14. Le esperaría por siempre

"Yo quiero un mundo contigo, juro que vale la pena esperar, esperar y esperar un suspiro,
Una señal del destino, no me canso, no me rindo, no me doy por vencido"




Will nunca le iba a hablar de nuevo. Era oficial. Magnus le había llamado más de una docena de veces y siempre terminaba en buzón de voz. Estaba acostado de nuevo. Sabía que podía ir a buscar a Alec, pero se estaba intentando autocastigar por molestar a Will. Estaba ahí, ahogándose en su propia lástima, cuando Isabelle azotó su puerta, entrando y volviéndola a azotar para cerrarla.

Se sentó, viendo a una Isabelle enojada con su computadora sosteniéndola de forma que Magnus pudiera ver la pantalla.

– ¿Puedes explicar esto? – soltó con voz enojada como si quisiera golpearle en el rostro.

Magnus tomó la computadora titubeante, y vio que se trataba de su página de Facebook. No lo entendía, el por que estaba molesta. ¿No les quería juntos?

– No lo entiendo, – dijo Magnus lentamente.

– Eres un completo imbécil, – Isabelle se cruzó de brazos. – No puedo creer que haya sido tan estúpida. De verdad me agradabas y todo este tiempo estuviste jugando con Alec. Eres desagradable...–

– Espera, – dijo Magnus dejando la computadora y moviendo las manos. – No estoy jugando con Alec. Ni un poco. –

– ¿Oh enserio? Por que de acuerdo a Facebook, tu tienes un misterioso novio en Nueva York el cual nunca mencionaste, – dijo ella señalando la pantalla. Su página no era muy pública, por lo que solo se podía ver su foto de perfil, cuantos amigos tenía y lo más importante: que tenía una relación. Lo que no podía ver ella es que era reciente.

– Isabelle, no tengo un novio en Nueva York, – suspiró Magnus.

– ¿Entonces por qué tu estado dice...– Isabelle se congeló. – Mierda, – miró a Magnus mientras sonreía enormemente. Gritó, sacudiendo sus brazos. – ¡Tienes que estar de coña! ¡Oh por dios! No puedo creerlo. Wow. Suéltalo. –

Magnus se dio cuenta de que probablemente Camille e Isabelle se llevarían bastante bien. – Bueno, estábamos teniendo esta sesión súper caliente de besos...–

– Okey, eso es asqueroso, – Isabelle trataba de mostrarte disgustada, fallando.

Por segunda vez alguien abrió su puerta sin preguntar, y no era Alec. Era Jace, viéndose alarmado.

– ¿Qué pasó? – preguntó viendo entre los dos. Magnus cerró sutilmente la computadora para que Jace no viera la pantalla y sumara dos más dos. – Vine por que pensé que Magnus te estaba asesinando. O teniendo sexo contigo, – y agregó después de pensarlo. – Pero eso parece poco probable. –

Le tomó menos de cinco segundos a Isabelle deshacerse de Jace. – Oh por dios. Kim Karashian...– Y se había ido. Magnus soló una carcajada.

– Eres increíble, – ella sonrió. – Pero enserio, de verdad me gusta tu hermano y como puedes ver, no estoy jugando con él. –

– Eso es increíble, – dijo ella. – Es mucho más feliz contigo. De verdad, desde que llegaste ha estado de buen humor. Y hasta habla, – terminó con sarcasmo, pero aun con algo de verdad. Aunque Magnus no podía dejar de sonreír sabiendo que Alec era más feliz desde que el estaba ahí. – Saben que a larga distancia no podrán funcionar, ¿cierto? –

– Si, – dijo Magnus, viendo la computadora de Isabelle. – Hemos hablado de ello. –

– ¿Dónde habías estado todo este tiempo? – Magnus levantó una ceja e Isabelle rió, tomando su computadora y dejando la habitación. – Ya te lo había dicho, pero para recordártelo. Si le rompes el corazón yo te rompo a ti, – cerró la puerta.

*

Magnus despertó la siguiente mañana, vistiéndose adormilado y tomando su cámara, sin mirar su cabello antes de salir de la habitación. Chocando con Alec.

