17. Descubiertos
Es darte un beso cada noche, que tus manos me enamoren, y que lo nuestro crezca cada día más, por que somos algo más...
Jace.
Con la boca abierta sin control de ella. Nadie dijo nada, todo estaba en un silencio casi cómico. Jace veía de Magnus a Alec y viceversa. Alec solo le veía directo, con la boca abierta pero cuando intentó decir algo Jace ya se había ido. Alec se levantó rápidamente, tomando su playera del suelo, sin mirar a Magnus y corriendo tras su hermano.
Magnus fue dejado la cama de su novio, si es que seguían siendo novios después de eso, viendo a la pared, deseando estar en cualquier otro lugar.
Se sentía horrible, al final de cuentas había sido su culpa. El fue el que no cerró la puerta con seguro y había entrado a la habitación. Pero aun así había un poco de alivio. Alivio de que alguien más iba a saber la verdad y que quizá Alec se diera cuenta de que estaba bien.
Magnus dejó de mirar la pared y se dejó caer en la cama.
– Que mierda. –
No estuvo seguro de cuanto tiempo pasó ahí, viendo el techo. Sabía que Alec necesitaba hablar con Jace. Recordó lo que Clary le contó sobre la amistad de Jace y Alec, sobre como Jace había fingido estar enfermo para poder quedarse con Alec en casa. Y rezó por no haber arruinado eso.
Se sintieron como miles de años, pero finalmente Alec volvió.
– Hey, – dijo Alec parado en el marco de la puerta, y cerrándola.
– Hey, – contestó Magnus, sorprendido de su voz baja y lo tímido que de repente se sentía.
– Entonces, – dijo Alec sentándose en el borde de la cama. Magnus se sentó también, estirando las piernas para enredarlas con las de Alec, el cual sonrió enormemente, para sorpresa de Magnus.
– ¿Te fue bien? – preguntó Magnus precavido, sabiendo que Alec estaría destrozado si Jace no lo hubiera aceptado.
– Mejor que bien, – dijo Alec. Su voz tambaleaba, como si fuera a llorar. – No estaba enojado. Bueno, excepto por el hecho de que no se lo dije. –
– ¿De verdad? – preguntó Magnus agradecido.
– Si, nos lo contamos todo – Alec se encogió de hombros. – Otra cosa... quiere hablar contigo. El e Izzy van a intentar asustarte durante la cena. –
– Eso suena algo terrorífico, – dijo Magnus sin mostrarse así, ya que la felicidad de Alec era contagiosa.
– Claro, – Alec resopló. – No tienes nada de que preocuparte. Traeré a Max para que disminuyan las amenazas. – Alec pausó. – Aunque creo que el podría hacer peores amenazas. Lee un montón de comics y libros raros. –
– ¿Así que debo estar asustado de todos tus hermanos? – preguntó Magnus siendo incapaz de dejar de sonreír. –Eso es algo preocupante. –
– No tienes nada de que asustarte, – bufó Alec, pero se bajó de la cama y le extendió la mano, viéndose bastante relajado. – De nada. No importa lo que digan, probablemente no te voy a dejar por eso, ni nada por el estilo. –
– ¡¿Probablemente?! –
*
– Entonces. –
– ¿Entonces? –
Jace se cruzó de brazos.
Isabelle frunció los labios.
Magnus giró los ojos.
Y Max les veía a todos como si estuvieran locos.
– ¿Qué están haciendo? – preguntó. – Izzy dijo que íbamos a ver Iron Man 2 pero ahora estamos sentado en la biblioteca y Alec no está y las luces están apagadas y mi asma se está comenzando a aparecer y estoy casi seguro que la única persona que le gusta venir aquí es a Alec y...–
– Respira pequeñín, – Jace sonrió y Max dejó de balbucear para tomar una gran respiración. Luego miró a sus hermanos. – Estamos aquí para darle un pequeño aviso a Magnus de cómo tratar a Alec. –
– ¿Cómo tratar a Alec? – preguntó Max, agrandando los ojos con cada palabra. – ¿Magnus está molestando a Alec? –
– ¿Huh? ¿Qué? – Isabelle le miró confundida. – No. El y Magnus se gustan. –
– ¿Gustarse, gustarse? –
– Gustarse, gustarse, – Isabelle asintió, mirándole cautelosa. – Pero es un gran secreto y no le puedes decir a mamá ni a papá. Nunca. ¿Lo juras por el meñique? –
– Por el meñique, – dijo Max firmemente, entrelazando su meñique con el de Isabelle. – Pero Magnus es un chico, – dijo Max de repente.
