iii. no quidditch
iii
( no quidditch )
LAS ÚLTIMAS SEMANAS Luke se había pasado su tiempo libre investigando sobre el quidditch en Hogwarts. Desde que tenía memoria, él había sido un gran fan del deporte. Amaba la sensación del viento en su rostro y la adrenalina que le provocaba el volar en su escoba por los aires. Jamás había jugado quidditch de forma correcta, debido a que jamás había tenido amigos con los que jugar, pero seguía el juego, sabía todas las posiciones y las reglas, por no mencionar que él solía ser bueno en todo, así que jugarlo sería pan comido.
Luke atribuía su amor por el quidditch a su mamá, quién también había sido gran fan del quidditch cuando se encontraba en Hogwarts, pero había dejado de seguirlo cuando se desató el caos y tuvo que huir a Londres muggle para criarles a él y a Skye. Su mamá no se había esforzado en enseñarle el juego, él había aprendido porque había decidido leer muchos libros de reglamentos y datos curiosos y por aquella razón, le costó un poco encontrar un libro que hablase sobre el quidditch en Hogwarts. Había sido trabajo duro, pero lo había logrado. Había descubierto, entonces, qué él, a pesar de estar en primer año podría jugar, siempre y cuando su director de casa le firmase un permiso especial y Luke se preguntó qué tantas posibilidades habría de que la profesora McGonagall le firmase el permiso.
Así que había acudido a su mamá.
"Querida mamá:
Hola, ¿qué tal todo? Te habla Luke, en caso de que no hayas reconocido la letra, lo cual sería bastante ridículo, teniendo en cuenta que me has criado y te he escrito cartas a lo largo de mi corta vida. De todas formas y entrando de lleno al tema y la razón exacta por la que te escribo, era para averiguar si tu sabías cuales eran las probabilidades de que la profesora McGonagall firme un permiso especial en el que se me permita participar en los partidos de quidditch, como parte del equipo de gryffindor.
Con cariño,
Luke"
No fue demasiado el tiempo en que tardó su mamá en responder.
"Querido Lukie-pookie:
En primer lugar me gustaría explicar lo muy ofensivo que es el hecho de que ya hayas pasado varias semanas lejos de mi y solo me escribas para preguntar una trivialidades como lo son un permiso o ser un miembro del equipo de quidditch de gryffindor.
Ahora, también me gustaría señalar el hecho de que me acabo de enterar que mi hijo fue clasificado en gryffindor. ¿Me oyes? Gryffindor. Por mucho que me haya tomado varios años en desprestigiar la casa, yo misma fui una leona, así que debo admitir que estoy bastante orgullosa de que hayas seguido mis pasos, pues obviamente soy tu mejor ejemplo a seguir. A todo esto, ¿en qué casa clasificó Skye? Es casi ridículo preguntar, pues sinceramente no me la pinto en otra casa que no sea Hufflepuff, de todas formas, escríbeme de vuelta contándome.
Bien, respondiendo tu pregunta, es muy poco probable que Minnie firme tu permiso, pues es demasiado estirada y le preocupa tu seguridad. Lo más sensato sería esperar al próximo año y participar en las pruebas del equipo, pero ¿quién dijo que ser sensato es la mejor opción? Te recomiendo que lo intentes, tal vez —y, ojo, solo tal vez— firme el permiso y seas parte del equipo. Si es así, serías el jugador más joven en siglos.
Espero, próximamente una carta mucho más larga, contando con detalles como han sido tus clases y tus días allá en Hogwarts, solecito.
Te quiere muchísimo,
Tu mami"
Lo cierto era que a Luke se le había encogido el pecho un poco al pensar en próxima carta que debía escribirle a su mamá. Ella esperaba una respuesta y realmente no estaba muy seguro sobre qué escribirle. Sí, podría hacer una extensa carta explicando a detalle sus clases, pero sabía que su mamá ya había pasado por ellas y debía saberlas de memoria. Tampoco era que pudiese contarle mucho acerca de su estatus social, las cosas solo iban de peor a terrible. Neville era la única persona que parecía tolerarle en su propia habitación y, cuando estaba en la sala común simplemente quería esconderse en alguna esquina y no salir nunca, las miradas que recibía del resto de Gryffindors eran horribles y él ya no sabía muy bien cómo lidiar con ellas.
