Porque amar es de humanos

BILLY THE KID

Autora: Clumsykitty

Fandom: DC-Spawn

Pareja: Superbat

Derechos: a no morir antes de tiempo.

Advertencias: eso contiene escenas grotescas, la violencia típica de DC con algunos horrores que a la autora se le antojan poner en medio de smut porque claro, los sustos y los cosheos van de la mano. Amo a Spawn/Al Simmons bebé así que va de por medio. Historia de encargo.

Gracias por leerme.


*****


Porque amar es de humanos.

My song is love
My song is love unknown
And I'm on fire for you clearly
You don't have to be alone
You don't have to be on your own

And I'm not gonna take it back
And I'm not gonna say I don't mean that
You're the target that I'm aiming at
And I'm nothing on my own
Got to get that message home

And I'm not gonna stand and wait
Not gonna leave it until it's much too late
On a platform, I'm gonna stand and say
That I'm nothing on my own
And I love you please come home
My song is love is love unknown
And I've got to get that message home

Message, Coldplay.



Bruce miraba una escena por completo desconocida para él. Estaba en el patio trasero de una casa estilo californiana, era mediodía y en el interior se encontraba una familia, una pareja afroamericana disfrutando de los gorgoteos de su pequeña hija, sentados en un sofá con la pequeña agitando bracitos y pies hacia sus padres. No los conocía, ni la casa o la ubicación. El reflejo de la ventana por la que estaba mirando le devolvió otra figura más atrás de él, girándose para ver a un quieto Spawn observando también esa escena familiar. Pese a su máscara y ese traje amenazante de cadenas moviéndose como su capa, tenía un aire de tristeza. El cuerpo de Simmons comenzó a desvanecerse, como un polvo que el viento va llevándose. Bruce jaló aire, se había acabado el tiempo en la Tierra del general, volvería al Infierno para que su alma fuera devorada por toda la eternidad.

Miró por la ventana y de vuelta al quieto Spawn, resignado, triste. Un hombre que solo había tenido algo bueno en su vida que amaba tanto como para haber vendido su alma al Diablo a cambio de volver a su lado, cayendo en una trampa sucia de una guerra entre el Cielo y el Infierno. Bruce tragó saliva, queriendo decirle algo, sin que las palabras escaparan de su garganta. Estiró una mano queriendo tocar esa capa, quedándose con unas cenizas por unos segundos, porque desaparecieron. Dejó caer sus hombros, no entendiendo si estaba viendo una suerte de premonición o era algo más, cerrando sus ojos al negar apenas con cierto dolor reconocible en el pecho.

Culpa.

Al abrir sus ojos en lo que le pareció solo un segundo de diferencia en el tiempo, se encontró en un lugar que le fue familiar, su mente abotargada lentamente reconociendo su propia recámara en la Mansión Wayne, con Alfred terminando de arreglar un enorme ramo de flores no muy lejos de su cama, uno de tantos que ya llenaba la habitación entre otras cosas que reconoció provenían de Dick y los otros chicos. Se movió un poco, quejándose al pinchazo de dolor recorriendo su cuerpo, eso llamó la atención del mayordomo, quien se giró hacia él para sentarse a su lado.

—Buenos días, amo Bruce. Me alegra verlo al fin despierto.

—¿Cuánto tiempo llevo inconsciente?

—El suficiente para que el Señorito Richard y los demás niños lo consideren un estado de coma. Todos sus amigos de la Liga enviaron sus mejores deseos, algunos se los comió el Señorito Tim. El Señor Kent está en la cocina, seguro vendrá en cuanto escuche su voz.

—... gracias, Alfred. No sé cómo pude terminar a salvo de vuelta en casa.

—El Señor Simmons dijo que fue un milagro producto de los seres altamente evolucionados, aunque también le daría crédito a la Señorita Prince, según me contó, tuvo que pelear sola con lo que ella llamó "una enorme larva pulpo radioactiva" que se marchó al espacio exterior en cuanto usted fue extraído del interior de lo que el Señor Kent mencionó como un bebé. Sin duda, fue una experiencia donde la descripción gramática peculiar estuvo en su punto más álgido.