– Lo es, supuestamente, – dijo Jace viendo los pantalones morados de Magnus y sus uñas a juego.
– Y Alec es un chico, – dijo Max con el mismo tono confundido.
– Si, lo es. –
– ¿Entonces son como Helen y Aline? –
– Si, – sonrió Jace. –Como Helen y Aline. Pero en chicos. ¿Está bien? –
– Supongo, – Max se encogió de hombros. – Si a Magnus le gusta Alec y a Alec le gusta Magnus, está bien. Cristina dice que eso significa que están saliendo, así que ¿son novios? Que cool, – Magnus no tenía idea de quien era Cristina pero Jace e Isabelle se veían satisfechos con la respuesta, por lo que voltearon su atención a Magnus.
– Sabes, – dijo Magnus antes de que comenzaran. – Max tiene un punto, no sobre lo de chico-chico, o sobre quien quiera que sea Cristina, pero si sobre de lo de la biblioteca. ¿Por qué diablos estamos sentados aquí con las luces apagadas? –
– Por que es a prueba de ruido, – Jace se encogió de hombros, – Y las luces apagadas lo hace más intimidante. –
– Creo que es tonto. Ya golpee mis pies como con diez estanterías, – Isabelle suspiró. – Pero como se que nunca ganaría un argumento así con este idiota, decidí ignorarlo. –
Jace suspiró dramáticamente. – No tenemos mucho tiempo antes de que nuestros padres crean que realmente estamos asesinando a Magnus, o algo. Así que comencemos. –
– Como sea, – dijo Isabelle, regresando al tema. – No te atrevas a romper su corazón. Se que ya medio hablamos de ello pero te lo dejaré claro. Tu le rompes el corazón y yo te rompo a ti. –
– Igualmente, – dijo Jace, poniendo su cara de chico rudo con brazos cruzados. – Alec es mi mejor amigo y no dudaré en golpearte tu rostro. Repetidamente. –
– Igual, – dijo Max, aunque no agregó más amenazas, y se fue a vagar por la biblioteca, al parecer amenazar a Magnus no le entretuvo mucho.
– No le voy a romper el corazón a Alec, – dijo Magnus tratando de sonar lo más sincero posible. – Créanme. No está en mi agenda. –
Isabelle sonrió, pero Jace le dio una mirada sospechosa. – ¿Tienes una agenda? –
– Jesucristo, Jace, – Isabelle bufó. – Es una expresión. Solo dale una oportunidad, ya te agradaba Magnus antes, ¿no? Y creías que el y Alec hacían una buena pareja, ¿cierto? – Jace no respondió. – ¿cierto? –
– Cierto, – dijo Jace finalmente y Magnus pudo sentir como una sonrisa se expandía en su rostro y trató, fallando de que no se viera tan presumida como era. – Pero eso fue antes de que me diera cuenta de que estaban folla...– Magnus interrumpió.
– Hey Max, ¿por qué no vas por Alec? Pueden preparar los snacks mientras para ver Iron Man 2. ¿Qué te parece? –
Max sonrió entusiasmado y asintió, corriendo fuera de la habitación dejando a los tres adolescentes solos, con Jace dándole una mirada agradecida antes de continuar.
– Eso fue antes de darme cuenta de que estaban follando detrás de las puertas, – terminó Jace, aunque un poco más bajo.
