5. Conociendo el pueblo (parte 1)
Magnus se inclinó contra la puerta de su habitación con su mente a toda velocidad. La cena había pasado rápido, Alec le acompaño arriba, dándole un buenas noches y una tierna sonrisa y prometiéndole llevarle al pueblo al día siguiente. Corriendo para tomar su teléfono, Magnus trató, y falló, de controlar su corazón. Marcó el número de Camille y esperó.
– Cam, – dijo al segundo en que contestó. – Tenemos una cita. Bueno algo así, no lo se. –
– ¿Disculpa? – dijo Camille prácticamente gritándome al oído, causando que alejara un poco el teléfono. – ¿Tienes una qué? – Magnus suspiró.
– Me escuchaste Camille, tengo una cita con un adorable chico de campo pero no es realmente una cita porque aun es demasiado tímido y pretendiendo ser hetero, pero mañana me llevará al pueblo. Solo el y yo. – Magnus pausó. – Todo el maldito día. –
– Eres un maldito suertudo, – dijo Camille después de una pausa. Y Magnus rió.
– Lo se. Pero el aun no lo quiere ver como una cita, – hiso un puchero aun sabiendo que ella no le podía ver. Realmente necesitaban organizarse en skype. Ignorando sus pensamientos, comenzó a morder las uñas mientras esperaba la respuesta de Camille.
– No importa como lo vea Mag, – hiso una mueca por el apodo, pero la dejo continuar. – Alec necesita pasar más tiempo contigo, conocerte. Una vez que haga caerá perdidamente enamorado de ti. Es un hecho. – Riendo Magnus alzó una ceja.
– Estoy alzando una ceja cariño. Bueno, también tuvimos una especie de linda platica con coqueteo en la biblioteca. Se que no te van mucho los libros, pero esta biblioteca es fabulosa. –
– No le digas a Tessa, podría llorar. – Camille suspiró dramáticamente, luego cambió de voz. – ¿Plática con coqueteo? Cuenta. – sabiendo que no se iba a rendir, Magnus comenzó a contar.
– El y yo, en una biblioteca llena de libros. El llega, lindos comentarios míos sobre mi fotografía, el piensa que es estúpido, y yo diciéndole que no lo es. Él me enseña la sección de moda de tu increíble biblioteca, nos tomamos de la mano y me lleva a ella, se ofrece llevarme al pueblo. – Magnus dijo todo eso sin tomar aire, haciéndolo rápido, corto y simple. Sus amigos siempre bromeaban sobre como entre ellos eran las más habladores del mundo, pero cuando era de chismes, les gustaba rápido y conciso. Si Magnus se ponía a profesar su amor por Alec en los tejados, sería algo tan maravillosamente poético que Shakespeare probablemente quedaría impresionado.
– Nnnm, – Camille dijo suavemente, probablemente mordiendo sus pintadas uñas, ya que hacía ese sonido cuando estaba concentrada en algo. – Will te va a lanzar un montón de mierda por esto, – dijo Camille simple. – El realmente no quiere que te claves tanto Magnus. – Ella solo usaba su nombre completo cuando decía algo serio.
– Conozco a Will, – Magnus suspiró. – Pero para ser honestos Cam, –mordió su labio, algo que no hacía habitualmente. – Es perfecto, divertido y lindo, inteligente y amable. El chico de mis sueños sacado de mi mente y traído a la vida y todo lo que todos me dicen es que vaya lento. – Camille rió un poco.
– Lo se, apesta querido, pero no quieres asustar al hombre de tus sueños. El parece de los que se asustan fácilmente. –
– El hombre de mis sueños no se asusta, – protestó Magnus.
– Si, – dijo ella suspirando. – Pero Alec podría. – Magnus asintió sabiendo que podría tener razón. – Solo necesitas bajarle un poco, charlar, y disfrutarlo. Luego cuando el momento sea el correcto, tendrás una relación con el hombre de tus sueños. Pero no te apresures y arruines la fiesta. –
– ¿Arruinar la fiesta? –
– Si, – dijo Camille. – ¿Recuerdas cuando Jessamine decidió ir a una fiesta que iba a ir Nate, aun después de que en la tarde se había tomado un montón de vodka? – Magnus hizo una mueca, había sido una noche particularmente mala y Jessamine aun se molesta si alguien menciona dicha noche. – Ella estaba de la mierda, – Camille contestó por el. – Literalmente arruinó la fiesta. Jess pudo haber esperado. Pudo simplemente haber ido a la siguiente fiesta a la que Nate iba a ir. Ese chico es un animal para las fiestas así que no había problema, pero bueno, entiendes el punto.