Así que había decidido responderle cuando ya se hubiese presentado ante la profesora McGonagall y tuviese una respuesta clara con respecto a todo el tema de ser parte del equipo de quidditch. Así, muy delicadamente, Luke pasó toda aquella tarde redactando un permiso a puño y letra que que había copiado de un libro que había demorado años en encontrar, para entregárselo a la profesora McGonagall al día siguiente. Por poco, se pierde la cena, pero logro llegar, con los nervios de lo que pasaría al día siguiente en la boca del estómago y con esa misma sensación se fue a la cama.
Al día siguiente, gracias a Neville fue que Luke pudo levantarse aquella mañana. Por alguna razón que el rubio aún no parecía comprender, había caído rendido ante el mundo de los sueños, no se había despertado a su hora habitual —que era la mismo hora a la que se despertaba todos los días, desde que tenía memoria—, así que se había vestido corriendo y no le había dado mucho tiempo de acariciar a Calígula en la mañana. Sin embargo, Luke se sentía bastante reconfortado de que, cuando estuvo completamente listo, fue la hora en que Ronald Weasley recién se estaba despertando, así que tendría tiempo de desayunar con tranquilidad.
—El día de hoy está bastante apretado —Luke evaluó su horario, mientras sacaba los libros necesarios y los guardaba en su mochila. Se recordó mentalmente el hacer aquel proceso en la noche y así ahorraría tiempo en la mañana—. Huh, tenemos clase de vuelo. Creí que los estudiantes de primer año no podrían traer su propia escoba.
Escuchó un ligero bufido tras él, así que bajó la hoja con lentitud y miró fijamente a Finnigan, que había sido quién había bufado después de sus palabras. Se preguntó, de nuevo, ¿qué había sido el mal que había hecho para recibir tal trato? Y tuvo que recordarse que el mundo mágico era una completa mierda.
—¿Sucede algo? —preguntó Luke. Con movimientos lentos y calculados, dobló su horario a la mitad, quedando perfectamente doblado y poniéndolo de nuevo en su mochila.
—Que te quejas de que no te dejaron traer tu escoba propia, pero si sí fuiste criado en Londres Muggle, como te encanta decir, no serviría de mucho que la tengas. Veo inconsistencias en tu historia, Castairs —Finnigan miró a Luke fijamente, también, como si quisiese probarle algo.
Luke ladeó la cabeza y frunció el ceño lentamente. Pensó bien sus palabras y aclaró su garganta.
—Es casi entretenido lo mucho que te encanta humillarte a ti mismo —Finnigan frunció el ceño mientras Luke cambiaba su expresión a una de tranquilidad con una sonrisa burlesca—. En primer lugar, jamás me quejé de que no me dejasen traer mi propia escoba. Estoy bien con eso y no le veo ningún problema, solo me parece irónico que hagan eso y tengamos clases de vuelo. En segundo lugar, sí, fui criado en Londres Muggle, pero eso no significa que mi mamá nos mantuviese encerrados en el apartamento como si fuésemos animales. Por mi cumpleaños siempre me regalaba escobas y me llevaba a probarlas a praderas por fuera de la ciudad —cerró la boca y colgó su mochila al hombro, mientras deliberaba si sería buena idea continuar hablando, pero lo hizo porque comenzaba a hartarse—. Y es Carstairs. Llevar r intermedia, idiota.
Luke no dijo nada más, simplemente salió de la habitación. Cuando cerró la puerta tras él, tomó una fuerte bocanada de aire y preguntarse, de nuevo, cuándo sería el día que tuviese una mañana normal, sin que Finnigan lanzase alguno de sus comentarios hechos a propósito para hacerle sentir mal. Talló su rostro con sus dos palmas, mientras trataba de regular su respiración y calmar su pulso. Debía dejar de enojarse y seguirle el juego a personas como Seamus Finnigan, que solo deseaban el hacerle daño y hacerle sentir mal por ser quien era. De repente, la puerta de la habitación de abrió y Luke enderezó la espalda, mirándo con ojos fríos a quien sea que saliese por la puerta, pero pudo relajarse un poco cuando su mirada se topó con el rostro amigable de Neville.
