LA BRUJA.


I) LA BRUJA EN LA HISTORIA.

«La brujería es un invento del papado para alimentar los fuegos del purgatorio y llenar los bolsillos del clero, siempre dispuesto a quemar brujas para confiscar sus propiedades y pagar los salarios de los inquisidores».

De betooverde wereld, Balthasar Bekker,

1691[1].

No es lo mismo escuchar una tormenta eléctrica protegidos dentro de nuestras casas, mientras miramos televisión, que en la total negrura de una noche apenas iluminada por las lámparas de aceite o las velas. O en el exterior, donde Satanás reinaba y ganaba más adeptos que Dios, según el clero, y cometía la audacia de aparecerse a los aldeanos en las encrucijadas de los caminos, bajo la apariencia de animales o de extranjeros o adoptando el rostro de alguien cercano, para que la burla fuera más cruel.

  En las mentes de nuestros antepasados, desde la época medieval hasta la barroca, había un peligro en cada esquina y la bruja simbolizaba todos estos miedos. La oscuridad y la muerte los rondaba en un universo sin antibióticos. El camino de la enfermedad resultaba irreversible la mayoría de las veces y la brújula apuntaba, ineluctable, hacia el Más Allá. Y sentirse a merced de fuerzas incontrolables los sobrecogía, hasta el punto de generar paranoia colectiva.

  El pavor, por tanto, los desquiciaba. Las personas cultas (teólogos, especialistas en Derecho, científicos) le dedicaban obras enteras a esta figura, para dejarla en evidencia y ayudar en su persecución. Ello conducía a que en los procesos se permitiera presentar testigos que serían rechazados en cualquier otro juicio. O a que los jueces estirasen la ley y los procedimientos como un chicle, para impedir su puesta en libertad.

  Pero ¿por qué la bruja infundía este terror? La respuesta es compleja. De modo visceral temían su capacidad de causar maleficium, gracias a la magia que existía intrínseca dentro de ella. Creían que podía ocasionar sufrimientos, enfermedades y la muerte de los vecinos y de sus animales. Lluvias torrenciales, nieves o granizadas que acabaran con las cosechas. Atraer a la temida peste o calcinar las aldeas, pueblos o ciudades hasta los cimientos e incluso crear olas gigantescas o huracanes cuando los barcos se hacían a la mar. Pensaban que mediante la repetición de maldiciones o con el poder de su mirada o pinchando o rompiendo un muñeco que representaba a la persona que ella desease dañar, iniciaba el comienzo de la desdicha para los miembros de su comunidad marcados por esta animadversión. Inclusive echándole un polvo negro al objeto de su odio o embadurnándolo con uno de sus famosos ungüentos. Para causar la impotencia de un hombre le bastaba con hacer un nudo en una cuerda; para crear o atraer tempestades solo hacía falta que tirase al agua una piedra o un gato, mediante previo tratamiento mágico.

  Los eruditos querían erradicarla porque la veían como una aliada del Mal: su esclava. Constituía un estereotipo que se había ido elaborando a lo largo de los siglos, originado en la debilidad propia de la mujer, según el pensamiento misógino de todas estas sociedades patriarcales. Primero Satanás la seducía para que cayese en sus garras. No en vano había tenido éxito la primera vez, cuando tentó por medio de la serpiente a Eva (nacida de la costilla de Adán, un sitio tan secundario como se esperaba que fuese su papel), para que comiera la manzana del árbol de la ciencia del bien y del mal y luego se la hiciese probar a su pareja. Con estas acciones provocó el enfado de Dios y la expulsión de ambos del Paraíso. ¡Pobre mujer, también condenada por un delito inexistente igual que la bruja! Hoy gracias a Darwin sabemos que el hombre desciende de los primates y que la evolución demoró millones de años. Y que, por supuesto, el mundo no se hizo en una semana.

  Una vez reclutada, según ellos, la bruja pisoteaba la cruz, era bautizada por el Diablo y este le dejaba una marca en el cuerpo para demostrar que era de su propiedad. Debido a ello, su sexualidad era insaciable. Los demonólogos y cazadores de brujas sostenían que si se pinchaba la señal no sentía dolor ni salía sangre y el mero hecho de contar con una era una prueba indubitable que la condenaba. Decían, además, que a partir de ahí debía reunirse con sus iguales en los aquelarres (verdaderas orgías de sexo y de sangre) que se celebraban en los bosques y en las montañas, para rendirle homenaje a Satanás. En medio de la ceremonia se sacrificaban niños no bautizados que constituían el más tierno manjar.

  ¿Cómo conseguía superar estas enormes distancias en un período sin autobuses, trenes o aviones? Fácil, volaba untando con ungüentos escobas, animales o herramientas de labranza, gracias a las facultades que le había concedido el Maligno. O bien este las llevaba de un sitio a otro con un chasquido de los dedos. Una bruja era una amenaza para la comunidad, por tanto un grupo de ellas podía significar el fin de todo el orden religioso y político establecido. Había que erradicarlas, entonces, algo que ponía de acuerdo hasta a los adversarios más irreconciliables, puesto que en este postulado coincidían católicos y protestantes.
   Sin duda, además de los poderes perversos, lo que producía rechazo era la pobreza que la rodeaba y su apariencia. De edad avanzada, de una gran fealdad, el rostro con manchas y verrugas. El cabello, gris o blanco, sucio y despeinado. Solterona o viuda, no contaba con la protección ni el control de un marido. Inculta y sin estudios, para peor. Debido a los años caminaba arrastrando las piernas o cojeando. Por eso y por su carácter excéntrico, acentuado por la vejez, vivía en la aldea o un poco apartada, dedicándose a la magia, a la sanación o asistiendo en el nacimiento de los niños como partera. Este era el prototipo de la mujer que terminaba siendo procesada durante la Gran Caza de Brujas: alguien poco femenino de quien llevaban sospechando durante años, que cuando era joven había mostrado su sexualidad públicamente (en algunos casos), que no se cortaba en el lenguaje a la hora de intentar hacer valer sus derechos, ni siquiera ante sus superiores jerárquicos, vengativa y con la que los aldeanos habían tenido numerosos conflictos.

  Por antonomasia era una mala vecina, que los incomodaba, y, encima, a la que debían mantener como buenos cristianos. No respetaba las fiestas religiosas ni iba a la iglesia. A ella le atribuían todos los males, en especial las muertes de sus pacientes o de los niños recién nacidos a los que había asistido durante el parto, en una etapa de la Historia en la que una gripe y una infección eran letales. En las zonas protestantes se añadía que continuara practicando los antiguos ritos católicos. Tal como sostiene Brian P. Levack[2] «La decisión de procesarla y ejecutarla puede considerarse simplemente como un intento de librar a estas comunidades de tan desagradables y peligrosas vecinas. Con la ejecución de las brujas, los vecinos se sentían vengados por los perjuicios que la magia les había causado tanto a ellos como a sus seres queridos y, al mismo tiempo, les permitía confirmar que la brujería había sido, efectivamente, la causante de sus desgracias».

  Por otro lado, al no contar con dinero ni influencia, una forma de enfrentarse a sus enemigos era echándole un sortilegio o maldiciéndolos (inclusive a los jueces que la juzgaban), para que el miedo impidiese que la dañasen. Es decir, como medio de defensa hacía gala de estos poderes que todos creían que tenía. Cuando los magistrados la condenaban lo hacían, también, para combatir esta forma de rebelión que significaba la bruja, cuya libertad la había echado a los brazos de Satanás y simbolizaba el caos, el desorden y el lado destructivo de la naturaleza. Una mujer libre y, por tanto, pecadora, que no se encontraba bajo el control de un hombre. Y así sentían que al mismo tiempo erradicaban las malas costumbres femeninas, la superstición y el paganismo del populacho. En definitiva, la eterna guerra entre ricos y pobres, hombres y mujeres, gente culta y analfabetos, ciudad y campo.

  La Reforma había acabado con el antiguo orden religioso; las rebeliones de las clases bajas, que no se conformaban con trabajar mientras los ricos disfrutaban, se hallaban a la orden del día. Y lo peor, el planeta Tierra ya no se situaba en el centro del universo, como había dejado en evidencia Copérnico, sino que el ser humano era un diminuto puntito, que flotaba en algún rincón secundario de la inmensidad. ¿Por qué no atribuirle a un candidato idóneo, la bruja, todo el desasosiego que los embargaba ante tanta incertidumbre? Al fin y al cabo ella era la sierva del Diablo, el causante de esta anarquía.