– ¿Qué no debo ir a fiestas cuando estoy de mierda? – hubo un golpe del otro lado y Magnus rió. – ¿Acabas de golpear tu cabeza contra la mesa? –
– Diablos si. Tu ve a disfrutar al hombre de tus sueños, no te metas en mierdas, no apresures las coas y déjame ir a dormir mi hermoso sueño. – Magnus asintió.
– Te llamaré para contarte todo después de la cita. Podemos hablar por skype o algo así. Juntar al grupo. – Ella accedió y después colgó.
Al siguiente día Magnus se puso ropa simple, nada ostentoso. Unos simples shorts y una camisa gris que decía "Malas decisiones hacen buenas historias" que le había comprado Camille para su cumpleaños. Se había levantado temprano, gruñéndole a la alarma, pero al recordar lo que pasaría ese día, saltó de la cama feliz. Salió del cuarto peinado, en forma sexy casual, tomó su cámara y bajo.
Alec ya estaba abajo, escuchando a Max contarle sobre uno de sus comics, asintiendo. Recibió a Magnus con una deslumbrante sonrisa y le hiso señas de que se sentara a su lado. Maryse estaba en la cocina de nuevo, tarareando mientras le entregaba un plato de waffles.
– ¿Waffles? – dijo Magnus riendo. – Eres la mejor cocinera. – Ella le dio una sonrisa.
– Perfecto para un sábado en la mañana. ¿Estás emocionado por ir a ver el pueblo? Alec mencionó que va a mostrártelo hoy. – Magnus asintió.
– Hasta traigo la cámara y todo listo. – dijo mostrando la cámara, haciendo reír a Maryse. Volviéndose hacía los chicos, ajustó el lente y les dijo – ¡Sonrían! – ambos sonrieron con la firma de los Lightwood en ella.
Asintiendo mientras veía la foto, comió sus waffles. Escuchaba como Max le contaba a Alec sobre su comic y en algún momento después de que el caballero salvara el día, Alec notó que Magnus ya había terminado de comer. Recogiendo ambos platos, y llevándolos al fregadero, Alec tomó las llaves de la pared.
– Lo siento, hermano, – dijo abrazando a Max con un brazo. – Voy a llevar a Magnus al pueblo. Tendrás que terminar de contarme la historia después. – Max asintió viéndose un poco decepcionado pero sin quejarse.
– Lo siento Max, – dijo Magnus, sintiéndose un poco culpable por robarle a su hermano en medio de la historia. – Quizá si te portas bien te traeremos un tesoro de nuestras aventuras. – Max le dio una sonrisa feliz. – Porque no vas a buscar a Jace. Estoy seguro que estará feliz de comer waffles. –
Max subió corriendo las escaleras, brincando sobre ellas para hacer un molesto ruido. Alec y Magnus caminaron hacía la puerta principal.
– Así que, – dijo Alec llevando de reversa el auto. – ¿Estás listo para ver el pueblo? Te presentaré a todos, incluso podemos comer en algún lindo lugar cuando te canses del tour, y luego volver a casa, – Magnus sonrió, los planes de Alec para la comida le dijeron que había estado pensando en su día juntos y eso le hiso muy feliz.
– ¡Suena bien! – dijo prendiendo la radio, Magnus cantando la canción country en las partes que se sabía, y Alec riendo mientras manejaba. Se aseguró de tomar varias fotos de Alec conduciendo, notando la forma en que sus brazos se veían en el volante. Manejaron por veinte minutos, en un cómodo silencio mientras veía el paisaje y escuchaba la música. Estar con Alec era más fácil de lo que había pensado. Alec rompió el silencio cuando se acercaron al pueblo.
– ¿Estás listo para ver como es la vida en un pequeño pueblo? – dijo mirando a Magnus. – Estoy seguro de que es completamente diferente a lo que estás acostumbrado. –
– Tuvimos que conducir veinte minutos para llegar a civilización. Yo salgo de casa y ahí esta la civilización. – Magnus admitió con una risa. Alec rió mientras se estacionaba en lo que parecía ser una escuela y salía del coche. Le abrió la puerta y le ofreció la mano. Magnus la tomó, tratando de no sonrojarse y Alec le ayudó a bajar de la camioneta.
