16. Celos
Haces que mi alma sienta amor de nuevo
Haces que a tu lado ya no sienta miedo
Haces que me entregue con cada latido y
Que no quiera ni un segundo sin estar contigo
Magnus suspiró, esto era demasiado. Y ridículo. El día había llegado. Solo tenía que ser un hombre y hacer algo. Tenía que decirle a Alec. Dios, iba a romper su corazón.
Caminó hacía el cuarto de Alec, abriendo la puerta y cerrándola tras él. Alec, quien estaba leyendo un libro en su cama le vio algo sorprendido. Se sentó dejándole un espacio para que Magnus se sentara a su lado.
– ¿Estás bien? – preguntó Alec, viendo a Magnus minuciosamente.
– No, –dijo Magnus firmemente e inmediatamente Alec se acercó, pasando su brazo por la cintura de Magnus y viéndole un poco preocupado. – Hay algo que tengo que hacer por que ya no lo soporto. –
– ¿Qué paso? – ahora le veía realmente preocupado.
– Tengo que cortar mi cabello. – Su novio realmente no entendía la seriedad de ello por que inmediatamente comenzó a reír.
– Oh por dios, Magnus. ¡Pensé que algo iba realmente mal! –
– ¡Es algo serio! – insistió Magnus, tocando su cabello con dolor. – ¡No tengo idea de que clase de persona cortará mi cabello aquí! Además, – añadió con un suspiro dramático. – Dijiste que te gusta largo. Pero ya no lo soporto. –
Alec se sonrojó, en una de sus sesiones de besos había admitido que le gustaba su cabello largo. Y Magnus admitió que le gustaba que jugara con su cabello. Así que Alec aprovechaba cada oportunidad para acariciarle el cabello por lo que Magnus estaba desanimado por tener que cortarlo.
– Esta bien, – dijo Alec. – Claro que no lo soportas, cubre tus ojos. –
– Igual el tuyo, – Magnus sopló, moviéndole su cabello de la cara.
– Bueno si, – dijo Alec sonriendo. – Pero yo casi ni lo noto. Y tu siempre te lo estás quitando de los ojos. Además hay un muy buen barbero en el pueblo. –
– ¿Barbero? – preguntó encogiendo su nariz. – Supongo que no debería sorprenderme que no haya un estilista, ¿cierto? –
– Vamos, – dijo Alec levantándose de la cama y tomando su mano. – Podemos ir ahora mismo. –
– ¡No quiero que me corten el cabello en cualquier barbería! – gritó Magnus dando un paso para atrás. Alec giró los ojos sonriendo.
– ¡Estará bien! –
– Iré, – dijo Magnus viendo a Alec con perspicacia y sonriendo. – Con una condición. –
*
– ¿Realmente convenciste a Alec de que se cortara el cabello? – preguntó Helen, con tono sorprendido.
– Si, lo hice, – dijo Magnus sonriendo con orgullo.
Estaban sentados en el parque donde casi se dan su primer beso, esperando al padre de Helen. Se suponía que el era bastante bueno cortando el cabello. Andrew Blackthorn estaba fuera haciendo un recado y Helen visitaba la tienda cuando vio a Magnus y Alec sentados fuera esperando. Ella venía con su montón de hermanos, por lo que decidieron esperar sentados en el parque.
– ¿Dónde está Aline? – preguntó Alec.
– Dijo que con su mamá, – dijo ella triste. – No la veré hasta más tarde. Sin mencionar que estoy de niñera, – resopló viendo a sus hermanos.
Magnus rápidamente había conocido a la familia. Octavia era la menos con tres años, a su lado estaba Drusilla con ocho. Eran casi tan lindas como Max. Tiberius y Livia eran gemelos y tenían diez años. Y los que faltaban eran Julian y Mark, quienes estaban fuera con un amigo de Julian. Magnus agradecía el no tener hermanos cuando Helen tuvo que separar a los gemelos para que no se mataran entre ellos.
