I'm Alive
Su relación empezó quizás hace algunos varios años, cuando la secundaria estaba en su apogeo y todo comenzó con el despertar de la pubertad, el explorar sensaciones y la libertad que tenían al compartir un pequeño espacio, unos cuantos minutos de tiempo a solas...
Primero el roce de sus manos, ese delicado ir y venir, el cosquilleo por saber que cara pondría al tocar su dorso o al menos si iba a ser correspondido. Tardaron años en hacer que ello avanzara pero, en cuanto estuvieron listas, un poco de alcohol y un cuarto de universidad era todo lo necesario para que ambas llegaran al éxtasis de sus pieles. Saber como olía su piel, como emanaba calor, el vibrar de cada contoneo suyo, sentir su humedad y escuchar su melodiosa voz baja y placentera. El maquillaje no importaba, tampoco el tipo de ropa interior, aunque una lencería de encaje nunca estaba de más.
Ese fue el principio del fin.
Izuku Midoriya, joven prometedora, cabellos alborotados color esmeralda y un rostro encantador que iba tonteando por ahí y siendo una chica bella y tan buena, su padre estaba orgulloso de ella aunque ya no vivían juntos por ir a una buena universidad, se hablaban seguido.
Por otro lado estaba Bakugou... Ella... Ella se presentaba por si sola. Era una chica bastante difícil de tratar, enojona, se metía en peleas a mas no poder y su estancia en la universidad estaba mas que amenazada a pesar de ser el primer año, aunque tuviese el mejor promedio de toda la generación, su actitud era el problema.
Así como eran ellas de diferentes, ambas tenían una relación y era el deber de la rubia hacérselo saber a toda chica o chico que quisiera ser demasiado amistoso con SU Izuku. La declaró propia en el momento en que ambas tuvieron sexo después de la fiesta de bienvenida a la universidad pero, realmente Bakugou la tenía marcada desde la infancia.
Ambas dormían en la misma habitación aunque algunas clases no las llevaran juntas, siempre y sin excepción la rubia iba por la peliverde cada que sus clases terminaban y así aseguraba que nadie mas se le acercaría.
Como toda relación todo empezó bien, un buen trato, palabras bonitas, sexo del bueno y besos que erizaban la piel. Izuku no tenía problema en que su primera relación fuese con una chica y que la tratara de esa manera pero, nunca supo a que se estaba enfrentando.
Para el tercer año de la universidad, Bakugou cambió bastante, la celaba por todo, cada mensaje, cada saludo, ya no podía ser libre.
—¿Que significa que hayas salido con ese tal Ochako? ¿AH?
—Kacchan, es un compañero, es un año mayor, por favor, no sería capaz de engañ...-! —un golpe sordo se escuchó en la habitación y la peliverde enseguida toco su mejilla y trato tanto como pudo de que sus lágrimas salieran.
—Eres una zorra... —la tomo de los cabellos y la arrastró por la habitación para tirarla a la cama. La amarró con una bufanda a la cabecera y en la posición mas incómoda que podía haber —¿Como te tocó? ¿Eres tan zorra que quieres el pene de un hombre entre tus piernas? ¿No tienes suficiente conmigo?
—Ka-kacchan no pasó nada, me duele... Por favor desatame...
Las palabras de la peliverde fueron totalmente ignoradas mientras era desvestida con toda la brusquedad posible. La rubia seguía insultando cada parte de ella, que si su cuerpo, que si sus senos, que si su cara. Ella se encargaría de modificar todo ello para que nadie volviese a dedicarle una mirada. Era suya.
Suya.
Jodidamente suya.
Quisiera decir que Bakugou no hizo la gran cosa y decir que "hicieron el amor" pero la mañana dejaba en claro que no fue así.
Izuku no podía moverse, se sentía entumida, el sabor a hierro en su boca le decían un amargo "buenos días".
—Midoriya... —Bakugou se acercó a ella para llevarle el desayuno en una bandeja. Su rostro estaba demacrado y podía ver que no había dormido en toda la noche —Avise que... Que tienes fiebre y no vas a clases... —se sorbió la nariz y tallo su rostro, se veía afectada y no sabía por que —Te... Te hice el desayuno linda... Anda, vamos a comer si... ¿No... No te puedes mover? Tranquila, yo te daré de comer.