  Varios siglos demoró en construirse el estereotipo de la bruja. Llegado el momento adecuado, las mujeres que se enmarcaban en él fueron perseguidas durante la Gran Caza. Incluía los siguientes elementos[3]: la práctica del maleficium (hacer daño por medios ocultos gracias a los poderes sobrenaturales y al uso de hechizos); ser la esclava del Diablo, al que había jurado lealtad renegando de Dios; volar por los aires buscando niños para alimentarse o para utilizarlos en las pociones o con la finalidad de dañar para satisfacer a su amo; era miembro de una secta de adoradores del Diablo, que se reunía periódicamente para burlarse de los ritos de la religión cristiana y para dedicarse a las más terribles orgías.

  Siguiendo el pensamiento de Erik Durschmied en su obra Las putas del diablo[4], podemos afirmar que los villanos de todos los procesos son los que condenaron a inocentes a las llamas o a la horca solo por tener un lunar, una cicatriz o un tumor. O por ser diferentes en apariencia, en carácter o en conducta del modelo propuesto por la comunidad. Porque el único mal real que se debe erradicar en todas las sociedades, incluso en la actual, es la intolerancia.

  Hoy, por desgracia, siguen habiendo Cazas de Brujas. Porque comprender la diversidad no está al alcance de todos...

II)ALGUNAS CAZAS DE BRUJAS FAMOSAS.

    Cuando en determinadas épocas se permitió que la maldad humana campara a sus anchas, los horrores a los que podían llegar algunos individuos ahora nos producen escalofríos.     

1-El Malleus maleficarum (Martillo de brujas), de los dominicos Jacob Sprenger y Enrique Kramer, (1486). El nueve de diciembre de mil cuatrocientos ochenta y cuatro el papa Inocencio VIII sancionó la bula Summis desiderantes affectibus, dándoles a los religiosos alemanes medios extraordinarios, con la fundamentación de que el mal se había extendido dentro de sus dominios. 

  Allí, como es lógico, se establecían los medios de los inquisidores para terminar con esta amenaza. La justificación de tal crueldad era la siguiente:

  «Recientemente ha venido a nuestro cierto conocimiento, no sin que hayamos pasado por un gran dolor, que en algunas partes de la alta Alemania, en las provincias, villas, territorios, localidades y diócesis de Mayenza, Colonia, Treves, Salzburgo y Brema, cierto número de personas del uno y otro sexo, olvidando su propia salud y apartándose de la fe católica, se dan a los demonios íncubos y súcubos, y por sus encantos, hechizos, conjuros, sortilegios, crímenes y actos infames, destruyen y matan el fruto en el vientre de las mujeres, ganados y otros animales de especies diferentes; destruyen las cosechas, las vides, los huertos, los prados y pastos, los trigos, los granos y otras plantas y legumbres de la tierra; afligen y atormentan con dolores y males atroces, tanto interiores como exteriores, a esos mismos hombres, mujeres y bestias, rebaños y animales, e impiden que los hombres puedan engendrar y las mujeres concebir y que los maridos cumplan el deber conyugal con sus mujeres y las mujeres con sus maridos; con boca sacrílega reniegan de la fe que han recibido en el Santo Bautismo; no temen cometer y perpetrar, a instigación del enemigo del género humano, otros muchos excesos y crímenes abominables con peligro de sus almas, desprecio de la Divina Majestad y peligroso escándalo de muchos[5]».

  Tuvo su origen en el pedido de dos dominicos, Sprenger y Kramen, que habían sido nombrados inquisidores en estas zonas y que habían encontrado allí una rotunda oposición. Mediante la bula se les daban poderes para hacer, literalmente, lo que querían.

  ¿Por qué el papa nombró a Sprenger primero inquisidor y luego le encargó una obra? Porque era un reconocido demonólogo. Jules Michelet[6] cuenta que, veinte años antes de que publicara el Malleus maleficarum  y viviendo en Roma, se cruzó con dos peregrinos de Bohemia que le cambiaron la vida. Se trataba de un sacerdote, que venía acompañado de su padre. El joven estaba poseído y por eso lo había traído para que la tumba de los santos acabara con el mal. Según le informaron, una bruja le había lanzado un hechizo y, al parecer, este se encontraba debajo de un árbol que la mujer se negaba a indicar, para que no pudiesen dar con la cura.

  Sprenger llevó al sacerdote poseso de una iglesia a otra. Cada vez que llegaba (y delante de toda la concurrencia) el endemoniado empezaba a gritar, a mover el cuerpo en posiciones imposibles, a dejar en libertad su furor. Lo exorcizaban mientras todos contemplaban el proceso, asombrados, ya que en Italia no estaban acostumbrados a este tipo de situaciones.

  El Malleus maleficarum   fue el resultado de su experiencia con el Diablo y de la labor como inquisidor en aquellos territorios que citaba la bula. En él sus autores racionalizaban ideas del imaginario colectivo, que los campesinos daban por supuestos incuestionables desde hacía cientos de años. Lo publicaron por primera vez en mil cuatrocientos ochenta y seis y se siguió reimprimiendo durante varios siglos. Durante la Gran Caza se consideró el manual para determinar cómo se debía reconocer a una bruja y cuál era el procedimiento necesario a seguir con ella. Dedica más espacio a la hechicera que realizaba magia ritual, aunque sí se empieza a hacer un esbozo del estereotipo antes referido sin desarrollarlo con detenimiento, si bien es cierto que ya la calificaba como integrante de una secta que atentaba contra toda la humanidad. Por eso Sprenger, un fanático que se consideraba el brazo ejecutor de Dios, durante un año mandó a más de quinientas mujeres a la hoguera.

  Para ser considerado hereje alcanzaba con equivocarse en la explicación de la Biblia o al recitarla o negar la existencia de las brujas. Una acusación bastaba para que el denunciado fuera condenado. Se permitían las denuncias secretas: significaba un medio idóneo que la gente podía aprovechar para deshacerse de los enemigos y de todas aquellas mujeres solteronas, viejas, que no contaban con el respaldo masculino y que representaban una carga para la economía de la aldea o del pueblo. Las confesiones se lograban por medio de la tortura.

  Sus autores argumentaban que las féminas eran más débiles, de ahí que también utilizasen con mayor frecuencia que ellos el maleficium. La misma debilidad corporal hacía que no pudieran enfrentarse por medio de la fuerza y que debiesen utilizar argucias que causaban daños en hombres, animales y cosechas. Por supuesto que cuando apresaban a una bruja lo primero que había que hacer era levantarla del suelo, para que no tuviera el poder que procedía de la Madre Tierra. 

   Resultaban más fáciles de tentar, porque sus necesidades sexuales excedían ampliamente las del otro género. Esta potente libido las arrojaba en brazos de los demonios, los únicos que sí conseguían satisfacerlas y que después las auxiliaban en su carrera maléfica. 

  Uno de los ejemplos que ponían era el de una bruja de Baldshut, que no había sido invitada a una boda. Para arruinarla le pidió al demonio que granizase en el punto álgido de dicha celebración. Le bastó para ello con orinar y mover el dedo dentro del líquido, hechos que atestiguaron unos pastores y que sirvieron para que la condenaran a la hoguera.

  Jules Michelet dejó constancia de otro proceso en el que intervino Sprenger. En Estrasburgo, al parecer, tres mujeres sintieron que una mano invisible las golpeaba al mismo tiempo. Denunciaron como responsable a un hombre, alegando que les había echado un hechizo. Enseguida trajeron al infortunado ante el inquisidor, que no dejaba de proclamar su inocencia, diciendo que no las conocía de nada. Cuando lo iban a torturar pidió para hablar y manifestó:

Recuerdo, en efecto, que ayer a esa hora, he apaleado... ¿a quién? No a criaturas bautizadas, sino a tres gatas que vinieron a morderme las piernas furiosamente.

