Capítulo 02
|Rossetas|
Apenas pisó aquel inmenso portal de infinidad de metros de alto, se teletransportó a aquella ciudad realmente excéntrica.
Aquellas enormes construcciones, algunas encorvadas, otras que terminaban en extrañas puntas aparentemente letales, algunas gigantescas, y otras pequeñas, como también oscuras o de colores cambiantes eran algo curioso y nuevo para el pecoso.
Los continuos licántropos, vampiros, brujos e infinidades de criaturas que caminaban con desinterés por aquellas calles rocosas dejaban a Izuku con la boca abierta sin duda alguna.
— ¡Tenemos un novato! —exclamó Kaminari, quien se había encargado de acompañarlo hacia el otro lado, mientras Kirishima permanecía haciendo guardia en su puesto de vigilancia.
Una pequeña brujita, que estaba aparentemente haciendo guardia a las entradas de aquella ciudad se aproximó de inmediato al escuchar aquel grito informante.
—Vaya vaya, pero si es otra sombra. —dijo, con su dedo índice entre sus labios, examinando a aquella sombra de pecas que se encontraba aparentemente confusa observándolo de arriba hacia abajo.
—Sí, con él ya es el tercero el día de hoy. —respondió el demonio, sonriente.
— ¿¡No te parece genial, Tsu–chan!? —exclamó emocionado.
—Supongo. —respondió, sacando una pequeña varita de los anchos bolsillos de aquel enorme vestido verde musgo. Agitó con suavidad en el aire para así, obtener de manera rápida un enorme libro color rojo oscuro.
— ¡Ahhh! —exclamó Izuku, confundido y curioso. — ¿Cómo es que puedes hacer eso? —preguntó emocionado, encimándose a la bruja de manera repentina. Y es que ver magia para Izuku era algo sorprendente.
—Soy una bruja. —dijo, con seriedad. —Tengo la capacidad de ejercer magia negra como también blanca, —respondió. —aunque se me da mejor la magia negra, para ser sincera.
—Tsu–chan es la bruja de magia negra más poderosa de aquí, sombra. —agregó el rubio. —Es ella quien me prepara las pócimas para envenenar de manera exitosa a mis enemigos.
— ¿Eh? —Izuku, parpadeando de manera rápida giro su mirada algo asustada hacia el demonio.
¿Dónde demonios me he metido? Se preguntó de inmediato.
—Kaminari–kun, recuerda que es un novato. No lo asustes. —Ordenó Tsuyu con pesadez.
Cuando se trataba de recibir a novatos, el demonio Kaminari y el lobo Kirishima eran realmente unos profesionales para hablar de más, y Tsuyu lo sabía.
—Y comienza a despedirte, deberías regresar con Kirishima–kun. —agregó.
—Sí, sí. —respondió desanimado. —Sombra, puedes venir a visitarnos cuando desees. —dijo, extendiendo un extraño papel color lila.
Al segundo en que Izuku lo tocó, sintió como se deshizo entre sus manos para formar un extraño aparato redondo color gris.
Izuku, sorprendido, pestañeó varias veces para cerciorarse que lo que había sucedido ante sus ojos era verdad.
Kaminari sonrió divertido ante las reacciones del pecoso. —Es nuestro aparato de comunicación, solo debes girar tu dedo y podrás ver con quien puedes hablar. —explicó sonriente. —¿Ves? —dijo, girando con suavidad aquel aparato escuchando así una voz de manera inmediata.
— ¡Hola, estoy comiendo croquetas! —Era la voz enérgica de Kirishima, en el otro lado.
— ¡Ah, ho-hola! —exclamó Izuku nervioso, con sus manos temblorosas.
Casi se le había caído aquel aparato a causa de aquella sorpresa.
— ¡Le dí nuestro número bro, así podrá comunicarse cuando quiera con nosotros! —exclamó Kaminari a su lado.
