Capítulo 40
— ¡¡MIDORIYAAA, TIENES QUE DESPERTAR!! —exclama Kirishima desesperado mientras más lanzas le atacan, logrando romperlas con dificultad. Es en ese momento cuando otra se encesta en su lomo y causa que salga de él otro quejido desgarrador.
— ¡Este actuar no es de alfas, es de sanguijuelas traicioneras! —gruñe Kirishima con odio puro mientras ve las sonrisas de los cazarrecompensas atacarle, mientras otros corren y siguen a Kyoka en busca de volver a capturar al objetivo.
Jirou cruza por lo más alto de los cielos con Izuku Midoriya inconsciente envuelto en una enorme red de pesca. La pelinegra va con una sonrisa radiante, en busca de entregar el tan preciado objetivo pedido por Todoroki Enji.
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Sangre en Leffitsing
La llama de la vela se mueve en lentitud, mientras el crujido de pasos sobre la madera se mantienen insistentes, de un lado a otro.
— ¿Qué es lo que debería hacer? —sus manos se soban entre sí nerviosas mientras los labios de la mujer se presionan. — ¿Qué debería hacer? —vuelve a insistir mientras el folleto de Izuku Midoriya permanece clavado en su pared.
Es el hogar de la bruja blanca, Uraraka Ochako. Repleta de velas y un sin número de flores y cosas extrañas posan cerca del folleto del pecoso, como si se tratara de un tipo de velorio.
— ¡Es mi culpa! —chilla la mujer enterrando sus uñas en su cabeza castaña. — ¡Los efectos secundarios de la pócima que le vendí generó toda esta desgracia! —insiste observando por la ventana, notando el caos en el Leffitsing actual. — ¿Qué debo hacer? Me cortarán la cabeza... —chilla temerosa mientras observa aquel rostro pecoso inocente sobre el papel.
Su entrecejo frunce. —Pero si no digo nada, jamás me lo podría perdonar a mí misma. —añade frustrada.
—Déjalo que lo torturen. —irrumpe la bruja negra, Tsuyu, con un cigarrillo mágico posar en sus labios. —Al fin y al cabo, fue él quien decidió confiar en ti y tomar tu pócima. —añade la mujer inclinándose de hombros.
Uraraka Ochako le mira con una sonrisa torcida. — ¿Sabes, Tsu-chan? —suelta la mujer mientras le observa sonriente. —No me ayudas a sentirme mejor.
La bruja negra se carcajea quitando su gran sombrero oscuro y lanzarlo a su suerte. — ¡Por satanás, es una sombra! —exclama tranquila. — ¡No lo matarán, solo lo torturaran hasta que vea estrellitas de todos los colores existentes, y los que no existen también! —añade avanzando a pasos lentos para luego hundir su índice en la mejilla rosada de Ochako. —Pero si tú te atreves a interrumpir el juicio de ese sujeto sanguinario despreciable, entonces lo más seguro es que morirás. —añade sonriéndole, mientras posa sus manos tras su espalda y se pasea por el hogar de su mejor amiga.
Uraraka mira confusa a sus propios zapatos de bruja blanca. —Oye, Tsu-chan. —dice con sus manos temblorosas enroscar su vestido blanco. —Si muero, ¿prometes ir a visitarme de vez en cuando con tulipanes? —inquiere observando a la bruja negra mirarle en silencio.
Tsuyu le mira y por primera vez frunce su entrecejo. —No me gustan los tulipanes. —responde seca al instante en que se pierde a través de la ventana con su escoba oscura.
Uraraka se mantiene en silencio por varios minutos, completamente perdida de qué decisión tomar. —Ah, olvidó su sombrero.
Es lo único que sale de sus labios.
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El lobo cenizo corre a todo lo que dan sus patas mientras Aizawa se mantiene firme.
— ¿Crees que ya estén en la frontera? —inquiere Aizawa con su ceño fruncido agarrándose bien del lobo, entrando a la ciudad de Leffitsing en donde es un verdadero caos.
—Deberían. —suelta Bakugou escalando lo más rápido que puede y quedar sobre un edificio, al instante en que regresa a su forma humanoide dejando caer a Aizawa bruscamente sobre el techo. —Kirishima es el más veloz, ahora solo queda una sola cosa por hacer. —suelta Bakugou acomodando su cuello y crujir sus dedos.
— ¿Qué? —inquiere Aizawa levantándose y sacudir su ropa.
Bakugou se mantiene con su mirada fija en un punto en particular. —Intentar hablar con el maldito chupasangre. —suelta cansado. —Como líder licántropo tiene que haber una apertura, pero si el bastardo de Deku aparece por aquí, este intento se iría a la mierda. —añade observando cómo en la plaza central el escenario de tortura está ya armado.
Aizawa le observa con sorpresa. — ¿Por qué tú harías eso? —inquiere frunciendo el ceño demostrando cierta desconfianza. — ¿Planeas doblegar al clan sombrío con esto? Si pretendes subyugarnos, déjame decirte que estás perdiendo el tiempo. —suelta seco.