Izuku sabía que había sido abusada por su propia novia pero, la quería demasiado como para llamar a eso "abuso". Estaba ciega y quizás... Se lo había ganado.
Con cada error que Izuku cometía el castigo era el mismo, era encerrada, golpeada, era violada por un maldito dildo enorme y luego la autocomplacencia de Bakugou al hacerlo con una chica delirante y llorosa.
Pero aun así la quería, quería a Katsuki de una manera enferma y dolorosa que de verdad no iba a tener el valor de terminar con ella sin saber si era por miedo o por amor.
—Midoriya, necesito que te quedes un momento.
Todos en su salón salieron expectantes de lo que le fuese a ocurrir a la chica peliverde por que a pesar de todo se esforzaba bastante por seguir asistiendo a clases.
—Profesora Aizawa... ¿Que necesita?
—Tu sabes que no suelo meterme en sus asuntos, son adultos ya después de todo, pero, no puedo evitar preocuparme por tus heridas, tus faltas constantes y las bajas calificaciones que tienes... Cada vez te ves peor que antes e incluso puedo asegurar que has perdido peso...
—Profesora, estoy bien, puedo ponerme al corriente y no dejaré las materias reprobadas, sólo no arme un lío por esto
—El lío ya está Midoriya, debes buscar ayuda profesional y si me dejas ayudarte te alejare de ella... Te está consumiendo...
—¡Usted no la conoce! ¡Kacchan me ama!
—¡Midoriya reacciona!
—¡Basta!
La peliverde salió tan rápido cómo pudo del salón y trató de regresar a los dormitorios antes de que la rubia llegase, perdió mucho tiempo hablando con esa maestra metiche que ahora iba a ganarse un castigo si no llegaba antes que su novia.
De los nervios no podía meter la llave en el cerrojo y cuando lo logró se sintió aliviada, significaba que no había llegado aún.
—¿Fue entretenido?
Se le erizo todos los vellos de su cuerpo. Era Kacchan.
Estaba ahí.
Había llegado.
—No pasó nada... Me reprendió por no entregar su tarea.
—Mientes.
—Kacchan, por favor...
—Entra.
—¡Kacchan!
La sujeto del cabello con la diestra para poder abrir y meterse ambas al dormitorio y cerrar con un azote de puerta.
Lo siguiente que recordó fue haber visto un rostro en Bakugou que no había mostrado antes y luego todo fue oscuro por un rato. El dolor fue que la despertó, jadeaba y no podía moverse, sentía la sangre en sus labios y seguramente la estaba volviendo a coger sin su consentimiento y marcándola de nuevo con mordidas con lo que la tuviese amarrada. Izuku solo lloraba y trataba de hacer que aquello no la afectara tanto, pero de cualquier manera no solo su cuerpo, si no su alma estaban siendo presa de un monstruo que no conocía la piedad ni el raciocinio. La peliverde esbozó de sus labios el nombre de la rubia pero lo que consiguió fue hacerla enojar más y darle un golpe en el rostro.
¿Qué clase de amor era ese?
¿Era amor?
Seguramente lo era... uno complicado pero que quizás podría tener solución.
Midoriya solo pensaba en que ya no debía hacer enojar a Bakugou y que de ahora en adelante tenía que hacer mejor las cosas para ella y eventualmente gracias a la rubia dejó de ir a clases y también se mudaron de los dormitorios de la escuela, todo para que no empezaran a esparcirse más rápido los rumores ni quisieran buscar a la peliverde, ella era tan buena que siempre atraía a todo tipo de personas metiches y eso le daba un dolor de cabeza terrible... así que simplemente se fueron de ahí.
Los días siguientes fueron mejorando, Bakugou ya no llegaba enojada como siempre y hasta le daba uno que otro mimo y beso, volvía a recibir sus caricias, pero, también había ocasiones en donde el olor a cigarro y alcohol quedaban impregnados en su piel. Le dolía que estuviera haciendo esas cosas y ella sufría sus impulsivos arranques de cariño. Sabía que era tosca pero... debía pararlo.
Cuando regresó así tuvo el valor de pedirle una explicación de lo que estaba pasando pero fue ignorada. Midoriya la siguió por todo el pequeño departamento por una explicación, así como la más alta se las pedía aún cuando no había pasado nada, tenía el derecho ¿no? Debía ser todo reciproco.