– Entonces, – dijo Magnus lentamente, para romper la tensión. – Supongo que ser hermana mayor no es tan divertido. –
– No, no lo es, – Helen suspiró. – Los amo, pero son demasiado. –
– Conozco el sentimiento, – dijo Alec, viendo a los niños con cariño. – Se volverá más fácil cuando crezcan. –
– Sin mencionar que me iré, – dijo Helen con una gran sonrisa. – Estoy demasiado emocionada. Aline y yo vamos a viajar por el mundo, – sus ojos brillaban y Magnus no pudo evitar una chispa de celos. No sabía lo que pasaría, pero viajar por el mundo con Alec sonaba bastante bien.
– ¿Alguna idea de a donde irán? – preguntó Magnus intentando no mostrar celos.
– A cualquier lugar que no sea aquí. Tan pronto como nos graduemos nos subiremos a un avión. Intento convencer a Alec de que venga con nosotros, pero al parecer siente que tiene un deber aquí, – suspiró viéndole con algo de lástima. Magnus no quería ventilar que ya sabía sobre el deber que Alec creía tener con su familia, pero Alec le distrajo.
– Quizá viaje, – dijo Alec. – Solo no se a donde. –
– No vas a ir a ningún lado, – soltó Helen. – Ambos lo sabemos. Vas a envejecer aquí, en la granja de tus padres y te casarás con Maia, – la boca de Alec se abrió de sorpresa. – Vamos Alec. Ambos salieron un motón de tiempo y se las arreglaron para quedar como amigos después de romper. Están hechos el uno para el otro. –
Magnus estaba al borde de la risa. De todas las personas, Helen debería notar que Alec no estaba interesado. Alec le había contado que ella había usado la misma táctica con un chico del pueblo.
– No me voy a casar con Maia, – dijo Alec firmemente. –Ni en un millón de años. –
– Bueno, eso me dolió. –Todos voltearon a ver a Maia sonriéndoles. Estaba parada a unos metros, paseando. Se acercó y se sentó en el regazo de Alec y sacudió su cabello.
– Creo que se ven lindos juntos, – Helen sonrió. Magnus sintió algo de celos, a pesar de saber que Alec preferiría tener a Magnus en su regazo.
– Nunca pasará Helen, – Maia negó. – Alec y yo no funcionamos como pareja. –
– ¿Por qué no? –
– Por muchas razones, – masculló y Alec rió.
Helen les miró en desacuerdo pero lo dejó pasar dado que tuvo que levantarse a separar de nuevo a los gemelos quienes peleaban jalándose el cabello.
– De nuevo, agradezco no tener hermanos menores. ¿Tu tienes Maia? – preguntó Magnus y todos se tensaron.
– No, – dijo bajo. – Ya no. – Magnus iba a preguntar pero Alec le detuvo, mascullando "no ahora".
– Creo que tienes suerte Magnus. Los hermanos son muchos problemas, creo. – dijo Helen suspirando y lanzándole una mirada a Drusilla, quien comenzaba de nuevo a jalarle el cabello a su hermana.
– A mi me gusta tener hermanos, – Alec dijo. – Incluso cuando son molestos, sin mencionar cuando Izzy se lanza sobre mi. –
– Eso es por que tu naciste para ser hermano mayor, –dijo Helen rodando los ojos. – Mataría por tener un hermano como tu, – Alec le dio una mirada incrédula. – ¡Enserio! Eres protector, divertido, buen cocinero, inteligente y amable. Me casaría contigo si no fuera completamente lesbiana. –
– Hablando de lesbianas, – dijo Magnus al ver aparecer a Aline.
– Eso no tuvo mucho sentido, chico de ciudad, – dijo Aline depositando un beso en la mejilla de Helen. – Pero lo dejaré pasar. ¿De que estaban hablando? –
– De lo increíble que es Alec, – dijo Magnus y Alec resopló.
– No soy increíble. –
– Claro que lo eres, – dijo Maia. – Solo no lo crees por que tus estúpidos hermanos absorbieron toda la vanidad de tu familia y no te dejaron nada. –
– No sabía que había una cuota de vanidad por familia, – dijo Magnus riendo, tratando de ayudar a Alec, dado que se veía incomodo siendo el centro de atención. – Todos estos años me pregunté por que era tan vanidoso y ahora tengo mi respuesta. –
– Entonces, – dijo Helen desviando su atención a Magnus. – ¿Es cierto que nadie es virgen en la gran ciudad? Por que he escuchado rumores y estoy un tanto preocupada. –
– ¿Es cierto que todos fuman marihuana en el campo? – Magnus alzó una ceja – También he escuchado rumores de que son bastante racistas y homofóbicos. –
– No seas ridículo, nadie aquí es racista, – dijo Helen y todos la vieron incrédulos. – Quiero decir, nadie anda quemando coches o cosas así, – todos le seguían viendo igual. –Okey olvídenlo. No puedo defenderlos. – Aline bufó.