—Sí, eres libre de llamarnos cuando quieras, fantasmín. —respondió el lobo por el otro lado.
— ¡Muchas gracias por todo, chicos! —exclamó Izuku sonriente, observando a Kaminari a su lado que asentía con alegría.
—Muy bien, es suficiente. —Intervino Tsuyu. —Debo llevar a sombra al sector de reconocimiento.
Kaminari suspiró. —Bien, es hora de despedirnos bro, ya sabes, si te sientes solo, no dudes en llamarme a mí o al lobo idiota. —dijo, despidiéndose para luego, extender sus enormes alas negras y volar con rapidez hacia el portal de nuevo.
— ¡Adiós! —Se despidió Izuku, moviendo su mano con felicidad.
—Por aquí, sombra. —indicó Tsuyu, abriendo un extraño portal lila ante sus ojos.
— ¿Yo? —preguntó Izuku confundido, parpadeando de manera seguida. Aún no se acostumbraba a que le llamaran sombra.
—Sí. —dijo, entrando sin más a aquel portal, desapareciendo su figura de inmediato ante los ojos esmeraldas atónitos.
Vaciló en un principio si seguirla o sencillamente huir de ahí, pensó entonces que lo más adecuado sería huir.
Comenzó a avanzar despacio hacia atrás, aparentemente temeroso. Entonces la misma voz de aquella bruja, retumbó en su cabeza.
—Ahh, sabía que harías esto. Es tan típico de las sombras. —escuchó Izuku en su mente, al instante en que aparecía una enorme lengua color verde que salía con velocidad del portal, cogiéndolo con éxito de la cintura para así, hacerlo atravesar a la fuerza aquellas extrañas luces lilas que envolvían aquel sombrío agujero.
Izuku comenzó a gritar mientras sentía como una extraña fuerza lo jalaba con rapidez y le envolvía, múltiples luces oscuras a su alrededor giraban con enorme potencia y la enorme y extraña lengua que le envolvía hace ya bastante había desaparecido.
— ¡AHHH! —Desesperado, observaba con rapidez mientras se cubría de manera inútil hacia lo desconocido su rostro con los brazos, colocándose en posición fetal mientras caía con fuerza.
Café, lila, negro. Azul, verde, negro y más negro.
Esas eran las luces alargadas, algunas cortas, algunas encorvadas y otras redondeadas que Izuku podía notar que pasaban con rapidez ante sus ojos.
Hasta que todo se volvió extrañamente blanco y cayó con fuerza en un esponjado y extraño tipo de hongo blanco.
Se quedó viendo agitado hasta ahora el techo blanquecino con extraños círculos que mantenían encerradas diferentes tipos de rosas en cristales, agitado como nunca antes.
Izuku realmente sintió que moría.
—Sígueme, no tengo todo el día. —dijo aquella bruja con pesadez, mientras avanzaba con lentitud.
Izuku asintió apenas y con numerosos temblores, saltó de aquella acolchada estructura para así bajar y tocar el suelo.
Este suelo era extraño, se sentía como césped, pero no lo era, pensaba Izuku a sus adentros.
Como si de césped invisible se tratase, ya que al verificar solo podía distinguir rocas y más rocas.
—Es un sistema de defensa. —respondió Tsuyu al notar los ojos esmeraldas clavados en el suelo con curiosidad. —Quien no venga con buenas intenciones, no lo sentirá como simple césped, sino que serán como afiladas puntas de acero que atravesaran sus pies sin vacilar.
Izuku, quien había mantenido sus ojos en el suelo, ante aquello tragó saliva y se quedó detenido, con miedo a seguir avanzando.
—Pero tu no eres así, o de lo contrario, ya tendrías tus pies destruidos y deformes, con un enorme charco de sangre azul a tu alrededor. —continuó Tsuyu, mirándole por el rabillo del ojo. —Avanza tranquilo pequeño sombra, ya no tienes nada de que temer, eres oficialmente bienvenido a Leffitsing. —dijo eso último sonriéndole para así, calmar al pecoso.
