Día cinco.

El último día, Yumei había hecho todo lo que quería, pero no todo lo que debería.

Despedirse nunca fue una opción, después de todo luego de dos días la olvidarían, solo dos días permanecería en la memoria de las personas que quería, después de eso sería como si ella jamás hubiese existido, era doloroso de sólo pensar que su existencia no significaba nada.

El Hokage, él aún la recordaría, sonrió de lado, más que una sonrisa parecía una mueca, él era viejo, si moría entonces ella desaparecería definitivamente.

Era complicado lo que sentía, pero tenía algo claro, no quería ser un recuerdo.

Se sentó en la cama, aún era de mañana y no tenía mucho que hacer, o en realidad no sabía que hacer, era su último día y estaba sentada sin hacer nada.

Como si alguien la hubiese escuchado, el sonido de la puerta comenzó a ser molesto.

La peliazul se estiró un poco antes de levantarse y abrir la puerta, al girar la manija la puerta fue abierta desde el otro lado violentamente.

Sintió un escalofrío recorrer su estómago, tembló ligeramente antes de ver como la persona frente a ella se hacía más grande, no, no se hizo mas grande, ella había caído de rodillas.

-Lamento hacerte esto, pero no tengo opción-

La voz del extraño era rara, rasposa y como si le faltara el aire.

Yumei pudo ver que sostenía algo en su mano izquierda, era el mango de algún tipo de arma, siguió con su vista la madera, llegaba hasta su estómago, solo podía ver un pequeño destello plateado sobresalir de entre el carmesí de su sangre.

Elevó de nuevo su vista, quería hablar, gritar, quería correr hasta el apartamento de al lado y hacer que Naruto huyera, quería hacer tantas cosas, pero su cuerpo estaba entumecido y el sabor metálico casi hacía que se ahogara.

Una patada en el rostro dejó en el piso a la peli azul aún con la lanza clavada en su estómago, doloroso.

Lo primero que se planteó fue que no podía estar pasando esto, aún tenía un día para prepararse, bajó la guardia, no debió confiarse. Tenía que hacer algo, tenía que cumplir su propósito en la vida.

No podía fallar esta vez.

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