Capítulo 43

—¿Julia, ya terminaste de correr? Espero que ya estés más concentrada. —Simón descendía de las escaleras colocándose las manoplas listo para seguir entrenando con su alumna. —En realidad no corrí nada. Fui a casa por esto. Sé que desde que Rachel se marchó del gimnasio este lugar ha tenido problemas con los bancos así que déjeme ayudar con eso. —La chica sostuvo delante de su entrenador una maleta llena del dinero que había robado de los vendedores de drogas. —No, no puedo aceptarlo así como si nada. Deberías usar tú dinero para ti, niña... —La chica no dejó continuar a su entrenador obligando a que tomara el dinero sin más rodeos. —Por favor acepta el dinero, anciano. De no ser por usted y por el boxeo yo seguiría siendo una criminal más de esta ciudad. —Un silencio tortuoso tomó posesión del lugar, Julia agachó la cabeza rememorando todo en lo que se había convertido su vida tras la violenta muerte de su familia. —Quiero ser una gran boxeadora, no me importa si no tengo oportunidad de pelear contra Rachel. Ella ya no me importa, ahora sé porque estoy peleando, lo hago por misma.

El discurso de su alumna conmovió tanto al viejo pero no se permitió derramar una lágrima, un hombre como él no haría tal cosa. En su lugar, aceptó resignado el dinero y volvió a colocarse las manoplas. —Basta de sentimentalismos, sube al ring y espero que ya no estés distraída. ¡Sí ganas está pelea pasarás a la final así que voy a subir la intensidad de tus entrenamientos a partir de ahora! —Julia también recuperó los ánimos ese día, subió al ring junto a su mentor y refinaron la defensa de la boxeadora durante horas. —¡Escucha bien, tu rival es una pugilista golpeadora y viene de una familia de boxeadores, a ella no le va importar cuantos golpes le lances o que tan fuertes sean! Su boxeo consiste en intercambiar golpes bruscos a corta distancia para conseguir un nocaut por lo que tendrás que moverte rápido y no dejar que se acerque a ti. En otras palabras, la primera que imponga su ritmo en la pelea ganará.

Las páginas del tiempo salían volando acompañadas de la brisa de un nuevo clima para el Distrito 13; las tormentas cesaron, en su lugar aparecieron fuertes vientos con un sol radiante. Los días eran más claros pero la consecuencia de tener tanta luz era que las noches se volvían tan negras como los ojos de la muerte, dichas tinieblas nocturnas se tenían de terror para todos los drogadictos y traficantes menores de drogas pues era el momento en que una justiciera anónima salía de cacería.

—Mark, ¿Vendrás a la cama? —Una voz conocida resonaba en el interior de una hermosa casa. Rachel Williams bajaba descalza por las escaleras dirigiéndose a la espalda de su amado. —Hoy no otra vez, tengo que encontrar quien diablos está atacando a cada vendedor que pongo en las calles... Ve a dormir tú, yo subo en un rato. —Respondió el hombre apartando de sí los brazos de su novia sin prestarle atención, esto no estuvo a Rachel que siguió intentando abrazar la espalda de Mark distrayendo a su hombre de lo que fuera que hacía. —Basta, te dije que no iré arriba en un rato... Oh vaya. —Dorian se giró en un arrebató de ira llevándose la sorpresa de tener delante a la mujer más hermosa del mundo vistiendo únicamente su chaqueta sonriendo para él. —¿Sabías que eres una tramposa? Vamos a la cama solo déjame ir por mis pastillas, de verdad necesito esas cosas hoy. —El novio cargó a su amada sobre sus brazos llevando a su mujer de vuelta a la habitación. —Ups... Creo que ya me las terminé todas. —Risitas juguetonas dejaban perplejo al criminal que no creía a Rachel capaz de hacer tal cosa. —¡¿Qué hiciste que?! —Quiso hablar pero fue detenido por su novia. —Shhhhh. —El balanceo de la mujer derribó a Mark contra el piso, cosa que ella aprovechó para sentarse sobre su pecho y acercarse cada vez más a su rostro.

—Ruega.
—¿Qué? Rachel estás drogada, idiota.
—¡Que me ruegues o te mato ahora mismo!
—Bien, bien. Rachel por favor te ruego que me sueltes.
—¡NO! ¡NO LO HACES COMO YO QUIERO! ¡Pelea conmigo otra vez...!

El criminal pudo liberar su brazo sin que Rachel lo notara para darle un fuerte puñetazo que la mandó cuesta abajo por las escaleras dejando un tétrico camino de sangre en cada peldaño terminando su caída con un sonido sórdido.  —¡Rachel! —Doria bajó corriendo por la escaleras encontrando al pie de esta el cuerpo desnudo de su novia con una enorme herida en la cabeza de la que no paraba de sangrar. —Mierda, ¿ahora que voy a hacer? Amor despierta.

—Este es el vídeo de la última pelea de tu siguiente rival, tiene golpes explosivos y un talento casi natural. —Una mujer en traje de entrenamiento le acercaba su celular a una chica que practicaba con el saco de boxeo en un gimnasio. —Venció a Zarina con mucha facilidad, recuerda que tu eres una de las favoritas para ganar el torneo y si lo logras eso impulsará tu carrera. Incluso podrás retar a a la campeona nacional si todo sale bien. —La enigmática pugilista no se detuvo por la palabrería de la mujer. Ella continuo golpeando a corta distancia el saco haciendo retumbar las cadenas con tanta fuerza que termino por mandar lejos el costal con sus oleadas de puñetazos. —¿Cuál dices que es su nombre, mamá? Además, ya sabíamos que Zarina era una farsa incluso antes de lo que hizo en su pelea. —Respondió la púgil secando el sudor de su frente y quitándose el par de guantes. —Intenta tomarte con mas seriedad esto, ya estas en la semifinal, Rosa. Tu rival se llama Juliana Mondi, ve los videos para que empecemos a practicar en tu estrategia para la pelea. —Rosa Reyes no era una boxeadora ordinaria, el estilo de golpeadora no era lo único temible en esa muchacha, pues tenía el titulo de Campeona Amateur de México y junto a ese puesto acarreaba mas de 100 peleas en las que se alzó como ganadora. —Ya tengo mi estrategia, voy a aplastar Juliana Mondi en el primer round... Todo sea por un día enfrentarme a La Bestia y probar mi lugar en la familia

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