Capítulo 10

Las pisadas de Rachel la guiaban por las calles mañaneras del Distrito 13. Luego de comer y descansar en casa de Mark, decidió tomar su nueva chaqueta y marcharse. —"En realidad es bastante cómoda". —Pensó para si misma, refiriéndose al regalo de su nuevo amigo.

—¿¡Rachel!? ¿En verdad eres tú? —Un hombre de edad avanzada parecía conocer a la mujer, quien se giró con la enorme sorpresa de ver al hombre que alguna vez llevo a Rachel a ser la Campeona Nacional de Boxeo. —¡Viejo! Cuánto tiempo sin verte. —Rachel dejó su coraza de frialdad para correr hacia su viejo entrenador. —Mírate has crecido bastante, muchacha... Pero, estás herida. Te voy a llevar al gimnasio para curarte allá. —Simón Carbajal era el nombre del ex entrenador de Rachel, un hombre que hace mucho tiempo se dedicó a entrenar a campeones de distintas categorías pero que ahora sólo atendía un antiguo gimnasio que se volvió la sombra de lo que algún día fue.

Una vez en el lugar, muchos recuerdos abordaron a Rachel de sus días en el gimnasio entrenando sin parar hasta pulir sus puños. —Vamos, en la oficina tengo el botiquín. —Simón llevó a la mujer por el sitio sin alumnos hasta llegar a la dichosa oficina. El viejo empezó a pasar un poco de alcohol sobre la cara de su ex peleadora, no entendía con que clase de arma le había hecho tales heridas aunque, tenía claro que fue atacada por alguien con mucha fuerza. —¿Quién te hizo esto? ¿Fue una pandilla de asaltantes? —Se animó a preguntar al viejo terminando de curar el rostro de Rachel. Ella solo recordaba la noche que pasó con Mark mientras ocultaba con mucho esfuerzo la sonrisa que eso le provocaba.
—Usted aceptaría entrenarme de nuevo si le pido volver a boxear? —El silencio se hizo aún más grande y una enorme presión azotó la oficina; como si aquel lugar fuera el epicentro de un desastre natural.

Una pareja caminaba por un feriado de la ciudad. Todo era tan mágico y perfecto como una película romántica. Un doctor y una boxeadora avanzaban tomados de la mano con cierta timidez en sus rostros.
—Te gustaría ir a...
—Te gustaría ir a...

Ambos rieron por hablar al mismo tiempo, llevaban saliendo 9 meses y ya conocían lo que el otro diría. Anthony y Rachel dejaron de hablar para permanecer en silencio frente a la orilla del muelle con sus ojos enamorados puestos en su pareja. Anthony rodeó la cintura de su novia para acercarla hasta su pecho, por su parte, Rachel se aferraba a la espalda de su amor como si tuviera miedo por primera vez en su vida. —Te amo, Ray... Eres el amor de mí vida, Rachel. —Los labios de los dos se acercaron lentamente hasta que Rachel lo evitó con temor.
—Tengo miedo de que todo esto sea sólo una fantasía, esto es demasiado bueno para ser real... Anthony, me da miedo pensar que algún día vuelva a estar sola, no quiero que me dejes. —Desde que ambos se habían conocido, el mundo de Rachel se hizo más grande y le dió la oportunidad de sentir un amor.

Claro que ese tiempo de amor tenía que desvanecerse como el humo. Las sospechas de infidelidad se hacían presentes y las discusiones de pareja eran más y más constantes; hasta que todo terminaría un día fatal para Rachel. Anthony, el amor de su vida al que le había abierto su corazón, estaba besando unos labios que no eran los de ella. Esa fue la gota que derramó el vaso y cuando esa imagen fue vista por la boxeadora su sangre era una hirviente olla de presión que buscaba liberar su ira en su próximo combate. Así, la llegada de la pelea por el campeonato fue pronta y los ánimos de La Bestia no eran los mejores, sin embargo, aún tenía que defender su puesto de campeona. —Rachel, sé que no has estado bien estos últimos días. —Dijo Simón mientras revisaba las vendas de su peleadora. —Pero tienes que salir allá y ganar. Tú eres la pujilista más fuerte de tu división. —Agregó para continuar por colocarle sus guantes rojos.
Tal fue la sorpresa de La Bestia cuando vió que su rival de la noche sería la misma mujer que vio besándose con Thony día antes.

—¡Damas y Caballeros, hoy tenemos un encuentro fuera de este mundo! La invicta campeona de Peso Gallo disputa su cinturón frente a la retadora invicta, Jessica Martinez. ¡A boxear! —Las palabras del presentador fueron el preámbulo del sonido de la campana que dió carta libre para que La Bestia pudiera arremeter de forma salvaje contra su oponente. Fue una masacre unilateral, la lona se cubrió de un rojo sangriento por la sangre de Jessica.  —"Está loca." —Pensó Anthony quien veía el encuentro desde las gradas contemplando que Rachel estaba irreconocible, había destrozado el rostro de su amante tan solo en el primer asalto.

—¡Que round tan devastador para la retadora Martinez! ¿Podrá continuar o este será el fin del encuentro? —Rachel respiraba de forma rápida y agresivo, como un animal. —Lo haces muy bien pero, ya acaba con esta pelea. No tiene sentido alargarla. —Todos los consejos del entrenador eran ignorados por La Bestia quien solo quería saciar su sed de venganza y odio.

El segundo round inició y fue tan desastroso como el primero, una manada de golpes cayeron sobre el cuerpo de Jessica Martinez hasta bañarla en su sangre carmesí. Esto ya no era boxeo, era una sentencia de muerte que no fue detenida incluso cuando el entrenador contrario tiró la toalla. No, La Bestia no se detuvo aún cuando el árbitro la intentaba apartar de la pobre mujer. Rachel solo fue detenida por Anthony quien subió al cuadrilátero para interponerse entre ambas.  —¡¿Rachel, qué hiciste?! —Gritó mientras sus brazos eran el refugio de la perdedora. —Estas loca, vete por favor.

Ese fue un día imborrable para la memoria de los fanáticos del boxeo. El día en que La Bestia renuncio a su título de campeona y abandonó el deporte para siempre sin que ninguno de los espectadores pudiera conocer la verdad de la mujer invicta.

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