22. Fotos y recuerdos

We keep this love in a photograph, we made these memories for ourselves,
Where our eyes are never closing, hearts are never broken and time's forever frozen still...



Al final de la cena terminaron de ver Thor comiendo el postre. Magnus nunca iba a aceptar que sus ojos se llenaron de lágrimas cuando Thor y Jace se separaron. Y menos aun aceptar lo mucho que le gustó Loki.

– Supongo que tenemos que tenemos que levantar los platos, – dijo Simon suspirando.

Entre todos recogieron e Isabelle llevó los platos alardeando de cómo podría ser la mejor mesera del universo. Max solo asentía y Magnus no se podía decidir sobre si realmente la estaba escuchando o solo pretendía hacerlo. Clary iba a llevarse más platos pero Jace la detuvo.

– Yo puedo llevarlos, – Jace dijo quitándole los platos a Clary y ganándose una agradecida sonrisa. – Quédate aquí con Magnus y Alec y asegúrate de que no intenten...–

– No te atrevas a terminar esa oración si quieres seguir viviendo, – dijo Alec en voz amenazante.

– Solo quédate aquí, – dijo finalmente Jace, siguiendo a Isabelle y Max.

Tan pronto como se fue, Magnus se dejó caer en el regazo de Alec. – He comido demasiado, – se quejó. – Nunca seré capaz de pararme de nuevo. – Alec solo le miro con ternura.

– Ustedes dos van a ser demasiado felices juntos, – dijo Clary viéndoles.

– Lo somos, – dijo Magnus suavemente descansando su cabeza en el hombro de Alec. – Lo somos. –

Alec miró por la puerta antes de rápidamente darle un piquito a Magnus en los labios. Magnus, nunca teniendo suficiente, jaló a Alec de la playera y le dio un beso largo, saboreando el sabor del pay de limón de sus labios. Al final se separaron por un suspiro de Clary.

– A veces los odio a ambos, sabían. –

– ¿Por qué? – preguntó Magnus acariciando el cabello de Alec.

– Por que lo hacen ver demasiado fácil, –

– No lo es, – Alec dijo, sabiendo que era más por su culpa. – Pero si realmente te importa, encontrarás la forma de funcione. –

– No funcionaría. No lo creo, – dijo Clary mirando a Magnus.

– ¿No lo crees? – preguntó Alec y Magnus se dio cuenta de que nadie más sabía que Clary y Jace tenían algo más que solo desearse en la distancia.

– Nada, – dijo Magnus después de un rato de silencio. Aunque Alec frunció el ceño Magnus pensaba que dado que Jace era su mejor amigo, el era quien tenía que contárselo.

– Okey, – dijo inseguro Alec. Abrió la boca para decir algo más pero no pudo dado que escuchó a alguien gritar su nombre.

– ¡Alec! –

– ¡¿Qué? – en la clásica forma de comunicación de los hermanos, en vez de ir abajo a hablar con Jace, Alec decidió no mover ni un músculo y gritar de vuelta.

– ¡Ven a ver esto! –

– ¡¿Qué?! –

– ¡Solo ven! – Alec soltó un suspiro pero se deslizó por el sofá, dándole un rápido beso en la mejilla a Magnus y dejándole solo con Clary.

– Corta la mierda, – dijo Magnus y Clary le miró confundida. – Cariño, básicamente somos amigos ahora así que no te pienso tratar como si fueras de porcelana. Así que esto es lo que quiero saber, ¿qué pasa entre tu y Jace? –

– Vamos a tener una cita real, – dijo Clary evitando verle, enfocándose en el suelo.

– ¡Eso es bueno! – dijo Magnus aplaudiendo de felicidad. – Finalmente tendrán una cita que no involucre esquinas oscuras dentro de su habitación. –

– Eres malvado, – rio Clary lanzándole una almohada.

