Capítulo 13

|Ojiro|

Y como si se tratase de una mágica máquina del tiempo…

Nos hemos trasladado hasta ese día, el día en que para Ojiro su esencia sombría fue arrebatada debido a la codicia demoníaca.

⊱⋅ ──────────── ⋅⊰

La estrella mayor resplandecía con fuerza sobre los cielos, luego de que durante la noche anterior se hubiese efectuado con éxito el ritual sombrío. 

Todo sombra yacía recargada de maná, haciendo sus habituales actividades. 

— ¡Ojiro! 

El chico de cabellos rubios se giró al instante, con aquellos ojos oscuros gentiles. 

Su mano reposó sobre su sien por un instante mientras dejaba la pala a un lado, respirando agitadamente. 

— ¿Qué se supone que estás haciendo ahora? —inquirió la misma persona que le había hablado, acercándose a él con sus manos pacíficas hacia atrás. 

Ojiro le sonrió al instante. —Señor Torino. —saludó al instante, inclinándose levemente. —La señora Sylvus necesitaba ayuda con su jardín, entonces pensé en ayudarla antes de ir al bosque a por las bayas silvestres. —respondió clavando la pala al instante sobre la dura tierra. 

Y Torino sonrió, tal y como un abuelo le sonríe a su nieto. 

—No te sobreexijas. —respondió neutral, observando las manos del rubio totalmente dañadas. 

Aquel muchacho rubio era muy trabajador, todos en el clan sombrío eran conscientes de ello. 

Ojiro le sonrió y posó su mano tras su nuca. —No lo hago. —respondió sonriente. —Además, si está a mi alcance, nunca me negaré a brindar un poco de ayuda. —respondió para continuar cavando, observando cómo la pequeña anciana salía de su morada con un jugo refrescante y un trozo de pastel. 

—Aquí, mi niño. —dijo entregándole la merienda. —Descansa un poco, ¿quieres? 

El rubio le sonrió y apresuró a agradecer, mientras comía totalmente feliz.

Las tartas de la ancianita Sylvus eran siempre muy deliciosas. 

Aprovechó de observar el agradable clima que hacía, además de apoyar su cabeza en la base de la pala para descansar un poco.

Y la anciana rebuscó entre sus bolsillos para luego extender un trozo de papel. —Ten. 

Y Ojiro sonrió ampliamente, con sus ojos gentiles ilusionados. 

— ¡Señora Sylvus! —exclamó con sus ojos llorosos. 

—Solo porque eres mi pequeño favorito te la entrego, pero es un secreto, ya sabes que mis recetas no las comparto con nadie, ¿está bien? 

Ojiro asintió al instante, mientras leía aquella hoja contento. — ¡Muchas gracias, prometo traerle un trozo mañana! —exclamó. 

Y la ancianita sonrió, entrando a su casa. —Estoy segura que te quedará maravillosa, hijito. —respondió. —Y aún más segura estoy de que le encantará.

Fue lo último que se escuchó de ella antes de entrar a su morada. 

Y Ojiro observó aquella hoja totalmente ilusionado. 

—Aquí estabas. 

Intervino de pronto un chico de cortos cabellos negros, tez blanca, ojos escarlatas y rostro frívolo. —Te estaba buscando. 

Tokoyami había caído de los cielos tal y como si fuese un cuervo majestuoso. 

— ¡Hermano! —exclamó al instante, masticando apresuradamente y guardando el trozo de papel en sus bolsillos. 

Tokoyami soltó un suspiro y le observó. —Supuse que estarías ayudando por aquí. —murmuró observando a sus alrededores con sus ojos escarlatas serios. 

Ojiro le sonrió, para luego ofrecer un trozo de pastel, mas el pelinegro se negó. 

Entonces clavó su mirada escarlata sobre él, dando un paso. —Ojiro, debo ir a intercambiar un par de palabras con Todoroki. —informó. — ¿Quieres venir? —preguntó, esperando a que éste le acompañara. 

El rubio acabó de comer y observó a la pequeña anciana que tejía en el interior de su morada, frente al ventanal. —Lo siento hermano, quiero terminar aquí para luego ir a recolectar la cena. —respondió tomando la pala de nuevo. 