Su novio le sonrió. – Bueno días extraño. –

Magnus le sonrió de vuelta, jalándole de la playera metiéndolo a su habitación. Cerró la puerta, le tomó del cabello y lo atrajo para un beso. Alec gimió de sorpresa pero le jaló aun más cerca, tomándole de la cintura.

Alec les giró, poniendo a Magnus contra la pared y mordiendo su labio inferior. Magnus gimió y le jaló el cabello, sintiendo como Alec sonreía contra sus labios.

– ¿Qué vamos a hacer hoy? – preguntó Magnus sin aliento mientras Alec se separaba para besar su mentón.

– Lo que tu quieras, – Alec sonrió acariciando el cabello de Magnus y descansando su frente en la del otro. Magnus creía que aunque así no pudiera ver bien su rostro, era algo reamente íntimo y maravilloso.

– ¿Podemos ir a una aventura? – preguntó Magnus, enredando un mechón del cabello de Alec en su dedo. – De tipo de nada más vagar por ahí y platicar. –

– Suena como un plan, – dijo Alec sonriendo.

*

Magnus agarraba fuertemente a Alec de la mano, sintiendo las ramas y riendo. Estaban corriendo sin ninguna razón y Alec era rápido. Magnus no había corrido así en mucho tiempo, al menos no en medio del bosque. Era maravilloso, el mundo entero era un borrón y lo único que Magnus escuchaba era su corazón y sus pisadas. Alec estaba ahí también, sosteniéndolo de la mano, guiándole a través de los árboles.

Pararon en un claro, mientras el sol salía de los árboles. Cuando Alec se detuvo Magnus aprovechó para tomarle una foto. Alec le quitó la cámara gentilmente, poniéndola en el piso. Alec tomó una de sus manos y le acercó jalándole de la cintura. Magnus dejó caer su mano libre en el hombro de Alec y comenzaron a bailar.

– ¡No se bailar esto! – reía Magnus, tropezando con Alec. Su novio solo sonreía.

– ¡Vas a tener que aprender! Tienes que prepararte para la boda, – Alec le guiaba, riendo a carcajadas cada vez que chocaban o Magnus le pisaba el pie.

Alec hizo girar a Magnus, y de repente, comenzó a cantar haciendo que Magnus dejara de respirar.

– ¿Cantas? – preguntó Magnus, viéndole. Alec mordió su labio y asintió. – Sabes, amo a Ed Sheeran. –

– Me lo imaginé, – Alec sonrió, casi engreídamente. – También toco el violín. No se por que, pero aprendimos. Soy mejor que Jace. –

– ¿El también toca? –

– No, – dijo Alec. – Pero lo intenta, – Magnus rió.

Después de unos minutos de bailar, con Alec cantando, Magnus tuvo que preguntar lo único que rondaba en su mente.

– ¿Cuándo les vas a decir? –

Alec falló en los pasos. Vio sus pies y mordió su labio. Magnus intentaba ser paciente, pero Will tenía razón. No podía ser el sucio secretito de Alec por siempre, no era justo para el. El también quería ser feliz y si no iban a funcionar, entonces Magnus tenía que tomar una decisión. Como punto a su favor, Alec no mintió.

– No lo se, – dijo sinceramente, apretando su agarre en la mano de Magnus. – Estoy demasiado asustado. –

– Te aman, – dijo Magnus. – Siempre te amarán. –

– No puedes saberlo. – Magnus suspiró. No podía garantizarlo, la forma en que Robert reaccionó cuando el dijo que era gay no fue muy positiva. Pero Magnus no quería que viviera asustado. – Creí que habías dicho que estabas bien al esperar. No estoy listo. –

– Pero ¿lo estarás? – preguntó Magnus. Solo llevaban un día y Magnus ya comenzaba a preguntarse si era buena idea esto. Todo de Alec le volvía loco, eraincapaz de mantener su mente clara, y sus decisiones parecían cambiar cada cinco minutos.

– No lo se. Quiero decirles. Tengo que, o voy a explotar. Pero no se como o donde. No puedo ni imaginarme como irá, y no estoy seguro de querer hacerlo. –

– Te digo que estará bien. –

– Y yo te digo que no puedes saberlo, – dijo Alec firme. – Mira, realmente quiero que funcionemos. Le diré a mis padres. Por ahora, trabajaremos en tus habilidades de baile. –

– Realmente soy muy malo, ¿cierto? – dijo Magnus riendo.

