•Epílogo•
Alexa
El aire que entra a mis pulmones es tan puro que me hace enamorarme cada vez más de la vida. Ando por un gran parque paseando a Shade, mi fiel y genial mascota. Nunca entendí porqué se quedó a mi lado pero agradezco su compañía todos los días.
Estoy en una ciudad diferente, luego de lo que ocurrió decidí cambiar de aires y dejar atrás todo lo malo que había pasado en mi vida. Tantos recuerdos acumulados no me hacían bien, ni siquiera los que eran buenos.
Había madurado, mi cabello lucía más largo, mi semblante era más serio, pasaron cinco años desde aquel día que yo había despertado. No supe cómo ni quién lo hizo, solo sé que cuando desperté ahí estaba Shade con sus ojos hermosos y moviendo la cola feliz de volver a verme.
Suspirando miré al cielo preguntándome que le habría sucedido al amor de mi vida. Todos los días pedía que me lo regresaran.
Estuve un tiempo sola por mi cuenta, metí mano a los ahorros que había escondido producto a mi trabajo con Eva y vine a esta ciudad. Luego de unos años encontré a mi padre, me pidió perdón por todo lo ocurrido, me contó que corrió a Bianca a penas se enteró por ella misma y que nunca más supo de lo que le había sucedido, seré sincera, sentí un gran alivio al saber que esa mujer había salido de la vida de mi padre. Él me buscó y por fin me había encontrado y ya yo no estaba sola. Ya estaba un poco anciano así que me hice cargo de sus cuidados. Compré un casita para ambos y allí hemos estado todos estos años.
Divisé un banco y sentí cansancio, me senté en el. Alguien se sentó a mi lado.
—No pensé nunca encontrarte aquí. —una voz ronca pero muy varonil me hizo ver en esa dirección. No pude evitar sonreír.
—Yo no pensé volver a verte.
—Pues aquí me tienes.
Dos lágrimas rodaron por mis mejillas y él con sus dedos las secó. Lo abracé tan fuerte como pude.
—Suave preciosa, no voy a desaparecer, deja que entre el aire a mis pulmones.
—¿Qué te pasó todo este tiempo? —pregunté intentando mantener la calma.
—Debía pagar mi afronta al consejo Alexa. Ellos no perdonan ese tipo de actos y sabía lo que me esperaba al aferrarme a ti.
—Me hubieras dicho Gabriel, no quería ser una carga para ti. —miré hacia abajo. Me sentía mal por todo eso.
—Mírame Alexa. —me tomó de la barbilla y me hizo mirarlo. —no eres una carga, eres el amor de mi vida y por eso luego de mi condena de cinco años encerrado en una celda decidí dejar mi inmortalidad por ti para vivir a tu lado y envejecer juntos.
—¿Qué hiciste? —estaba en una clase de chiste seguro.
—Renuncié a ser un ángel para estar contigo. Soy un humano ahora.
—No sabes lo emocionada que estoy por todo esto, pero ¿el consejo te dejó hacer eso así sin más?
—Realmente no les di opciones. Siempre he servido bien al cielo y nunca incumplí una norma pero no estoy dispuesto a dejarte ir y no pueden tenerme en contra de mi voluntad.
—Yo.. yo.... —no sabía que decirle ni cómo expresarme, estaba tan contenta de verlo.
—No tienes que decirme nada, yo sé cómo debes sentirte. —volteó hacia Shade. —Gracias por cuidarla todo este tiempo gran amigo y por interceder por mi ante el consejo.
Miré a mi mascota y el solo ladró en respuesta. Estaba claro que esos dos se traían algo entre manos.
—¿Me he perdido de algo?
—Es que Shade es tu ángel guardián, el asignado para protegerte cada día de tu vida, yo solo fui asignado a ayudarte en esta etapa que estabas muy mal, pero él siempre ha estado ahí aunque no lo hayas visto.
Me dirigí a mi hermoso perro y lo abracé con todo el amor que le tenía.
—Gracias. —susurré.
De repente recordé a alguien.
—¿Qué pasó con tu hermano? —no sé porqué pero quería saber si estaba bien y al parecer toqué una fibra sensible porque desvió su mirada.
Me preocupé, es cierto que había sido muy cruel conmigo pero no podía evitar preocuparme al ver la cara de Gabriel.
—Dime ya que le pasó joder. —grité.
—Alexa aquel día que Anael te mató no lo hizo por voluntad propia, alguien lo manipulaba.
—Explícamelo.
Y así Gabriel me contó todo lo ocurrido y yo cada vez me sentía peor por Anael, fue quien me salvó y no merecía haber sido engañado, no sé si lo hubiese perdonado y ahora nunca lo sabré porque ya no está.
—No merecía un final así. —dije lamentándome por todo. —Lo siento.
—Ese no fue su final Alexa.
—¿Qué? ¿Entonces que ocurrió? ¿Dónde está?
—Dio su vida inmortal por ti, si murió, pero se le fue concedido algo especial, se sacrificó por ti y por el mundo, ese acto de amor lo redimió para que pudiera entrar por las puertas del cielo. Allí es como un alma más y al menos podía verlo.
—Sabes, él es muy afortunado de tener un hermano como tú. —lé rodeé el cuello con mis brazos.
-Y yo soy afortunado de tenerlos a los dos. —me fulminó con sus ojos azules que tanto amaba.
Y así nos fundimos en uno solo en un beso prolongado que duró unos minutos. Lo apreté contra mi de tal forma que no se me escapara, quería decirle tantas cosas lindas pero mi boca no se abría.
—Ya no habrá ningún infierno en tu vida Alexa porque yo te enseñaré que después de algo malo siempre viene lo bueno, a mi lado conocerás el cielo y te aseguro que serás totalmente feliz.
—De eso no tengo dudas.
Y así, tomados de la mano nos encaminamos hacia un nuevo futuro, uno donde ya no esté sola ni triste, uno donde alguien me ama y dará todo por verme feliz, porque en este tiempo me he dado cuenta que no hay blancos y negros solamente, existen los tonos grises mezclados con ambos.
Aprendí que no debemos comparar nuestro dolor con el de los demás porque siempre habrá alguien que sufra más que tú, vemos las caras pero no vemos lo interior y aunque se sonríe no todo el tiempo es real, aveces esas máscaras de felicidad son forzadas. Yo sufría en mi vida y sin saberlo Anael con todo su aire de chico agradable que siempre estaba bien por dentro estaba destrozado. Y Gabriel cargando con todo el peso de el dolor por su hermano.
Ahora veía todo distinto y sí, estaba dispuesta a ser valiente y afrontar lo que viniera porque ya no estaba sola y no le tenía miedo al mundo. Tenía la fuerza que necesitaba y sabía que aunque existen bajas y altas lo único que debo hacer es no rendirme y disfrutar todos los momentos porque aunque no existe la felicidad y solo momentos felices pues yo viviría al lado del chico que había escogido y a su lado afrontaría uno y cada día del resto de mi vida.
Fin
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