31. Despedida (parte 1)
Te voy a escribir la canción más bonita del mundo
Voy a capturar nuestra historia en tan solo un segundo ...
Una semana después:
– Quizá si nunca nos levantamos, nunca tendrás que irme. – dijo Magnus y Alec le miró con ternura en sus adormilados ojos.
– Suena como un buen plan, – dijo Alec riendo, pero luego se puso serio de nuevo. – Al menos hasta mañana. –
Mañana. Cuando Magnus era un niño, siempre usaba el "mañana" como para limpiar su habitación y ese mañana nunca llegaba. Pero ahora, mañana era algo que Magnus no podía evitar. Un día para alejarse de Alec, para volver a casa.
– ¿En qué piensas? – Alec le tomó de las mejillas, acariciándole con cariño.
– En nada, – dijo Magnus, pero Alec no le creyó. – Solo no quiero pensar en cosas tristes. Quiero disfrutar mi último día. –
– Suena como un plan, – dijo Alec, abrazando a Magnus, de forma que ambos encajaban a la perfección el uno con el otro. Era como si hubieran sido hechos para estar juntos.
– No se como voy a sobrevivir sin ti, – dijo Magnus, intentando aligerar el ambiente. – ¿Cómo voy a volver a mi vida sin alguien que me llene de cumplidos todos los días? – aunque su voz aun sonaba algo triste. Era como si no pudiera recordar su vida antes de Alec.
– Sobrevivirás Magnus, – Alec rió, acurrucándose más a Magnus.
*
– Cierra los ojos, – Alec le dijo a Magnus. – No hagas trampa. –
Magnus suspiró dramáticamente, pero cerró los ojos dejándose guiar por Alec. Después de levantarse Magnus le había dicho que se vistiera porque le tenía una sorpresa en la cocina. – ¿Qué diablos pasa? ¿Me compraste un pastel? –
– ¿Por qué un pastel? –
– ¡Isabelle! –
Soltando una risita, Magnus calmó a su novio. – Está bien, cariño. Ella vive aquí así que no arruino la sorpresa. –
– Tiene razón. –
– ¡Simon! – Alec se quejó y Simon solo se disculpó, haciendo reír a todos. Magnus pudo identificar a Clary y a Jace. – Ugh, – Alec gruñó. – Como sea, ya puedes abrir los ojos. –
Magnus parpadeó acostumbrándose a la luz. Isabelle y Simon estaban abrazándose en un lado y Jace y Clary en otro. Y Max estaba sentado en una silla tomando limonada.
Pero lo que más resaltaba era el gigante lienzo que habían hecho en la casa de Clary. Estaba lleno de colores naranja, verde, con líneas azules y puntos amarillos. Era brillante y maravilloso, pero al mismo tiempo hizo que se sintiera triste. Era otro recuerdo de todo lo que Texas era y que pronto se dejaría. Y en el pie del marco cada uno había escrito su nombre.
– Eres el único que falta, – le dijo Clary. Era verdad, el nombre de Isabelle estaba seguido por el de la letra de niño de Max. Los nombres de Alec y Jace estaban casi encima del otro y Magnus pudo imaginarlos peleando por el lugar mientras escribían sus nombres.
– Quedó increíble, – dijo Magnus. Alec sintió su tristeza porque al momento le abrazó. Clary le sonrió, pero también con tristeza en los ojos.
– No puedo creer que mañana te vas, – Clary masculló. – Es solo que...–
– El tiempo pasó demasiado rápido, – dijo Magnus completando su oración.
– Bueno, – dijo Jace tratando de aligerar el ambiente. – Todos suban y alístense. Nos vamos al pueblo. –
Magnus parecía ser la única persona que no sabía cual era el plan. El resto asintió y comenzaron a buscar sus cosas. Isabelle le estaba preguntando a Clary que se iba a poner y Magnus se quiso reír de la cara de Isabelle cuando Clary le contestó que así se iría. Alec le jaló por las escaleras para que se alistaran, mientras hablaban de nada en particular. Magnus iba a extrañar esa facilidad que tenía para hablar con Alec y la forma tan sencilla en que se entendían. Aunque a veces no tanto, como en ese momento, hablando de las películas de Star Wars.
– No puedo creer que no te gusten, – decía Alec desde el marco de la puerta.
– No puedo creer que a ti te gusten, – dijo Magnus, poniéndose una playera y mirándose en el espejo. – Son aburridas. –
– Como puedes decir eso. Si Simon te escuchara.– Alec estaba diciendo con cara escandalizada, y luego gritó. – ¡Simon! –
Magnus observó a su novio salir de su habitación como un borrón, gritando el nombre de Simon a todo pulmón como si la casa se estuviera quemando en vez de cómo si solo Magnus hubiera dicho que no le gustaban esas películas. Iba a extrañar esa forma de comunicarse de los Lightwood.