Bruce apretó una sonrisa, alcanzando la mano de Alfred. —No quise angustiarte.

—¿Algo ha sucedido, amo? Lo noto... diferente.

—Ese bebé era muy peculiar.

—Sin duda alguna, casi le revienta los músculos del cuerpo y su cerebro por nada estuvo a punto de sufrir un colapso. Por eso tuvo que reposar tantos días primero en el hospital y luego aquí. Oh, el Señor Kent ya viene.

—¡Bruce!

Alfred intercambió lugares con Clark, saliendo de la recámara cuya puerta cerró discretamente, dejándolos a solas. Una mano del periodista acarició la mejilla todavía pálida de Bruce, quien apenas si frunció su ceño en gesto de disgusto que no coincidió en lo absoluto con la expresión en sus ojos.

—Dios, estaba tan angustiado por ti. ¿Por qué, Bruce?

—Debía salvarte.

—No a costa de tu vida —el Kryptoniano negó con fuerza— Deja de arriesgarte así como si creyeras que a nadie le importas, que nadie espera por ti. Claro que lo hacemos, empezando por Alfred y terminando conmigo con una larga lista de gente que en verdad lloraría por ti si algo te sucediera. No estás más solo, Bruce, yo estoy contigo, déjame estar a tu lado.

—¿Te parezco alguien que vale la pena querer?

—Eso es una pregunta retórica ¿cierto?

Bruce dejó escapar una débil risa. —Billy te mataba ahí dentro, no lo podía permitir. No a ti.

—No sé qué tanto hiciste, pero unos segundos más y no estaríamos hablando tú y yo aquí.

—Simmons lo logró ¿no es así? Pudo crear el bucle.

—Jamás en mi vida quiero volver a ser vomitado por un Ingeniero, de no ser porque estabas agonizando quizá hubiera tenido tiempo de vomitar.

—Solo necesitas teletransportarte con Simmons para eso.

—¿Me dirás ahora por qué estabas todo el tiempo con él?

El millonario desvió la mirada, observando esas flores, peluches y otras cosas a su alrededor. Gente que estaba preocupada por él. Volvió la cabeza, bajando la vista a una mano de Clark que buscó, apenas si acariciando con dedos vendados ese dorso con venas marcadas.

—Estaba confundido, no quería lastimarte.

—Yo creí que algo había hecho, hasta pensé que te había lastimado esa vez que...

—No, no lo hiciste.

—Bruce...

—No había vuelto a sentir este terror —confesó este— No desde esa noche en el callejón, el verte con el pecho abierto me hizo olvidarme de mi propia vida. Sabía que el Ingeniero podía mover el tiempo y el espacio, solo debía tirar de las cuerdas correctas.

—Bien dice J'onn que tu mente funciona de manera misteriosa —Clark sonrió conmovido por esas palabras— Siempre daré mi vida por ti, Bruce, ni siquiera me lo cuestionaré.

—Eso es una tontería.

—¿Por qué?

—... el mundo te necesita. Necesitan a Superman.

—¿Y crees que a Batman no?

—No.

—Echa un vistazo a tu alrededor y medita tu respuesta.

—Sé lo que...

Clark lo besó para callarlo, y calmar algo en su interior que se había agitado desde que tuviera esas visiones dentro del Ingeniero. El millonario cerró sus ojos con un ligero gruñido a modo de protesta que murió tan pronto como nació, sonriendo al otro cuando se separaron.

—Hagámoslo a tu manera —fue su respuesta, ganándose una sonrisa de cachorro feliz por parte del periodista.

Dick y Tim lo visitaron luego de que terminara su charla con Kent, ambos muy preocupados por su estado, ellos no se habían alejado desde su entrada al hospital, ayudando a Alfred en sus cuidados. Al parecer, también le habían enviado un mensaje a Jason, aunque este no se había presentado, tampoco era que tuvieran muchas esperanzas de que lo hiciera. Cuando Bruce al fin pudo salir de la cama y dar un corto paseo por la mansión, fue cuando Todd hizo su aparición una tarde, tan solo quedándose en el marco de la puerta de la sala donde se quedó Bruce a leer un poco. Solo así, de brazos cruzados observándolo con esos ojos rabiosos y el cuello tenso.