  Ahí Sprenger se dio cuenta de la inocencia del individuo, al que por error estuvo a punto de ajusticiar. Y de la culpabilidad de las tres mujeres, que no contentas con convertirse en gatas y molestarlo, además intentaban hacerlo pasar por brujo para engañarlos a todos y divertirse.

2-Henri Boguet, magistrado de Saint Claude de Dôle, (1602). También escribió un libro, Discours exécrable des sorciers, publicado en mil seiscientos dos. Dejó constancia, además, de que le gustaría fundir a todas las brujas en un solo cuerpo, para ser capaz de quemarlas en una única hoguera.

  Por lo que más se lo recuerda es por su participación en la caza de un hombre lobo, que mataba en la zona. Un chico recogía cerezas con su hermana cuando el animal, sin cola, apareció de manera repentina. Hirió de muerte al muchacho e intentó hacer lo mismo con su compañera. La niña, en un ejercicio de valentía sin igual, luchó contra él. Lo lastimó con un cuchillo y sus gritos la salvaron, haciendo que vinieran muchos vecinos a investigar el porqué de tanto revuelo. Por lo que pudo explicar el chaval, antes de morir, la que lo había atacado era una mujer lobo.

  Perrenette Gandillon tuvo la desgracia de estar recolectando fruta muy cerca de allí. No pudo salvarse del populacho, que considerándola responsable de los hechos la linchó ahí mismo. El paso siguiente de la turba era ir a por toda la familia, pero sus integrantes escaparon hacia el bosque. La libertad les duró una semana. 

  Una vez los atraparon, el paso siguiente fue la tortura. Por miedo al suplicio y a que se volvieran a ensañar Antoinette Gandillon, hermana de la primera, confesó todo lo que los jueces querían. Lo típico: que había tenido sexo con un macho cabrío; que gracias a él,   para causar daño a los vecinos,  había provocado granizo y múltiples tormentas.

  Al hermano, un disminuido mental, lo interrogó Boguet mientras lo torturaban[7]:

Pierre, habéis sido acusado de ofender al Señor por transformaros en un lobo. ¿Lo negáis?

En un lobo, sí —contestó él.

—¿Cómo lo hacíais? —quiso saber el otro hombre.

Me lo dijo... Me dio una piel —expresó Pierre, titubeando.

—¿Quién os dio una piel de lobo? —insistió el juez.

El hombre con cara negra y cuernos. Y entonces me comí al niño —respondió el acusado.

—¿Cómo?

Con los dientes... Me comí a muchos niños... Antes y después de bailar en el bosque —manifestó, antes de convulsionar por tanto dolor, ya que no dejaban de torturarlo.

  Aplicando también estos métodos al hijo de Pierre y a Antoinette, de nuevo, Boguet consiguió que ambos dijesen todo lo que anhelaba escuchar relacionado con hombres lobos y con demonios. Y sobre relaciones sexuales incestuosas y canibalismo. Al final, los condenó a morir en la hoguera. 

  En otros casos ajustició a adolescentes y a niños. Para él constituían indicios de culpabilidad del delito de brujería que la acusada no llorara al declarar, que mirase en dirección al suelo, que murmurara o que blasfemase. Afirmaba que había visto diablos salir del cuerpo de una pequeña, mientras era sometida a un exorcismo. También de una mujer, en esta oportunidad transformado en babosa.

  Pasados algunos años se rebatieron todas sus teorías y comprendió lo que había hecho. Los remordimientos lo atormentaron hasta el grado de enloquecerlo.

3-Benedikt Carpzov, el legislador de Sajonia, (1635). Era protestante, profesor de Derecho en Leipzig. Decía, orgulloso, que había quemado a más de veinte mil brujas. Y podía ser cierto y no una exageración, ya que facilitó los procedimientos para que los vecinos denunciasen: permitió que se hiciese en el más absoluto anonimato y hasta colocó buzones en las iglesias a tales efectos. 

  Escribió una versión luterana del Malleus maleficarum, obra titulada Practica rerorum criminalum, que se publicó en mil seiscientos treinta y cinco. En él se refería a diecisiete tipos de tortura que resultaban óptimos para obtener la confesión de las acusadas: poner plomo fundido sobre los genitales, quemarlas con velas consagradas, introducir astillas debajo de las uñas y luego prenderlas fuego, etc.

4-Matthew Hopkins, el cazador de brujas de la época del Protectorado de Cromwell, en Inglaterra, (1646-1647). Era un hombre calculador, malvado y vengativo, hijo de un ministro anglicano. Mientras participaba de una misa en Essex, en la iglesia de Manningtree, se irguió del asiento y apuntó con el dedo a unas feligresas de buena reputación, disfrutando con el terror de ellas, y espetándoles en las caras que habían celebrado un aquelarre. Las detuvieron, las procesaron, las torturaron y las condenaron a la horca.

  Desde ese momento su destino quedó sellado. Le entregaron dinero como recompensa por el servicio prestado y comprendió que esta ocupación era una buena forma de hacerse con importantes y rápidos ingresos. Y, lo principal, con una reputación de Inquisidor General, el título que se inventó y por el que llegaron a conocerlo.

  En todos los juicios por brujería de la zona siempre se hallaba él. Se regocijaba sintiéndose poderoso y haciéndole la prueba del agua a las pobres desdichadas: si flotaban eran brujas, si se ahogaban inocentes. Inocentes muertas, por supuesto, ya que nadie podía devolverles las vidas.

  Uno de los procesos más famosos en los que intervino fue el de Rebecca West[8].

—¿Cómo se quedó viuda? —la interrogó Hopkins.

Mi marido murió de apoplejía —le respondió la mujer, asustada.

—¿Apoplejía? Vaya. ¿Acaso lo hechizasteis? —le preguntó con maldad, convirtiendo la verdad de la enfermedad en una acusación.

Yo no hice tal cosa. Intentó apuñalarme. Y murió como borracho que era: tropezó y se dio contra una piedra —resumió Rebecca los hechos con sencillez.

Y entonces vio su espíritu. Usted cree en los fantasmas, ¿verdad? —insistió el hombre.

—¿En los espíritus de los muertos? ¿Quiere decir en los espíritus del infierno? Sí, creo en ellos tanto como creo en Cristo, nuestro Salvador —repuso la señora.

—¡No blasfeméis, mujer! —exclamó Hopkins, haciéndose el chocado.

—¿Qué? ¿Que blasfemo? Odio a ese espíritu, pero sé que es mucho más débil que yo —añadió ella.

Entonces decidme, señora West, ¿tenéis el valor suficiente para dormir noche tras noche en el mismo lecho que compartisteis con vuestro marido aun creyendo que su espíritu podría regresar desde el infierno? —Volvió el hombre a la carga.

Puedo mantener alejada a cualquiera de esas presencias con el poder de mi mente. Pueden vagar por los alrededores de mi casa, pero nunca traspasarán el umbral de mi puerta. No estoy en absoluto asustada por ellas y no podréis probar nada —expresó con énfasis Rebecca.

  Pero hizo que la sometieran a tortura, argumentando que él había visto cómo le daba pecho a cuatro trasgos[9]. Así que días después la mujer confesó que una de estas criaturas, transformada en un caballero de alcurnia, le dijo que tenía que irse al lecho con ella y aceptó, explicación que la condenó a la horca. Tal vez porque era mejor morir a que continuaran martirizándola. O preferible la muerte a estar en prisión sin que le permitieran comer o dormir, prácticas habituales de este cazador.

  Hopkins recorría pueblos y ciudades mandando antes a sus ayudantes, para que arreglaran los pormenores de los honorarios y le buscaran el mejor alojamiento. Recibía una seña por anticipado, en caso contrario no se molestaba en acudir. Se enriquecía a pasos agigantados a costa de las desgracias que provocaba en cientos de mujeres, que expiraban sin haber cometido ningún delito real, condenadas por no tener una defensa digna. El pastor de Houghton, el reverendo Gaul, llegó a decir de Matthew Hopkins que, además de un charlatán, era un peligro. Como contrapartida él escribió una carta diciendo que visitaría Houghton para demostrar que Gaul estaba protegiendo a las brujas y que formaba parte de ese ejército del mal. Pero el concejo apoyó al pastor y esto no llegó a mayores.

  Un día su trabajo consistió en prestar testimonio contra una joven muy guapa, a la que acusó de ser amante del Diablo.

