Profe
Augusto Roa
Aquel mayo en el que anunciaron tu marcha mi cabeza dejó de hilar.
Realmente pensaba fielmente que sobrevivirías para seguir con tu presencia divertida alegrando a tus alumnos, nunca te imaginé enfermo, con problemas de salud, es que nunca te quejaste de la salud con tus alumnos, siempre te escuchábamos contarnos tus anécdotas de trabajos entre las clases de Emprendeduría, o Ética profesional.
Pero más me pesó en el alma no saberme despedir de ti. Aún no me animo a escribir una despedida en la parque de serenidad virtual, me duele demasiado siquiera sacar palabras para aceptar que ya no te veré apareciendo de la nada y saludarme.
A pesar que no fuéramos muy cercanos, dejaste tu marca en mi. Gracias a ti al entrar en la universidad, al dar clases de Comunicación en los primeros semestres de mi carrera, yo... Yo pude volver a entender lo que er escribir con pasión y sin límites.
Me enseñaste a escribir, a dejar todo escrito en un papel o donde escribiera hasta que ya no supiera como seguir escribiendo lo que quisiera plasmar, me dejaste saber que al escribir sin tomarme una pausa(una coma), un descanso (un momento de pereza), y sin querer remediar o corregir lo que andaba mal(siquiera retractar o pausar para llegar a la perfección), que si me dejaba llevar por realizar esos puntos.. Nunca avanzaría para mejor, porque solo cuando tienes toda la solución escrita es cuando uno sabe que realizar y que acciones decidir para escribir su propia historia.
Tal vez en ese momento solo lo hiciste a modo de liberar estrés por los exámenes parciales que acontecia en ese momento, y nos dejaste ese ensayo a nuestro antojo, nos diste esa idea de cómo dejar que el ensayo fluya y nunca detengamos lo que realmente escribimos en una hoja.
Gracias a ti... Hoy en día sigo escribiendo, sigo implementando esa enseñanza tuya. Sigo haciéndolo y gracias a ello, hay gente que le gusta lo que escribo porque lo hago sin límites desde entrada para luego al momento de la verdad, entre sacar y desarrollar lo que sea necesario sin perderme en mis propias líneas que marco en el lienzo día a día.
Recuerdo.. Recuerdo que siempre quise preguntarte si eras nieto de Augusto Roa Bastos, pero por vergüenza no lo hice y cuando lo iba a hacer se me olvidó, y ya para ahora es tarde. Realmente no sé cómo sentirme al respecto.
¿Profe? Sea donde sea que estés, deseo admitir que me frustra ver el acta de firmas en los cuales muchos han escrito ya, y alzado foto en donde apareces recibiendo el título –de la carrera a la elegimos– y yo... Yo haberme demorado tanto para quedarme sin el final deseado, sin poder mostrarte físicamente que pude terminar y que en parte nunca podré dejarte ir de mis recuerdos. Aunque ya no vaya a asistir más a la universidad por recibirme, aunque ya no vaya a clases para seguir la carrera, y ya no podamos coincidir entre las escaleras para sonreír como compañeros y como amigos conocidos y a la vez desconocidos.
Nunca quise aferrarme a encariñarme con un profesor porque sencillamente duele ya no ser su alumno, ya no poder escuchar sus anécdotas interesantes o aprender acerca de ello para probarlo en el futuro. Pero gracias a que cada consejo que dabas lo iba implementando, se que tú marcha no ha sido en vano. Crecí, aprendí y absorbí tu sabiduría solo que... No quería soltarle porque también quería tener el capricho de mostrarle orgullosamente como acabé la carrera en la cual me vio crecer durante los cuatro años y picos.
Creo que nunca voy a ser capaz de despedirlo como debe, ni soltarlo porque me pongo triste sin usted, mi ejemplo a seguir... Pero se que de alguna parte de entre las nubes podre decir al viento para que te diga lo que no pude decirte en el momento justo.
Gracias profe. Por todo y por ser otro de los mejores profesores que marcó mi vida para el bien, por convertirte en otro de mis pilares de pergaminos orales de recuerdo en el cual nunca me dejaran caer en la oscuridad ni suicidarme en caso de cualquier bajón potencial.
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