Capítulo 50

Una fuerte patada en la espalda de Julia la lanzó contra el interior de la jaula para caer aún al lado de Lucio. —¡Esa es la actitud! —Las palabras del mal, el vibrato macabro del diablo resonaba dentro de la oscura cloaca mientras el criminal jugaba con su arma particular pasándola de una mano a otra. —¡Tú! —La chica se levantó de un salto poniéndose delante del prisionero levantando su guardia lista para pelear. —JAJAJA... Esto es una verdadera sorpresa, Julia. Toda la noche buscando por toda la ciudad al infeliz que atacó a mis empleados y resulta que todo esté tiempo fuiste tú. —Nadie se movía, la distancia era sostenida por un fino balance que pronto se rompería al más mínimo suspiro. —¿Cómo me encontraste? ¿Cómo supiste que era yo...?

El bate de béisbol repleto de clavos oxidados viajó a gran velocidad con dirección a la cabeza de la boxeadora quien retrocedió evitando el impacto inesperado. —Enserio que eres ingenua, Dímelo tú ¿Quién aparte de ti conoce mis puntos de venta? ¿Quién sería lo bastante estúpida para hacer algo así? Y de como te encontré es aún más simple, el vendedor que se te escapó fue conmigo y me informó de que te perdió en esta calle así que decidí volver y comprobar que realmente eras tú quien me ha estado jodiendo. —Las pisadas del monstruo acortaban la distancia y con cada paso hacia adelante, Julia sentía como finas gotas de sudor bajaban por su nuca. —Me sorprende que hayas comenzado una carrera en el boxeo, dime ¿Quieres demostrar que ya eres un adulto con los pantalones bien puestos? O ¿Haces esto para llamar mi atención, mí niña? —En un parpadeo, Dorian dejó caer el bate lanzándose con un puñetazo sobre la chica quien bloqueo con la mano desnuda el puño metálico con el que él criminal decidió golpearla. —No Mark, tú sólo eres un fantasma al que voy enterrar ahora mismo. —Un potente contragolpe fue disparado contra el monstruo haciéndole retroceder a la entrada de las jaulas.

Lejos de estar furioso, Mark sonreía con una inquietante confianza. Otro puñetazo con alta velocidad iba dirigido contra el rostro de Juliana quien tuvo que retroceder para esquivarlo sin notar que un golpe con la mano zurda iba sobre su cuerpo. —Confieso que he mirado un par de tus peleas y estoy sorprendido de ver qué tanto has progresado sin mi... ¿No te gustaría volver a trabajar para mí? Sí aceptas podría perdonarte por todo el dinero que me robaste. —Cada palabra era el alimento del desprecio que crecía y crecía en el interior de la muchacha, esta última se encontraba esquivando las ráfagas de bestiales ataques que se descargaban sobre ella a la espera de realizar un contraataque sin percatarse que la pierna de su antiguo jefe logró golpear su abdomen haciéndola caer al suelo podrido de las celdas. Mark no le dió tiempo a la chica para que se pusiera de pie, pues rápidamente se montó sobre ella sosteniendo con fuerza sus brazos obligándola a mirarlo. —Parece que no entiendes en que lío te has metido, verdad? Supongo que debo castigarte, mí niña. —Miedo, se dice que es aquella sensación desagradable provocada por la percepción de peligro, real o imaginario y el miedo que Juliana Mondi sentía en ese momento era muy real. Los quejidos y gritos de desesperación por liberarse eran la única tonada que iba escucharse de ahora en adelante en ese lugar, poco a poco el pánico estaba invadiendo la mente de la boxeadora quien sentía con asco el tacto de los labios y lengua de Mark sobre su cuello mientras ella era incapaz de hacer algo. —Delicioso, extrañaba mucho el sabor de tu piel. Estoy seguro que tú también me extrañaste así que te voy tratar como antes, te gusta la idea...? —El terror en la mirada de Julia desapareció cambiándose por una de inquina sacando una fuerza de voluntad tan grande que fue suficiente para impactar con su rodilla a la entrepierna de Dorian dando una apertura para liberarse del violador. Pero ya era tarde para querer escapar, algo maligno había despertado en la mujer que tomó la delantera golpeando el rostro del criminal múltiples veces y con tanto odio que la sangre bañó al completo el suelo del lugar.

—¡MUERTE YA! Te odio, te odio más que a nadie en la vida... Todo lo que me hiciste, desgraciado, perro infeliz te voy a matar por todo lo que me hiciste asqueroso violador. —El tiempo pareció detenerse cuando Julia descargó su veneno contra la cara de Mark quien permanecía inconsciente por tantos puñetazos; la paliza terminó cuando Julia cayó de espaldas exhausta por moler a golpes a su antiguo jefe llorando desconsolada cubriendo su rostro con las manos tan ensangrentadas que el líquido rojizo escurría hasta caer sobre sus mejillas como si de lágrimas carmesí se trataran. —"¿Lo hice? ¿Por fin lo asesiné?" —Dentro de la mente de Juliana ella empezó a sentir cierto alivio al contemplar el cuerpo inerte de Mark. Arrastrándose por el charco de sangre logró llegar a los pies del prisionero que temblaba de miedo por la presencia cercana de la chica. —Esta bien, te voy a sacar de aquí. Todo termina hoy... ¡Ahhhhh! —Un grito desgarrador salió de la boca de la chica cuando sintió cada una de las oxidadas puntas clavarse en el costado de su torso. Dorian Mark había regresado de su inconsciencia, tomando su arma y atacando con odio a Julia mandando a volar a cierta distancia su ser.

—¡Si! Te has vuelto muy fuerte, mí niña. Tanto que incluso te creés capaz de ganarme; ya deja de ser tan ilusa. —Mark ondeaba su garrote sobre su cabeza para repetir ese golpe sobre Juliana. El arma viajó con gran velocidad en dirección de la espalda de la chica siendo desviando cuando Lucio, aquel chico temeroso que fue encarcelado injustamente por el criminal, se abalanzó contra su captor cayendo ambos al suelo pero Lucio desmayado por el cansancio mental que estaba cruzando.

Para cuando Mark se puso nuevamente de pie, vió la puerta del pasillo abierta y un enorme rastro sangre regado por el piso. —Corre, corre, corre. Eso solo hará más divertida la cacería.

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