𑁯࣭࣭✩̷ Carilla IV

Formato: Drabble
Criatura: Salamandra

Recuerdo

No es la primera vez que sueña con ello. Ha tenido la misma pesadilla cada febrero y, en cada ocasión, la sensación de temor y frenesí lo empujó a salir de la cama y correr afuera. Es en el respirar nocturno que se consuela con que no fue real, nada de esas imaginadas escenas son verdad porque... simplemente porque es imposible.

Un fogón que ruge a duras penas contenido por piedras grabadas con símbolos que no reconoce. Música de tambores que sacude los cuerpos y dicta al corazón su compás para latir sereno o, cuando es necesario, acelerar para estallar en el clímax perverso. Hay máscaras que esconden identidades risueñas y la desnudez es un disfraz que conmemora la primitiva naturaleza del ser.

Sabe qué significa aquello. O tiene algunas nociones. Una celebración, la promesa de conseguir lo deseado y el nacimiento de Salamandra, pero, aun así, ¿por qué lo persigue en su sentir onírico? Si en su sueño ni siquiera es partícipe de la algarabía. Él no jadea y gime extasiado, eufórico, como los asistentes. En él la excitación que lo impulsa a contonearse es la del terror de consumirse. Él está solo, mirando en derredor, aturdido.

Venerado.

Suspira pesaroso, incapaz de reconciliar cualquier idea de que él pueda... No, solo está cansado y aquella imagen fue inducida por la fogata de esta tarde junto a sus amigos. Por eso, mientras eleva la vista al cielo y se concentra en percibir el viento fresco de la noche, se repite que está a salvo. Su mente es ingeniosa, dotada de una creatividad absurda y no hay fuego abrasando su piel hasta ennegrecerla, sus manos y pies están allí sin garras tan negras y filosas como la lengua bífida que percibe en el sueño. En la pesadilla donde, para escapar del fogón, repta por el suelo y se escabulle en la maleza para no ser atrapado y usado para favores.

—¿Todo en orden, Hoseok?

Se sobresalta, pero apenas reconoce la voz se obliga a quedarse quieto y no evidenciar el espanto. Busca componer una sonrisa tranquilizadora, pero la mueca del otro le advierte que es un fracaso. Entonces su fachada cae y suelta el primer sollozo. Sin embargo, no pasa mucho de un llanto desolado cuando dos brazos lo rodean y lo acercan al calor seguro de un cuerpo y unos labios queman su piel, deliciosamente, mientras recorren un sendero de besos hasta su boca...

Y en el beso se incendian las últimas imágenes del sueño.

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© FlyKingSquad, 2021 |   YaYaBoddah9592

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