—Jason —Bruce dejó su libro, recordando en esos momentos la figura de cierto general desapareciendo mientras veía al amor de su vida ser feliz— Sé que guardas mucho rencor contra mí, está bien. No hice las cosas que debí hacer contigo, cometí errores y si ahora no quieres saber más de esto, de todos nosotros, estás en completa libertad de ya no volver. Solo quiero que sepas que... me alegra verte y siempre... —jaló un poco de aire— Siempre voy a considerarte como un hijo mío.

El joven Todd no se movió nada, tampoco hizo una reacción que le dijera a Bruce que sus palabras habían sido aceptadas, era algo natural luego de lo sucedido. Luego, sin más, Jason caminó a zancadas hacia el sofá donde estaba el millonario, sacando algo de su chaqueta que casi aventó al regazo de un sorprendido Bruce tanto por su gesto como sus siguientes palabras.

—Te lo envía Simmons —masculló Jason dando media vuelta— Y... está bien.

Al menos fue el inicio de lo que prometió ser una charla posterior. Bruce sonrió, mirando la pequeña caja en color verde fluorescente que le había enviado el tonto de Al Simmons. Motivado por la curiosidad, desató el moño mal hecho, abriendo la cajita para encontrar en su interior una joya por demás curiosa. Dentro de una esfera de cristal macizo, estaba un cubo de colores que a la luz parecía que esas bandas se movían como si...

—No me jodas —se le salió decir al millonario, notando la pequeña nota debajo que sacó de la caja, leyendo una letra apurada— "Mamá dijo que tú podrías cuidarlo hasta que madure, le pareció que tienes el don materno para encargarte de él. Con cariño, S."

La mano de Bruce vaciló un poco, observando el cubo resplandecer a la luz vespertina del ventanal, tragando saliva. Tenía en la mano nada menos que al Ingeniero. No le extrañó su tamaño porque eso era relativo, algo le decía que podía alcanzar dimensiones enormes o quizá era que ya las tenía pero en esa dimensión donde ellos vivían no era perceptible. Una entidad de alta consciencia abstracta que podía jugar con el tiempo y el espacio del universo como si fuesen sus Legos personales. Y Simmons simplemente se lo había obsequiado en una cajita cualquiera como si fuese un premio de la feria, definitivamente no era alguien con modales y disciplina.

No sería el único obsequio que recibiera, días más adelante tendría una invitación a una cena que Clark Kent había preparado desde hacía tiempo en complicidad con el resto de la Liga para que nada los interrumpiera. Bruce ya sabía qué deseaba pedirle, lo había visto dentro del Ingeniero que cargaba consigo todo el tiempo, pretendió no saber nada y por una sola vez disfrutar de los nervios y la torpeza del Kryptoniano en su propuesta, incluso se permitió reír de buena gana cuando el anillo cayó al suelo porque Clark estaba tan nervioso que hasta revolvió las palabras. El millonario tomó ese lindo anillo de compromiso que devolvió al periodista, dejando que se lo colocar al aceptar.

—Bruce, yo...

—Lo sé.

—¿Eso es una clase de referencia cinematográfica?

—¿Qué importa? ¿No se supone que deberías hacer algo más?

—¿Algo más? —esos tiernos ojos parpadearon confundidos, luego entendiendo— ¡Cierto!

Le pareció que había testigos en esa petición, sus disfraces no eran precisamente los mejores, al menos el Marciano se esforzó en parecer alguien más si bien Bruce ya conocía sus gestos para saber que los estaban vigilando de cerca. En otro escenario sin duda lo hubiera molestado, ahora solo le agradó la compañía con tan buenas intenciones, terminando la cena para ir al departamento de Clark para continuar con la celebración más en privado y con menos ropa. Bruce se dio cuenta de cuanto había necesitado sentir de nuevo ese cuerpo contra el suyo, su aroma inundando su nariz o esa boca ansiosa dejando cuanta marca pudiera sobre su piel igual que esas manos sujetando sus caderas al embestirlo como si no hubiera un mañana, poniendo a prueba la resistencia de la cama.