—¿Y a ti que carajos te importa? Lo único que debes hacer es recibirme como la mujer que eres, te estoy manteniendo de cualquier forma
—Sí, pero tengo el derecho de preguntar por que estamos saliendo, no puedes andar así como si nada Kacchan, soy tu novia, debes respetarme
—¿A ti? No me hagas reir, no sirves ni para coger, me aburrí de ti por que no sabes hacerlo, así que me conseguí a alguien más, si tienes un puto problema con ello, anda, ahí está la puerta, puedes irte.
—Kacchan... ¿Por qué me lastimas así?
—Por que no sirves, si fueras útil entonces seguramente no estaría buscando un pene o una mejor mujer.. —se encogió de hombros como si aquello que decía fuese lo más normal del mundo — tu tienes la culpa
—N-No... por favor... Kacchan y-yo te quiero
—Tu no me quieres.
—¡Lo hago! ¡Por favor no me hagas irme! Voy... Voy a cambiar, te lo prometo.
—¿Y si no que?
—Kacchan... —era como un premio de consolación, ya no era tan importante para ella, la ofendía, se había vuelto tan fácil el reemplazarla con cualquiera que le diera buen sexo y ella se quedaba sola en casa y con las sobras de cariño de la rubia.
Exhaló pesado, porque la quería, era su primer amor después de todo, su primer todo... fue a donde ella obligándola a dar unos pasos más hasta la sala y dejarla sentada en el sillón. La peliverde se quedó frente a ella, estaba avergonzada, sujetaba con sus manos bien apretadas su camisón y con movimientos lentos fue alzándola. Se desvestía frente a ella y aunque no había nada de sensualidad, despertaba en la rubia un sentimiento de querer corromper esa ternura y simpleza que emanaba la otra.
Se quedó en ropa interior, nada del otro mundo, ya la había visto mil veces. Su brazo derecho es el que tenía más evidencia del maltrato que recibía de parte de la rubia. Lo siguiente que pasó fue que ella misma se ofreció, ofreció su cuerpo, su lealtad, su corazón de nuevo y todo para ser aplastados sin miramientos. El sostén se lo quitó dejando ver sus pechos de buen tamaño, sabía que a Kacchan le gustaban bastante. Luego se quitó sus panties y se entregó a la maldad que habitaba a los ojos carmesí ajenos.
Sus piernas fueron alzadas bruscamente cuando su espalda tocó el sillón y pronto sus intimidades estaban rozándose con frenesí instantáneo. Bakugou era bastante débil cuando se trataba de deseo carnal y no iba a desaprovechar que Izuku se ofrecía de esa manera.
Sus manos desesperadas tocaron cada parte de su cuerpo y sus pechos que se movían en un contoneo delicioso los aprovechó para mordisquearlos cuanto pudo provocando los gritos y gimoteos de la peliverde.
La humedad se escuchaba en cada roce de ambas, pero no sentía placer, sentía que lo hacía más por obligación que por deseo.
—¿Por que no has hecho nada?
Izuku trataba de arrastrarse por el suelo para huir de las patadas que le estaba dando Bakugou, había estado con fiebre desde la noche anterior y por ello había dormido todo el día para descansar, pero eso sólo provocó más la ira de su novia quién había llegado como siempre ebria, apestado a cigarro y con un acompañante. Ya no se medía, en su cara empezó a llevar a hombres para coger a sus anchas en la cama... en Su cama y la obligó a tener tríos que la lastimaban enormemente y tenía que lidiar ella sola con sus heridas y sangrados... Al menos era un milagro que no haya salido embarazada todavía.
—Kacchan... me siento mal...
—Eres una inútil, buena para nada... Toga... vámonos... —Lo jaló de la chaqueta para irse al cuarto y cerrar la puerta de golpe, como era usual en él.
El tipo se veía muy extraño, le daba miedo, no se veía completamente en sus cinco sentidos y sentía que él era quién estaba orillando a Kacchan a otro tipo de vicios que no quería ni pensar y que seguramente faltaba poco para tenerla de conejillo de indias. Pronto escuchó risas que se transformaron luego de unos minutos en gemidos y exhalaciones pesadas, no iban a terminar pronto.