Ojalá Dios te perdone por tu crimen —le dijo.

  La chica repuso, sin desviar la vista o intimidarse:

No tengáis duda de que me perdonará con más rapidez que a vos, pues vos sois el único brujo, vos sois el secretario del diablo y os habéis lucrado gracias a Satanás. No os asiste Dios en vuestra labor, no; os asiste el diablo.

—¡Matadla! —gritó, furioso—. ¡Matad a la bruja!

  Pero el daño estaba hecho y probó de su propia medicina. La muchedumbre lo sujetó, lo desnudó para hacerle la prueba del agua, igual que tantas veces él lo había hecho con cientos de infortunadas mujeres. Y flotó.

—¡Ha pactado con el diablo! —gritó la chica a la que Hopkins pretendía condenar.

  Así que decidieron matarlo: lo sacaron del agua y lo apedrearon. Otra versión dice que juntó todo el dinero que su crueldad le había permitido ganar y escapó. Lo cierto es que nunca lo volvieron a ver...

5-Las brujas de Salem, (1692). En las colonias americanas de Nueva Inglaterra la cacería de brujas se presentó como un medio para volver a las antiguas costumbres puritanas, que se estaban relajando en el nuevo continente en aras de una mayor libertad. Mediante el terror el clero que gobernaba pretendió recuperar las bases de las buenas costumbres, y, con ellas, el poder.

  Desembarcaron en un nuevo mundo en donde la naturaleza se les oponía de manera implacable. Y justo ese fatídico año mil seiscientos noventa y dos el Diablo, con sus tentaciones y la crueldad que lo caracterizaba, estaba más presente que nunca: los franceses, piratas e indios los atacaban, la viruela los devastaba, las cosechas no habían sido suficientes y la climatología era extremadamente severa, tanto como nunca habían padecido en Europa. La línea entre la vida y la muerte jamás había sido tan delgada.

  Una jornada, cuando el predicador se hallaba a punto de iniciar el sermón, su hija gritó:

—¡Invoco a los poderes del infierno![10]

  Luego cayó sobre el suelo y empezó a rodar, en medio de convulsiones y con los ojos casi saliéndosele de las órbitas. Como es de esperar, todos se quedaron horrorizados. El reverendo Samuel Parris puso la biblia sobre la cabeza de la pequeña y esta se tranquilizó.

—¿Alguien sabe qué es el infierno? —preguntó, aprovechando la ocasión para dar una advertencia—. El infierno es por lo que esa niña ha pasado al ser objeto de las malas artes del diablo. El infierno puede verse en los ojos de mi hija cuando piensa que Dios la ha abandonado. El infierno busca la manera de lastimar a vuestros hijos y no hay nada que pueda detenerlo. ¿Cómo podría proteger a mis hijos si todo el mundo se vuelve contra ellos? Esa niña ha sido hechizada y las brujas habrán de ser quemadas por sus pecados, podéis creerme. Yo mismo he rezado al Señor para buscar consejo y averiguar quién de entre vosotros tiene algo que ver con la brujería. Pero antes he de reprenderme a mí mismo por mi falta de caridad.

  Otra versión[11] sostiene que tanto Elizabeth Parris, Abigail Williams (hija y sobrina del predicador, respectivamente) y Ann Putnam, que era la hija del sacristán y alguacil de Salem (Thomas Putnam) fueron sorprendidas en medio del bosque cercano mientras efectuaban ritos de magia negra que les había enseñado la esclava del reverendo, de nombre Tituba. Esta mujer provenía de las Indias Orientales y les relataba historias de vudú y les enseñaba la práctica de hechizos. Esta era la motivación que derivó en las acusaciones hacia sus vecinos: el entretenimiento, desviar la culpabilidad de ellas y la pura maldad.

  Porque los pequeños iniciaron toda la locura de un modo inocente, mientras jugaban con escarabajos. Los verdes eran buenos, los negros demoníacos (creían que se alimentaban de sus sueños) y al ponerlos a pelear siempre ganaban los primeros. Más adelante, cuando las niñas iniciaron el teatro, se decía que Elizabeth hizo volar la biblia del padre a través de la sala y que Abigail caminaba sobre las llamas sin que se le quemasen los pies. La función incluía gritos, chillidos, gestos inusuales, extrañas posturas del cuerpo. Los que contemplaban la escena, asustados,  no tenían la menor duda de que todo era obra de Satanás.

  Pronto las llevaron a recorrer Salem. Caían sobre el suelo, rodando, y acusando a otros miembros de la comunidad. El doctor Griggs, médico local, dijo que un embrujo les había provocado todo esto. Era hora, por tanto, de castigar a los culpables. Todos debían mantenerse alertas y contemplar cualquier comportamiento extraño de los vecinos. Así fue cómo comenzaron las delaciones, que luego eran corroboradas por los testimonios de las niñas, que se sentían poderosas al decidir sobre la vida y la muerte de los mayores.

  La primera en morir de una pulmonía estando en prisión fue Sarah Osborne. Pero el teatro no terminó allí, al contrario, ahora era necesario seguir adelante con la mentira. Además, el brote de histeria resultó contagioso y a estas alturas eran muchas las pequeñas que rodaban por el suelo, imitando a las primeras.

  Llegaron a inculpar por practicar brujería, inclusive, a Rebecca Nurse, que era tenida por la persona más religiosa y caritativa de la comunidad. La desnudaron y buscaron en ella las marcas del Diablo.

Mujer, ¿no tenéis ninguna herida? —le preguntó el juez Hawthorne[12].

Ninguna, salvo la edad —respondió la anciana.

—¿Negáis haber tenido visitas a medianoche? —insistió él.

No. No he tenido visitas y menos aún del diablo —recalcó.

  Ann Putnam se acercó a la mujer por la espalda, haciendo gestos y diciendo:

Les he dicho... Les he dicho cuanto sabía. No quiero volver a pasar por esto otra vez.

  Al parecer la niña había contado al Tribunal que cuando iba caminando hacia su hogar oyó a lo lejos voces, pero no pudo ver a nadie. Luego reinó el silencio. Volvió a caminar y de nuevo sucedió lo mismo, haciendo que el vello se le erizara.

No voy a consentir que arrojes tus sucias mentiras sobre mí. No lo conseguirás —la regañó Rebecca, todavía confiando en que los vecinos recordaran su conducta intachable del pasado.

  Llevaron como testigo, incluso, al borracho del pueblo. El juez le preguntó:

Dime: ¿has visto algo raro estos últimos meses?

Ver, lo que se dice ver, no; pero he oído cosas, señor. No muy lejos de aquí, antes de que cantase el gallo, ¿sabe? Era como un aullido... o el ladrido de un perro. Pero hace cosa de un mes oí el grito más espantoso que pudiera imaginar. Se lo explico aunque no es demasiado adecuado hacerlo aquí. La señora de la casa no es muy amable. ¿Sabe a qué me refiero? Buscaba algo de comer...

Buscabas una botella —exclamó uno de los que asistían al juicio.

—¡Silencio! —Puso orden el juez—. Adelante.

Bueno, como decía, buscaba algo de comer, pero no tuve suerte y entonces se me apareció ella con todos los fuegos del infierno. La tía espantosa me llamó de todo, como se lo explico. Y entonces volví a escuchar ese ruido y ella me dijo que eran los gatos. ¡Gatos! ¡Como si hubiese nacido ayer! Ya vi por dónde iba. Quería quedarse conmigo. Pero le pedí un penique y me respondió: «en prueba de buena voluntad». Y aquel fue el alboroto, el de aquella noche. ¿Qué le parece?

Y todo aquel alboroto, como usted lo llama, ¿cómo sonaba?

Bueno, ya sabe usted a lo que me refiero. Como gatos maullando y resoplando. Lo oí todo muy bien. Parecía que se estuviesen peleando sobre el cuerpo de un muerto. Eso es.

Más que contaminarme con esas mentiras, me doy cuenta de que me he metido en la boca del lobo. Es él quien blasfema, no yo —alegó la anciana, defendiéndose.

  Pero Hawthorne estaba convencido de la culpabilidad de ella.

Nos habéis mostrado un destello del infierno, Rebecca Nurse —la acusó el juez.