Cuando Magnus siguió a su novio, después de terminar de vestirse, encontró a Alec regresando a su habitación, maldiciendo el nombre de Simon con los brazos cruzados y aun más escandalizado.
– ¿Qué pasó? – preguntó Magnus al verle.
– Yo solo, em...– los ojos de Alec estaban demasiado abiertos y parecía no poder encontrar las palabras.
– ¡Simon! – gritó Magnus. – ¿Qué le hiciste a mi novio? –
– ¡Nada! –
– ¡Miente! – se metió Jace.
– ¡No seas metiche, teñido! – Magnus gritó, riendo. – ¡Intento tener una conversación con Simon! – solo escuchó el bufido de Jace y un "soy natural".
– Lo juro, – Simon continuó. – No es mi culpa. –
– Es un monstruo, – Alec por fin logró hablar, y Magnus intentaba no reírse.
– ¿Alguien me quiere decir lo que está pasando? – Magnus suspiró, al ver llegar a Simon e Isabelle.
– No fue nada, – Isabelle bufó. – Alec solo está siendo una reina del drama. Solo estábamos liándonos un poco, – dijo Isabelle como si no fuera la gran cosa. Magnus no pudo evitar notar el gran sonrojo de Simon.
– ¡En mi habitación! – gritó Alec, recuperando el habla y agitando los brazos.
– Bueno si, – Isabelle giró los ojos. – Mi cama está cubierta de ropa, además tu casi vives en la de Magnus, – sus palabras no parecían calmar a Alec ni un poco, quien seguía mirando con horror a la parejita.
– Y tu lógica fue "¡¿oh, entonces usaré la habitación de Alec?!" –
– Algo así, – Isabelle se encogió de hombros.
Alec se giró hacía Simon buscando una explicación, pero Simon solo tenía cara de perdido y arrepentido. – ¿Lo siento? – intentó decir Simon.
– ¡Dios mío! – Alec agitaba los brazos. – ¡Como son los heterosexuales! –
– ¿Te tengo que recordar lo del cuarto de limpieza? – dijo Isabelle burlona, y Alec se giró hacía Magnus.
– No tengo idea de que habla, cariño, – Magnus dijo, intentando sonar inocente.
– ¿Le dijiste? –
– Si, – y Alec se sintió más en shock porque el que contestó fue Simon, quien volvió a verse arrepentido por hablar. – Un, ¿Isabelle me dijo? –
– ¡¿Qué? – Alec ahora estaba todo rojo hasta las orejas, lanzando miradas de incredulidad a todos. Magnus no pudo evitar reír, siendo seguido por Isabelle.
– Creo que deberían irse, – dijo Magnus, entre las risas. Simon e Isabelle se fueron, sin poder contener las risitas.
Cuando se fueron, Alec se lanzó a la cama dramáticamente, cubriendo su rostro con su mano.
– No puedo creer que le contaras, – mascullo Alec, sin sonar enojado, más bien exasperado.
– No pude evitarlo, – Magnus dijo juguetón, subiéndose sobre el regazo de Alec y susurrándole al oído. – Fue realmente caliente. – su voz se perdió sobre los labios de Alec, quien no pudo evitar corresponder el beso de forma apasionada.
Magnus no pudo evitar gemir, pegándose a Alec con más urgencia. Alec pasó las manos por los hombros de Magnus, acariciando su cabello. Una de las manos de Magnus comenzó a acariciar el pecho de Alec, intentando desabotonar la camisa. Pero Alec detuvo sus manos, sonriéndole.
– Literalmente me acabo de vestir, no hay forma que vuelvas a desvestirme, – Alec intentaba respirar, dado que Magnus seguía acariciando con manos traviesas su pecho.
– Pero yo quiero quitarte la camisa, – dijo Magnus, con un puchero, intentando no reír.
– Magnus...–
– Mi trabajo como tu novio es básicamente quitarte la ropa. Si quieres podemos preguntarles a Isabelle y Simon...–
– Oh dios, – Alec gruñó, aun con Magnus en su regazo. – No me recuerdes eso. Voy a tener que quemar las sábanas. –
– Naturalmente, – dijo Magnus, levantándose del regazo de Alec y ayudando a su novio a levantarse también. Cuando ambos estuvieron de pie y listos, Magnus le preguntó. – ¿Puedo saber para que vamos al pueblo? –
– Nope, – Alec sonrió. – Es una sorpresa. Creímos que te gustaría ir al pueblo una última vez antes de que te vayas. –
Magnus le sonrió, antes de tomar su mano y bajar las escaleras, con su cámara en la otra mano. De reojo, vio a Isabelle saliendo de la habitación de Alec, y esta le guiñó un ojo. Clary y Jace ya estaban abajo esperándoles, mientras platicaban. Era difícil pensar que pronto tendría que dejarles.