Con lo poco que tenía puesto decidió armarse de valor y fuerza, mucha fuerza que no contaba con ella y tomar algo de dinero de la cartera de la rubia, necesitaba medicina... pero no vendían nada para sanarse a sí misma, en su interior.
Salió al mundo después de mucho tiempo.
Era tarde, no recordaba haber visto alguna farmacia cerca así que caminó y caminó a pesar de que empezaba a enfriar y a sentir que la vista se le nublaba.
¿Era la fiebre?
Tenía que ser más rápida porque en cuanto Bakugou se diera cuenta de que ya no estaba la buscaría por cielo, mar y tierra y no quería volver, no, ya no, no quería soportarla a ella o a ese hombre, no quería ir a esa vida de nuevo, quería ver a su padre, quería probar comida decente, tener ropa, quería volver a ir a clases... Todo eso le arrebató Bakugou.
Estaba cruzando la calle cuando sintió unas luces que lo cegaron y el claxon de un insistente carro que apenas y pudo frenar. No fue golpeada pero si se cayó del susto y por que ya no tenía fuerzas.
—¿Qué rayos haces en medio de la calle? —escuchó una voz y se asustó, era seguramente la rubia que ya la había encontrado y tuvo que manotear a todos lados evitando así el contacto ajeno que trataba de ayudarla, aunque no lo pareciese. —¡Deja de moverte! ¡Oye! ¡Oye! ¿Estás bien?
No... su voz no era tan ruda, era dulce, era cálida, no podía ver su rostro con claridad por la luz del auto.
—¿Me escuchas? .... Te llevaré a un hospital ¿Cómo te llamas?
—¡NO! ¡Hospital no! No! Por favor, déjame ir... Me tengo que ir
Pero las fuerzas le abandonaban y no podía ponerse de pie, ya no.
Cuando despertó estaba en una cama suave, había silencio por todos lados y la habitación era acogedora. Con cuidado se levantó y se dio cuenta de que tenía vendas por todos lados, ropa limpia e incluso la interior. Sintió vergüenza, no sabía que clase de persona la había visto desnuda... bueno ese no era el problema, sentía vergüenza por cómo pudo haber encontrado su maltrecho cuerpo.
Pero exhaló pesado y aliviada, al menos no estaba en un hospital donde iba a ser localizada más fácilmente por su... por la rubia.
—Veo que ya despertaste.
De nuevo esa voz y sus ojos esmeralda recorrieron la habitación para buscar a su dueño.
—Descuida, no te llevé a un hospital, hice que un médico viniera y te revisara, no te veías nada bien
La dueña de la voz era una mujer, se veía hermosa, delicada, de alguna familia rica seguramente. Su cabello era bicolor, algo raro, también sus ojos, pero era hermosa, muy hermosa. Se ruborizó al quedársele viendo y se cubrió más con las sábanas que aún envolvían una parte de su cuerpo.
—Lamento... el inconveniente... No tengo con que pagar pero... podría trabajar limpiando su casa.
—Hey, tranquila... —la miró con seriedad — ¿Quién te hizo esto? —se acercó a la cama para sentarse en una orilla, no quería invadirla más. —¿Quién fue? Debes denunciar todo este maltrato, estás muy débil y... lastimada...
—No puedo. —le sonrió con dolor — No.. puedo...
—¿Te amenazó? ¿El hombre que te hizo esto te dijo algo?
Negó.
—¿Qué pasó? Vamos, quiero ayudarte
—¡No! Vendrá a buscarme, no puedo hacer esto, va a estar muy enojada, tengo que irme...
—¿Muy enojada? ¿Quién te hizo esto es... una mujer?
—Kacchan... ella se va a enojar...
—Tranquila, no podrá encontrarte aquí, descansa, el doctor dijo que debes recuperar peso y sanar todas tus heridas.
La peliverde no podía estar tranquila así como así, era algo poco normal, tenía miedo de que se apareciera Bakugou como siempre, con esa mirada aterradora y que se la llevara jalándola del cabello para volverla a amarrar a la cama y castigarla.