Despertó por la sed, ya en la madrugada con un escozor agradable en su espalda baja y un brazo rodeando cariñoso su cintura. El millonario giró su rostro para ver esa expresión de niño en el Kryptoniano bien dormido, como si no existieran problemas en el mundo, no al menos por esa noche. Sonrió, levantando una mano para acariciar una de sus mejillas antes de levantarse porque la sed fue superior. Con el mayor sigilo posible para un oído sensible, fue a la cocina a servirse un vaso con agua, mirando por la pequeña ventana hacia el paisaje de Metrópolis, quedándose quieto al ver una sombra cubrir la suya, girándose sobre sus talones para ver a Simmons encaramado en el balcón.

—¿Qué haces aquí? —preguntó en susurros, acercándose descalzo.

—Venía a felicitarte, me alegra que aceptaras tus sentimientos al fin.

—Simmons... —Bruce negó— ¿Cómo se te ocurre enviarme el regalo tan descuidadamente?

—Pude haberte enviado una mierda y el chico la hubiera cargado como si fuera la corona de la reina de Inglaterra.

—¿Ah?

—Porque era para ti.

—... eres imposible.

—No más que tú.

—Es en serio, no te conviene estar aquí.

—¿Hablas de los celos de tu prometido?

—Estuviste provocándolo todo este tiempo ¿no?

Simmons soltó una risita, encogiéndose de hombros con esos ojos verdes brillando maliciosos.

—No tengo súper sentidos como tal, pero mis cadenas me avisan del peligro a una distancia lejana. Cuando ya no estuviste en Ciudad Gótica vino a seguirnos. ¿Qué detecta en ti?

—Los latidos de mi corazón —respondió Bruce mirando por encima del hombro la figura durmiendo en la cama— Dice que ninguno se parece y ha memorizado los míos.

—Qué romántico.

—Debes irte.

—El Ingeniero cambió algo ¿eh? Tu voz suena distinta.

—Cosa que no te incumbe.

—¿Crees que me puedan incluir en las fuerzas de reserva de la Liga de la Justicia?

Un empujón de Bruce lanzó a Spawn por los aires con este riéndose discreto, en tanto el millonario cerraba las puertas con un suspiro, posando su mirada en la fina cadena en su muñeca de donde colgaba esa esfera. Hubo algo que llamó su atención, y fue que cuando Clark la vio habló de ella como si fuese una suerte de joya ordinaria en lugar del Ingeniero en su interior. Más adelante comprobaría con Alfred e incluso con sus hijos que nadie más que él podía ver lo que había dentro de la esfera, para todos los demás era como si no existiera, solo alguna piedra preciosa tallada como una esfera perfecta. Solo él y Simmons podían verlo, una extraña conexión que sin duda no le haría gracia a su prometido.

—Jason me habló —comentó Dick en una cena en la mansión— Parece que vendrá pronto.

—Es bueno.

—¿Vendrá por su propio pie? —Tim pareció escéptico por buenas razones.

—Es lo que dijo.

—Toda la familia se reúne y es bueno, no hay más que comentar al respecto, solo apreciarlo, Señoritos —asintió Alfred al servir el postre.

—Jason vuelve a casa —sonrió Dick.

—Deberías invitar a Simmons —opinó Tim como quien no quiere la cosa.

—¿Qué?

—Nos ha ayudado mucho.

—Mucho es poco —defendió Dick— Toneladas.

—Meternos en líos no es ayudarnos.

—A mí me salvó.

—Richard...

—También a mí.

—¿Tim? ¿Cuándo pasó eso?

—...

—¿Tim?

—Alfred ¿puedo tener más postre?

—La presencia del Señor Simmons puede ser contraproducente —explicó el mayordomo con esa calma que solo él podía emanar— Hay cierto rechazo entre él y el Señor Kent. Recién es que tenemos una agradable armonía, no debemos perderla. Ya habrá otra oportunidad para complacernos con las ocurrencias del Señor Simmons.

—¿Hablas hasta que papá tenga un anillo de bodas en su mano? —bromeó Dick.

—Muy acertado, Señorito.

—Ustedes...

—Ah, que mala suerte, tiene un humor increíble y sabe muchas cosas.

—Tim, no debes andar tanto con él.

—Bueno.

