a Zekken, y Kaiza en último lugar.

Cruzar la grieta fue similar a cuando tuvieron que pasar por la puerta de lona; un solo paso y, sin sentir absolutamente nada más que un cambio en la presión del aire y la temperatura corporal, se encontraron en un enorme tinglado ubicado en algún tipo de caverna gigante.

Los binamos y los humanos paseaban sin descanso; los puestos que había en Villa Kry parecían haberse multiplicado en esta zona; pequeñas esferas de luz que se encontraban en las puntas de las ramas de los árboles que surgían desde los murales de piedra hasta lo alto del techo, eran todo lo que se requería para iluminar el paraje.

El gato volvió a girarse hacia el grupo al mismo tiempo que la grieta por la que habían ingresado comenzaba a reducirse progresivamente hasta desaparecer por completo.

—Ahora si, me presentaré: soy Legoog, su servidor este día. Les doy la bienvenida al «Bajo Kry». ¿Binamons buenos es lo que quieren? ¡Binamon buenos es lo que tendrán! Pueden recorrer todos los comercios a gusto y comprar lo que deseen, como han ingresado a través de mi portal, lo que consuman o compren será acreditado a mi cuenta. Ah, claro. También tienen descuentos: Luxia un 9 %, Ocazus un 4 % y, solo por hoy, Noctys un 15 %. ¡Aprovéchenlo!

El vendedor permitió a los muchachos indagar por el lugar. Resultaba impresionante la variedad de exhibiciones y Binamons a la venta que deambulaban por allí, pero más sorprendía que no era eso lo único que se vendía.

En el bajo Kry se podía encontrar absolutamente todo: diversas espadas, armaduras y escudos de multiplicidades de tamaños, materiales y diseños; túnicas, atuendos, cascos, armas arrojadizas, bombas, flechas, municiones o yelmos... así como vehículos aéreos, terrestres y acuáticos.

A Dante y a Zekken le faltaban ojos para degustar cada puesto; sus cuerpos se revolucionaron y corrieron con emoción para ver un grupo de Binamons que se aglomeraba en un comercio cercano. Se trataban de Felinar: excelentes y muy ágiles, ideales para montar a través de extensas praderas y capaces de tolerar las adversidades naturales más aguerridas. Dante no dudó en preguntar el precio.

Cyro, por su parte, voló y aterrizó en el asiento trasero de una avioneta que era una simple decoración en lo alto del lugar, junto a dirigibles y diversos vehículos y Binamons gigantes inflables. Decidió echarse una siesta hasta que Dante terminara de hacer sus compras.

Kaiza se quedó dubitativa durante unos momentos, luego se arrimó a Legoog y preguntó:

—Ese portal de recién lo hizo un Binamon, ¿no?

El gato esbozó una sonrisa socarrona. Podía oler sus intenciones a kilómetros. Para él, este tipo de clientela, eran los mejores. Decididos a encontrar exactamente lo que estaban buscando.

—Sí, niña, en efecto. Si mi memoria no me falla, y nunca me falla, creo que tengo al Binamon adecuado para ti... ¿Te interesaría que tenga esa habilidad? No es nada común, ¿lo sabes?

Kaiza lo meditó, aunque su respuesta era obvia. Asintió.

—Lo sé.

—Admiro tu determinación, pero hay una cuestión... ¿Tienes el dinero suficiente?

—No lo pagaré yo. —La pelivioleta sacó una tarjeta de su bolsillo y se la enseñó a Legoog—. Ella me dijo que cobre todo a su cuenta.

—Maldición, chiquilla... —dijo el gato al ver la tarjeta—. ¿Addie Nyx? —El gato volvió a echarle una mirada, esta vez, empapado en sorpresa—. ¿Quién demonios eres?

—¿Yo?

Kaiza no quiso sonreír, pero no fue capaz de que su labio derecho le traicionase y se moviera sutilmente.

«—Eres el futuro de Vyndelard, y quien sabe, quizás también lo seas de todo Xanthia —dijo Addie, seriamente—. Así que a partir de aquí, tendrás que desenvolverte para usar a los mejores y más poderosos Binamons de la región. Comienza con uno de reino psíquico. ¿Está claro?».

«—¡¡Sí, mi Xaanish!!».

—No soy nadie...

*****

La profesora Olive caminaba con paso lento pero decidido. La clase que le tocaba hoy era de instrucción militar, ubicado cercano a la muralla, en una arboleda junto a la zona del castillo de Ocazus.

En ocasiones, los alumnos debían realizar tareas sencillas mientras se les instruía a viva voz. En este caso, los Alphil tenían la misión de ejecutar una labor imprescindible que consistía en despejar el terreno circundante del pastoreo desalineado causado por el dilatado paso del tiempo, aprovechando las herramientas más versátiles que la naturaleza le había proveído al ser humano en toda la existencia.