La bicolor salió de la habitación no muy conforme, estaba desconcertada por la chica y quería ayudarla en lo que fuese posible, pero sin presionarla o causaría más estragos en su comportamiento de lo que ya tenía. Ella parecía un pequeño cachorro asustado, no iba a confiar en nadie ni tampoco se dejaría tocar a menos que estuviera dormida o anestesiada, le daba pena, pero, iba a hacer todo lo posible por hacer de ella una nueva mujer, alguien que pudiese afrontar sus miedos por que quizás se veía reflejada en esa chica de cabellos desordenados, el maltrato, el dolor en sus ojos, el temblor de su cuerpo... todo eso lo había vivido ya, pero había sido su propia madre quién lo había propiciado y gracias a ello su padre le quemó su rostro con agua hirviendo.
Los días pasaron de a poco, le llevaba de comer y se quedaba al otro extremo de la habitación para no molestarla, solo quería constatar que si estuviese comiendo. Sus heridas iban sanando aunque era una lucha verdadera poder cambiarle a veces los vendajes y tratar de limpiar.
Poco a poco, Izuku Midoriya iba retomando fuerza pero aún estaba un gran hueco en su espíritu que todavía la mantenían aferrada al pasado, al dolor emocional y las palabras que siempre escuchaba decir de ella.
Obviamente Todoroki la ayudó, una terapia emocional con un profesional, experiencias positivas, cariño... amor.
No era nada esperado ni tampoco rechazó la idea, ella quién se consideraba totalmente ajena a la atracción de alguna otra persona estaba ahora embobada con Izuku, era linda, había descubierto que le encantaba leer, sabía muchas cosas, era bastante amable y comenzaba a sonreír de una manera que... había temblar su corazón.
Fue perdiendo el paso del tiempo cada que estaba con ella disfrutando de una lectura, de algún té en la terraza, se un silencio involuntario y se atrevía a tocar su mano con uno de sus dedos. Al principio era rechazada tajantemente, la peliverde quitaba su mano y se quedaba seria y terminaba por irse de donde estuviera para esconderse en el que ahora era su cuarto, la entendía, iba a ser difícil confiar en alguien nuevamente pero no se daría por vencida, si Todoroki pudo, ella también podía aunque variase el proceso.
—Midoriya.
—¡Todoroki! Por fin llegaste, he hecho chocolate caliente, servirá para que te calientes un poco, afuera debe estar helando
—No, espera...
—¿No te gusta? Pensé que sí, es algo muy tradicional en invierno.
—No es eso... —rió bajo —eres bastante hiperactiva, no está mal que hagas chocolate, me encanta, pero hay quien lo haga, no estás aquí para ser quien atienda la casa
—Lo sé, pero ya me he quedado mucho tiempo y era una manera de pagar por ello.
—¿Sabes cómo me puedes pagar?
Los ojos esmeraldas de la más baja se abrieron con curiosidad de saber que era lo que le quería decir y es que aprendió de Todoroki que no todas las sorpresas eran malas, que debía de confiar en las personas y que no era tan malo decir que no.
— Date la vuelta y cierra los ojos.
La peliverde hizo caso y se quedó paciente y tranquila esperando a que algo pasara.
Todoroki aprovechó a poner en su cuello una gargantilla con una pequeña piedra verde, una esmeralda. Izuku sabía lo que era, no exactamente pero lo sabía. Sus manos ahora tersas fueron a su cuello para constatar lo que le había regalado la bicolor.
—¡Esto es demasiado! Todoroki, yo no puedo usar.. —Se ruborizó hasta las orejas, era un detalle demasiado fino como para que ella lo usase.
— Shht... Te lo mereces y combina bien con tus ojos.
No podía con tanta emoción o al menos no con la forma en la que ella la veía, le había gustado y estaba apenada.
—Iré por el chocolate —le palmeo la cabeza muy suavemente y avanzó unos cuantos pasos a la cocina, con eso ya tenía suficiente agradecimiento.
Izuku volvió a respirar por que se le había olvidado como hacerlo y fue detrás de la bicolor para abrazarla por detrás y esconder su rostro en su fina espalda. Hubo un silencio que no pudieron romper, era cálido y tierno, no quería soltarla porqué eso implicaba tener que verla a la cara y aún no tenía nada para decir, había sido demasiado tonto actuar de esa manera...
—Midoriya...
—Estoy... Lista...