– Y ustedes finalmente se convertirán en una pareja real. Honestamente biscocho, estoy feliz por ti. Si alguna vez rompe tu corazón solo di la palabra y mandaré a mi matón tras de él. –

– ¿Por matón te refieres a Alec? –

– Quizá. –

Clary y el estaban riendo cuando Alec apareció de nuevo. Magnus no podía dejar de preguntarse como alguien que no se preocupaba por su apariencia podía ser tan hermoso sin esforzarse. No era justo, pero era una maldita suerte para el.

– Y aquí viene el matón, – Clary le susurró haciendo que Magnus riera, tapándose la boca.

– ¿Ahora qué? – preguntó Alec viéndoles confundido

– Olvídalo. ¿qué querían que vieras? – preguntó Magnus cambiando de tema y viendo como Alec se sentaba en el sillón.

– Su puntuación de angry birds, – Alec bufó, haciendo que Magnus riera de nuevo. Magnus le lanzó una mirada de lástima a Clary diciéndole "¿ese es tu novio?"

Y Clary solo se encogió de hombros con las mejillas sonrojadas y una sonrisa. Y esa sonrisa le hizo ver hermosa, haciéndose notar lo mucho que le gustaba Jace. Ellos eran algo, y Magnus deseó, que llegaran a ser realmente algo más.

Finalmente llegaron los demás, se tiraron en los sillones listos para a ver Thor 2. Excepto Simon e Isablle que se quedaron parados nerviosos pero felices.

– Tenemos un anuncio que hacer, – dijo de repente Isabelle y Alec resopló.

– Por favor, por el amor de dios, dime que no estás embarazada. –

– No es un bebé, – dijo ella ofendida. – Pero es un secreto, así que tienen que jurar no decir nada, – Todos asintieron mientras los dos chicos se sonrojaban al decir. – Simon y yo estamos saliendo. –

*

– Buenos días, – Magnus masculló sonriéndole a Alec quien estaba encima suyo.

– Es un buen día, – Alec irradiaba felicidad. – Vamos a pasar todo el día en el bosque. Va a ser maravilloso. –

Queriendo reír por la infantil sonrisa en el rostro de Alec y también queriendo besarle todo el rostro, Magnus se alzó sobre sus codos viendo a Alec. Estaban casi nariz con nariz, con un Alec casualmente sentado en las caderas de Magnus.

– ¿Por qué va a ser tan maravilloso? –

– Por que vamos a estar juntos, – dijo Alec simplemente, haciendo que el corazón de Magnus se derritiera. – Y tu vas a tomar muchas fotos y vamos a huir juntos. –

– ¿Enserio? – dijo Magnus soltando una carcajada. – ¿Vamos a huir? ¿y convertirnos los reyes del bosque? –

– Me agrada como suena, – dijo Alec depositando un suave beso en los labios de Magnus. – Reyes del bosque. –

Después de muchos besos y arrumacos, junto con promesas de cómo pasarían el día, Magnus salió dela cama. Y para decepción de Alec, fue a sentarse al escritorio y abrió su computadora.

– ¿Qué haces? – se quejó Alec lanzándose sobre el regazo de Magnus y viendo a su novio con un puchero. – ¡Íbamos a salir! O al menos eso íbamos a hacer antes de que me traicionaras por el internet. –

– Solo quiero checar mis mensajes. –

– Apuñalarme en el corazón es lo que parece....–

– No seas tontito. –

– No lo soy.. –

– Lo eres...–

Magnus trataba de quitar a Alec y abrir su computadora pero Alec seguía cerrándola cada vez que Magnus lo lograba.

– No estoy segura de querer saber, – Isabelle suspiró desde el marco de la puerta, dándoles una sonrisa burlona. Magnus rió y empujó a Alec de su regazo, haciendo que el chico cayera al piso, con un gran puchero en la boca. Magnus no pudo evitar reír. Era raro cuando Alec estaba de tan buen humor, sin preocupaciones ni inseguridades, casi irradiando felicidad.