Miró a su alrededor, un pequeño grupo de personas hablando y riendo, algunos autos los cuales la mayoría era camionetas, y pequeñas tiendas.
– Aquí estamos. –
– ¿Esto es todo? – dijo Magnus alzando una ceja. No podía entender como se las arreglaban para comprar todo en este pequeño pueblo. Alec se encogió de hombros.
– Hay un pueblo más grande a una hora y media, pero no vamos mucho por allá, y es casi lo mismo. – Magnus se vio horrorizado por un momento y Alec se rió. – ¿Cuál es el problema? –
– ¿A dónde van de compras? – Eso hiso reír aun más a Alec.
– Hay algunas tiendas de ropa aquí y una tienda de accesorios que vende bufandas y esas cosas. – Magnus seguía mirando a Alec con ojos horrorizados, como si no pudiera procesar lo que Alec le decía.
– No hay forma que Isabelle pueda vivir así, – Magnus dijo seguro, sabiendo que de todas las personas, la hermana de Alec debía ir de compras a algún lado más. Tenía buen sentido de la moda, además de su sueño abandonado de ser diseñadora. Una chica así no podría sobrevivir con tiendas así. Alec negó.
– No, ella compra un montón de cosas por internet. Recibe un paquete enorme cada mes o menos. Izzy tiene montones de ropa como para una ciudad. – Magnus asintió, aunque aun seguía horrorizado. De repente miró a Alec con recelo.
– ¿Tu también compras tu ropa en línea? –
– A veces. Isabelle se encarga más de eso. Solía usar un montón de cosas negras cuando era más pequeño pero ella se encargó de que ya no pasara. – Magnus asintió de nuevo. Isabelle estaba en lo correcto, con ojos como los de Alec, había muchas más opciones que el negro. Eso era un hecho. Alec sonrió con esa sonrisa adorable que ilumina su rostro y le hace hoyuelos. Magnus no pudo evitar tomarle una foto.
– Vamos. Suficiente de hablar de ropa y tomar fotos. Vamos a explorar. – dijo Alec girando los ojos y tomando su mano.
Llevó a Magnus por la calle a la primer tienda que encontraron. – Esta es la librería de Luke. Compramos todos los libros aquí. –
– ¿Cómo es que puedes encontrar tantos libros aquí, – dijo Magnus sacudiendo los brazos y golpeando una de las estanterías.
– Wow, – dijo una chica apareciendo por detrás riendo, – Cuidado chico de ciudad, vas a causar una avalancha de libros. – Magnus miró a chica, de pelo rizado amarrado en un chongo.
– ¿Cómo sabes que soy de la ciudad? – soltó. La chica rio de nuevo y miró a Alec.
– Es toda una pieza ¿eh? Hola Alec. – ella abrazó a Alec haciendo que Magnus se pusiera más celoso de lo que iba a admitir. – Soy Maia Roberts, – Maia le ofreció una mano, que Magnus tomó.
– Magnus. Magnus Bane. – dijo sacando su cámara y tomando varias fotos.
– Supongo que tu eres el chico de ciudad que se está quedando con los Lightwood. Lo siento si tienes que soportar a Jace. Puede llegar a ser un imbécil, – dijo ella cálidamente, acomodando varios libros.
– No se de que hablas, – dijo Alec riendo. Ambos rieron y Magnus tomó una foto de ambos. – Ella es Maia, está en el mismo año que Jace e Isabelle. Trabaja para Luke, salió con Simon y honestamente es una de las mejores jugadoras de futbol que conozco. Sin mencionar que aplasta a todos en las noches de videojuegos. –
– ¿Noches de videojuegos? – preguntó Magnus, con una ceja alzada.
– Si, los Lightwood invitan a un montón de adolescentes a jugar videojuegos. Se pone genial. – dijo sonriendo. La campana de la puerta sonó. Era un hombre que se veía bastante desalineado.
– ¿Bendecidos por tu presencia, eh? ¿Cómo está tu familia? – dijo el hombre poniendo su mano en el hombro de Alec y riendo.