Los chicos no mentían sobre los celos de Clark, una que otra copa de la preciosa colección de Alfred se había perdido cuando el nombre de Spawn salía a relucir por accidente. A Bruce se le hizo divertido, algo tierno como muy estúpido que pensara así de un general que llevaba en el alma un dolor que no se borraría nunca. No volvería a saber de Simmons sino hasta después, durante una de sus rondas sobre la ciudad, mientras observaba ese paisaje gótico sobre una gárgola. Superman estaba lejos con Diana y el Marciano en una misión en otro planeta o el general hubiera terminado frito por acercarse al vigilante murciélago con tanta confianza.

—¿Ahora qué?

—¿Así le hablas a los viejos amigos?

—Deja de pervertir a mis hijos.

—No los estoy pervirtiendo, me preguntan cosas, yo respondo.

—Deja de aparecerte frente a ellos.

—No me aparezco, coincidimos en el camino.

—Simmons...

—Son tan monos, hasta el mal hablado de Jason tiene su encanto.

—¿Tú lo convenciste de volver a la mansión?

—Nope.

—Mientes, tus cadenas vibran cuando mientes.

—Hey, es de mala educación mirarle las cadenas de la gente.

—¿Qué sucede ahora?

—Nada, solo quería ver cómo estabas, ya sabes —una garra apuntó a su muñeca izquierda.

—¿Crees que me pasará algo?

—Quien sabe, por eso vengo a ver. Si supiera no estaría acosándote.

—Al menos aceptas que acosas a la gente.

—Uf, ¿y bien?

—No tengo nada que reportar.

Simmons rio sacudiendo su cabeza, teniendo el descaro de reclinarse sobre su costado al sentarse a su lado en la cabeza de la gárgola que palmeó.

—¿Por qué el Ingeniero luce así? Explícame como si fueras mi maestra de jardín de niños.

—¿Ese es tu nivel intelectual?

—Ja. Anda, no seas malo.

—Relatividad, Simmons.

—Pues sigo sin comprender.

—Somos seres de tres dimensiones, pero no son las únicas en el universo. El Ingeniero es de dimensiones más altas, su proyección es un juego de niños en nuestra dimensión.

—¿Quieres decir que aparece así para que podamos verlo?

—Al fin entiendes.

—Pues entiendo muchas cosas. Le he preguntado a Ángela...

—Entonces sí se han visto —Bruce torció una sonrisa al verlo hacer gestos.

—Dice que los Ingenieros tienen tres estadios, así que le falta crecer al nene. Está en una fase que podríamos llamar como de incubación. Solo que no me queda claro el por qué te lo dejaron tan fácil, esa guardiana era un peso pesado y no me malinterpretes, pero...

—También me he hecho esa pregunta.

—Creo que tiene que ver con eso de que es una alta conciencia.

El murciélago no respondió, no siguiendo esa línea de pensamiento. Spawn chasqueó su lengua, manoteando en el aire.

—No poseen emociones humanas, nuestros prejuicios o miedos. Entonces necesitan un guardián que siempre tome la decisión correcta por encima de esas cosas, y si en algo eres especialista, es en huir del espectro de sentimientos. Es una hipótesis.

—A veces me puede sorprender tu capacidad de sinapsis neuronal.

—Ja, ja.

—Lo cuidaré bien. O mejor dicho, vigilaré que se cuide bien, dudo que necesite de mí en ese sentido.

—Quien sabe.

—Explícate.

—Es como el mago este, cuando está con los chiquitos, él dice que hasta el ser más poderoso necesita de cuando en cuando de la sencillez de una alma simple. Algo así, no es que memorice diálogos de películas.

—¿Hablas del Señor de los Anillos?

—¡Así se llamaba! Yo creo que el Ingeniero requiere no de un guardián capaz de barrer con una galaxia, sino de alguien que hará por él lo correcto. Para eso no se necesitan poderes, sino una cabeza sensata con un buen corazón. Resulta que tienes los dos AUNQUE luego te hagas el loco sufrido.

—Puedo encargarme de ella, Simmons, hacerle ver que sigues protegiéndola después de la muerte.