Así que Magnus no intentó abrir de nuevo su computadora, la dejó cerrada, se puso ropa limpia, se arregló el cabello en el espejo, tomó su cámara y finalmente tomó la mano de su novio, corriendo por las escaleras con un Alec sonriendo tras él.

*

Magnus no tenía la más mínima idea de donde estaba ahora. No se había dado cuenta de cuanta tierra había entre ellos y la civilización, pero solo seguía caminando. Alec llenaba el silencio con canciones que hacían reír a Magnus mientras este tomaba fotos de todo. Alec estaba en medio de una ridícula canción de la cual Magnus nunca había escuchado. Eso le hizo reír a Magnus y Alec sonreía radiante. Su canto ceso cuando Magnus se inclinó y capturó sus labios en un beso.

– Debería cantar más seguido, – masculló Alec. – Si consigo un beso, voy a hacerlo más seguido. –

Cada segundo se sentía como un cuento de hadas. Los pájaros cantaban en los árboles, el sol brillaba en cada parte del bosque. Y bueno estaba Alec. Si sus amigos no le hubieran conocido ya, probablemente creerían que se lo había inventado. Incluso el aun no se la creía. Alec aun le miraba, tan feliz que no pudo evitar tomarle una fotografía.

– ¡Hey!, – gritó Alec. Como siempre, en protesta.

– ¡No te preocupes! – dijo Magnus alejándole la cámara. – Es una buena foto. –

– No me gusta que me tomen fotos, – masculló Alec, viéndose adorablemente avergonzado.

– Bueno, a mi me gusta, – dijo Magnus con voz suave.

Alec se inclinó hacía el y Magnus le encontró a mitad de camino, para presionar sus labios en otro beso. Justo cuando la lengua de Alec le estaba haciendo cosas deliciosas, Magnus sintió como le arrebataban la cámara de las manos.

– ¿Qué? Tu, – dijo viéndole mal pero aun aturdido por el tierno beso. – Bastardo manipulador. –

Alec rió pero corrió lejos de Magnus encontrando su foto. Magnus le persiguió, y ambos corrieron por el bosque, Magnus intentando no caer de cara, hasta que logró alcanzarlo. De alguna forma sabía que Alec se había dejado.

– ¡Devuélvemela! – dijo Magnus sin importarle sonar como un niño de cinco años haciendo berrinche. – Es mía. –

– Solo tengo que eliminar la fotografía. –

– No, – dijo Magnus de repente más desesperado intentando arrebatarle la cámara. – Realmente quiero conservarla. –

– ¿Por qué? – se quejó Alec.

– Por que pronto será todo lo que me quede. –

Alec se quedó en silencio y Magnus dejó de pelear por su cámara. Alec se le quedó mirando fijamente y Magnus deseó poder borrar de la existencia lo que había dicho, simplemente por la expresión que puso su novio. Magnus no quería volver a ver esa expresión en su vida. Por que Alec no lucía triste o resignado, lucía destruido.

– ¿Todo lo que te quede? –

– Volveré a casa, – Magnus le recordó. – Volveré a Nueva York. Nunca podré volver a tener estos momentos de vuelta. Pero no significa que tenga que olvidar. Tomo fotos para ser capaz de recordar cada momento. –

Alec no dijo nada. Aun sostenía la cámara de Magnus y la observaba. Y de repente, tomó a Magnus del cuello y lo acercó para besarlo.

Tessa una vez le había dicho a Magnus que besar a la persona que realmente amas es como sumergirte en agua tibia, relajante y familiar, estimulándote y al mismo tiempo como algo natural. Tan fácil como respirar. Ahora, Magnus comprendía su descripción. No había comparación. Aun no iba a decir que estaba enamorado de Alec, aun no, pero maldición, besar a Alec se sentía como estar en casa. El mundo podía explotar y Magnus no se daría cuenta ni le importaría, por que ellos estarían juntos y era como si Alec creara una burbuja que les protegía del resto del mundo. Sus labios era suaves y cálidos y le hacían sentir como si se derritiera. La mano que no estaba sosteniendo la cámara de Magnus, seguía en su cuello, con sus dedos jugando con su cabello mientras Magnus le jalaba de la playera, desesperado por sentirle más cerca.