Lo único que definitivamente no iba a extrañar era lo mucho que tenían que manejar para llegar a la civilización. Aunque de cierta forma, había algo relajante en estar en el auto, solo con Alec quien llevaba una mano en el volante y la otra en su pierna, con la música y el aire. En Nueva York siempre había mucha gente y ruido.
Finalmente llegaron al pueblo y se estacionaron. Alec bajó en seguida para abrirle la puerta a Magnus, quien sonrió feliz y le dio un beso en la mejilla. Jace llegó detrás de ellos en la camioneta de Maryse.
– ¿Qué vamos a hacer? – preguntó Magnus.
– Vamos a comer primero, – Jace dijo. – Porque me estoy muriendo de hambre y necesito comida. –
– Vamos, – dijo Alec, tomando la mano de Magnus, entrelazando sus dedos. – ¿Qué es lo que más te emociona de volver a casa? –
– Nada, – Magnus suspiró. – Lo único que quiero ahora mismo es quedarme contigo. Y mi mente solo piensa en ello. –
Alec iba a decir algo pero en ese momento llegaron al restaurante, por lo que le abrió la puerta a su novio para que entrara.
– ¡Sorpresa! – Maia gritó, lanzándose a sus brazos. Magnus estaba con la boca abierta. También estaban Aline y Helen, incluso Madeleine estaba parada en una esquina. Jocelyn y Luke le abrazaron después. El lugar estaba adornado y lleno de comida y bebidas.
– ¡Oh por dios! – dijo Magnus, sintiendo como sus piernas temblaban, por lo que Alec le tomó la mano de nuevo. – Yo...–
– No puedo creer que no lo notaras, – Jace dijo burlón. – No fuimos nada discretos esta semana. –
– Lo logramos porque Alec hizo un buen trabajo distrayendo a Magnus, –
– Lo hice, – dijo Alec, sonrojándose y recibiendo un beso de su novio en la mejilla.
– Yo también lo creo, – dijo Simon, aunque Alec aun le seguía mirando feo por lo de la mañana. Por lo que Simon mejor se hizo para atrás. Magnus, ayudando al pobre chico, abrazó a Alec y le besó en los labios.
– Si, si, – Jace suspiró. – Son tan lindos que voy a morir, – giró los ojos pero su tono era entre divertido y triste. Magnus se preguntó si Jace también estaría preocupado por lo que pasaría con Alec cuando se fuera.
La fiesta pasó, platicando, riendo y jugando juegos tontos. Las parejitas a veces desaparecían, pero Magnus no podía darse ese lujo dado que varias personas se acercaban a platicar con el y decirle que le extrañarían o lo felices que estaban de haberlo conocido.
– Aquí están chicos, – Helen se les acercó, sentándose con ellos en la mesa de bebidas, con Aline a su lado, pegada al teléfono. – Está intentando arreglar unos problemas que ocasionaron mis hermanos. Probablemente no lo logre pero a ella no la odiaran tanto como a mi. –
– Te entiendo, – Alec rió. – He pasado por ello. –
– A mi me hubiera gustado tener hermanos, – Magnus dijo.
– Te regalo los míos, – dijeron Helen y Alec al mismo tiempo, comenzando a reír.
– Les estoy diciendo que mejor abandonen toda la esperanza y se vengan a la fiesta, – dijo Aline, dejando el teléfono.
– Que buen consejo, – Magnus rio, bebiendo de su vaso de jugo y haciendo caras al probarlo. – Wow, definitivamente alguien ha adulterado esta bebida. –
– Normalmente ese es tu trabajo ¿no? –
Magnus se giró para encontrarse a Raphael, con expresión relajada, algo diferente de la persona que había conocido en Nueva York. Lily estaba detrás de él.
– ¿No te has enterado? – Magnus bromeó. – Ahora soy una persona buena y recta. –
– No tan recta, – dijo Raphael, señalando a Alec, haciendo reír a todos.
Lily le estaba susurrando algo a Alec, quien solo negó y rió. – Quien sabe donde está, desapareció hace un rato, así que estás a salvo. –
– ¿A salvo? – Aline preguntó.
– Escuché que Isabelle quiere matarme, – Lily se encogió de hombros. – Y no me voy a arriesgar a que sea verdad. –
– ¿Qué hiciste? – le preguntó Magnus.