– Lo eres, – Alec sonrió, atrayendo a Magnus de nuevo con una sonrisa. Magnus se preguntó si así era como se suponía que debía ser el amor. No era por sexo, dinero, o popularidad. Había problemas en medio, muchos, pero sentía que podía con ellos, por y con Alec.

Alec le giró una última vez, manteniendo sus manos unidas. Magnus terminó en el pecho de Alec y este le sonrió antes de besarle lentamente.

– Le diré a mis padres, – dijo Alec, pero sin verle a los ojos y Magnus se preguntó a quien intentaba convencer.

– Lo se, – dijo Magnus bajito, ignorando la duda en su estómago.

Dejaron de bailar, pero Alec le atrajo para otro beso. Magnus mantenía una mano en la de Alec y la otra en su pecho. Alec suspiró en el beso, y su otra mano se metió bajo la playera de Magnus, acariciando su espalda.

Mordiendo el labio de Alec y deslizando su lengua en la boca de su novio, Magnus gimió. Jaló el cabello de Alec, pasando sus manos por el y escuchando a Alec jadear cuando lo jaló más fuerte.

Este era un momento de su rom-com. Era como sacado de una novela romántica. Era el perfecto lugar con el perfecto chico. Camille siempre le decía que las películas de comedia romántica eran falsas y que era imposible vivir algo así. Pero ahora Magnus creía que si era posible. Con Alec, todo era posible.

Ya le diría a sus padres en su momento. Magnus no quería admitirlo, pero probablemente le esperaría por siempre. Eso le asustaba, pero no podía rendirse con Alec.

Caminaron de vuelta lentamente, recargándose en el hombro de Alec. Había tomado más fotos de ambos, besos y más. Magnus notó que, en muchas, el cabello de Alec era la definición de sexo y que no había forma de que se las mostrara a alguien más. No eran fotos de tipo noche de sexo, pero definitivamente eran de una caliente sesión de besos en el bosque.

Vislumbraron la casa y Magnus se debatió entre separarse o no. Pero cuando Alec no lo hizo Magnus se deleitó con el sentimiento de estar juntos en un lugar donde todos pudieran verles. No era demasiado, pero era suficiente.

Isabelle estaba recargada en la entrada. Magnus sonrió y le tomó una foto.

– Ahí están, – ella suspiró. – Han estado fuera por años. Pensé que lo estaban haciendo en medio del bosque. De verdad, la limpieza viene primero y aunque follar contra un árbol es increíble, no ...–

– ¡Iz! – Alec prácticamente gritó, viendo a su hermana con ojos abiertos. – Cualquiera puede escucharte. –

– Lo han hecho oficial en Facebook, podrían también hacerlo oficial en todas partes. – Isabelle giró los ojos. – No me veas así, si lo se Alec. Pero por que me puse a stalkear a tu novio, y además, ya sabía que ustedes andaban haciendo cosas sucias. –

– No hacemos cosas sucias, – bufó Magnus.

– Claro, – Isabelle arrastró las palabras, – Por que ambos son las perfectas virgen María. –

– Realmente piensas que soy una especie de zorra, ¿cierto? – Magnus rió, tomando una foto del sonrojo de Alec. Isabelle miró el cabello de Alec y rió.

– Quizá quieras peinar tu cabello, querido hermano. Magnus realmente hizo lo suyo con el, – la mano libre de Alec inmediatamente voló a su cabello, y su sonrojo incrementó. Masculló algo y jaló a Magnus dentro e la casa. Isabelle les vio las manos entrelazadas y de nuevo levantó una ceja.

Magnus le mostró la lengua, incapaz de aguantar la sonrisa que se esparció en su rostro. Ella le sonrió de vuelta. Magnus no estaba preocupado por su aprobación, pero era lindo saber que la tenía. La sonrisa en su rostro era brillante y hermosa. Justo así, Magnus supo que tenía su bendición.

Isabelle no comentó nada sobre sus manos y así se quedaron, casi inconscientes de ello, hasta que se separaron para ir a sus habitaciones.




Bueno lo de la letra de una canción también aplica para esta historia ;D
Nos vemos mañana

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