Entonces sonrió aún nervioso. Pensó que quizás era hora de atreverse y avanzar.
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—¡Siguiente!
—Bien, luego de aquel licántropo vienes tú, debes estar atento. —señaló Tsuyu.
—E-espera, ¿qué es lo que debo decir? —preguntó Izuku nervioso, sentado en aquella silla con forma de huevo.
—Nada, tú solo debes presentarte y ya, él sabrá que hacer. —dijo Tsuyu, desapareciendo de inmediato dejando una extraña nube de humo verde.
— ¡Ah, se ha ido! —exclamó sintiendo su corazón estallar, estaba muy nervioso, sobretodo viendo que quien atendía era un extraño hombre con un tornillo atravesado en su cabeza.
¿¡Cómo podía ser posible que estuviese vivo siquiera!?
— ¡Siguiente!
—Es mi turno, es mi turno. —murmuró nervioso, levantándose de golpe. — ¡Si! —exclamó, avanzando con temblores.
Una vez que llegó al frente, observó aquellos ojos serios y estrictos clavarse en su silueta.
—Siéntate. —ordenó, señalando con su mano extendida recta el asiento acolchado negro frente a él.
Izuku, se sentó de inmediato y con leves temblores lo saludó.
—Ho-hola. —dijo, apoyando ambas manos en aquel enorme escritorio oscuro.
—Hola, sombra. Te haré un par de preguntas. —dijo, tomando una pluma con extraños colmillos en las puntas, sumergiendola en tinta negra.
— ¿Cuál es tu nombre?
—Izuku. —dijo de inmediato.
— ¿Solo Izuku? —Inquirió, alzando una ceja observando al pecoso.
Entonces Izuku se quedó pensativo. —Cr-creo que era algo de Mi… —dijo con su mano en el mentón, intentando recordar.
Aquel hombre de inmediato anotó en aquel papel.
Olvido de recuerdos.
— ¡Midoriya, sí! Izuku Midoriya. —dijo con sus ojos iluminados apenas recordó aquello.
—Bien, Izuku Midoriya, ¿cuándo llegaste? —preguntó con sus manos juntas con extrema seriedad.
—Ehh yo... no recuerdo cómo ni porqué, solo sé que llegué hace apenas unas horas.
—Bien entonces, ¿tienes algún recuerdo de tu vida pasada?
—No, solo sé que desperté en un bosque de extraños árboles con forma de rosas.
—El bosque de las Rossetas. ¿Eres consciente de lo que eres? —preguntó nuevamente, anotando sin descanso alguno en aquel papel.
—No…
Aquel hombre entonces, dejó de escribir para sacar un libro color negro y entregárselo.
Carraspeó su garganta. —Resumiendo, solo sabes que eres Izuku Midoriya y apareciste aquí. —dijo, observando como Izuku asentía.
—Eres una sombra de la vida, que aparentemente es una novata en este mundo, créeme, no quieres ser un novato en este mundo. —dijo, con seriedad, entregándole el libro.
—Aquí hay una guía de los de tu clase, como también la dirección de un curso de apertura para los novatos, como tú. Si tienes alguna duda, no dudes en venir acá y preguntarme.
—P-pero, yo no sé cómo llegar. —dijo confundido, tomando el libro con sus ojos esmeraldas asustados.
—Tranquilo, ya lo sabes. —dijo, al instante en que le clavó una aguja en su mano, obteniendo un grito. —Ahora están todas aquellas direcciones esenciales en tu mente. Esto es transferencia de datos, es una de las cosas que los de mi clase pueden hacer. —aclaró al notar los ojos confundidos del peliverde.
—Iida Tenya... ¿es tu nombre? —preguntó Izuku con confusión apenas pudo sentir la enorme cantidad de información que obtuvo en el piquete, incluido el nombre de aquel hombre.