Esa es una mentira malvada, no tenéis ningún derecho. Desde siempre he vivido en Dios. Y no hay más —recalcó la mujer.

  El jurado nada negativo pudo encontrar de Rebecca, su vida se constituía de buenas obras. Treinta y nueve ciudadanos relevantes firmaron un escrito apoyándola y la sentencia fue absolutoria. Pero las niñas hicieron tan bien su actuación, rodando por el suelo, que una ola de indignación recorrió al populacho. Si no era declarada culpable sería linchada por todos ellos.

  Es menester destacar que, a diferencia de los procesos europeos, las personas que morían lo hacían porque se resistían a declararse culpables de los cargos imaginarios y mantenían su inocencia. Preferían el martirio, en aras de su honorabilidad y de sus principios, que vivir avergonzados de sí mismos. El juez por miedo a la muchedumbre revocó el veredicto de inocencia y reinició el proceso. Llamaron a Deliverance Hobbs como testigo, que había sido acusada de brujería. Rebecca al verla expresó:

—¿Acaso esa mujer tiene alguna prueba contra mí? ¡Pero si venía con nosotras!

  Y esta afirmación se consideró una confesión de brujería y la condenó a la horca. El gobernador, por su parte, ordenó que detuviesen la ejecución, pero no le hicieron caso. La sed de sangre del vulgo era tal que el diecinueve de julio de mil seiscientos noventa y dos la ahorcaron.

  Ante esta rebeldía el gobernador de Massachusetts, preocupado por lo que pensarían las siguientes generaciones al no haber detenido las muertes, hizo que los acusados fueran puestos en libertad. Varios abogados se desplazaron desde Boston para analizar los juicios, prometiendo que harían justicia con los culpables de las denuncias y con los que aplicaron mal las leyes. No obstante ello, todo quedó en palabras y buenas intenciones, nada se hizo, a pesar de que habían sido acusadas ciento ochenta y cinco personas. El resultado fue: diecinueve ejecutadas y dieciocho que enfermaron y murieron en prisión, debido a las espantosas condiciones de la cárcel y a la tortura.

  Cuarenta años después de los acontecimientos, Ann Putnam, la niña que más había disfrutado con su papel en las persecuciones, escribió en una carta[13]:

Durante mi infancia, se dio la circunstancia de que me convertí en el instrumento por el cual varias personas fueron acusadas de crímenes gravísimos hasta el punto de ser ajusticiadas y de las que hoy no me cabe duda de que eran inocentes. Creo que todo se debió a un gran engaño urdido por Satanás, quien se apoderó de mí durante aquellos tristes días hasta el punto de que hoy me estremezco al pensar que se sirvió de mí, junto con otras personas, también ignorantes e inconscientes, para profanar esta tierra con sangre inocente (...) y, en particular, en la medida en que me convertí en la principal acusadora de Rebecca Nurse y de sus dos hermanas, así como de las tristes calamidades que se cernieron sobre ellas y sus respectivas familias.

  Inclusive, doce miembros del jurado en enero del año mil seiscientos noventa y seis suscribieron un documento en el que decía[14]: «confesamos que nunca fuimos capaces de comprender, ni de soportar, las misteriosas falsedades de los poderes de las tinieblas (...) y, en consecuencia, declaramos que nos sentimos aterrados por haber mentido y engañado por quienes nos distrajeron y manipularon».

  Sin embargo, no era posible devolverles las vidas a los ajusticiados ni quitarles de los cuerpos las torturas a los que las habían padecido. Si había un Dios estaban condenados por auspiciar todos los horrores que se cometieron en su nombre y por dar cobijo a los responsables.

III)OTROS CONCEPTOS Y SERES SIMILARES A LA BRUJA DEL IMAGINARIO EUROPEO.

Siguiendo la argumentación de Julio Caro Baroja en su obra Las brujas y su mundo[15] entre lo que existía y lo que el ser humano imaginó hay un abismo, tal como luego pudo comprobar con el paso del tiempo y el uso de la razón y del método científico. Incluso durante siglos los campesinos llegaron a creer realmente en la existencia de estos seres y les guardaban el debido respeto, para evitar su enfado.

1-La hechicera: también podía causar maleficium, pero lo hacía a través del aprendizaje de la técnica y luego de muchos años de estudio. A diferencia de la bruja, no disponía dentro de sí de un poder paranormal que le permitiera hacer daño a otros, sino que lo obtenía a través de oraciones, de gestos, de sustancias o por medio de objetos, siguiendo siempre un ritual. El concepto de hechicería es mucho más antiguo que el de brujería y se remonta a los albores del tiempo.

2-La strix  de los antiguos romanos: era un ser que por las noches volaba, chillando, y que comía la carne y bebía la sangre de los humanos. Tenía una apariencia similar a la lechuza y le daba la leche de sus pechos a los recién nacidos, que eran su comida predilecta. Así, los envenenaba. 

  Los romanos consideraban que podía ser un pájaro o también una anciana, que mágicamente se transformaba en strix. Esta figura, al igual que la striga germánica, pueden considerarse antecedentes de la bruja. Seres del imaginario colectivo, a los que luego se les unieron otros factores para llegar hasta el estereotipo que hemos considerado al principio de este trabajo.

3-Diana y sus seguidoras: en la Edad Media todavía se le seguía rindiendo culto a esta diosa pagana. Se creía que convocaba a las mujeres para que la sirvieran y que acompañada por ellas y mediante medios sobrenaturales viajaban por la noche, volando. Sus intenciones no eran malvadas como las de la bruja.

4-Hécate, diosa de la magia: era una variante de la creencia anterior. La diferencia radicaba en que salían con Hécate a volar las almas de las mujeres muertas prematuramente, las de las que habían fallecido con violencia o las de aquellas que nunca habían sido enterradas. Aparecían en las encrucijadas, acompañadas de perros que aullaban de forma aterradora.

  Esta diosa estaba presente cuando el alma se unía al cuerpo en el momento de nacer y también cuando se separaba al morir la persona. Vivía en las tumbas y en las casas, que muchas veces guardaban los cuerpos de los nonatos y de los pequeños que habían fallecido a tierna edad.

  Cuando un individuo enloquecía se le pedía ayuda, puesto que creían que las almas de los muertos eran las que provocaban la locura.

5-Holda: figura de las leyendas germánicas y del folklore alemán, de naturaleza protectora, maternal y que vivía en el aire, viajando alrededor del planeta. Se creía que en su origen era una diosa pagana. Decían que los copos de nieve eran las plumas que caían de su cama cuando la acomodaba. Entre Navidad y Reyes recorría la tierra para asegurarse de que fuera fértil para el año siguiente. Era la patrona de los nacimientos y de las labores del campo, de la costura y del tejido de las mujeres. Si eran trabajadores les tiraba regalos por la ventana; si eran holgazanes, les esperaba su enfado.

  Cuando se enfurecía (si veía que los campesinos descuidaban el hogar o la granja) daba miedo. Generaba tormentas y se convertía en una bruja vieja, de enormes dientes y nariz, que atemorizaba a los niños. Salía de noche acompañada por las almas de los muertos de todas las edades y por las de los niños que no fueron bautizados.

6-Las damas de la noche: se las conocía durante la Edad Media sobre todo en las zonas que hoy corresponden a Francia e Italia. Eran espíritus con forma de mujeres, vestidas como nobles y con brillos, que se hallaban en los bosques y que a veces se dejaban caer por los establos para acariciar a los caballos. Llevaban velas en las manos y si la gente les dejaba bebida y comida agradecían la hospitalidad concediéndole recompensas. Si no las tenían en cuenta se iban entristecidas.

7-Súcubos: eran demonios que tomaban la forma de mujeres de gran belleza para tener relaciones sexuales con los hombres mientras estos dormían, provocando que jamás pudieran deshacerse del recuerdo. De este modo se alimentaban de su energía vital o de su sangre.

8-Banshee: aunque por su aspecto desarrapado o sus largas uñas podría confundirse a primera vista con la bruja, en realidad era un hada (o un ángel caído, para algunos). Trabajaba como mensajera del otro mundo, puesto que anticipaba la muerte de alguien cercano con sus gritos (capaz de dejar sorda a una persona) o con los llantos.