– No estamos follando, – dijo Magnus, al mismo tiempo que Isabelle decía. – No están follando. –
– ¿No? – dijo Jace alzando una ceja. – ¿Entonces que estaban haciendo cuando les interrumpí? Por qué dios... Mis ojos nunca se recuperaran. ¿Tu como te enteraste? –
– ¿Les interrumpiste? – Isabelle rió. – Maldición. Magnus estaba luciendo un gran y glorioso chupetón. –
– Oh, genial, Alec tiene uno para combinar. –
– ¡No! –
– ¡Si! –
Magnus veía a los hermanos conversando como si el no estuviera ahí. – Bueno si ya terminaron.. me iré a ver una película con su hermano y mi novio. –
– Tu novio, – dijo Jace. – Cierto, escucha. Eres la primer relación de Alec y tienes que entender que esto es nuevo para él y que para nosotros el lo es todo. Por lo que no queremos verlo lastimado y aunque no puedo evitar que te vea, no quiero tener que recoger los pedacitos que dejes. –
– Sabemos que esta relación probablemente no va a vivir más allá del verano, – dijo Magnus. – Pero aun así nos queremos dar una oportunidad, y yo voy a dar todo de mi. –
– Eso es lindo y franco. Alec no nos quiere metiéndonos mucho en su vida amorosa, no que haya mucho en que meterse, – dijo Isabelle. – Por lo que vamos a ver la película, el polvo me comienza a obstruir mis pulmones. Es horrible, no se como Alec se la puede vivir aquí. –
– ¿Por qué tu nunca estás aquí, quizá? – dijo Jace riendo e Isabelle le golpeó el hombro, mientras salían de la biblioteca.
– ¿Qué estaban haciendo aquí? – preguntó Robert viendo a los tres chicos. Todos le miraron sorprendidos, ojos abiertos y sin ninguna excusa.
– Uh, – dijo Jace.
– Solo me mostraban la biblioteca, – dijo Magnus rápidamente, quizá demasiado. – No la había visto aun y Alec dijo que valía la pena. Me encantan los libros y el mapa, – ahora balbuceaba, pero Isabelle y Jace seguían congelados y no había nadie que le detuviera. – ¿El mapa es genial cierto? – Magnus miraba a los otros buscando ayuda.
– Si, – habló Isabelle. – El mapa es súper duper cool. –Todos pusieron miradas angelicales y Robert solo sacudió la cabeza.
– No se para que pregunté. – masculló y se fue a su oficina. Tan pronto como cerró la puerta Magnus se giró hacía Isabelle.
– ¿Súper duper? ¿de verdad? – dijo Magnus imitando a Isabelle. Jace y Magnus comenzaron a reír mientras Isabelle soltaba una risita y movía su cabello.
– Debí haber sido actriz, – farfulló, caminando por el pasillo.
– Gracias a dios eso nunca pasará. – masculló Jace, bajo.
– ¡Te escuché! –
*
– ¿Entonces si vamos a ver Iron Man 2? – preguntó Magnus, tomando el bote de palomitas que Alec le daba e inclinándose sobre la mesa, mordiéndose su labio mientras veía a su novio apretar los botones del microondas.
– Si, la veremos, – dijo Alec, con su mente claramente en otro lugar. Magnus le puso una palomita en la boca y Alec la comió con una brillante sonrisa. – Solo espera hasta que lleguemos a la 3. –
– Ni siquiera sabía que había Iron Man 3 y aunque si me gustó la primera, no estoy muy emocionado. –
– ¿Hay alguna película de superhéroes que ya hayas visto? – preguntó Alec.
– Capitán América, – Magnus se encogió de hombros. –Aunque la vi por el sexy cuerpo de Chris Evans por lo que no me molesté en ver el inicio. –
– ¿De verdad? – Alec abrió la boca. – ¿Cómo por qué te saltaste el principio? –
– ¡Por que estaba flacucho al inicio! – Magnus se defendió. – ¡No la estaba viendo por la historia! Todo lo que quería ver eran sus sexys y sudados abdominales. Tampoco vi el final. –
– Yo lloré al final. –
– ¿De verdad? – Magnus rió. – Quizá deba verla. ¿Llorarías de nuevo si la vemos? –
– Quizá. Es realmente triste el final. Y ni me recuerdes a Peggy en la segunda. –
– ¿Peggy aparece? – Magnus dice, – Pero como es posible si...–
– Oh dios, pero si realmente si viste la película. –
– No, no lo hice. –
– Bueno, – dijo Alec sacando las palomitas del horno. –Si lloraste en esa, probablemente llores en esta. Hay un momento que se que te sacará las lágrimas –
– No, no lo haré. –
– Si lo harás. –
Y aunque Alec ya lo sabía, Magnus nunca iba a admitir que:
1) La película de hecho, si fue increíble.
2) Quizá soltó algunas lágrimas cuando Howard le dijo a Tony que era su más grande creación.
3) Si vio toda la película de Capitán América, y sí, al final lloró como un bebé.
He vuelto... ya salí de vacaciones... y aunque conseguí trabajo de verano seguiré actualizando y traduciendo nuevas historias C:
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top