35. Final
Gracias a todas las personitas que leyeron, votaron y, sobre todo, comentaron esta historia. Amo leer, reír y ver lo que piensan con sus comentarios. Gracias a ustedes este pequeño proyecto de traducir historias sigue y seguirá adelante. Que sepan que para mi todos ustedes son personitas extraordinarias y también merecen su final feliz ...
Y antes de que lean el final, resuélvanme una duda existencial que me surgió desde que comencé a publicar las historias y leer sus comentarios... ¿Hay algún chico/niño/hombre por aquí? 😅
El resto de la navidad pasó como un borrón, comiendo un montón de pavo y postres navideños. Antes de darse cuenta, ya estaban celebrando, apretados entre los sillones, para irritación de Will, el inicio al año nuevo.
– Este sillón no fue hecho para tres personas...–
– Técnicamente, – Magnus suspiró, tomando d su ponche. – Creo que es un sofá de parejitas. –
– ¿Eso significa que estamos teniendo un trio? – Camille preguntó, sonando demasiado cerca de estar borracha.
– Esa es mi señal para irme, – Will bufó, levantándose para irse a sentar con Jessamine y Ragnor.
Estaban en la casa de Ragnor, viendo series y recordando viejos momentos, con un pontón de ponche. Magnus se sentía aburrido y cansado.
– ¿Estás triste? – le preguntó Camille, viéndolo.
– No, no realmente, –contestó Magnus.
– Okey, – ella contestó, abrazándole. – Solo me quería asegurar. Has estado bastante distante con eso de la situación de Alec. –
Ah, la situación de Alec. Camille se refería al hecho de que Magnus estaba tratando de superar a Alec. Lo que la chica no sabía, es que Magnus se la vivía llamando y mensajeándose con Alec todos los días. Ella pensaba que Magnus dormía todas las noches en vez de hacer videollamadas y reír con Alec.
– Estoy bien, – Magnus dijo, intentando sonar convincente.
El resto de la noche pasó como un borrón, contando regresivamente y todos dándose besos y abrazos. Toda la ciudad estaba en fiesta y gritos de felicidad, hasta que finalmente, Magnus colapsó en su cama.
Y así, el tiempo pasó.
*
– Feliz año nuevo. –
– ¿Por qué me llamas tan temprano? –
– Y, – Alec sonrió, – ¿Algo nuevo? –
– No, – Magnus dijo, sin poder sonreírle de vuelta. – ¿Qué tal el año nuevo por allá? –
– Jace se aventó sobre mi. –
– ¿Fue divertido? –
– No, para nada. Ni un poco. –
Magnus se carcajeó. – Oh que mal. Yo solo tomé sin terminar vomitando. –
– Suertudo. –
– ¿Ya decidiste lo de la universidad? – Magnus preguntó, dudando. Sabía que era algo que había estado rondando la cabeza de Alec. Magnus no quería presionarle con la NYU (New York University), aunque realmente quería presionarlo con ello. Pero sabía que toda su familia quería que fuera a la Universidad de Austin Texas, cerca de casa.
Del otro lado hubo un silencio bastante largo. – No, – admitió Alec. – Ya apliqué para varias, – no dijo cuales. – Pero aun no se cual voy a escoger si me aceptan. –
– Yo te apoyo no importa a donde vayas, – Magnus le dijo, con suavidad. – No me molestaré si eliges la universidad de Austin...–
– Pero NYU. –
– Solo si tu quieres. –
– No tengo idea de que diablos quiero, – Alec sonaba confundido y molesto y Magnus deseo poder estar ahí para poder acariciar su cabello y prometerle que el le apoyaba en lo que eligiera. No podía hacerle escoger entre el y su familia, Magnus sabía lo mucho que amaba a su familia.
– Alec...–
– Si voy a NYU, – Alec pausó. – Si voy a NYU, ¿podríamos intentarlo de nuevo? ¿tu y yo? –
Magnus no pudo respirar. – Si. Si tu también quieres. – Magnus no pudo evitar imaginarlos, tomados de la mano, besándose sin tener que aparentar. Alec parecía querer decir algo más, pero se oyó el grito de Isabelle de fondo.