9-Melusina: era un hada que vivía en el bosque, la protectora de los niños y de las mujeres durante el parto. Abandonó su mundo para casarse con un hombre, pero le impuso antes una condición: nunca debía verla mientras se bañaba una vez a la semana. Él cumplió durante años y tuvieron muchos hijos en común. Pero un día rompió el pacto: la espió y descubrió que en realidad tenía cuerpo de serpiente. Melusina, por supuesto, lo abandonó.

10-Lamia: era una criatura femenina de la mitología y del folclore grecolatino, que sentía envidia de las otras madres porque sus retoños habían muerto y que, debido a esto, devoraba a los hijos de las demás. Era una seductora y en este sentido constituye el antecedente de la vampiresa.

III)LA BRUJA EN LA LITERATURA.

Resultaba inevitable que la bruja traspasase la barrera de las creencias y que formara parte de las epopeyas de caballería y hasta de los poemas de amor cortés. Aquí analizaremos algunos ejemplos más recientes.

1-Los cuentos de los hermanos Grimm. Las versiones que conocemos en el presente están edulcoradas, ya que en la mayoría de los cuentos no eran las madrastras las malvadas, sino las madres. Casi competían con las brujas en cuanto a perversidad.

  Me voy a detener en el de Hansel y Gretel. Wilhelm y Jacob Grimm partieron para construir el cuento de una larga tradición oral, que venía de la Edad Media. En ella se decía que, durante las hambrunas tan comunes de este período histórico, los padres de los niños decidían dejarlos en el bosque, para que se las arreglaran por su cuenta. Entrañaba un duro pasaje de la niñez a la mayoría de edad, sin recalar en las etapas previas. De esta forma evitaban la tentación de recurrir al canibalismo o de que otros vecinos se sintieran tentados a comerse a los pequeños, en lugar de a las ratas que pululaban en las aldeas. Sin embargo, en el bosque los aguardaba el peligro extremo que simbolizaba la bruja. Si no eran cuidadosos y espabilaban rápido, ella los recibiría encantada para incluirlos dentro de su menú como platillo principal.

  Los hermanos Grimm no fueron tan crueles cuando lo escribieron en mil ochocientos doce, puesto que los chicos escucharon la conversación y se encontraban preparados. Luego de que el padre, leñador, los abandonó la primera vez, pudieron regresar gracias a las piedrecillas que habían dejado para seguir el rastro y que resplandecían a la luz de la luna. En la segunda oportunidad no contaban con las piedras y tuvieron que dejar migas de pan que los pájaros, glotones, se comieron.

  Desorientados, buscaron cómo retornar al hogar, pero se dieron de bruces con una casita de caramelo, que comenzaron a comer en un rapto de felicidad. Allí vivía una bruja que, siguiendo con la tradición, pretendía cebarlos para engullirlos. Por fortuna pudieron engañarla dándole un hueso de pollo en lugar de sus gorditos dedos, para que no supiera que sí ganaban quilos. Al final ella se cansó de esperar, pero los niños fueron más listos y la quemaron dentro del horno donde pretendía cocinarlos.

2-Los cuentos de Hans Christian Andersen. Me voy a enfocar en La sirenita, que este autor escribió en mil ochocientos treinta y siete, con el corazón destrozado por su amor no correspondido hacia Edvard Collin, cuando este último iba a casarse. Una época difícil para enamorarse de alguien del mismo género y para ser bisexual. Además, por supuesto, de que este escritor no era un hombre atractivo.

  De él decía un conocido: «Extraño y bizarro en sus movimientos. Sus piernas y sus brazos son largos, delgados y fuera de toda proporción; sus manos, anchas y planas, y sus pies son tan gigantescos que nadie piensa en robarle las botas. Su nariz es, digamos, de estilo romano, pero tan desproporcionadamente larga que domina toda la cara; cuando uno se despide de él, su nariz es lo que más recuerda»[16]. Por tanto, la original es una versión mucho más triste que la que hoy conocemos por Disney, ya que además la escribió el propio patito feo[17]. Andersen se sentía tan fuera de lugar y tan incomprendido como el personaje que creó, a pesar de todo su éxito.

  Pero vayamos al grano.  La sirenita, igual que sus hermanas cuando cumplieron dieciséis años, subió a la superficie para observar de lejos el mundo de los humanos. Se sintió fascinada y no pudo resistir la tentación de seguir haciéndolo a escondidas, lo cual resultó positivo porque le permitió socorrer al príncipe cuando su barco naufragó.

  Lo dejó en una playa, cerca del palacio, sin que advirtiera que había sido ella la que lo rescató. Por el contrario, creyó que lo había salvado una chica muy guapa, la misma que luego alertó a todo el mundo de su presencia. Nuestra sirenita, enamorada, estaba dispuesta a todo para reunirse con él. Incluso a nadar hasta la morada tenebrosa de la Bruja del Mar, en la que las plantas acuáticas atrapaban a los seres vivos para matarlos.

  A cambio de la poción que le permitía tener piernas, la malvada bruja le exigió su maravillosa voz. Le advirtió, eso sí, que caminar significaría para ella una agonía, como si lo hiciera sobre espadas afiladas. Debía pensárselo bien porque nunca podría volver al mar y si el príncipe no llegaba a amarla perdería los trescientos años de vida que como sirena le quedaban y se convertiría en espuma de mar. Por el contrario, si él le entregaba su corazón, le traspasaría parte del alma que como ser humano se le atribuía.

  Pero por más que nuestra protagonista se esmeró para satisfacer al príncipe, no abandonaba la friendzone. El joven se había quedado prendado de la otra chica, porque pensaba que lo había salvado de la muerte en el mar. Finalmente, resultó que era la hija de otro rey y su prometida. Y terminó casándose con ella, encantado.

  La sirenita, destrozada, comprendió que la mañana siguiente a la boda sería la su final, tal como le habían indicado al darle la poción. No obstante ello, las hermanas y la abuela, que también habían recurrido a la Bruja del Mar en un intento desesperado por salvarla y a la que le habían pagado con sus hermosas cabelleras, tenían otra opción para ella: si mataba al príncipe con la daga que la bruja les había proporcionado y regaba sus piernas con la sangre de él, volvería al mar.

  Pero a la chica, enamorada, esta elección le resultaba imposible. Prefería morir antes que asesinarlo. Gracias a esta decisión y a su esfuerzo por obtener un alma eterna consiguió que, en lugar de convertirse en espuma, se transformara en una hija del aire. Tenía trescientos años para hacer buenas acciones y ganársela.

  De aquí viene la tristeza del rostro de la estatua de la sirenita  de Copenhague, que mira nostálgica el mar, pensando en su amor imposible... Igual que Hans Christian Andersen...

3-Las Crónicas de Narnia. Las escribió C. S. Lewis desde mil novecientos cincuenta a mil novecientos cincuenta y seis. En teoría era una saga de siete libros del género novela juvenil, aunque se reflexionaba en profundidad acerca de la vida, de la muerte y de la existencia de Dios, lo que determinaba que también fuera atractiva para mayores.

  Me detengo en la malvada Bruja Blanca, que estaba dispuesta a todo para mantener su poder. En el origen Jadis (el nombre real) había sido la reina de Charn, un enorme país, y descendía de Lilith, la primera mujer de Adán. Ya había dado pruebas de su crueldad en este mundo al enfrentarse a la hermana con un ejército. Al ver que perdía había aniquilado a todo ser viviente, se había hechizado y había quedado convertida en estatua. Situada inmóvil en una galería, Digory Kirke la despertó haciendo sonar la campana y ella escapó a Narnia.

  Incluso era capaz de que reinara la tristeza durante años, en medio de un paisaje helado que poco se parecía a la verdadera Narnia, privando a sus habitantes de la Navidad. Por fortuna los hermanos Pevensie, en compañía de Aslan y otros seres fantásticos, consiguieron derrotarla.

4-Harry Potter. La saga de siete libros fue escrita por J. K. Rowling de mil novecientos noventa y siete a dos mil siete. En ellas el personaje principal era Harry Potter y, su némesis, Lord Voldemort (Tom Marvolo Riddle).

  Más que mago Harry era un brujo, ya que el poder estaba dentro de sí. Recordemos cuando, en el primer libro y antes de ingresar en Howarts, la escuela de magia y hechicería, consiguió que desapareciera el cristal que protegía a una boa en el zoológico e hizo que su primo cayera dentro del receptáculo.