Tokoyami cerró los ojos por unos instantes y asintió, elevándose por los cielos. 

Ya estaba acostumbrado a aquella personalidad tan empática de su hermano. 

— ¡A la próxima iré contigo, lo prometo! —exclamó Ojiro moviendo su brazo de un lado a otro en señal de despedida. 

A lo que el pelinegro respondió con una sonrisa y una corta mirada, para luego perderse por los aires. 

Ojiro le observó sonriente. —Mi hermano es tan genial… —susurró mientras negaba y continuaba clavando la pala en la tierra. —Hoy me esforzaré más que todos los días, porque él lo merece. —añadió emocionado. 

{...}

El día había avanzando y Ojiro se encontraba con su bolsa de exploración cruzada a por sobre su torso, adentrándose al bosque brumoso sin pensarlo dos veces. 

Necesitaba conseguir los ingredientes que la señora Sylvus tan amablemente le había revelado en aquella hoja.

Sus ojos brillosos se veían muy decididos.

Esta vez quería impresionar a su hermano.

Y sonrió amablemente, recordándolo. 

Recordaba a su hermano, quien ahora era la mano derecha del líder del clan sombrío. 

Sin duda la inteligencia de su hermano le había llevado a cruzar enormes caminos magníficos y poderosos, pero aún con ello el continuaba siendo él. 

Su hermano era protector y se podía contar con él para todo. 

Además la prioridad de Tokoyami siempre acababa siendo Ojiro a por sobre todas las cosas 

Y Ojiro el día de hoy estaba muy emocionado una vez observó a través de su ventanal el cómo el ciclo lunar se había alineado el día de hoy.

Ya que hoy era el cumpleaños de Tokoyami. 

Y se aseguraría de hacer la mejor tarta de cumpleaños para él.

¿Y cómo podía saber que era su cumpleaños? 

No lo sabía con total seguridad, sólo sabía que fue el primer pensamiento seguro que había logrado almacenar su cerebro de su vida pasada. 

Aún recordaba esa noche dolorosa y a la vez aliviadora, cuando habían pisado por primera vez estas tierras extrañas.

Era imposible para él olvidar esa noche...

Él había despertado en Leffitsing de cuclillas frente a Tokoyami.

El rubio tenía abundantes lágrimas en sus ojos oscuros rotos y desesperados, y lo primero que visualizó frente a él fue sus propias manos entrelazadas con el pelinegro fuertemente.

Y entonces observó aquellos ojos escarlatas rotos pero a la vez seguros frente a él, mientras aquella pequeña boca de pronto le sonreía dulcemente, dejando escapar a su vez un suspiro de alivio.

Tokoyami soltó el agarre con Ojiro y lo abrazó con excesiva protección y desespero.

— ¿Lo ves, Ojiro? —soltó Tokoyami tocando sus cabellos rubios con excesivo cariño. —Te dije que tu hermano mayor te protegería y que todo saldría bien. —Le susurró mientras intensificaba el abrazo. 

Y Ojiro pareció respirar aliviado, mientras dejaba caer sus brazos como peso muerto y sentir los fuertes brazos de su hermano envolverlo con protección. — ¡¡H-Hermano!! —gritó, para entonces soltar el llanto. 

Ambos sabían que habían pasado por algo horrible, mas no lo recordaban. 

Pero sí recordaban que su más fuerte deseo como hermanos se había cumplido. 

Volver a encontrarse. 

Tokoyami era su querido y genial hermano mayor. 

Y Ojiro recordaba aquel día con lágrimas en los ojos. 

Su mundo giraba en torno a su hermano, sin él no era nadie. 

Apresuró a limpiar sus lágrimas de sus ojos y observar los arbustos a su cercanía. 

Era hora de ponerse manos a la obra, debía recolectar los ingredientes secretos de la señora Sylvus.

Ya que hoy, un día después del sexto ritual sombrío del año y cuando las estrellas Gamma se alineaban en un círculo perfecto, le indicaba que ya era 30 de octubre.

Un día antes de Halloween para los mortales. 

El 30 de octubre era el cumpleaños de Tokoyami y él se encargaba de tenerlo siempre en su mente

Sonrió al instante en que durante su camino encontró aquel arbusto de las bayas que tanto le gustaban a su hermano. 