– Al parecer tengo que irme. –
– Okey. ¿Te llamo mañana? Esta tarde se supone que vamos a ir a ver una película. –
– Suena bien. Hablamos mañana. –
– Hasta mañana. – La línea se cortó y Magnus suspiró.
*
– Estoy tan cansado. –
– ¿Tan malo es el escuela? –
– Alexander, te juro que solo fue inventada para atormentarme. –
– Eres un dramático, – Alec rió.
*
– ¿Quieres saber cuantas tazas de café me tomé hoy? –
– ¿Por qué siempre que hablamos estás desvelado? –
– No dormí pensando en ti. –
–....–
– ¿Colgaste? –
– No. –
*
– ¿Hola? –
– Suenas moribundo, ¿qué diablos te pasa? –
– Jace me contagió su resfriado. –
– Que horror. ¿Cómo pasó eso? Pensé que estabas tratando de mantenerte a un metro de él. –
– Me quedé dormido en el sillón y me desperté cuando estornudó sobre mi. –
– Que asco. Me alegro de ser hijo único. –
– Ni me digas. –
*
– ¿Y ya se decidió? –Camille le preguntó, robándole una de sus papas a la francesa, mientras comían en la cafetería del escuela.
– ¿Qué? –
– No me salgas con mierdas. Se que sigues hablando con Alec, y también se sobre su importante elección de universidad. Yo tengo mis contactos. –
Magnus rodó los ojos. Jace. – Si ya lo hizo, no me ha dicho, – le contestó Magnus algo frio. Camille le iba a decir algo, pero el le cortó. – Realmente no quiero pensar en ello. No lo se. Me asusta, no importa la decisión que tome. –
– ¿No quieres que escoja NYU? Estoy enterada de su acuerdo, de que volverían a estar juntos si algún día vuelven a estar en la misma ciudad. –
– Claro que quiero que escoja NYU. Pero no quiero que lo haga solo por mi, – Magnus dijo. – Siento que le estoy haciendo escoger entre su familia y yo. Y me siento egoísta por ello. –
– ¿Crees que tu y Alec podrían tener un futuro juntos? –
El futuro era algo que a Magnus no le gustaba pensar. Sentía que eso era algo para la gente mayor. A él le gustaba centrarse en el presente. Pero con las decisiones de universidad y graduación encima, era imposible no pensarlo. Camille se iba a mudar, iba a volver los fines de semana, pero ya no sería lo mismo y había aun tantas cosas por decir.
Y el no quería ilusionarse en pensar en un futuro con Alec. Tenía miedo. Así que se centró en Camille. Sus enormes y verdes ojos, su cabello rubio y su perfecto rostro, que aunque no necesitara maquillaje, le gustaba usar. Aun recordaba como la conoció, como nunca pensó que se volverían así de cercanos. Y ahora estaban ahí, a casi a punto de graduarse, el grupo de amigos se iba a disolver y nadie podía saber con certeza que iba a pasar con ellos.
– ¿Crees que seguiremos siendo amigos en el futuro? – Magnus preguntó. – Y no me mientas. –
Camille abrió varias veces la boca y luego la cerró, viéndole fijamente. – No lo se, – dijo ella. – Honestamente, no tengo idea. Pero si sirve de algo, sería un honor envejecer siendo tu mejor amiga, Magnus Bane. –
– Para mi también sería un honor envejecer siendo tu mejor amigo, Camille Belacourt, – dijo él, tomándose de la mano.
De repente se vieron rodeados por su grupo de amigos, Ragnor se sentó al lado de Camille, dándole un beso en la mejilla. Catarina y Will venían detrás.
– ¿De que están hablando? – preguntó Catarina.
– Del futuro. –
Ragnor suspiró. – Que deprimente. ¿por qué están pensando en morir? –
– Morir es para los tontos, Ragnor, – Magnus sonrió. – Nosotros somos dioses. –
– Más como demonios, – Will se burló. – Mírate. –
– Bailaré en tu tumba, – Magnus le sacó la lengua. – Y será divertido. – Will soltó una carcajada.