5-Magnolia. Es el volumen 1 de la serie Cerca de la Medianoche, escrita por LynnS13 y publicada en Wattpad. En ella vamos a conocer a las mujeres Devereaux, rodeadas por un manto de misterio y sospechosas de pertenecer a una estirpe de poderosas brujas. No deseo hacer spoiler  así que los invito a que lean esta excelente obra.

Sinopsis: Hay un lugar donde el Diablo llega a planear sus fechorías, un centro de maldad que ha existido desde el principio del tiempo y toma la forma de una silla en Cassadaga, Florida.

  La primera vez que Jackson escuchó la historia era a penas un chiquillo viviendo en Tallahassee, cuando la idea de una Guerra Civil entre el Norte y el Sur de los Estados Unidos era inconcebible.

  La segunda vez que se topó con el rumor, el panorama de su mundo había cambiado completamente. La guerra terminó con lo que él conocía como vida en más de una manera.

  La tercera vez, Jackson ya ni siquiera se contaba entre los vivientes...

  En fin, no es lo mismo llamar al Diablo que verle venir. Jax Pelman, sobrevivió su muerte para al final enfrentar literales demonios.

***

Magnolia Devereaux era una pobre niña rica. Huérfana de padre a temprana edad y separada de su madre por razones desconocidas a ella, llegó tomada de la mano de su nana a vivir en la Casa Devereaux en Tallahassee.

  Desarraigada, separada de todos, poco sabía que las decisiones tomadas en su nombre tenían el fin de protegerla de la maldición que había marcado a las mujeres de su familia por generaciones.

  Conocer a Jackson trajo consuelo a su niñez, el despertar al amor en su adolescencia y una medida de dolor inesperada, que marcaría la vida de ambos para siempre.

  Donde Magnolia pisa, de manera inevitable se cruzan la belleza y lo grotesco, la cordura y la pérdida de la razón.

  ¿Podrá su amor por Jackson salvarlos a ambos del cobro de una deuda infernal?

6-Leila. En las novelas de la serie sobre Leila Von Dorcha, que ha publicado rosaimee en Wattpad, aparece la bruja Mideia, siempre con algún cometido muy importante.

  A pesar del poder omnipresente de los vampiros es capaz de enfrentarse a ellos e, incluso, sacarlos de problemas cuando se han metido en algún lío irreversible. No quiero hacer spoiler, así que los invito a que lean estas historias, no se arrepentirán.

Leila. Leila es una joven impetuosa, de espíritu libre. A sus diecinueve años conoce a un joven que será su desgracia. La hermosa chica jamás imaginó lo que aquel extranjero tan apuesto y seductor escondía tras su deslumbrante apariencia.

  Aquí comienza la tortuosa historia de Leila Von Dorcha, la condesa de Suavia. Este es el primer libro de la saga de vampiros y ficción histórica Ardith. Es una historia llena de romance, misterio, terror enclavada en la Germania Imperial Romana del siglo XII. Leila.

Ardith. Ardith es una historia de vampiros como nunca antes has leído. Una trama llena del romanticismo clásico característico del medioevo con aires de terror y suspenso. Ardith es la hija del poderoso Lord Aelderic, duque de Harzburg, región de Sajonia. Pierde a su madre, Doña Edwina, cuando a penas era una adolescente y cuando cree que por fin será feliz al conocer a quien será el amor de su vida, Edmund Wigheard, este es enviado a liderar una batalla como heraldo del rey, al extremo sur del Sacro Imperio Germánico. Una batalla de la cual no se sabe si regresará con vida.

  Un día, Ardith al caminar por el bosque que rodea su castillo encuentra a una deslumbrante mujer muy mal herida, llamada Leila, y decide llevarla consigo para cuidarla. Pero Leila esconde un gran secreto; un terrible secreto que pondrá a más de uno a temblar. Basada en el poema clásico Christabel de Samuel Taylor Coleridge, descubre Ardith. Es mi primera propuesta literaria de vampiros y en castellano.

Vindicta. Ha quedado en la lista corta de los Premios Watty 2018 y actualmente está en proceso.

7-La médium del periódico 3. La rebelión de las brujas. Se trata de una obra mía y que pueden leer de manera independiente en nuestra plataforma naranja, como todas las de la saga. Después de haber analizado esta entrada se hacen una idea de cuánto me interesa este tema: me parece una de las más grandes injusticias cometidas contra el sexo femenino. La cito porque al final, además, cuenta con la extensa bibliografía mediante la que me documenté y muchos vídeos que les pueden venir de perlas si se proponen escribir una historia sobre brujas o caza de brujas o ambas.

  Partimos en su desarrollo de la siguiente pregunta: ¿qué sucedería si los espíritus de todas las mujeres que murieron por ser hechiceras o brujas se rebelaran y se convirtiesen en aquello que los hombres tanto temían?

Sinopsis: En el Museo Lázaro Galdiano de Madrid aparece un hombre ahorcado cerca del cuadro Las Brujas, de Francisco de Goya. Además, se ha esfumado El Aquelarre, del mismo pintor, sin que la policía se explique el cómo ni el porqué.

  Sin embargo para Danielle esto no es lo peor. Lo más grave es que el fallecido se apellida Hopkins, igual que el mayor cazador de brujas de Inglaterra, y que alguien le ha dejado algo para ella en la escena del crimen. ¿Es casualidad o le está mandando, también, un mensaje subliminal?

  Esta será la nueva misión que deberá resolver junto a su compañero Noah Stone para el Secret Intelligence Service, la agencia exterior de la Inteligencia Británica. Un cometido que la conducirá a una búsqueda frenética alrededor de Europa... Y más allá también...


IV) LA BRUJA EN EL CINE.

   Al igual que en la Literatura, la bruja suele ser un tema recurrente, sobre todo por las posibilidades visuales ante el uso ilimitado de la magia. Se suele seguir el estereotipo que nos viene desde el final de la Edad Media y gracias a la utilización de la tecnología hoy en día resulta muy atractivo para el público. También aparece la figura de la bruja buena, practicante de la magia blanca. 

  Les dejo aquí algunas de las que más he disfrutado al verlas y con las que he vuelto a recrearme estas últimas semanas, antes de compartirlas con ustedes.

1-Jóvenes brujas, (1996). Está protagonizada por Robin Tunney (la detective Teresa Lisbon de El mentalista), Fairuza Balk, Neve Campbell y Rachel True. Son tres adolescentes inadaptadas, que coquetean con la magia, y que aprenden lo que es el verdadero poder cuando se les une una chica que llega al instituto, con un pasado oscuro. La película hace honor al dicho: un gran poder engendra una gran responsabilidad. Y no todas están preparadas para dar la talla...

  La he visto muchas veces a lo largo del tiempo  y nunca me aburre. Ni parece demasiado antigua porque los efectos están bien logrados. 

Tráiler: 

https://youtu.be/qeqJRmh5UHU


2-Prácticamente magia, (1998). La protagonizan Sandra Bullock y Nicole Kidman. Son dos hermanas tan diferentes como el día y la noche, que han sido criadas por sus dos excéntricas tías. También tienen poderes porque descienden de una estirpe de brujas, que llegaron a las colonias inglesas con los primeros puritanos. 

  Pero la vida se les complica cuando Guilliam es maltratada por su pareja y ambas toman una drástica decisión. La salvación, por supuesto, dependerá de cómo sepan utilizar la magia...

Tráiler:

https://youtu.be/R7uixLkpjPs


3-Embrujada, (2005). La protagonizan Nicole Kidman y Will Ferrell. Este último, ignorando que Isabel Bigelow es una verdadera bruja, intenta realizar con ella un remake de la serie sobre Samantha Stevens, la brujita buena de los años setenta, a la que el marido le había prohibido practicar la magia.

Tráiler:

https://youtu.be/Erk9JafLb3k


4-En tiempo de brujas, (2011). Está protagonizada por Nicolas Cage y Ron Perlman y tiene una ambientación medieval. Ambos encarnan a dos cruzados que desertan ante los horrores cometidos en nombre de Dios y regresan al hogar. Pero antes los detiene el cardenal, aterrorizado ante la peste que devasta toda la comarca, y solo les da una opción para evitar ser juzgados: deben llevar a la bruja, a la que consideran responsable del brote, con la finalidad de que sea juzgada. En vista de cómo se dan las circunstancias, casi era mejor que permanecieran en prisión...