Magnus no mentía. Realmente quería capturar ese momento y vivirlo por siempre. No quería dejar a Alec, pero su lado lógico le decía que eventualmente tendría que hacerlo. No podían estar juntos y a la vez vivir en lados opuestos del continente.

– No quiero que te vayas, – susurró Alec, con su aliento acariciando los labios de Magnus.

Magnus seguía con los ojos cerrados, no queriendo ver la mirada de Alec. – Yo tampoco, – susurró. – Pero aun no me iré. Aun tenemos tiempo. –

– No suficiente, – dijo Alec deprimido.

– Haremos que valga, – susurró Magnus. Separándose y tratando de no parecer triste, le lanzó a Alec su mejor sonrisa. – Ahora, ¿me dejarías tomarte fotos? –

Alec aceptó a regañadientes, tratando de no protestar cuando Magnus le pedía cosas extrañas, como fotos de solo sus ojos o su mandíbula, o de ellos acostados juntos. Por que Magnus esperaba que eso fuera suficiente.

*

Caminaron un rato más tomados dela mano. Era reconfortante, la rugosa mano de Alec contra la suave de Magnus. Las únicas veces que se soltaban era cuando Magnus quería tomar una foto de ellos, y una vez terminado, Alec volvía a tomar su mano. De repente, mientras tomaba foto de unos árboles notó algo.

– Oh mierda, – dijo Magnus y Alec le miró divertido.

– ¿Qué pasa? – preguntó tan preocupado que Magnus casi se derrite. No era que quisiera alguien que le siguiera a todas partes y cumpliera todos sus caprichos, pero Alec le hacía sentir especial.

– Está lloviendo, – Magnus se quejó y Alec le miró divertido, al parecer el ya lo había notado desde hace rato. – Quiero decir, que mi cámara se va a mojar y no estoy seguro de que tanto pueda soportarlo, – dijo ignorado la mirada de Alec.

Alec abrió los ojos al entender lo que decía. Y de repente sonrió y tomó de nuevo la mano de Magnus diciendo, – Corre. –

Y eso hicieron. Sintiendo como las gotas de lluvia caían sobre ellos y Magnus intentando proteger su cámara con su cuerpo. Magnus le seguía ciegamente, tratando de no tropezar con una rama, y sin aliento. Para su buena suerte Alec parecía una brújula, sabiendo exactamente que dirección seguir.

– No me di cuenta de lo lejos que fuimos, – dijo Magnus, mirando alrededor de los árboles y preguntándose como diablo su novio sabía a donde iba.

– Estuvimos caminando bastante, –dijo deteniéndose de repente. – Lo encontré. –

– ¿Encontraste qué? – preguntó Magnus.

– El granero, – Alec señalando la construcción roja. En ese momento la lluvia se soltó y el cielo parecía caer.

– ¿La casa? –

– Esta lejos, – Alec frunció el ceño. – Nos refugiaremos ahí un rato. –

Magnus asintió entrando al granero mientras escuchaba la lluvia golpear el techo. – ¿Qué se supone que haremos aquí? –

– Podemos solo hablar, – Alec se encogió de hombros, dejándose caer sobre una pila de heno. – Ven aquí, – y al ver la expresión de Magnus agregó, – Está limpio. –

– Oh dios, – dijo Magnus respirando profundamente. – No puedo creer lo que me haces hacer. – Y cerrando los ojos se dejó caer en el heno, y juntos comenzaron a reír. – Pude haber caído en popo, o morir. – añadió después de un rato.

– Nunca dejaría que te pase nada malo, – dijo Alec negando.

– Mi caballero en brillante armadura, – Magnus rió, acurrucándose sobre el pecho de Alec, dejando su cámara un lado. De repente volvió a sentirse deprimido al pensar en tener que dejar a Alec.