El general iba a hacer una broma, pero se quedó quieto y muy serio, girando su cabeza para ver hacia el horizonte lejano cuyo cielo comenzaba a perder su oscuridad ante la llegada del amanecer.

—... así está bien.

—Pero...

—Yo me metí en esto solito, ella siguió adelante. Me alegra, en verdad, me hubiera dolido más que estuviera anclada a mi memoria, marchitándose en lugar de florecer. A veces tienes que soltar, es también una forma de demostrar amor ¿no crees?

—Si tú lo dices.

—No siempre puedes controlarlo todo, Brucie.

—Podría ser.

—Ah, qué necio.

—Tú eres demasiado estúpido.

—Pero ¿acaso no me quieres así?

Se miraron, soltando una risa después, los dos contemplando el paisaje nocturno ya casi silencioso que anunciaba el amanecer en Ciudad Gótica.

—Te invitaré a la boda si te comportas.

—Wow.

—Pero deja de malcriar a mis hijos.

—Tengo el permiso de Alfred.

—No, no lo tienes.

—¿Quieres apostar?

Un gruñido fue la respuesta para el general, este levantándose para despedirse, envolviéndose en esa capa viviente con las cadenas siempre moviéndose cual serpientes.

—Tengo algo más que decirte.

—Si es otra broma...

—No.

—¿Qué es?

—Ángela dijo que los Ingenieros son eternos, pero eso no significa que estén siempre iguales.

—Transmutan, es lógico.

—¿Eh?

—Sigue.

—Ellos deciden cuando hacerlo, a ella siempre le pareció que lo hacían cuando algo está por cambiar para bien. Como si se volvieran una suerte de faro, solo que no siempre termina todo de forma positiva. Por eso ellos guardan en su interior todo lo que ha sucedido y sucederá, esperando que se aprenda la lección. Eso me hace pensar que este Ingeniero bebé te mostró algo importante.

—Podría decirse.

—Y casi te fríe los sesos con ello —Simmons torció una sonrisa— Lo que no sé es para que tragaba tanta energía nuclear si es eterno.

—Tenías que arruinar tu buen razonamiento.

—Bruce...

—Es obvio, es una fuerza fundamental del universo, como ellos. Así podía transmutar a su nueva forma.

—¿Qué le habrá hecho a Billy?

—Permanecerá en su interior hasta que el propio Billy desaparezca.

—Solo espero que no desee sacarlo a pasear.

—¿No tienes algo mejor que hacer?

—Ya entendí. Te veré luego, Bruce... y gracias por la oferta, es lindo saber que siempre sí te importo.

—Lárgate.

—Me saludas al novio.

Había sido toda una experiencia el perseguir a un cazador de otra parte del universo que deseaba a una entidad poderosa y además arreglárselas consigo mismo teniendo como conciencia parlante a un general del Infierno. Clark Kent encontraría al millonario meditando sobre esto ya de vuelta en la baticueva mirando las pantallas de su computadora que analizaban la composición de la esfera que estaba en su poder para así protegerla mejor, claro que para el Kryptoniano era mostrar cierto interés en Simmons lo cual bien le podía sacar una sonrisa por lo tonto del pensamiento hasta que recordaba que él mismo se había puesto en una situación similar.

Los brazos de Clark rodearon su cintura desde su espalda, depositando un beso sobre un hombro observando las pantallas llenas de fórmulas químicas y ecuaciones que apenas si alcanzaba a comprender. Bruce apenas si rodó los ojos al sentirlo olfatear su piel como si buscara indicios de que había estado cerca de Spawn, dejándolo hacer. Cuando Kent tomó su mano izquierda para besar su dorso sobre ese anillo de compromiso, supo que esos celos tontos se habían disipado, girando al fin su rostro para besar la mejilla de ese boy scout de Kansas quien le sonrió, apretando su agarre.

—¿Me extrañaste?

—Era de esperarse.

—Lo tomaré como un sí.

—¿Todo bien?

—Mmm, sí, considerando que Diana decapitó sin querer una estatua sagrada, estamos bien.

—¿Qué...?

—J'onn la reparó.

—Tienen suerte de que estuviera con él.

—Y que tú no estuvieras —rio Clark— Casi estoy escuchando lo que nos hubieras dicho.