—No deberías presionarte así, fue un regalo que quería darte, no es necesa...!
—¡Tengo que! ... Sé... Sé de tus sentimientos y... Dudaba por que... Por que no sabía que pasaría conmigo y llegué a pensar que lo hacías por lástima... Pero no fue así, fuiste sincera y cálida, me has tratado con cariño y me has respetado, has cambiado mi vida totalmente y poco a poco fui cayendo en cuenta de que... Yo también siento algo por ti
Todoroki estaba sin habla, no pensó que fuese a ser correspondida de un momento a otro, pero se sentía bien y no iba a quejarse. Lentamente se dio la vuelta para poder verla, ver esos ojos acuosos esmeraldas para poder admirar esa belleza sutil suya, tan delicada... no sabía cómo alguien pudo haberla maltratado tanto.
Le tomó del rostro con ambas manos y con los pulgares limpio cada lagrima prófuga de su control.
—Midoria... —Su voz era suave — Es suficiente...
Le sonrió levemente, se acercó muy despacio y poco a poco fue uniendo sus labios con la ajena en un beso simple, suave, cálido, sentir la tersura de otros labios y el sabor de estos era algo único, jamás llegó a sentir eso con Bakugou y no la comparaba, esto era muchísimo mejor que cualquier otra cosa.
Pronto las dos estaban sumergidas en algo mas prolongado, su tensión se había ido para poder enredar sus brazos en el cuello ajeno y tratar de caminar hasta una pared donde pudo retenerla y aprovechar cada segundo de ese beso y lentamente y con mucho cuidado sus manos fueron deslizándose por el contorno de la ropa ajena para poder llegar a la orilla, con la yema de sus dedos poder rozar su piel haciendo que la peliverde se erizara de una manera hermosa.
Cuando se hubieron separado y sólo porque sus pulmones exigían el preciado aire, se miraron y sin decir nada fueron a la habitación guiadas por otro beso y caricias sugestivas que empezaban a mermar con la más baja, su intimidad estaba por delatarla al sentir esa maldita humedad impregnar su ropa interior pero... tampoco quería detenerse.
El suéter amarillo que llevaba la más baja fue directo al suelo igual que el abrigo de la bicolor, poco a poco así fueron parando las prendas de las dos.
—Midoriya ¿Que quieres cenar hoy?
Había pasado tanto tiempodesde que había salido a la calle, no estuvo encerrada, para nada, tenía lacompleta libertad de ir y venir, pero debía sanar algunas cosas que ahora ya noimportaban, era una chica nueva, había vuelto a estudiar en otra universidad ysí, tenía una relación más bonita, tranquila y llena de amor con Todoroki, ellaquien nunca la abandonó y mejor aún, era como su verdadera alma gemela.
—¿Qué tal si vamos por Katsudon? Hace taaanto que no pruebo algo así
—Eso es tu culpa, sabes que yo te hubiese llevado desde hace mucho a comerlo.
El invierno estaba siendo cada vez más rudo pero aún así no les quitaba nada las ganas de salir juntas y sin miedo, tomarse de la mano, salir por ahí y disfrutar de esa nueva vida que tenían juntas, incluso su padre lo sabía y estaba feliz de ellas, su hija estaba en buenas manos.
—Deku.... Tanto tiempo
El aire se le fue de los pulmones cuando escuchó aquella voz. No quería ni voltear porque los ojos rabiosos de la rubia estarían dispuestos a asesinarla con una mirada si pudiera.
—Huiste de casa, me dejaste abandonada ¿Y todo para qué? Para andar tonteando con alguien más... Que Zorra eres...
—Midoriya, vamonos, no tienes que tolerar esto, llamaré a la policía
—¡No te metas perra! ¡Ella es mía!
—Kacchan... —calmó a su ahora novia y la soltó de la mano. Ya no tenía miedo, estaba renacida, su alma restaurada y ahora podía ver a los ojos a la rubia y no huir en el intento. —Yo te quería al grado de pensar que todas tus agresiones eran algo normal —se plantó justo frente a la rubia y la tomó del rostro con gentileza, ella se veía mal, atormentada y seguramente no le había ido nada bien con ese tal Toga. —Kacchan, lamento no ser lo que querías, pero no puedo seguir con esto, ya no soy la 'Deku' de antes, me siento fuerte, me siento segura y todo gracias a ella —le dedicó una mirada y una sonrisa cálida que quizás jamás Bakugou vería de nuevo.