– ¿Estás pensando en cosas tristes, cierto? – preguntó Alec y Magnus bufó.

– No, ¿por? –

Alec se encogió de hombros. – Tu voz. Siempre cambia a bajita cuando piensas en algo dolorosamente deprimente, –

– ¿Dolorosamente deprimente? –

– Que puedo decir, soy William hijo de puta Shakespeare. – dijo Alec y Magnus no pudo parar de reír, mientras se abrazaban.

– No puedo creer que dijeras eso, – Magnus jadeó riendo. Alec también reía. – Lo hiciste a propósito, – dijo de repente Magnus, volteando a ver a Alec, al notar como sus preocupaciones habían desaparecido.

– No me gusta verte triste, – dijo escondiendo su rostro sonrojado.

Magnus se encontró sonrojándose, algo que no era habitual. Era algo completamente diferente lo que tenía con Alec. Alec no solo pensaba en meterse dentro de sus pantalones o lo veía como un salto hacia la popularidad. Alec solo le quería ver sonreír, escucharle reír. Eso le hacía querer quedarse con él por siempre.

Sin poder resistirse, estampó sus labios en un acalorado beso. El tierno momento pasó mientras Magnus profundizaba el beso, sus lenguas juntas mientras Magnus se subía sobre Alec. Las manos de Magnus estaban en el cabello de Alec, jalándolo mientras Alec mordía sus labios y sus manos se colocaban en su pecho. Se separaron por un momento y Magnus aprovechó para marcar la clavícula de Alec, disfrutando de los gemidos que este soltaba. Sus labios se juntaron de nuevo y Magnus deslizó su mano dentro de la playera de Alec. No intentó removerla - dios no permitiera que Isabelle les interrumpiera de nuevo - pero disfrutó de la forma en que Alec temblaba al sentir sus manos deslizarse por su piel.

En algún momento los besos se volvieron más lentos y Magnus se encontró acurrucado de nuevo en el pecho de Alec, y sin darse cuenta, ambos cayeron dormidos.

*

Magnus comenzó a despertarse al sentir rayos de sol y un click.

– Oh Jesús, – Alec masculló debajo de él, rascándose los ojos. – ¿Qué diablos fue eso? –

– Lenguaje, querido hermano, – dijo Isabelle, riendo sobre ellos. Magnus alzó la mirada, viendo su cámara en las manos de Isabelle mientras ella tomaba fotos.

– ¿Qué haces? – preguntó Magnus, con voz adormilada. No sabía cuanto habían dormido pero la ropa de Isabelle se veía algo mojada.

– Mamá me mandó a asegurarme que no se hubieran perdido y muerto, o estuvieran haciendo cosas sucias, y aproveché para tomarles fotos abrazaditos en el heno. Lo cual es algo raro y antihigiénico, pero tengo que aceptar que romántico, – exclamó Isabelle entregándole la cámara a Magnus.

– Solo estás celosa por que Simon no te deja dormir en su heno, – dijo Alec.

– Eso sonó algo sucio, – dijo Isabelle lentamente, mirando a Alec, tratando de ver si Alec lo había dicho en doble sentido.

– ¿Eh? – Obviamente Alec no entendía.

– Bueno, – Magnus se encogió de hombros. – Hubiera sonado suco si Simon fuera una chica, supongo, –

– Aun no entiendo, – dijo Alec, viendo a los dos confuso.

– No importa, es una broma para personas de mente sucia, – Magnus se levantó extendiéndole una mano a su novio y mientras se sacudía sus pantalones, añadió. – No te preocupes, garbancito, te dejaré dormir en mi heno cuando quieras. –

– Me enfermas, – dijo Isabelle asqueada, caminando hacia la lluvia. Magnus la siguió riendo a carcajadas con un Alec preguntándose que diablos tenía de doble sentido dormir en heno.




Hay esa canción queda perfecta 💜💜
Les encanto el capítulo? Por que yo estoy muriendo de amor con estos dos 😍
Gracias por leer y hasta luego!

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