– Racistas y homofóbicos, – Maia suspiró. – ¿No un misterio el por que la gente prefiere mudarse a la ciudad? –
Helen sonrió. – Miren, mi papá ha regresado. ¿Quién está listo para un corte de cabello? –
Magnus alzó la mano, con su cabello cayéndole por los ojos. No le había puesto gel por que se lo iban a cortar. Y trató de pretender que no era tierna la forma en la que Alec enredaba sus manos en el cada vez que se besaban. Alec, quien tampoco estaba muy emocionado por cortarse el cabello, alzó la mano lentamente. Magnus le sonrió y el le devolvió la sonrisa. A pesar de todo, Magnus estaba agradecido de que Alec estuviera dispuesto a cortarse el cabello con él, y Maia veía la mano alzada de Alec como si fueran tentáculos.
– ¿Quién diablos te convenció de cortarte el cabello? – preguntó ella, alejándose un poco para verle apropiadamente, sin moverse de su regazo. Magnus comenzaba a molestarse por la posición, pero trataba de evitar que la posesividad saliera.
– Magnus, – dijo Helen feliz. – Es maravilloso. Isabelle lleva meses intentándolo y Alec solo le ignoraba. Yo no puedo hacerlo, encuentro imposible ignorarla cuando habla. No se como te las arreglas. –
– Años de práctica, – bufó Alec y Maia sonrió, tomando un mechón en sus dedos. – Ahora, si fueras tan amable de levantarte para que pueda resolver el problema del cual al parecer todos les preocupa, – le dijo a Maia.
– Es un gran problema, – dijo Maia, levantándose sin protestar, ofreciéndole una mano a Alec para ayudarle. – Se comienza a ver ridículo. –
– Me gusta largo, – se quejó Alec.
– Lo se, – Maia suspiró. – Pero se ve tonto, – todos rieron y Alec hizo un puchero, ayudando a Magnus pararse para ir por su corte de cabello.
*
Alec sonrió contra los labios de Magnus y Magnus soltó una risita. Se sentía como un estúpido adolescente. Nunca había tenido que esconderse en una habitación antes, para liarse con alguien, con el miedo de que alguien los fuera a descubrir. Por primera vez estaban haciéndolo en la habitación de Alec, la cual era adorablemente azul. No era el color favorito de Alec- Magnus estaba casi seguro de que era el negro- pero era el color que su familia le había asignado. Las lámparas, sabanas, cuadros, todo era azul.
Y los más sorpréndete eran los libros. Los estantes iban desde el techo hasta el suelo en toda la pared. Había en la mesa y estaban acomodados por orden alfabético.
Ahí estaban, en la cama, en su habitación. Magnus estaba sentado en el regazo de Alec, con sus manos en su cabello recién cortado, besándose. Las manos de Alec en su cadera, acariciando su piel bajo su playera. El sol bajaba y el reloj marcaba las seis de la tarde.
Magnus estaba sorprendido de lo mucho que habían logrado guardar el secreto. De que nadie notara como se escabullían y volvían con las mejillas sonrojadas y sonrisas radiantes. Se separaron viéndose a los ojos con sonrisas, que les quitaban en aliento. Magnus podía quedarse ahí el resto del verano. Viviendo de Alec y viéndole respirar.
– ¿Estás seguro de que eres real? – preguntó Magnus, viendo a Alec sonrojarse y girar los ojos, listo para argumentar. – No respondas eso, – Magnus masculló contra sus labios, inclinándose para besarle de nuevo. – No me importa. –
Podía sentir la sonrisa de Alec sobre sus labios, mientras se besaban, sintiéndose maravilloso. Lo que no era maravilloso era que Alec olía a algo que no era Alec. Más específicamente, olía a Maia. Así que Magnus, siendo el bastardo posesivo que era y cansado de pretender que no estaba celoso, jaló a Alec, le quitó su camisa y le hizo un muy oscuro y probable doloroso chupetón. Y Alec jadeó, casi empujando a Magnus.