Las famosas miel de Veldirya. 

Acercó su dedo a una de ellas, extrayendola con cuidado y observándola sobre la palma de su mano. 

Su cuerpo circular y brillante se veía apetecible, el color rosa estaba en su punto y su pequeño tallo color negro indicaba que era dulce, muy dulce. 

Perfecta para la tarta. 

Sonrió satisfecho, llevaría unas cuantas.

Pero de pronto ruidos extraños aparecieron, y a la lejanía se escucharon gritos realmente desgarradores. 

— ¡ALÉJATE DE MÍ, ALÉJATE DE MÍ! 
 
El semblante de Ojiro de un instante a otro reflejó seriedad absoluta, y se levantó sin dudarlo, dejando en el olvido su dulce sonrisa.

— ¡¡NO, POR FAVOR NO ME HAGAS ESTO!! ¡¡DUELE, DUELE MUCHO!! 

Y los ojos oscuros se abrieron con evidente preocupación, tragando saliva y dando pasos cautelosos hacia aún más el interior del bosque. 

"—Ojiro-kun, jamás te internes en el bosque, no importa lo que escuches, no importa lo que veas, no lo hagas. —explicaba Torino a su lado. —Que tu corazón gentil ignore aún si el más desgarrador grito de auxilio llega a tus oídos."

Las palabras de Gran Torino viajaron a su mente como un torbellino, pero Ojiro pareció dudar.

— ¡¡¡AYUDA, AYUDA!!! 

Sus ojos se cerraron fuertemente al igual que sus puños.

La voz de la niña llegaba a sus oídos como una tortura.

Incesante, desesperante, agonizante.

— ¡A-yu—

El sonido acabó y se escuchó el desgarrador sonido de carne siendo abierta de un segundo a otro.

Ojiro abrió sus ojos a más no poder, y su ceño se frunció al instante en que entraba en aquella oscuridad amenazante.

Siendo totalmente consciente de que estaba corriendo un gran riesgo.

¡¡Pero era una niña!!

¿¡Cómo podría simplemente ignorar los gritos de una pequeña niña!? 


Debería buscar ayuda... ¿pero y si al regresar ya era demasiado tarde? 

—Due... le.

El sonido de la carne siendo desgarrada continuaba chocando contra los oídos del rubio.

Y él no podía dejar de temer, pensando en que se trataba de alguna pequeña licántropo o alguna pequeña vampira. 

Debía hacer algo al respecto, más que simplemente hacer oídos sordos ante los gritos desgarradores y evidentes cercanos a él. 

Corrió sin pensarlo y se adentró a la total oscuridad abrumadora del bosque, dejando en el olvido aquel pequeño arbusto que tenía las bayas favoritas de su hermano...

Y entonces, a la lejanía encontró a la niña tirada en el suelo. 

La sangre corría a por su alrededor generando un inmenso charco sangriento, que fue pisado por los pies de Ojiro al instante.

Se aproximó hacia ella y lanzó su bolso lejos para que no interfiriera. 

Los ojos desesperados y preocupados de Ojiro se posaron sobre la pequeña, tomándola de los hombros al instante. — ¿¡Qué ha sucedido!? —exclamó al instante, levantandola. — ¿¡Estás bien!? 

Y el rostro sangriento de la niña permaneció en silencio por unos segundos.

Hasta que una sonrisa aterradora nació de ella, dejando relucir aquellos colmillos y ojos extremadamente sanguinarios.

—No podría estar mejor, sombra. 

Soltó para entonces, lamerse los labios con sed. 

{...}

Las campanadas de emergencia chocaron unas con otras con desespero, provocando que cada uno de los habitantes de Leffitsing detuviera todo lo que estuviesen haciendo en aquel instante para observar el cielo.

Y desde la lejanía, Tokoyami interrumpió el habla de Todoroki levantándose rápidamente del asiento. 

Todoroki escuchó aquellas campanadas de la tragedia y observó al pelinegro con seriedad.

—Debo irme. —respondió Tokoyami, avanzando rápidamente hacia el gran ventanal, saltando al instante. 

Los ojos heterocromaticos divagaron hacia el bosque brumoso inconscientemente. 

Era el punto muerto, el punto de caza, el punto de todas las desgracias. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top