En otras palabras: había que cortar el pasto con las manos desnudas. Mientras tanto, la profesora Olive se encargaba de instruir a los Alphil mencionado una breve lista de los tipos de Binamons más veloces y contestando así, la pregunta de Dante.

Otro de los alumnos levantó la mano, la que no estaba en el suelo quitando césped, y aprovechó la temática que el pelirrojo había abierto y preguntó por los Binamons más peligrosos, y definitivamente los dragones ingresaban en la nueva lista que ella designó.

—¿Y los prohibidos? —preguntó alguien que, desde que había iniciado el año, jamás había participado en clases. Tan solo contestaba cuando se le preguntaba, pero a pesar de ello, sus respuestas en su mayoría eran perfectas.

Incluso a la profesora Olive le sorprendió ver a Aarik levantando su mano.

—¿Qué pasa con los Binamons prohibidos, Lynncester?

—Mis padres me contaron historias de los Binamons prohibidos. Decían que tenían que ser sacrificados porque su sola existencia pondría en peligro a toda la humanidad. ¿Es eso cierto?

—¿Desconfías de la palabra de tus padres? —inquirió Olive.

—No, jamás, mi Jagger. Solo busco saciar mi curiosidad.

—Bien. Tus padres están en lo correcto. Si bien, existen Binamons catalogados como prohibidos, no todos deben ser sacrificados como te han mencionado —explicó la profesora—. Alguno de ellos son inofensivos por sí mismos y no representan peligro para ningún humano o Binamon. Sin embargo, es verdad que en las manos equivocadas, con el Binamer equivocado, hasta el Binamon prohibido más pequeño... podría resultar catastrófico para la humanidad.

—¿Cómo es eso? —preguntó Zekken—. ¿Incluso uno pequeño? ¿Tan poderosos son?

La profesora negó con temple.

—No siempre se trata del poder, Cruiz. La habilidad latente en los Binamons puede ser incluso más letal que la explosión más grande jamás presenciada.

Ahora, con un tema intrigante y novedoso por explorar, fueron varios los brazos de Alphil que se alzaron al cielo. La profesora echó una risita nerviosa...

—¡Voy a responder sus preguntas, pero no quiero que frenen la actividad! ¡Quiero el suelo impecable para cuando llegue la clase de los Delyin! ¿Está claro?

—¡Sí, mi Jagger!

Todos volvieron a la actividad con mayor efusividad, y algunos, mientras continuaban arrancando virutas de césped de la tierra, volvieron a alzar las manos. La escena resultó muy divertida para el Barón Montaraz, quien observaba plácidamente desde una distancia alejada, sentado en una banca.

La profesora eligió al azar a uno de sus alumnos. Esta vez el seleccionado fue un muchacho de cabello cobrizo natural, no como el teñido de Dante.

—Pregunte, Alphil.

—Mi pregunta era sobre lo que dijo que la habilidad importa más que el poder. ¿Es eso verdad? ¿Puede un Binamon débil sobresalir por su habilidad?

—Claro que si —respondió Olive—. Como mencioné anteriormente, existen Binamons que pueden ser prohibidos y no medir más de unos pocos centímetros. Creo que había uno así llamado... Lombriz Bhaya. Ya están oficialmente extintas en Xanthia, y cumple con todos los requisitos que acabo de mencionar. Era pequeña, inofensiva por sí sola, ya que no tienen deseos de dañar a ningún ser humano, pero si un Binamer empleaba un enlace de nivel tres con este... ¿Qué sucedería, Van-Ranger?

—El enlace de nivel tres era el de control. ¿Verdad? Eso significa que el Binamer puede controlar los movimientos y las acciones del Binamon enlazado.

—Excelente, Alphil.

—¿Y para qué querría alguien controlar a esa lombriz? —preguntó Dante.

—Justamente por su habilidad, Van-Ranger. La lombriz Bhaya se caracteriza por ser casi invisible a la vista y tener una de las habilidades más terroríficas que se haya conocido en un Binamon.

—Es capaz de controlar la mente... —dijo Zerafina con seriedad, sin quitar la mirada del césped que sus manos arrancaban—. Influenciarla, en realidad, para poder hacer que una persona reaccione o haga exactamente lo que uno quiera. ¿No es así?

—Como siempre, tan certera, Kin-Gher —le felicitó la profesora—. La lombriz Bhaya es un gran ejemplo, pero no deben preocuparse por ellos. Todos los Binamons prohibidos han sido exiliados de Xanthia. Hoy y para siempre... ¡Van-Ranger! ¡Deje de jugar con el césped!

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