1- El propietario del burdel.

  El médico movía la cabeza negativamente mientras auscultaba a Dominique Morandé, el dueño del prostíbulo Moulin Rouge.

  "Por supuesto que el nombre suena tan presuntuoso como su propietario", pensó el doctor Dujardin, harto del hombre, "¿quién se cree que es?" Un puticlub de carretera, cuya fachada reproducía hasta el más minúsculo detalle del molino de la famosa sala de espectáculos parisina, quedaba fuera de lugar en medio de la nada. No obstante ello, los clientes se apelotonaban dentro de las distintas salas: de día los casados y por la noche los demás.

ᅳ¿Y con qué me va a molestar esta vez? ᅳgritaba Morandé, removiéndose en la camaᅳ. Pienso levantarme hoy mismo, no soporto el reposo. El negocio se va a ir al garete si me sigo ausentando y dejando a mi mujer para que capitanee el barco. ¿Lo de tenerme encerrado no será idea de esa puta?

ᅳEl corazón le ha dado un aviso ᅳexpresó el facultativo, forzando un tono comprensivoᅳ. Reposo absoluto por un par de semanas más y ya veremos qué sucede. ¿Entendió? Ningún esfuerzo.

ᅳSoy joven, apenas tengo cuarenta años, no puede condenarme a esta inmovilidad.

ᅳUn par de semanas y vemos qué tal va, ¿comprende? Nada de desesperarse.

ᅳSi no hay más remedio...

ᅳNo lo hay ᅳinsistió el médico.

  Acomodó el maletín y abandonó la habitación de aquel individuo exasperante. Bajó la escalera hasta la cuarta planta, donde trabajaba su querida Chienne [*], el nombre de guerra que le había puesto ese explotador. Había perdido la cuenta de la cantidad de oportunidades en las que le había pedido que abandonase la prostitución. Morandé la aterrorizaba: decía que hasta que no le pagara la cantidad que le adeudaba por traerla a Europa, no podía dejar la actividad.

ᅳYo te doy esa suma y te vienes conmigo ᅳle decía un día sí y al otro también.

ᅳAl jefe se le paga con años ᅳle contestaba siempreᅳ. Le prometí seis años de mi vida y si no los cumplo soy mujer muerta.

  Seis años con jornadas de doce, trece o catorce horas era demasiado para un pasaje de avión, mala comida e insultos y abusos.

ᅳ¡Papi, aquí estás! ᅳgritó ella desde la puerta abierta, devolviéndolo a la realidad.

  La chica tiró de él hasta dentro del dormitorio. Todo lucía a juego, en tono carmesí: las paredes forradas en terciopelo hasta el techo, los almohadones que había desperdigados por la estancia, el lecho con doseles. Olía a miel, a esencia de azahar, a incienso. Igual que siempre, se excitó de manera inmediata.

ᅳEspera que te pago.

ᅳ¡Nada de eso! ᅳexclamó Chienne, dándole una palmada en la manoᅳ. El jefe no se va a enterar.

  Intentó abrazarla pero la muchacha se escurrió y lo condujo hacia el sofá, donde lo sentó.

ᅳTú calladito y disfrutando del espectáculo, papi.

  Chienne se puso delante del galeno, iniciando su danza sensual al ritmo de Lady Marmalade. Se acariciaba el cuerpo, por encima del corsé rojo y negro y de la piel. Mientras, iba bajando de a poco, moviendo lentamente las caderas, hasta casi rozar el suelo. Primero de frente y luego de espaldas. El hombre suspiró cuando las nalgas de la chica le rozaron la cara. Poco quedaba a la imaginación, la tanga apenas cubría las zonas interesantes.

  La muchacha comenzó a desabrocharse el corsé. Con un movimiento experto se lo quitó. El Doctor Dujardin cogió entre las manos los pechos abundantes, como si fuesen pétalos de rosas. Los succionó, igual que un bebé.

ᅳTodavía no, papi, que quiero que estés tan caliente que explotes dentro de mí.

  Chienne le desabrochó el pantalón y, junto con el calzoncillo, lo tiró sobre la cama. Después, de frente, cogió los extremos de la tanga y, muy lentamente, se la fue bajando. El médico volvió a suspirar al contemplar la pequeña mata de vello azabache, del mismo tono que los ojos y el pelo.

ᅳPapi, tranquilito que ya te estoy montando.

  Le cogió el miembro, acunándolo entre las manos. Al instante, se lo puso dentro de ella. Empezó a galopar encima de Dujardin, todavía sobre el sofá. Sabía, por experiencia, que él no demoraría en correrse, así que se movió más despacio, para prolongar las sensaciones.

ᅳ¡Ya estoy, amor! ᅳchilló el hombre, contrayendo el cuerpo.

ᅳ¡Qué bonita escena, mi puta y mi médico! ᅳexclamó Morandé desde la puerta, sacándoles una foto.

ᅳ¡¿Pero qué está haciendo?! ᅳgritó Dujardin, parándose en el acto.

ᅳDentro de dos semanas se la devuelvo y la guarda como souvenir ᅳexpresó el propietario del burdel, antes de abandonar la habitaciónᅳ. Si no me da el alta,  cuelgo copias por toda su consulta.

ᅳ¡Cómo odio a ese cretino! ᅳgimió Chienne, poniéndose de pie y abrazando al médicoᅳ. ¡Cuánto lo siento, papi, no pensé que pudiese hacernos esto!

ᅳYo también lo detesto ᅳmanifestó él, expulsando las palabras con odioᅳ. ¡Lo mataría con mis propias manos!

ᅳTodos lo odian, papi ᅳmurmuró la chicaᅳ. Nadie lamentaría su muerte, ni siquiera su esposa. A ella también la obliga a recibir clientes.

ᅳ¡Sería tan sencillo matarlo! ᅳexclamó el Doctor Dujardin.

  Por primera vez se dieron cuenta de que la solución a sus problemas la tenían al alcance de las manos.


 [*] Perra.



Booktrailer de esta obra, con la canción Lady Marmalade, que está grabada en el Moulin Rouge, de fondo.

https://youtu.be/XaE0yFIDyS4


En el vínculo externo dejo un artículo sobre la trata de personas.


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