– ¿Qué diablos fue eso? – Alec dijo cuando Magnus se alejó. No estaba enojado, pero había molestia en su voz y ya no sonreía. Magnus se sintió mal, pero la marca le había ayudado a disminuir sus celos.
– Nada, – dijo Magnus inclinándose por otro beso.
– Magnus, – dijo Alec, manteniendo un tono suave, pero Magnus podía notar el enojo que estaba al fondo de su voz. – ¿Cual es el problema? –
– Ninguno, – dijo Magnus de nuevo, pero incluso el admitió que no sonaba convincente.
Alec intentaba mantenerse sereno, pero sus cejas continuaban frunciéndose. Magnus podía sentir el ambiente cambiando.
– Por dios Magnus, – Alec resopló. Magnus se alejó, sentándose en frente de él. – Soy nuevo en esto, pero estoy seguro que me tienes que decir cuando algo va mal. –
– No es nada, – Magnus soltó, jugando con sus manos y tratando de ignorar lo infantil que estaba siendo.
– ¿Así que solo vas a andar por la vida mordiéndome? Quiero decir, entiendo el significado de los chupetones, no soy un niño. Pero ese realmente dolió, – sonaba herido y Magnus pudo sentir la culpa creciendo.
– Lo siento ¿ok? – dijo Magnus, dándole un beso en la mejilla. Magnus trato de no sentirse mal cuando Alec se alejó. – No es nada. Solo olvidémoslo ¿si? – Alec alzó una ceja y Magnus suspiró, volviendo a ponerse en el regazo de Alec. – Okey. Es solo que... olías a ella, ¿okey? –
– Olía a ella, – lo repitió Alec lentamente, y luego de nuevo. Entonces una sonrisa se formó en su rostro. – ¿Estás celoso? – Magnus bufó y escondió su rostro en el pecho de Alec. Pero no importaba por que podía escuchar la risa de Alec.
– No lo estoy, – protestó Magnus débilmente. – Es solo que...–
– Celoso, – rió Alec. – De mi heterosexual, amiga. –
– Cállate, – Magnus suspiró. – Es que todo lo que dijo Helen me hizo preguntarme si estarías mejor con Maia, ya sabes, encajando en la vida de campo. –
– Piensas que la chica negra y el chico gay deberían estar juntos? Eso haría feliz a todos los racistas homofóbicos, – Magnus levantó el rostro.
– Es en serio, – dijo Magnus. – No lo se. Te vi con ella y lo odié, por que nosotros no podemos ser así. No poder ser tan abiertos me está matando. –
– Oh, – la sonrisa de Alec desapareció. El silencio calló entre ellos. – Magnus se que esto no te gusta. Y les diré. –
– Lo se, – dijo Magnus pasando sus manos por el cabello de Alec. – Y yo esperaré. Lo haré, es solo que... – pasó su mano por el peco de Alec. – Quería marcar mi territorio y así. –
Alec rió y Magnus le dio una sonrisa de disculpa. Y todo estuvo olvidado. Las cosas volvieron a ser amaneceres y la nube gris desapareció. Alec le jaló de vuelta para otro beso y Magnus puso sus manos alrededor de sus hombros.
Magnus deseó quedarse así por siempre. Pero no se pudo, por que los deseos no se vuelven realidad y la suerte se les agotaba. Por que no podían mantener el secreto por siempre y estaban destinados a ser descubiertos.
Y porque Magnus olvidó cerrar la puerta.
– ¡Santo cielo! –
Los ojos de Magnus y Alec volaron hacía la puerta. Una silueta con una expresión difícil de leer estaba parada frente a la puerta, y era indudablemente una de las personas que Magnus rogaba por que no fuera.
Bueno, les prometí dos capítulos hoy, y aquí están C: jaja quien creen que los cachó?
Jajaa me encanta que en esta historia Magnus es la reina del drama
Mañana actualizo Be my Escape... Disfruten el cap
Y el nuevo capítulo de shadowhunters!!!!!!!!!
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