– ¿Por qué están hablando del futuro? – Ragnor preguntó, robándole otra papita a Magnus.
– Nos preguntábamos si seguiríamos siendo amigos en el futuro, – le contestó Magnus. – ¿Lo crees? –
– Claro que si, – Ragnor contestó, sin dudarlo. – Tu y yo seremos amigos por siglos, Maggie. –
– ¿Por qué somos dioses? –
– Demonios. –
– Cállate, Will. –
*
Antes de darse cuenta, ya había pasado casi un año. Magnus estaba frente al espejo atándose su corbata y poniéndose su toga para la graduación.
– Te ves guapísimo, – le dijo su madre,
Ella había insistido en que usara la camisa y corbata debajo de la toga. Apostaba a que Ragnor solo llevaría una playera polo debajo.
– ¿En que pensabas? – le preguntó s madre.
– En el futuro. – a pesar de presumir de ser una persona espontánea, era algo en lo que no podía dejar de pensar esos días.
– Territorio peligroso, – ella le mascullo. – ¿Has hablado con Alec? –
Magnus no contestó. Hablaban todos los días, pero nunca de lo que realmente quería preguntar. Magnus había esperado que Alec le informara su decisión, pero hasta ahora, eso no había pasado. Hoy era el día de su graduación y Alec ya se había graduado desde hace dos semanas. Y aun no sabía nada de su decisión, Magnus comenzaba a pensar que era porque no le había escogido a él y no sabía como darle la mala noticia.
– Creo que pido demasiado, – dijo Magnus, bajito.
– ¿Por qué piensas eso? –
– Porque quiero a alguien me elija sobre el mundo, – su madre le veía en silencio y Magnus se veía al espejo. Se sentía mayor, más maduro, pero aun así. – Y no creo que exista una persona racional que haga algo así. –
– ¿Quizá no la has conocido aun? – la voz de su madre sonaba comprensiva, pero ella no entendía.
Quería que esa persona fuera Alec, el chico de Texas que hacía que su corazón se derritiera con una sonrisa. Cuando se conocieron, Magnus tuvo el presentimiento de que sería él, porque a pesar de que Magnus estaba roto, Alec le había amado.
– Tu vales el mundo, Magnus, – su voz era tan sincera que Magnus casi pudo creerlo. – Y no hay nada de malo en desear que una persona te ame tanto. –
Ella le dio un beso en la mejilla y se fue. Viéndose al espejo, se sentía deprimido. Quería que Alec lo eligiera, pero no sabía si realmente lo valía. Ni siquiera sabía si el mismo se elegiría.
De repente fue capaz de ver claramente un futuro con Alec, una vida con él, siendo feliz, amado, una familia. No sabía si Alec quería eso, pero Magnus sabía que era Alec, el era el indicado.
– A la mierda que universidad elija, – se dijo a si mismo. – No voy a dejar que eso defina el final entre nosotros. Somos Magnus maldito Bane y...
– ¿Estás hablando contigo mismo? –
Magnus saltó y se giró para ver a Ragnor, usando una vieja camiseta con estampado. – Dios mío. ¿cómo diablos entraste? –
– ¿Por la puerta? ¿Estás hablando solo? – volvió a preguntar Ragnor, burlonamente. Sin explicar porque estaba ahí en vez de estar de camino a recoger un estúpido papel importante para sus vidas.
– Quizá. –
– ¿Por qué? –
– Necesitaba una pequeña charla motivadora y nadie estaba para dármela, – dijo Magnus, mirando alrededor.