—Es correcto, ya sabes como llegar y si necesitas un consejo… No te acerques demasiado a la frontera. —dijo en un susurro. —Y en las noches, no camines por el bosque. Busca un lugar seguro cuanto antes e intenta no hablar con nadie extraño. —Continuó. —Sobrevivencia, ese es el lema aquí. Podemos tener nuestras reglas, pero tanta infinidad de clases nos lo complica. Mi clase es recta y cuadrada, soy un Frankenstein. Tu clase es soñadora y algo depresiva, eres una Sombra. Pero hay clases… Hay clases demasiado agresivas por aquí, como los Licántropos o aún más peligrosas, los vivientes de las torres volcánicas. Esos seres solo saben matar y torturar, suelen salir de noche y viven en la frontera, no te acerques ahí.
Izuku, en aquellos momentos solo pensaba:
¿Dónde demonios estoy y por qué?
—Puedes dormir en la copa de las rossetas celestes, esas son inofensivas y les favorecen a los de tu clase, si prosigues hacia el norte, encontrarás un bosque de ellos, buena suerte. —dijo, finalizando sus consejos.
— ¡Siguiente!
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Izuku salió tembloroso, solo tenía un objetivo, buscar las rossetas celestes.
Avanzó, notando como de aquellas siete lunas, habían desaparecido tres, quedando solo dos medianas color azul y dos pequeñas color negro.
— ¡Rápido, los demonios a sus lugares! —exclamó un demonio desde la lejanía, mientras comenzaba a retumbar un enorme sonido en todo aquel lugar, provenía del reloj más grande que Izuku haya visto en su vida. Un reloj negro, posicionado en lo alto de la más grande estructura puntiaguda de la extraña ciudad. El sonido era tan fuerte, que el mismísimo suelo comenzaba a vibrar como también el resto de las construcciones.
Al instante en que el sonido comenzó a retumbar, observó como infinidades de demonios comenzaban a formar un círculo por los aires, volando con rapidez y desespero, notando como todos sus ojos se volvían un color carmín sediento de sangre.
Caos, descontrol y desastre.
— ¿¡Qué haces idiota?, ve a refugiarte! —exclamó una sombra, huyendo despavorido.
— ¿Eh? —Izuku estaba confundido observando el cielo, observando las alas de manera hipnótica que lentamente envolvían sus ojos esmeraldas y lo dejaban sin brillo alguno en medio de aquella enorme calle, mientras el resto de las especies huían, sin mirar hacia arriba por ningún motivo.
— ¡¡SAL DE MI CAMINO, BASTARDO!! —exclamó cierto tipo, gruñendo y empujando con fuerza al pecoso quien cayó, pisándole con fuerza sin ningún tipo de consideración, despertándolo así de aquel extraño hipnotismo y sentándose de inmediato confundido en el suelo.
Parpadeó tres veces seguidas y entonces, sintió una enorme cola rubia ceniza sobre su nariz que avanzaba con rapidez. Alcanzó a tomarla curioso antes de que se fuera, era muy esponjosa y suave.
Entonces sintió como le golpeaban por la espalda con un pie y lo tomaban con fuerza del cuello de aquella desgarrada camisa blanca.
— ¿¡QUÉ ES LO QUE CREES QUE ESTÁS HACIENDO, ESPECTRO DE MIERDA!? —Entonces vió aquellos ojos escarlatas furicos mirarle con desprecio, al mismo tiempo que sentía aquellas enormes garras negras enterrarse en su camisa con lentitud y los enormes colmillos que salían a la luz con obvias intenciones de amenaza. — ¡NO QUIERES QUE USE MI VERDADERA FORMA PARA HACERTE PEDAZOS AQUÍ MISMO!
— ¡Ah, l-lo siento mucho, yo no quise molestarte! —dijo de inmediato el pecoso, levantando ambas manos en señal de rendición.