– Bastante bien, sin ningún desastre sin contar a nuestro invitado aquí presente, – dijo riendo y apuntando a Magnus, haciendo que el otro se apenara. El hombre le mirara, notando que también tenía ojos azules, aunque no tanto como Alec.
– Luke, – dijo el hombre, reconociéndolo como el dueño de la tienda. – Jocelyn quería que te invitara formalmente a la boca, dado que todos los Lightwood van a estar ahí. – Magnus se sorprendió. ¿Debía ir a la boda de un completo extraño? ¿Quién diablos era Jocelyn?
– No te preocupes Luke, ira. Mamá no lo dejaría en casa aunque quisiera. – dijo Alec riendo.
– Tu madre es una mujer muy buena, – dijo Luke, dirigiéndose al fondo de la librería. – Los veré luego chicos, tengo que ir al aeropuerto por Amatis. –
– Es su hermana, – dijo Alec viendo la mirada confusa de Magnus.
– ¿Viene a la boda? – preguntó Maia a Luke, – ¿Creí que no eran cercanos? No hablas mucho de ella. –
– Si, – dijo Luke viéndose un poco incomodo. – No lo somos pero Jocelyn dijo que sería ridículo no invitar a mi familia a la boda. Se mudo desde muy joven a la ciudad. Siempre se quejaba de vivir en medio de la nada, como ella le decía. Creo que yo extrañaría la tranquilidad y el silencio, si me fuera. –
– Te entiendo, – dijo Alec riendo. – Ya nos vamos, le estoy dando un tour a Magnus. Tenemos mucho más que ver antes de la comida. –
– Los veré luego chicos, – dijo Luke mientras Alec brincaba el mostrador despedía de Maia con un beso en la mejilla.
Magnus vio al chico de sus sueños besarla mientras ella le devolvía el beso en la mejilla, y luego le susurraba algo al oído. El se sonrojó hasta las orejas, mientras se alejaba y se dirigía a la puerta, con un Magnus sin palabras.
– ¿Es tu novia? – preguntó Magnus una vez que salieron.
– ¿Qué? No, ¿por qué? – dijo viendo de la tienda a Magnus. Magnus miró a sus pies mientras se encogía de hombros.
– Es que se veían bastante amigables,, sin mencionar las miradas que te daba. – dijo evitando verle a los ojos. Cuando le volteó a ver, Alec estaba sonrojado.
– Uh no, ella tiene novio. Jordan. Además ella uh, – mordió su labio. – No es realmente mi tipo. Quiero decir, es linda y todo, – Alec dijo comenzando a caminar. – Solo no realmente. Uh, si ella y yo no. Definitivamente no. –
Magnus se mordió el labio conteniendo la risa por los nervios de Alec. Sentía que el "tipo" de Alec era más masculino que Maia, pero no lo iba a asustar diciéndolo. Decidió cambiar el tema y seguir tomando fotos. Alec saludaba a varias personas mayores, llamándoles por su nombre.
– Te vuelves más de campo alrededor de ellas, – dijo Magnus con una risa, notando como se acentuaba más el acento de Alec con todos ellos.
– ¿Enserio? – dijo claramente sin notarlo.
– De verdad. Suenas como si hubieras salido de una serie de televisión montando caballos y con acento tejano, – dijo Magnus dándole una sonrisa burlona, imitando su acento horriblemente, y sonando más como un vaquero de caricaturas. Alec rió, dándole una mirada incrédula.
– Estas loco – dijo negando mientras reía. – Como sea, esta es una de las muchas tiendas de accesorios que hay. – Magnus tomó una foto del frente y Alec le abrió la puerta.
– ¿Así que, como conociste a Luke? –
– Bueno, el vive aquí, – dijo Alec. – Está comprometido con Jocelyn, la mamá de Clary. Ambos han estado saliendo por años. Eran amigos de jóvenes hasta que Jocelyn se mudó. Luego conoció a este chico, el papá de Clary, pero al parecer resultó ser horrible. Se divorció de él, y regresó a casa con un bebe, Clary, quien ahora tiene unos dieciséis. Su mejor amigo se llama Simon y Jace está locamente enamorado de ella aunque el pretenda negarlo. –
– Eso sueña como un gran drama para un lugar tan pequeño, – dijo Magnus alzando una ceja. Alec rió encogiéndose de hombros. Magnus tomó otra foto de él, con la luz detrás y su sonrisa.