– Nada, – dijo ella, pero Alec le lanzó una mirada y Lily se encogió de hombros. – Simon y yo nos liamos en una fiesta, fue hace meses y al final quedamos en que habíamos estado borrachos y no fue nada de importancia. Pero al parecer Isabelle se acaba de enterar y...–
– Te va a matar, – dijo Alec y Lily le miró horrorizada. – Tendemos a ser bastante celosos y posesivos, así que estoy casi seguro que Isabelle está muy furiosa por ello, – recalcando su punto, Alec tomó de la cintura a Magnus y lo acercó a su cuerpo, oliendo su cabello.
– Para, – dijo Magnus riendo. – Isabelle no estará tan enojada, – Magnus no estaba del todo seguro de ello, pero no tenía caso espantar a la chica.
– No puedo creer que te vas, – Lily dijo, olvidando sus preocupaciones. – Ya se sentía como que eras uno de nosotros. –
Magnus no dijo nada, pero sentía las miradas fijas en él. Fue Raphael el que dijo lo que Magnus quería decir pero no se atrevía.
– No, – dijo Raphael. – quizá ustedes no lo notan pero yo si. –
– ¿Qué? – dijo Magnus, viéndolo con sorpresa.
– Es difícil de explicar, – Raphael se encogió de hombros. – Es como su tuvieras algo de Nueva York en tus ojos. Hay algo que grita "ciudad" en ti. Ninguno de ellos ha estado en la gran ciudad por lo que no lo ven. Pero prácticamente puedo ver el Times Square brillando en tus ojos. –
– Times Square es para turistas, – Magnus se burló.
Alec se había quedado en silencio y Magnus le miró preocupado. Pero Alec solo apretó su mano sonriendo, aunque esa sonrisa no llegaba a sus ojos. Quería preguntarle que pasaba, pero sabía que no podía hacerlo enfrente de todos.
– Y ¿cómo es Nueva York? – preguntó Helen, sacándole de sus pensamientos y comiendo de los aperitivos de la mesa. – ¿Es tan divertido como se ve en la televisión? –
– Huele como a orines, – Magnus admitió y Raphael rió, asintiendo. Alec arrugó su nariz pero también soltó una risita. – Pero es maravillo. –
– Imaginen a Magnus como una ciudad y así es Nueva York, – dijo Raphael. – Bueno para mi. Supongo que para cada quien es diferente. –
– Puede ser, – dijo Alec bajito, solo para Magnus. Sus ojos estaban fijos en Magnus, mirándole con adoración y Magnus fue incapaz de quitar la mirada.
La conversación entre sus amigos siguió, pero Magnus y Alec estaban en su propio mundo, abrazados, observando a sus amigos hablar. De repente se imaginó una fiesta diferente, una donde celebraran la graduación de Alec y Magnus juntos, quizá hasta su boda, una fiesta feliz donde todos les estuvieran diciendo "hola" y no "adiós". Magnus no pudo evitar soñar con eso.
– ¿En qué piensas? – Alec le susurró al oído.
– En ti, – dijo Magnus, sonriendo.
– ¿Solo en eso? – Alec le susurró.
– Prácticamente me la vivo pensando en ti. No tengo la habilidad de pensar en varias cosas a la vez, además de que eres una distracción demasiado grande, – con cada palabra, Magnus se acercaba a Alec, hasta que sus narices se acariciaban. Alec sonrió y juntó sus labios, haciendo que Magnus sintiera ese maravilloso sentimiento que siempre le llenaba cada vez que le besaba. Era un concepto totalmente nuevo el besar a Alec, no había forma de describirlo pero definitivamente era como ver fuegos artificiales y que el mundo girara solo para ellos dos.
– Dios mío. Juro que ustedes se la viven besándose, – Jace les interrumpió.
Magnus deseó poder tener magia para poder desaparecer a Jace y seguir besando a Alec por siempre. Pero Alec se separó, abrazando a Magnus y mirando burlonamente a su hermano.
– ¿Celoso? –
– Obviamente, – Jace giró los ojos. – Me has atrapado. Todo en lo que he pensado este verano es en liarme con Magnus. –
– Lo sabía, – Magnus dijo.
– Casi ni los había visto, – dijo Clary poniéndose al lado de Jace. – ¿Cómo pasó esto. –
– Te desapareciste a hacer quien sabe que con Jace, – Alec se burlo.
– Bueno, – dijo Clary, sonrojándose un poco. – Vamos chicos. Intento convencer a Jace de que juguemos a las atrapadas, – dijo, jalando a Jace del brazo, con Magnus y Alec detrás de ellos, intentando disfrutar la fiesta de despedida de Magnus.
Hay... para el próximo si traigan sus pañuelitos
Pero entre otras noticias... ya les tengo nueva traducción. Después les pongo el resumen pero, ¿qué les parece Magnus pirata y Alec príncipe?
Y bueno gracias a ustedes porque con sus votos y comentarios me animan a seguirle y traerles más historias Malec 💜
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