2- Sexo y promesas.

  Aliosha recorre el cuerpo del hombre dándole suaves besitos, primero, y luego explorándolo con la lengua. Al llegar al miembro, antes de succionarlo con la boca, lo acaricia del reverso, subiendo despacio hacia la punta. Luego, hace lo mismo del otro lado.

ᅳ¡Te quiero, Aliosha! ᅳsuspira Marcello, rozándole el pelo con devoción, mientras ella se le recuesta contra el vientre.

  La chica está a punto de llorar. ¿Qué habrá hecho para que la castiguen tanto? Está casada con un monstruo que la ha engañado desde el principio.

  Dominique era amigo de su hermano Andrei y visitó en varias ocasiones la casa familiar de Minsk. Desde el primer momento le dejó claro que se encontraba impactado por su belleza adolescente.

ᅳAliosha, tengo grandes planes contigo ᅳle prometió en el último de sus viajes a Bielorrusia, pasándole la mano por el rostroᅳ. Con tu cara y tu cuerpazo voy a hacer de ti una top model. Soy socio de Elite Model y siempre buscamos chicas con tu tipo. Así de rubias, de ojos grises y con piernas interminables. Te dejo mi tarjeta, piénsalo.

  Dominique era un dechado de dulzura. Sin embargo, cuando se reunió con él en Villefranche-sur-Mer, sólo la esperaban patrañas y abusos. No tenía relación alguna con el mundo de la moda pero sí con el de la prostitución. Al día siguiente de su arribo, ya estaba trabajando en una habitación doce horas seguidas y no se salvaba de esa tortura aunque estuviese menstruando.

  Cuando comenzaron a burlarse de él por su afición a los chicos, le dijo:

ᅳEn una semana nos casamos, Aliosha.

ᅳ¡¿Qué?! ᅳse asombró la muchacha, quedando con la boca abierta.

  Dominique nunca le demostró un cariño especial. Se acostaba con ella como con las demás, una vez cada tanto. Más para demostrar su poder que por ganas. Nadie ignoraba que sus apetencias sexuales iban por el lado de los muchachos extremadamente jóvenes. Como no estaba demasiado convencida, él manifestó:

ᅳPiensa: vivirás a todo tren y no tendrás que trabajar.

  Después de pronunciar esas palabras, Aliosha no necesitaba reflexionar más: si el matrimonio servía para que se viera libre de vender su cuerpo a cualquier extraño, joven, viejo, horrible o guapo, por ella estaba bien. Pero en esto, como en todo, Dominique la engañó.

ᅳAliosha, cariño ᅳle dijo una tardeᅳ. ¿Sabes qué? François me ha dicho que me envidia la mujer.

ᅳ¿Sí? ᅳle preguntó ella, sintiéndose halagada, era un hombre muy apuesto.

ᅳSí, querida ᅳle contestó sonriendoᅳ. Le he dicho que si me pagaba dos mil euros la noche podía acostarse contigo y me respondió que sí. ¿Tú qué dices?

  Por enseñanza de los años que llevaba con Dominique, sabía que debía responderle afirmativamente enseguida. De lo contrario, empezaría a gritar, a aporrear las puertas y tirar la mesa y las sillas por el aire. Sin embargo, sí tuvo algo que objetar:

ᅳSoy tu esposa, ¿no te parece que comerciar también con esto te deja mal frente a los demás?

  Ella pudo observar cómo el rostro adquiría una mueca siniestra:

ᅳYo decido qué está bien y qué está mal en este matrimonio. Y créeme, dos mil euros por tan poco merecen la pena. Pagué mucho por ti a tu familia en Bielorrusia y es hora de recuperarlo. Pero no te preocupes, te prometí que dejarías la profesión y sólo será para gente de confianza y con mucho dinero. Y te prometo que guapos, además. ¿Qué más quieres?, ¿dónde has visto un marido tan comprensivo?

  Y fue de esa manera como comenzó a tener sexo con los conocidos de Dominique, todos ricos empresarios o políticos. Así intimó con Marcello, su colega desde la infancia, de cuando su marido pasaba las vacaciones en la Toscana.

  Aliosha no entendía qué los unía porque no podían ser más opuestos. Aunque, admitía, su esposo era una persona encantadora de puertas para afuera y disfrazaba su naturaleza implacable. Cuando se dependía de él, se transformaba en una serpiente tóxica. Había enredado a su amigo, utilizando la atracción hacia ella como un señuelo para sacar provecho. La madre y el padre de Dominique estaban muertos, de lo contrario los tendría trabajando en el prostíbulo, para ese individuo no había nada sagrado.

  Nunca había visto a Marcello mientras trabajaba en el burdel. Sin embargo, la atracción surgió de forma inmediata, algo de lo que Dominique se percató al instante e intentó exprimir para hacer caja. Empezó a acostarse con él una vez a la semana y se fue enamorando al mismo tiempo. El hombre le confesó que a él le había sucedido lo mismo y que por eso seguía encontrándose con ella, aunque le pareciera indigno. Peor era no verla y dejarla a merced de ese monstruo.

ᅳ¿Por qué no lo abandonas y nos vamos juntos a Roma? ᅳle preguntó, al poco tiempo.

ᅳTú no conoces a Dominique ᅳle respondió ella, horrorizadaᅳ. Seguro que nos sigue hasta allí y me mata, sólo para darnos una lección. Lo conozco perfectamente, no sabes de lo que es capaz. Al menos así podemos seguir viéndonos.

  Pero cada vez se les hacía más difícil. Se querían demasiado y lo que vivían no era justo, ninguno de los dos se lo merecía.

  Marcello la gira sobre el lecho y empieza a besarle los dedos de los pies, casi como si estuviera rindiéndole tributo a una diosa. La acaricia con la lengua y las manos en las piernas, subiendo por los muslos tersos. Le abre las extremidades y comienza a frotarle el clítoris con ternura: la nota tensa, preocupada, no se relaja.

ᅳ¿Qué sucede, mi amor? ᅳle pregunta, sentándose en la cama y mirándola a los ojos.

ᅳNo soporto más esto ᅳle confiesa, extendiendo el brazo y acariciándole la caraᅳ. Desde que Dominique ha enfermado no dejo de pensar en lo fácil que sería acabar con tanto sufrimiento.

ᅳ¿Y qué has pensado? ᅳle pregunta Marcello, interesadoᅳ. Sea lo que sea estoy dispuesto a apoyarte. Lo que sea, ya me entiendes.

  Y Aliosha comienza a explicarle qué ha estado planeando para librarse de esa sombra negra que es su esposo.


 Canción Money on my mind, de Sam Smith  

https://youtu.be/K0G9T5Bnjlc



En el vínculo externo dejo un artículo sobre esclavitud sexual. 

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