– Tomas demasiadas fotografías. – Alec negaba con la cabeza aun sonriéndole y mirándole directamente casi con admiración. Magnus se preguntó si podría detener el tiempo y quedarse ahí, con Alec viéndole como si fuera lo único en el universo. Pero Alec se aclaró la garganta y continuó. – Así que, – dijo dándole una pequeña sonrisa. – ¿Quieres ver una de nuestras tiendas de ropa? –
– Muéstrame el camino, – dijo Magnus asintiendo.
Ambos entraron a una tienda mientras Alec saludaba a una señora llamándola señora Highsmith. La llamó con una sonrisa amigable, pero la señora le miró un saludo tenso y una incomoda sonrisa. Alec lo notó también así que siguió con su camino.
– Así que, – dijo ganándole la curiosidad. – Eso fue raro. – Alec le miró. – La reacción de la señora cuando la saludaste. No parece encajar en todo el estado amigable y acogedor del campo. –
– Oh, – dijo Alec encogiéndose de hombros. – Solía ser agradable. Pero por cuando Max nació comenzó a volverse un tanto fría con nosotros. Especialmente con mamá. Fue súper raro. – dijo como si hubiera una parte de la historia que desconocía.
Haciendo una nota mental de preguntarle a Isabelle a ver si ella sabía algo más, Magnus le abrió la puerta a Alec, entrando a la tienda de ropa. Magnus sonrió, iba a lograr que Alec se probara algo y se lo comprara si le quedaba.
– ¿Qué tal esta? – dijo sosteniendo lo que sería como la centésima playera. Magnus había subestimado lo obstinado que podía llegar a ser Alec. La playera era azul pálido y podría hacer relucir los ojos de Alec. Los mismos ojos que giró.
– Magnus, no necesito ropa, – insistió. – Porque no eliges algo para ti. Dijiste que amabas comprar. –
– Lo hago, pero tu tienes una más grande necesidad de ropa que yo, y yo nunca podría usar tartán. –
Alec gruñó, finalmente aceptando el ofensivo artículo de Magnus y dirigiéndose al vestido. La trabajadora que estaba sentada se le acercó.
– ¿Realmente le convenciste de probarse algo? – su voz era sorprendida. – Ni siquiera Isabelle a logrado eso, – dijo suavizando su mirada. – Deberías ver la forma en la que le arrastra aquí, dándole lata todo el camino para que se pruebe cosas. Maryse incluso ya se rindió. – dijo ella riendo.
– Magnus Bane. Me estoy quedando con los Lightwood por el verano. – dijo.
– Madeleine Belleflur, pero puedes llamarme Maddie. Todos lo hace, – dijo sonriéndole de vuelta.
Alec salió del vestidor luciendo vencido, pero con la playera puesta. Magnus aplaudió, era perfecta. Alec se veía como todo un sueño. Maddie sonrió también.
– Tienes que comprarla, – dijo. Alec volteó a ver a Magnus y luego al espejo.
– Realmente no es la gran cosa, – dijo Alec, jalando el dobladillo de la playera. Magnus chasqueó la lengua.
– No seas tontito, cariño, te queda increíble. Debes llevarla. La cargaré a la tarjeta de tu madre. – dijo Maddie sin darle tiempo de contestar, pasando en código por la caja registradora. Cuando Alec volvió al vestido Maddie le gritó – Deberías llevártela puesta. – y Magnus asintió de acuerdo.
– Se te ve bastante bien, Alec. – dijo Magnus admirando como sus palabras hacían sonrojar a Alec casi instantáneamente. Así que Alec asintió, tomando la playera que traía y saliendo de la tienda.
– ¿Quieres ir a la camioneta para que pueda guardarla playera y luego vayamos a almorzar? – preguntó Alec y Magnus asintió, mientras seguían caminando
Hola a todos... bueno este cap fue un poco de relleno. Va un poco lento por que bueno es un pueblo y Alec es más tímido y bueno así. Espero que no desesperen jaja tampoco tendrán que esperar mucho para el beso, pero aun falta un poquito.
Gracias por leer y nos vemos
Oh, cierto ... ya publiqué la nueva historia Malec que trata de almas gemelas y ... bueno pasen a leerla :D Les va a encantar
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