— ¿Hah? —suelta Bakugou clavando sus escarlatas sobre él. —Qué poca confianza nos tienen a nosotros los lobos, huh. —añade enseñando sus colmillos por medio de una sonrisa dominante.
Aizawa da un paso hacia delante. — ¿Por qué lo harías? —insiste.
De Bakugou sale un gruñido intenso. —Mierda, no lo sé. Supongo que no quiero sentir las malditas sensaciones que sentirá ese imbécil durante su tortura por un conjuro que me ató a él, estúpida perra. —responde con obviedad. —Para ti es fácil solo ver a tu alumno llorar de dolor. —suelta dando un paso hacia él con firmeza, al instante en que clava su dedo en su propio pecho. — ¿Pero qué crees? ¡Yo también tendré que sentir eso! —gruñe molesto mientras eriza completo.
Aizawa baja su cabeza. —Lo siento. —responde un tanto arrepentido por sus palabras anteriormente dichas. —Aún no logro acostumbrarme al vínculo que ambos tienen.
— ¿¡Y crees que yo sí!? ¡¡Está claro que es una mierda!! —lanza con enojo mientras desvía su mirada, volviendo a buscar a Enji Todoroki. —Como sea, solo ayúdame a encontrar a ese idiota de una buena vez.
Aizawa asiente al instante en que se eleva por los cielos.
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El aullido desgarrador en lo más interno del bosque había logrado llamar la atención de un sin fin de criaturas. Algunas a favor, otras en contra.
Una multitud de licántropos corren a todo lo que pueden hasta aquel punto, pero no eran lo suficientemente rápidos.
El gran lobo rojizo tenía tres lanzas encestadas sobre su lomo y sangra de forma insistente.
Estaba siendo cazado por la sed de sangre de los cazarrecompensas.
— ¡Los despedazaré! ¡Uno por uno! —exclama Kirishima con dolor mientras se tambalea, intentando mantenerse firme pero que ya definitivamente estaba casi al borde del desmayo.
Habían llegado más cazarrecompensas al lugar una vez notaron al gran lobo de difícil caída. Ahora ya no eran diez, eran veinte.
Veinte contra uno, desde luego era una gran desventaja.
Kirishima Eijirou lentamente se está entregando a su muerte, y sólo lamenta no poder haber sido un poco más fuerte para proteger a quienes le necesitaban.
En su mente vaga al recientemente perdido, Izuku Midoriya, luego, al líder innato a quien admira con todo su ser, Bakugou Katsuki.
Y por último... el rostro de Kaminari Denki parpadea en su mente insistente.
—Nunca le dije lo que sentía... —susurra en su mente. —Qué patético.
...
Había sido amarrado y terminó siendo arrastrado por una buena cantidad de hombres a lo largo del bosque, rumbo a su entrega en la ciudad de Leffitsing.
Era el triunfo para ellos, mientras se carcajean victoriosos. Aprovecharon de la propia inconsciencia de Kirishima para arrastrarlo, no sabían si matarlo y cortar su cabeza les traería problemas, es por eso que se limitaron a hacerlo. Desde luego, si decían que había sido cómplice de la huida de Midoriya Izuku, seguro y algo les darían como recompensa.
Así es como algunos celebran, otros se mantienen firmes con el botín y unos cuantos incluso saltan sobre el pelaje rojizo del lobo inconsciente.
Uno en particular, de pronto observa el cielo. — ¿Nubes oscuras? —suelta curioso. —Pero si hace apenas un segundo estaba despej—
De pronto, toda carcajada y broma queda estática en el momento justo en el que un enorme y potente rayo cae de los cielos, electrocutandolos a todos de una vez.
La silueta de un demonio está en los cielos, con un aura asesina rodearle.
Es Kaminari Denki, quien desciende veloz con su cola aún caliente por su reciente ataque, corriendo hasta Kirishima con sus ambarinos asustados.
— ¡¡¡KIRISHIMA!!! —exclama con agonía observando al lobo empapado en sangre e inconsciente sobre la tierra. — ¿¡Qué es lo que te han hecho!? —solloza desesperado.
— ¡¡Resiste, ya casi vienen los lobos!! —exclama observando sus heridas a profundidad.
Es entonces que nota el cómo algunos cazarrecompensas se intentan levantar desorbitados por su reciente ataque.
Para mala noticia de ellos, el demonio en estos instantes parece estar furioso y fuera de sí.
Aún manteniendo al lobo entre su regazo y en silencio absoluto, atravesó rayos en todos sus corazones, asesinandolos al instante.
—Todo quien intente dañarte, yo... —susurra con su voz quebrada mientras acaricia la cabeza inconsciente de Kirishima. —Yo lo mataré.
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Izuku Midoriya parece reír y balbucear mientras duerme plácidamente en la red de Jirou, quien es trasladado hasta Leffitsing con amplia dificultad por el peso del joven sombra pecoso.