—Hm.

—¿Cómo estás? ¿Qué es todo esto?

—Solo meditaba como algunas cosas tan ordinarias pueden convertirse en auténticos misterios.

—¿Ah?

—¿Sabías que el agua es un elemento extraordinario por su capacidad de mutación? Una civilización lo suficientemente avanzada puede incluso usarla su composición para crear objetos que puedan contener tesoros de enorme poder.

—¿Es alguna clase de adivinanza que antecede a una noticia no muy buena?

Bruce bufó, picando la nariz de Clark. —Estoy comentando mis pensamientos contigo.

—Oh, oh, sigue entonces.

—Eso es todo.

—Ah, Bruce, no seas así.

—Clark Joseph Kent...

—Ouch.

—Me alegra que estés en mi vida.

Esa sonrisa de cachorrito feliz también contagió al millonario, quizá por una noche podría darse el lujo de no ser tan aprehensivo con su mente y su corazón. Se giró en ese abrazo para mirar mejor al feliz Kryptoniano el cual le obsequió un beso cariñoso, dejando su frente pegada contra la de Bruce, quedándose unos segundos en silencio.

—¿Me creerías un tonto si te confesara que llegué a pensar que te perdería?

—No te creo un tonto, Clark, eres un tonto.

—Oye.

—Pero eso no sucederá, no al menos voluntariamente de mi parte.

—Creo que puedo aceptar eso.

—No soy una persona fácil.

—Yo vengo de otro planeta.

—Los muchachos pueden llegar a ser pesados.

—Es que te falta ir a conocer a mis padres.

—Dudo que los Kent sean como mis hijos.

—Quien sabe, pueden coincidir en ciertas cosas.

—Lo dudo.

—¿En verdad quieres casarte conmigo, Bruce?

Este asintió, pellizcando una mejilla del otro. —Es una locura sin sentido alguno, pero quiero hacerlo. Ahora dime lo que tienes guardado.

—¡Se suponía que no debes darte cuenta!

—Tienes cierto tic en el ojo cuando estás tan emocionado por contar algo.

—Es injusto.

—Dime de qué se trata.

—Parece que sí existe otro sobreviviente de mi planeta. No soy el único.

—¿También llegó a la Tierra?

Kent asintió alzando sus cejas. —Hay esperanza de que sí.

—Esperanza...

La palabra trajo algo a la mente de Bruce, quien miró hacia las pantallas como si de repente ya pudiera comprender más de lo que estaba proyectándose, sonriendo como cuando descubría algo.

—¿Bruce?

—Me comentaste que tu gente adoraba a los Ingenieros. Posiblemente porque son descendientes de ellos.

—¿Qué? Eso es una locura.

—No tanto —el millonario acarició esa S en el pecho del Kryptoniano— Por eso mutaban... cuando aparecía una nueva esperanza, porque no se han extinguido. Es una buena hipótesis.

—Creo que me perdí una parte de tu charla.

El murciélago negó, sosteniendo el rostro de Clark entre sus manos, sonriéndole de esa forma que le decía a este que estaba observando esa cara oculta que nadie podía admirar, esa parte de Bruce oculta para ya no ser dañada por la maldad.

—¿Bruce?

—Bienvenido de vuelta, Kal-El. ¿No prefieres seguir hablando arriba?

—¿Eso es una invitación?

—Una orden.

—Funciona para mí.

El universo guardaba muchos secretos para ellos, revelaciones que esperaban ser comprendidas, fuerzas que todavía no eran descubiertas. Pero de alguna manera, siempre existirían cosas que jamás cambiarían aunque todo se transformara, para Bruce Wayne, una de esas cosas era algo tan simple como una esperanza de vida encarnada en la figura de un tonto extraterrestre cuyo noble corazón había llamado a una forma evolucionada para estar a su lado cuando lo necesitara, cuando se requiriera tomar una buena decisión que protegiera esa esperanza. No estuvo seguro de si llegado el momento podría ser digno de semejante tarea, pero de algo sí podía confiarse y era la mano que sostenía la suya con esa firmeza suficiente para decirle siempre estaré a tu lado, porque te amo.


F I N

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top