8. Día en el lago (parte 1)

Magnus bajó las escaleras encontrando a Alec guardando comida en una canasta. Sonrió, recordándose a si mismo que eso no era una cita y que no debía arruinar completamente las cosas con Alec, haciendo un movimiento en falso. Pero por otra parte estaban las palabras de Camille.

Tratando de ignorarlas se acercó. Alec le miró y su estómago dio un brinco, se sentía volar. Ojos azules viendo ojos verdes, y todo era perfecto. Hasta que Alec quitó la mirada, rompiendo el hechizo.

– Entonces, – dijo Alec sonriéndole. – Estás listo. – Magnus llevaba un bañador rosa neón, una playera que decía "jódete" en Indonesio, por lo que Alec probablemente no sabía lo que decía, y su cámara.

– Sip. Tu por otra parte. –

– Si, – dijo Alec, quien usaba su pijama. – ¿Nos vamos en media hora? – dijo mientras subía las escaleras.

Magnus asintió, quedándose en la cocina. Se iba a sentar en el taburete cuando notó algo peludo en él. Sorprendido, pegó un grito, golpeando el refrigerador y tirando algunos imanes del el. Se quedó mirando el suelo hasta que escuchó a alguien bajar corriendo las escaleras.

– Uh, – Alec le estaba viendo, sin playera pero cargándola en su mano. Se veía asustado, probablemente creyendo que Magnus gritó por que estaba en grave peligro. Sin embargo, lo único que Magnus podía enfocar era el pecho desnudo de Alec. Que dios le ayudara. Antes de que pudiera tener suficiente, Alec se puso la playera, hincándose a verle. Rio un poco y Magnus intentó ignorar lo mucho que le gusto ese sonido.

– Fui sorprendido por eso, – dijo señalando la bola peluda en su silla. Alec volteó a ver y se rió a carcajadas. Cuando terminó de reírse ayudó a Magnus a pararse y a levantar los imanes que cayeron.

– Así que, – dijo Alec. – veo que ya conociste a Iglesia. –

– ¿A qué?

– Nuestro gato, – dijo riendo y señalando la bola peluda. Pero Magnus veía a la bola como una bestia por haberlo asustado.

Magnus lo observó y tomó una foto de el, provocando que abriera sus ojos amarillos, mirando al extraño. Siseó un poco y Alec se acercó a acariciarlo. No estaba celoso de un gato, para nada, eso era ridículo. El gato ronroneó amando el toque de Alec.

– Tenemos a Iglesia desde que yo era un bebe. Estoy casi seguro que no envejece, – dijo Alec viendo al gato con cariño. – Solíamos tener otro gato. Jace solía decir que era un demonio realmente, por que siempre solía arañarle. Pero era mayor que Iglesia así que murió hace algunos años.

– ¿Cómo se llamaba? –

– Muffin. – El bufó y Alec rio. – Cuando la adoptamos ya tenía hombre. Papá se negaba a llamarle así por lo que siempre le decía "gato" – Magnus se rió, sentándose al lado del gato.

– Ve a terminar de vestirte, trataré de no asustarme si aparece alguna otra mascota, – Alec sonrió y subió de nuevo as escaleras.

Magnus miró al gato, el cual le miraba con reproche. En ese momento Jace tocó la puerta, sonriendo como idiota con los brazos llenos de huevo. Magnus corrió a abrir la puerta dejando entrar a un calmado Jace.

– ¿Puedes ayudarme a poner los huevos en el refrigerador? – Magnus giró los ojos pero le ayudo.

– Podrías haberlos traído en una bolsa o algo así, – Jace solo se encogió de hombros. – Conocí a tu gato, por cierto. –

– Ah Iglesia. Me preguntaba donde estaba, – dijo Jace. – ¿Está por aquí? – Magnus señaló la silla. – Probablemente solo está paseándose tratando de encontrar zapatos dejados para robar, el pequeño bastardo. –

– ¿No eres una persona de gatos cierto? – preguntó Magnus viendo a Jace. – Alec dijo que también odiabas a Muffin. –

– Todo el mundo odiaba a Muffin excepto Alec, – dijo encogiéndose de hombros. – Por que muffin intentaba comerse a todos menos a Alec. El gato era un demonio. –

– Los demonios no son reales, – dijo Magnus bufando. – De todas formas, ¿cómo no te pueden gustar los gatos? –

– ¿Cómo pueden gustarte? Son demasiados listos para mi gusto. Pueden ser listos del tipo que solo revolcarse en el piso o como para planear cosas malévolas. Por ello soy más una persona de pájaros.

