Capítulo 30
Una pareja caminaba a un lado del muelle con la fría brisa mañanera. —¿Estás lista? Todavía puedes arrepentirte y volver a casa. —Burló el hombre con una pequeña risa. —No será que tienes miedo de que lo haga mejor que tú? —Respondió la retadora mujer deteniéndose a tomar la mano de su novio. —¿Miedo? Yo no tengo miedo de nada, preciosa. Ahora vamos, ya es tiempo. —El hombre se giró sobre su bella acompañante para cerrarle la chaqueta quedando muy cerca de ella. —Está haciendo frío, no quisiera verte enferma. —Tal gesto fue el calor que eliminaba las ventiscas tempranas del día dando paso a una sonrisa tímida de la mujer. —¿Ya te dije que eres un tonto? —El tiempo daba la impresión de no existir para la dupla de enamorados que siguió con su caminaba hasta detenerse delante de un almacén casi abandonado.
La puerta oxidada del almacén cayó de una patada asustando a todos los presentes que parecían apurados en cargar varios autos con múltiples cajas sospechosas. Nadie entendía que pasaba, pero el mensaje fue claro cuando vieron al criminal más grande de la ciudad entrar a gran velocidad impactando sus puños monstruosos contra el rostro de varios hombres que se acercaban a detenerlo. Aunque había algo más, una mujer de semblante serio pero de alta belleza como una muñeca de porcelana acompañaba al criminal ayudándole a pelear con el almacén lleno de matones.
—No es justo, dijiste que estos tipos me servirían como sparring y no sirven ni para calentar —Se quejó la mujer haciendo un puchero a su novio al golpear la sien de uno de los tipos, moviendo para ir a pelear con el siguiente. —Lo lamento, yo creí que los ladrones de mercancía serían más emocionantes. —Contestó el sujeto que estampaba sus nudillos contra las costillas de los criminales que intentaban rodearlo. Alrededor de 18 personas perdieron la vida ante ese par de monstruos que una vez terminaron con los ladrones se marcharon tomados de la mano ignorando que una cámara de seguridad los captó realizando las macabras escenas.
—¡Maldita sea! Una cámara nos vió, sabía que era una mala idea. Pero tuve que hacerte caso en tus estupideces. —Rachel estaba hecha una furia, toda la exitacion de la mañana se esfumó cuando se vió los vídeos de su matanza filtrados en internet. —Ey tranquila, la calidad de los vídeos no es tan alta como para distinguir que fuimos nosotros además, si alguien lo descubre podemos sobornarlo o hacerlo callar por cualquier medio. Ya deja de preocuparte. —Contestó tajantemente el criminal mirando su reino a través de la ventana de su oficina. —¿Cómo quieres que esté tranquila? Si alguien se entera de que fuí yo quien mató a esos tipos podría arruinar mí pelea por el cinturón... —Aquel comentario de Rachel despertó la ira de Mark quien se levantó como un rayo para encarar a su novia que obviamente no se dejó intimidar por ese hombre.
—Me estás cansando con tus malditos quejidos de niñita. Te recuerdo que tú estabas más que felíz cuando hicimos esa matanza. —Frente a frente se podía sentir la enorme tensión que había en la pareja, una presión tan gigantesca cómo una montaña. —¿En que momento terminé así? —Dijo la mujer para si misma siendo detenida por Mark. —¡Oh venga ya! No quieras hacerte la santa conmigo. Disfrutaste de la sangre derramada en tus manos o si no, nunca me hubieras pedido incendiar la casa de Quintero solo por venganza. Tal y como una niña berrinchuda... —Rache no dejó terminar a Mark, saltó sobre él derribándolo contra su escritorio iniciando ahí mismo la pelea. —
¡Cállate! —Mark no se dejaría de nadie así que lanzó a la mujer con tanta fuerza que el cuerpo de Rachel atravesó la puerta de la oficina saliendo disparada del lugar.
Todos los empleados de Mark no hubieran tenido la capacidad de describir el suceso tan increíble que estaban a punto de contemplar. Dorian Mark bajó las escaleras con lentitud, casi saboreando el momento que estaba a punto de pasar. Su lívido se despertó al igual el instinto asesino, sin embargo, Rachel se puso de pie adoptando su postura de boxeo lista para pelear con su novio. —Escuchen todos, está solo es una típica discusión de parejas que cualquiera podría tener... Así que si alguien interfiere lo mataré. —Las palabras del hombre fueron el detonante para que ambas bestias salieran al ataque.
Rápidamente Rachel tomó la ventaja golpeando y esquivando con una fluidez superior a la de su novio. Lo único que Dorian podía hacer era usar sus antebrazos para bloquear la mayoría de ataques de la mujer sin mucho éxito. Un puño sorpresivo de Mark hizo retroceder a Rachel, pero nada más que eso pues la boxeadora no acababa de tomarse en serio al criminal. Grave error ya que Mark peleaba sucio usando patatas y cabezazos que de a poco hacían mermar sobre la defensa de su novia. —¿Qué pasa, amor? ¿Acaso esperabas que peleara cómo tú? No seas tan ilusa. —Pese a las burlas del asesino, Rachel sonreía coqueta al adoptar una vez más su postura totalmente ofensiva. —De hecho esto es perfecto, espero que dures más peleando que lo que duras en la cama.—El ego de Mark recibió un ataque más duro que su cuerpo así que el intercambio de golpes bañó de sangre el piso de las instalaciones hasta que la pareja se sintiera satisfecha; todo esto mientras los lacayos de los reyes del Distrito 13 veían con miedo como estas dos criaturas tenían un enfrentamiento rozando lo espectacular.
—"¡No, este no es el Mark con él que quiero pelear." —Pensó Rachel dominando cada vez más el combate. El novio intentó atacar usando sus puños metálicos sin éxito aparente ya que Rachel se agachó acercándose a él y sembrando un duro gancho que lo puso de rodillas. —Supongo que la pelea ya terminó, verdad? —Dorian, intentaba levantarse siento retenido en el charco de sangre por la suela de La Bestia quien reía imbuida. —Tontito, esto terminará cuando yo lo diga. Ahora traga esa basura y prepárate para darme una verdadera pelea. —En el asqueroso piso del falso castillo de Mark; éste último veía desde abajo a un monstruo dejar caer un puñado de pastillas para él. —Quiero recuperar mi instinto salvaje al completo y esta es la única manera.
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