—¿Que mierda estás diciendo?
—Lo siento Kacchan, pero esto termina aquí. Lloré por ti y no pienso hacerlo más.
—¡Tú no me puedes dejar, zorra!
—Lo hice desde ese día y lo vuelvo a hacer. —
Midoriya le dio la espalda y camino de regreso a donde estaba Todorki, pero, por su expresión algo andaba mal, apenas y pudo voltear para darse cuenta de que la rubia estaba justo detrás con un cordón de sus botas en las manos y apretando su cuello. La peliverde trató de liberarse de ese fuerte agarre tanto como pudo y rasguñó lo que alcanzaba del rostro ajeno, pero era inevitable, era injusto, no quería volver a ser sólo un trapo con el que jugaran, pero lo veía tan lejano y la voz de Katsuki resonaba en su cabeza con un:
"Eres mía"
"Siempre serás mía"
Vagamente vio como la bicolor corría a donde ella quién ya estaba casi en el piso por la falta de aire y a decir verdad no veía ya muy bien. En algún momento pensó que su destino iba a ser morir por manos Bakugou pero nunca imaginó que fuese a ser así.
—Listo señorita Todoroki, ha quedado perfecto y puede volver a lucirlo.
—Gracias.
La gargantilla de esmeralda que había comprado para Midoriya había quedado en el suelo esa noche, se había reventado por el forcejeo. Lo bueno es que tuvo solución aunque ahora parecía no tener un buen significado para ella.
Exhaló pesado y guardó la cajita de la joyería en su abrigo.
Año nuevo sería en unas horas y no tenía idea de hacer, ir a cenar fuera y arriesgarse a encontrar un lugar o quedarse en un sillón viendo la televisión. Sacudió la cabeza y con ello su cabello bicolor a los hombros se movieron hermosamente. Compró un pequeño Fruit Cake y se dirigió al hospital.
Empezaba a nevar nuevamente y eso no ayudaba a que su recorrido fuese ameno, no, eso significaba que iba a hacer mucho más frío que antes y no iba a tener ganas de salir de la cama, no, ni loca, prefería mantenerse de chocolate caliente.
Llegó a casa luego de un rato. Estaba sola y oscura a excepción del salón que se iluminaba tenuemente por el calor de la chimenea.
¿Desde cuando se volvió así?
Anduvo rondando cada rincón que parecía desconocido a pesar de ser su propia casa y ahora, justo con la nevada estaban abiertas las puertas del jardín dejando entrar el gélido aire. Exhalo pesada y sus labios se torcieron en una pequeña y sutil sonrisa al encontrarse con esa pequeña figura de cabellos alborotados, con una chaqueta enorme, uns bufanda amarilla y sus mejillas coloradas del frío.
—Estás muy loca. Vas a atrapar un resfriado, anda.
Se acercó a ella tomandola de la cintura e inclinandose un poquito nada más para saludarla. Su voz, había extrañado su voz desde hace... Un par de horas.
—Estoy en casa, Izuku
—Bienvenida a casa, Shoto.
La casa ya no estaba sola ni fría, le daba gusto y emoción llegar todos los días después del trabajo y saber que Izuku la esperaba sentada en la sala, haciendo sus tareas de la universidad o simplemente recibiéndola con una taza de chocolate caliente.
Tanto ella como la peliverde habían sanado en muchas cosas y juntas estaban dispuestas a superar aún más cosas, por que se cansaron de llorar, de sufrir, por que juntas podían perseguir la felicidad que tanto anhelaron y que vivían todos los días desde esa noche.
Este pequeño Oneshot es para mi querida @PortgasDRaven un regalo de navidah y año nuevo mega atrasado :Du y que la mendiga me hizo escribir por primera vez iuri(?) y la neta no tenía idea de como, pero tiene sufrición que es lo que le gusta c: <3 La idea de esto surgió a base de una canción que me inspiró bastante pero que a final de cuentas le di un final positivo ¡Si! (???) Welp, no soy buena en esto xD
Espero les haya gustado criaturitas, los leo en otros cosos que se me ocurran y no termine(?)
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