Entonces escuchó el crujir de sus dientes. —Si no fuera porque estoy jodidamente ocupado te haría un maldito puré sangriento. —gruñó, lanzándolo con fuerza en contra el suelo, para así mirarle desde la altura con superioridad y desprecio con sus enormes colmillos amenazantes. —Esta me la debes, pedazo de mierda. —Saltó tan fuerte y rápido, que de inmediato se perdió entre las estructuras junto a aquella enorme cola que le envolvía.
Entonces Izuku negó con rapidez, confundido y asustado. No debía quedarse aquí, era extrañamente peligroso. No era tiempo de quedarse pasmado.
Aunque la verdad, seguía en shock. Demasiada información, demasiados sucesos imposibles, demasiada incertidumbre.
Avanzó con rapidez hacia el norte, tal como aquel hombre con los tornillos le había indicado. No debía mirar al cielo, si lo hacía algo le decía que estaría perdido.
Corrió como nunca antes lo había hecho con su libro en mano y entonces, en la lejanía diviso aquellas rossetas celestes con extrañas luces blancas que le envolvían y le señalaban el camino.
—Bienvenido. —escuchó apenas pisó aquel terreno. —Ahora, estás a salvo.
Entonces Izuku suspiro aliviado y avanzó con timidez observando cada cosa que le envolvía, ya no veía las lunas ni los demonios, solo veía un cielo rosa claro, estaba dentro de un extraño campo de protección propio de las sombras.
—Aquellas voces que oíste son las guardianas de aquí. —dijo repentinamente un extraño chico de negro, que mantenía sus brazos cruzados. —Soy Tokoyami, veo que eres nuevo por aquí.
—Sí, la verdad soy un novato. —dijo Izuku, sincerandose de inmediato para probar suerte y así obtener información útil.
—Un novato en pleno ritual demoníaco, sí que tuviste suerte en llegar a tiempo. —respondió Tokoyami, avanzando junto a Izuku.
— ¿Qué sucede con eso? —preguntó Izuku confundido.
—Escucha, me gustaría aclarar tus dudas pero debemos refugiarnos lo antes posible si no queremos resultados adversos en un par de horas, escoge una rosseta y pídele que te envuelva, pasarás la noche hasta que ella se abra. —Aconsejó Tokoyami, tocándole el hombro con seguridad. —Mañana sin duda podré responder todas tus interrogantes. —volvió a decir mientras, comenzaba a volar hacia una rosseta.
— ¡A-ah, gracias. Soy Izuku! —exclamó el pecoso, mientras se despedía. Agradeció de manera enorme el gesto de aquella sombra, realmente lo necesitaba.
— ¡Nos vemos mañana, Izuku!
Izuku obedeció a su compañero y corrió hacia una rosseta, entonces tocó su enorme tallo azul marino, preguntándose cómo le haría para subir.
—Veo que eres nuevo. —escuchó nuevamente en su mente, mientras sentía como una enorme hoja azul nacía del césped que estaba pisando y lo impulsaba al centro de la roseta en lo altísimo del lugar, estaba al menos a veinte metros del suelo, según sus cálculos.
—Por favor, acomódate y simplemente duerme, expulsaré una esencia que te ayudará a dormir rápido. No debes estar despierto durante el ritual demoníaco.
Entonces Izuku pensó que definitivamente corrió peligro por un par de segundos, y que, queriéndolo o no, estuvo a bien de toparse con ese licántropo que por un segundo pensó que le mataría.
Acolchado, en el núcleo blanco de la rosseta comenzó a cerrar los ojos, sintiendo como los enormes pétalos comenzaban a cerrarse y desprender un agradable aroma que le hizo sonrojarse de manera inmediata y dormir profundamente.
El último pensamiento de Izuku fue...
¿Por qué estoy aquí?
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Hola! Me queda aún una actualización que subir, así que me leerán un poquito másss.
Les dejo esta foto de Deku bello ❤️
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