– ¿De pájaros? – dijo Magnus riendo. – ¿Estás bromeando cierto? Además los pájaros no se revuelvan en el piso. –

– Eso solo era un ejemplo hipotético. No necesito que un pájaro se revuelque. Solo que no sea un asesino a sangre fría. –

– ¿Y qué sobre las gallinas? – preguntó Magnus. – Odias las gallinas pero aclamas ser una persona de pájaros. –

– Las gallinas no son pájaros. –

– Entonces, – Magnus rió. A pesar de que todos decían que Jace era un imbécil, para él si entraba dentro de sus estándares. – ¿Qué consideras un pájaro? –

– Un halcón, – dijo Jace con una sonrisa vacía. – Si, solía tener uno. Papá me lo trajo. Lo entrené y lo amaba. Incluso se hizo popó en el cabello de Izzy. –

– ¿Y qué le pasó? – preguntó Magnus, notando el tono triste en su voz.

– Muffin se lo comió. –

– Estás de coña cierto, – dijo Magnus incapaz de contener la risa.

– Nope. Salió de la nada y se abalanzó contra el. Eso me traumatizó. Solo encontramos la cabeza. Asumo que se debió comer el resto. – Jace sonaba abatido por lo que Magnus intentó contener la risa.

– Oh dios, – dijo Alec, y Magnus brincó de la sorpresa, ya que había bajado las escaleras sin hacer ruido y se encontraba atrás de Magnus. – ¿Estás contando de nuevo el incidente de Muffin? –

– Si, – dijo Jace. – Y no fue un incidente, fue más una tragedia. Fui el día en que se terminó mi inocencia, arrancada por los restos de Halcón. –

– ¿Halcón? – preguntó Magnus. – ¿Nombraste a tu halcón, ¿Halcón? Y yo aquí pensando que quien sea que llamó Muffin al gato era un idiota sin creatividad. –

– Lo eran, – dijo Jace. – Es como llamar a Satanás dulce o miel. Un niño debería se capaz de dejar volar a su halcón con la seguridad de que un horrible gato llamado Muffin no le hará daño, – dijo dando un golpe con el puño en la mesa. – ¡Pero no! –

– No le dejes iniciar, Magnus, – dijo Alec rodando los ojos. – O se quejará por horas. Ya supéralo. Lleva años muerto. –

– El mal nunca muere, – dijo Jace negando. – Probablemente ha reencarnado como una gallina. –

– ¿Por qué siempre debes sacar a colación a nuestro pobre gato muerto? – preguntó Alec y Jace no contestó, solo se tomó un momento para suspirar, hasta que notó la canasta por primera vez.

– Eso es romántico, – bufó, abriendo la canasta, por lo que Alec cruzó la cocina, dándole un golpe en la mano.

– Vete a la mierda, – dijo Alec haciendo que el corazón de Magnus se acelerara. Tenía una estúpida debilidad por los chicos sexys cuando decían groserías. Especialmente chicos como Alec, tímidos por dentro.

Jace chasqueó a lengua y mientras se iba dijo, – Lenguaje Alec. No quieres que mamá te escuche. Y ya váyanse que están desperdiciando el día. Yo le diré a todos a donde fueron. –

– Gracias Jace, – dijo Alec. El chico solo ondeó la mano y se fue.

– Entonces ¿quieres ir al lago? – preguntó Alec volteándose a verlo. Magnus asintió y Alec tomó la canasta, caminando ala salida.

Magnus caminó detrás de Alec, respirando el aire limpio y cálido. El sol ya brillaba en todo su esplendor y Alec sonreía, claramente ya acostumbrado a tanta luz.

– ¿Caminamos? – dijo apuntando al bosque, el cual, sorprendentemente se veía oscuro.

– Claro, – dijo Magnus encogiéndose de hombros y siguiendo a Alec. Era extraño, lo diferente que todo esto era con su vida normal. Magnus nunca había ido a un picnic, más aun, nunca había disfrutado un día al aire libre.