– ¿Quieres que te de una charla motivacional? – Magnus le vio con ojos de cachorrito y Ragnor rió. – Eres Magnus Bane. Eres mucho más que chicos, ropa, alcohol y no necesitas a nadie más que a ti mismo. No te defines por las decisiones de otros, que se vayan a la mierda los demás y sobre todo los que piensen que no lo vales. Has llegado hasta aquí porque eres el más fuerte de todos, no por tu dinero u otras personas. Con o sin ayuda, vas a conquistar el mundo y lograr todo lo que te propongas. Así que levanta el trasero y vamos a disfrutar esta maldita graduación que tanto nos costó conseguir. –
– Gracias, – dijo, conmovido por las palabras de su amigo. – No sabía que pensaras todo eso de mi. –
– Somos amigos, Magnus. Te quiero, y sin importar que pase o que caminos tomemos siempre seremos amigos. –
*
– ¡Lo logramos! – gritó Camille. Siendo seguido por gritos y risas de los demás.
– Realmente lo hicimos, ¿cierto? – Jem rió.
– Dios, nos estamos poniendo viejos. Pronto tendremos hijos y hablaremos de los buenos momentos...–
– ¡Foto grupal! – gritó Jessamine, haciendo que todos se abrazaran. – Necesito una foto con todas sus estúpidas caras para que pueda publicarla y todos vean lo genial que soy en comparación con ustedes. –
– ¿Es raro que también vaya a extrañarla? – Magnus dijo, haciendo reír a todos.
Jessamine le dio una mala mirada e hizo que el hermano de Tessa les tomara la foto. Magnus no pudo evitar sonreír feliz. Realmente se sentía así.
– Creo que este es uno de nuestros mejores momentos juntos, – Will dijo, como si pudiera leer la mente de Magnus. – Todos juntos por última vez en esta estúpida escuela. –
Todos se carcajearon, sintiéndose identificados con lo dicho. Después de un montón de fotos más, todos decidieron quitarse la toga. Los padres de casi todos ya se estaban retirando, y los chicos seguían juntos, riéndose de profesores que odiaban y haciéndoles caras.
Mientras reía, sintió como su teléfono vibraba, le había llegado un mensaje
Mejillas dulces: ¿Cómo se siente graduarse de la prepa?
Magnus no pudo evitar sonreír. Quería contestar, pero le daba miedo la respuesta de Alec, el momento en que le dijera que no le había escogido a él. Camille lo notó enseguida y le preguntó que pasaba.
– Meses atrás, me preguntaste si pensaba que Alec y yo podíamos tener un futuro. – Camille asintió. – La respuesta es si. –
– ¿De verdad? –
– De verdad. –
– ¿Se lo vas a decir? –
– Aun no lo se, – Magnus admitió, pasando sus dedos por el cabello. – Dios, ¿porqué todo debe ser tan complicado? – Camille rió, parándose enfrente de él.
– Bienvenido, Magnus Bane, a ser un humano. –
– Creí que éramos dioses, – Magnus, rió.
– Y Will dijo que éramos demonios. –
– Todo depende desde donde lo veas, – Magnus se encogió de hombros.
Los ojos de Camille se agrandaron y sonrió. – Bueno, desde donde yo lo veo, veo algo que realmente vas a amar ver. –
– ¿Huh? – Magnus se giró, tratando de averiguar a que se refería Camille. Y de repente el mundo se detuvo.
Alec lucía igual que hace casi un año, pero a la vez diferente. Su cabello de nuevo estaba bastante largo y despeinado, casi como cuando lo conoció. Se moría por pasar los dedos por el suave cabello y casi pudo olerlo. Los ojos de Alec eran del color del cielo de Texas, un azul brillante. Y parecía tan fuera de lugar, como si alguien hubiera puesto una luz a su alrededor. Magnus parpadeó varias veces, esperando que desapareciera, y cuando no lo hizo, corrió, quitando todo a su paso para llegar al chico.
– Mierda. –
Alec sonrió. – Hola. –
Los ojos de Magnus vagaron a la playera que su novio estaba usando. Esta tenía un estampado con tres letras, y Magnus se sintió como la persona más feliz del mundo.