Tráiler:

https://youtu.be/bLP_j98UVMA


5-Hermosas criaturas, (2013). La protagonizan Alice Englert y Alden Ehrenreich. Ethan soñaba con una hermosa chica y nunca imaginó que un día apareciera y fuese su nueva compañera de instituto. Como es de esperar, los dos se enamoran. Gracias a ella aprendió lo que eran los casters, una especie de brujos con distintos poderes. Sin embargo, no todo es felicidad: una fecha importante se acerca y la joven debe elegir entre el Bien y el Mal. 

Tráiler:

https://youtu.be/XpbswZaTHfI


6-Oz, un mundo de fantasía, (2013). Es una precuela de la célebre El mago de Oz, protagonizada por James Franco, Mila Kunis, Michelle Williams y Rachel Weisz. Un ilusionista mediocre y enamoradizo escapa de un marido enfadado y da con sus huesos en Oz, de un modo similar a cómo lo hará Dorothy años después. Allí descubre la importancia de la magia real y el poder de las brujas, algunas verdaderamente temibles en sus ansias por conquistar el mundo. 

Tráiler:

https://youtu.be/BpSij47L-mE


7-Las brujas de Zugarramurdi, (2013). Es una película española protagonizada por Hugo Silva, Mario Casas y Carmen Maura. Comienza con un robo, donde los ladrones en su carrera para que no los detengan terminan en Zugarramurdi, lugar famoso por los procesos durante la Gran Caza y donde corren extremo peligro. En la película, incluso, aparecen las famosas cuevas en las que se reunían las brujas reales.

Tráiler:

https://youtu.be/71_lceFF-Ic


8-Hansel y Gretel: cazadores de brujas, (2013). La protagonizan Jeremy Renner, Gemma Arterton y Famke Janssen. Después de la experiencia traumática de Hansel y Gretel en la casita de caramelo de la bruja, que pretendía engordarlos para comerlos, de mayores se convierten en caza recompensas especializados en atrapar a las más malvadas dentro de la especie. 

  Claro que, a veces, la vida les depara sorpresas, ya que todo lo que creían saber de sí mismos era una versión edulcorada de su verdadera historia...

Tráiler:

https://youtu.be/rS_tg9c3BzQ


9-El último cazador de brujas, (2015). Está protagonizada por Vin Diesel, Rose Leslie (Ygritte en la serie Juego de Tronos), Elijah Wood y Michael Caine. Durante la Edad Media Kaulder, un cazador de brujas, se enfrenta a la reina de todas, poderosa e infame, y recibe la peor maldición: vivir eternamente. 

  Sin embargo, nada es definitivo, ya que en el mundo actual todo está preparado para que este mal vuelva a surgir...

Tráiler:

https://youtu.be/XhhYj1rHQJA


10-La bruja, (2015). La protagoniza Anya Taylor-Joy y en ella se reúnen todos los estereotipos en lo relativo a las brujas. Una familia puritana que durante el siglo XVII emigró desde Europa hasta las colonias inglesas, es expulsada de la comunidad. Sus miembros se ven obligados a vivir cerca de un bosque, que simboliza todo lo oculto, con el miedo y el horror que conlleva. 

  No obstante ello, uno a veces se pregunta si para Thomasin, la adolescente, no es peor y más duro seguir el estricto comportamiento que sus padres esperan o cumplir con las tareas que ellos le asignan.

Tráiler:

https://youtu.be/SSXY4ycebo0


11-La prometida del diablo, (2016). Saara Cantell, conocida y galardonada en Finlandia y en Europa, es la directora, y la actriz principal se llama Tuulia Eloranta. 

  Aunque por momentos parece una versión adaptada de El crisol, lo cierto es que se basa en una cacería de brujas real ocurrida en la isla de Âland, ubicada entre Suecia y Finlandia, durante el año mil seiscientos sesenta y seis. Incluso los nombres de los personajes están sacados de los acontecimientos históricos ocurridos allí.

  Anna, una adolescente enamorada del amor, inicia una relación con Elías, un hombre casado, justo en el momento en el que comienzan los procesos por brujería. Pensando que esto significa una oportunidad para deshacerse de la esposa, decide denunciarla. A partir de ahí, advierte cómo es la realidad para las mujeres de su época y qué duros son los remordimientos.

Tráiler:

https://youtu.be/eFa5UOyZafI


12-Las escalofriantes aventuras de Sabrina, (2018). Es un remake de la serie Sabrina, la bruja adolescente (1996-2003), pero mucho más oscuro y que incluye todos los elementos del estereotipo en una versión moderna. El Diablo intenta por todos los medios hacer que Sabrina le jure lealtad, en tanto la chica no desea renunciar a su parte humana.

Tráiler:

https://youtu.be/x9xK88VvVsc

[1] Citado en la página 242 del libro Las putas del diablo, que aparece reseñado en la bibliografía. Balthasar Bekker (1634-1698) fue un holandés precursor del racionalismo y una figura relevante que abogó por el final de las persecuciones.

[2] Páginas 313 y 314 de El hombre barroco, citada en la bibliografía.

[3] Página 193 de Los demonios familiares de Europa, que se cita en la bibliografía.

[4] Página 15, aparece citado en la bibliografía.

[5] Citado en las páginas 127 y 128 del libro Las brujas y su mundo, referenciado en la bibliografía.

[6] Página 172 de La bruja, Un estudio de las supersticiones en la Edad Media, de Jules Michelet (1798-1874), reseñado en la bibliografía.

[7] Página 185 del libro de Durschmied.

[8] Transcribo los diálogos casi textualmente del libro Las putas del diablo, páginas 246 y 247.

[9] Duende o gnomo.

[10] Aquí sigo la versión de Erik Durschmied, páginas 285 a 298. Los diálogos han sido transcritos en su totalidad.

[11] Ver las páginas 18 a 24 de El crisol, obra citada en la bibliografía.

[12] Continúo transcribiendo los diálogos del juicio casi textualmente desde la obra de Durschmied.

[13] Página 297 de Las putas del diablo.

[14] También está en la misma página 297 del libro de Durschmied.

[15] Página 34, el libro está citado en la bibliografía.

[16] William Bloch, autor y director teatral danés. Frase citada en el artículo escrito por Nidia García Hernández titulado Hans Christian Andersen: cuento de desamor  y publicado en eldiario.es el día 8/4/2017.

[17] El patito feo   es otro cuento infantil escrito por él y en el que tomó como base su vida personal.

1-El hombre barroco, edición de Rosario Villari. Alianza Editorial, S.A., Madrid, 1992. Les recomiendo especialmente el artículo La bruja, de Brian P. Levack.

2-Las putas del diablo, de Erik Durschmied. Starbooks, España, 2006. Es conveniente que lo lean si les interesa profundizar en las personalidades de Sprenger, Benedikt Carpzov, Henri Bouget, Matthew Hopkings y otros personajes malvados similares, así como para lo relativo a los juicios a las brujas de Salem.

3-El crisol, de Arthur Miller. Ediciones Cátedra, España, 2011. En la introducción hay un análisis muy interesante de la situación histórica que condujo a la persecución de brujas en Salem y también explica cómo el escritor la reflejó en su obra y qué licencias se tomó a la hora de escribir.

4- Los demonios familiares de Europa, de Norman Cohn. Ediciones Altaya, S.A, 1997, Barcelona.

5-Las brujas y su mundo, de Julio Caro Baroja. Alianza Editorial, S.A, Madrid, 1993.

6-La bruja. Un estudio de las supersticiones en la Edad Media, de Jules Michelet. Ediciones Akal, S.A, España, 1987.

7-El artículo que escribí para MisterioES sobre la asesina Erzsébet Báthory, La condesa sangrienta, cuya introducción titulada El contexto histórico europeo: la sociedad secreta de las brujas  les va a proporcionar una perspectiva complementaria sobre el tema. 


INFORMACIÓN TÉCNICA.

Entrada escrita por DanielaCriadoNavarro

Imágenes libres de derechos tomadas de Pixabay.

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