Mientras más se acercaban al bosque y dejaban la casa de los Lightwood, Magnus más deseaba que tuvieran una de esas cortadoras de césped para quitar todo esa hierba. Magnus intentó no quejarse mientras el pasto rozaba sus piernas y la humedad entraba a sus zapatos. Alec no parecía afectarle, ya que se encargaba de tratar que Magnus pasara por lo mejor posible, como todo un sexy caballero.

– Entonces, – dijo Magnus tratando de ignorar el sentimiento de que millones de bichos subían por sus piernas. – ¿Ustedes suelen venir mucho de picnic? – Le costaba in poco imaginarles aquí entre los bosques. Podía imaginarse a Jace aburrido, Max queriendo leer algún comic, Robert necesitando trabajar, Isabelle queriendo arreglar su cabello y Alec solo queriendo un poco de silencio.

– Supongo, – dijo Alec encogiéndose de hombros. – Solíamos venir al lago cada sábado, antes de que naciera Max. Mamá solo nos veía pero papá si se metía a jugar al lago con nosotros. Era divertido. –

– ¿Y por qué pararon? –

– Mis padres comenzaron a pelear, – dijo Alec frunciendo ante el recuerdo. – Creíamos que se iban a divorciar. Incluso comenzamos a bromear sobre con quien nos quedaríamos. Pero luego se detuvieron, Max nació y lograron que funcionara. –

– Desearía que mis padres fueran más como los tuyos. Nunca he ido de picnic con ellos, – la boca de Alec se abrió sorprendido y Magnus rio. – Pareces un pez. –

– Y aun así tu eres el extraño aquí. – dijo Alec sonriendo. – ¿Cómo es posible que nunca hayas estado en un picnic? Eso no es posible. – Magnus se detuvo a tomar una foto del bosque y volteó a ver a Alec, deteniéndose

– Nunca he estado en un picnic, – dijo con una media sonrisa, – Por que madre no es el tipo madre cariñosa. Tuvo depresión posparto. – La boca de Alec se abrió.

– ¿Entonces era fría? No se mucho sobre eso, pero ya ¿ahora ya está bien? – su voz era amable.

– Algo así. Mi papá dice que parecía rota y que la mayor parte del tiempo algún vecino me cuidaba o algo así. Creo que sentían lastima, sobre todo después de que ella intentara quitarse la vida...–

– ¿Trató de suicidarse? –

– Bueno si. Pero lo hizo cuando papá estaba en casa así que, uh, el rápidamente llamó a la ambulancia. – Alec mordía su labio bastante tentadoramente, pero Magnus continuó. – Mi papá dice que fue por el tiempo cuando mis ojos dejaron de ser azules. –

– ¿Naciste con los ojos azules? – preguntó Alec.

– Si, – dijo Magnus encogiéndose de hombros. – Muchos bebes lo hacen. Cuando mis ojos se volvieron verdes mi mamá se volvió loca. Trató de colgarse pero mi papá estaba en casa y la escuchó gritar. Primero me fue a ver a mi y después bajó para ver que había pasado. – Magnus intentaba no dale importancia. Era difícil no pensar mal de si mismo cuando su madre lo pensó de él.

– Me gustan tus ojos, – soltó Alec y cuando Magnus lo vio sorprendido, vio un gran sonrojo.

– Eso es mejor que un lo siento, – dijo riendo un poco. – Recibo muchos de esos. –

– Mi abuelo murió el año pasado y recuerdo que odiaba como todos me decían siempre "lo siento". No cambia nada ni ayuda. ¿A tu madre no le gustan tus ojos? Eso es estúpido, a mi me encanta, – se sonrojó aun más con sus palabras y Magnus a penas pudo contener una sonrisa.

Después hizo algo que claramente Alec no esperaba. Se acercó, puso sus manos en el hombro de Alec y besó su mejilla. Fue un pequeño beso de pico en sus maravillosas mejillas, pero Magnus amó el sentimiento. Pero dios, Alec se sonrojó a niveles épicos. Masculló algo, pero Magnus ya había comenzado a seguir su camino, sonriendo enormemente sin que Alec pudiera verlo.

Volteó a verlo, y seguía con la boca abierta y rojo como un tomate. Alec no podía ni caminar y Magnus tuvo que resistir reír. – ¿Vienes? – bromeó y Alec sacudió la cabeza intentando despejarla y siguió a Magnus.



Este era un cap bastante largo por lo que se dividió en 2... nos vemos luegooo C:
Y espero que estén disfrutando la historia 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top