– Elegiste NYU. –
– Lo hice. –
– ¿Cuándo? ¿Por qué...–
– Como hace un mes. Por que he pasado toda mi vida asegurándome de que mi familia sea feliz. He pasado años preocupándome por Jace e Izzy, asegurándome que estén bien. Así que pensé que era el momento de hacer algo que me hiciera feliz a mi, – dijo Alec, tomando la mano de Magnus. Su voz era mejor de lo que recordaba, sin la distorsión del teléfono, y Magnus quiso escuchar esa voz por el resto de su vida.
– ¿Y tu felicidad es Nueva York? –
– Mi felicidad eres tu. –
Magnus mordió su labio. – No digas cosas así. –
– ¿Pensé que querías un cuento de hadas? –
– Y yo pensé que tu no creías en ellos. –
Alec rió y fue el mejor sonido que Magnus había escuchado. Nada más su risa, no existía nadie más alrededor. Era como si el mundo se hubiera aclarado, era dulce y tierna. Alec acarició la mano de Magnus.
– Tienes razón. Probablemente debería irme...– Alec dio un paso atrás y Magnus dio un paso hacía el, reafirmando el agarre de sus manos, quedando nariz con nariz, a menos de un centímetro de distancia.
– Cállate. Ahora estás aquí y no dejaré que te vueltas a separar de mi nunca, – dijo Magnus, sintiendo las ásperas manos de Alec contra las suyas suaves.
– ¿De verdad? – la voz de Alec sonaba suave, y sus ojos veían los labios de Magnus.
– De verdad, – Magnus sonrió. – ¿Esto significa que volvemos a ser novios? –
– Novios, esposos, amantes, lo que quieras. Estoy aquí contigo. Soy tuyo, por el tiempo que quieras tenerme. –
Magnus sonrió de felicidad, sintiendo que la vida era perfecta. La palabra esposos hiso que su corazón saltara, imaginándose un futuro juntos. – ¿Puedo tener una cosa más? –
– Lo que quieras. –
– Me estoy muriendo por besarte, – la voz de Magnus sonaba coqueta, pero sincera. Podía sentir su corazón a toda velocidad, como cada uno de sus sentidos cobraba vida. Rozando sus labios, le dijo – Sabes, hace rato estaba pensando en lo increíble que estaba siendo este momento, uno de los mejores de mi vida. –
– ¿De verdad? –
– Pero ahora me doy cuenta que estaba equivocado. Este momento es mucho mejor. –
Alec rió antes de estrellar sus labios en los de Magnus. Y fue como volver a casa, como volver a respirar, como si de nuevo todo tuviera sentido. El mundo pudo haberse acabado y Magnus no se hubiera dado cuenta. Este era el inicio de su felices por siempre que tanto había deseado.
Alec acarició su rostro. Su Alec. Le había escogido sobre el mundo y Magnus pudo visualizar claramente el futuro, sin importar lo que viniera.
Eran el y Alec, tomados de la mano, amándose, hasta el final de los tiempos. En esta y cualquier otra vida.
Y bueno, llegamos al final. Definitivamente a esta historia le faltó un epílogo, pero bueno ¡vivieron felices por siempre! y fin
Se los vuelvo a repetir ¡amo los finales felices! Soy de la clase de persona que lee la última hoja de un libro para saber si termina en final feliz, porque si tiene final triste no lo leo 😅 Y si se ve interesante me espero a la película (nada más dos horas de dolor). La vida puede llegar a ser demasiado triste como para también andar leyendo historias tristes 😭. Ese es mi modo de pensar, cada quien tendrá el suyo.
Y bueno, aunque arriba ya les agradecí, solo me queda decirles que ¡YA PUBLIQUÉ NUEVA HISTORIA/TRADUCCIÓN!
Alexander Ligthwood, príncipe y futuro rey de Idris conoce al pirata Magnus Bane por azares del destino. Atrapados en una isla desierta, el amor surgirá de la forma menos esperada.
Los problemas vendrán cuando sean rescatados de su pequeño paraíso y tengan que afrontar las adversidades que conlleva su relación. Principalmente porque Alexander omite decirle a Magnus que es el príncipe de Idris.
¿Su amor será suficiente para todo lo que se viene encima?
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