La mujer le observa con sorpresa. —Qué chico tan extraño. —suelta la pelinegra en el momento justo en que lo deja caer con brusquedad a metros del lugar de entrega, arrastrándolo por el suelo.
Es esta sensación de arrastre la que genera que Izuku despierte completamente desorientado, mientras sacude su cabeza.
— ¿Eh?
Es lo único que sale de sus labios al instante en que se estira y activa su incorporeidad, saliendo fácilmente de la red de Jirou.
La mujer frunce su ceño al instante en que siente su red sorpresivamente más liviana. Es cuando mira hacia atrás cuando se topa con un par de esmeraldas curiosas encima de ella.
— ¿Quién eres tú?
Jirou sobresalta ante aquello e Izuku parpadea.
— ¿¡Cómo has salido!? —exclama la mujer empuñando su espada. — ¡¡Se supone que esta red era especial para sombras!! —gruñe molesta. — ¿¡Es que acaso he sido estafada!? —lanza al instante en que ataca a Izuku con su espada.
Pero el pecoso, quien se mantiene juguetón con sus manos ante los repentinos nervios, le mira curioso, observando cómo la espada le atraviesa fácilmente. —Uh... Me parece que estás un poco exaltada ahora mismo. —suelta tranquilo. — ¡Ah, cierto! ¿Has visto a un lobo rojo que estaba conmigo? —inquiere rascando su nuca. —Hace apenas y un segundo estaba con él... —murmura observando a todas las direcciones posibles. —Ah, ¿estoy en Leffitsing?
— ¡Estás por ser entregado, gran imbécil! —exclama Jirou molesta mientras insiste en atacarle sin efecto alguno.
Es en ese instante en que Izuku comprende la situación. — ¿¡Kirishima-kun!? ¿¡Está él bien!? —exclama instantáneo, con preocupación.
Pero Jirou le ignora e intenta capturarlo sin éxito.
Izuku Midoriya lanza un suspiro con arrepentimiento mientras observa el caos del lugar, notando como muchas otras personas al verle quieren capturarlo también.
—Es hora de acabar con todo esto... —murmura observando el gran escenario de tortura frente a sus ojos.
La sombra avanza aún con su incorporeidad activada hasta el centro del lugar y reúne aire en sus pulmones.
— ¡YO, IZUKU MIDORIYA ME ENTREGO! —exclama a los cuatro vientos en el momento justo en que las campanadas comienzan a sonar insistentes.
Desde el edificio de la lejanía, Bakugou Katsuki lanza un amplio gruñido antes de gritar. — ¿¡QUÉ MIERDA SE SUPONE QUE HACES AHÍ, DEKU!? ¡¡¡SAL DE AHÍ AHORA MISMO, TE MATARÉ!!!
Aizawa niega a un lado de Bakugou. —Te lo dije... —susurra al licántropo a sabiendas de que algo así sucedería de una u otra forma.
Los cazarrecompensas habían obtenido un fracaso absoluto, Izuku Midoriya ya estaba en el escenario de tortura.
Aún si su cuerpo quiere temblar del miedo a sabiendas de lo que se viene, se niega a seguir involucrando a más gente a causa de su propia irresponsabilidad.
Y es desde el fondo del gran edificio principal, en que una gran silueta autoritaria sale y camina con sus ojos azulinos endurecidos.
Izuku le ve imponente.
— ¿Todoroki... Enji? —inquiere para sí mismo dudoso, mientras le ve dar pasos duros.
Conforme más se acerca, nota que entre uno de sus brazos lleva una especie de saco oscuro.
Bastaron apenas y unos segundos para que sus ojos vieran que no era un saco, sino una persona.
La sangre arrastra por el pavimento y sube por las escaleras. Una vez Todoroki Enji llega, el rostro de Izuku Midoriya se deforma con amplio horror.
—Midoriya Izuku. —irrumpe la voz de Enji en el lugar de forma profunda. —Quién diría que te acabarías entregando tú mismo. —suelta con sus manos llenas de sangre al instante en que deja caer con brusquedad a un hombre empapado en sangre y heridas de tortura.
Izuku cae de rodillas a un lado del sujeto, mientras su cuerpo tiembla. — ¿T-Tokoyami... kun?
Tokoyami, al borde de la inconsciencia estira su mano temblorosa ensangrentada tocando los dedos de Midoriya de forma sutil. —Lamento haberte tratado así hace unos momentos atrás... —suelta con gran dificultad. —Espero que... Esto alivie el precio de tu tortura, Izuku.
Todoroki Enji se impone frente a todo Leffitsing. — ¡La sombra de aquí presente empapada en sangre rogó reemplazar a Midoriya Izuku! —informa a todos los ciudadanos que observan la escena con horror. — ¡Como soy una persona muy justa, le concedí su deseo de ser torturado! —dice mientras sonríe de forma sanguinaria. —Sólo que no específicaste el cómo lo reemplazarías. —añade al instante en que hace señales con sus dedos.
— ¡Encadenenlos a ambos! Es hora del espectáculo.
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