Ambos niños caminaron hasta la sala común, en ella, Hermione Granger iba bajando por las escaleras y no dudó dos veces en lanzarle una mirada cargada de enojo a Luke. Las cosas no habían mejorado entre ellos, mucho menos después de que el rubio pudiese presumir que sabía muchas cosas y que era bastante habilidoso con la magia. Luke la ignoró olímpicamente y salieron de la sala común, el ojiazul recordó perfectamente el camino al gran comedor así que llegaron en un santiamén. Caminaron hasta la mesa de Gryffindor y se sentaron sin reparar en las personas que habían ahí. Luke apoyó los brazos sobre la mesa y cerró los ojos unos segundos.
—¡Ahg! —se quejó el rubio—. ¡Qué pereza!
—¿Por qué estás tan cansado?
Luke lo pensó varios minutos. En realidad no sabia muy bien por qué estaba tan cansado, lo único que había hecho, había sido llegar tarde a cenar pero haber quedado satisfecho y luego se haberse dirigido a la habitación donde había dormido plácidamente. Si Luke tuviese que señalar algo que había ocurrido fuera de lo normal, había sido el hecho de que había soñado, recordaba haber soñado, pero no sabía exactamente el qué. Quizás había tenido una pesadilla y aquello había drenado su energía. Luego recordó la razón por la que había llegado tarde a la cena.
El permiso.
El corazón se le cayó a los pies y agarró su mochila con fuerza, aquel nerviosismo comenzó a inundar su pecho y a burbujear en la boca de su estómago. De repente fue como si su bolso le pesara de forma extrema, bajó la mirada a su mochila y se preparó mentalmente, ese día le diría a la profesora McGonagall y le rogaba a Merlín que le diesen permiso. De repente, a su lado se sentó una persona. Luke rápidamente giró la cabeza, solo para ver a su prima sonreírle abiertamente.
—Buenos días —sin decir nada más, estiró la mano para tomar un tostada.
—Hola, Skittles —miró solo unos segundos más a Skye para luego mirar a Neville. El chico castaño estaba sentado frente a ellos y parecía una bolita, casi como si se sintiera extraño ahí. Luke rápidamente los presentó, para evitar incomodidades—. Él es Neville, Neville ella es prima Skye. Neville formó una sonrisa tímida, mientras sacudía su mano para saludar a Skye.
Durante un tiempo, los tres niños compartieron una pequeña conversación sobre su primer día y cómo Skye terminó cubierta de vinagre. De igual forma, sobre la mermelada en las tostadas, Luke tuvo que poner todo lo que estuvo en él para no soltar una carcajada cuando la peliplateada se quejó sobre el sabor de la mermelada.
De repente, una explosión en la mesa de Gryffindor logró hacer que Skye pegara un brinco en su lugar, derramando un poco del agua que Luke le había servido en su copa. El ojiazul frunció el ceño al ver como el agua derramada estuvo a punto de caer por el borde de la mesa y mojar su mochila. Por unos segundos, tuvo pánico, así que tomó servilletas y trató de contener el agua, luego recogió la copa y miró lo que sucedía a su alrededor. Luke casi rodó sus ojos con fastidio, ¿cómo era posible? Seamus Finnigan se encontraba a un lado de Skye, tenía el rostro cubierto de hollín y Luke supuso que se encontraba haciendo un hechizo que no supo manejar.
Tremendo idiota.
—¿Estás bien? —le preguntó Skye al chico, aún con las cejas fruncidas y una mirada cargada de preocupación. Luke quiso advertirle que no era buena idea, pero ella ya había hablado y Luke estaba conteniendo todo dentro de él para no gritarle a Finnigan, el castaño aún no había hecho nada.
Al principio, Finnigan parecía dispuesto a responder con tranquilidad y agradecerle a la niña por preocuparse, pero cuando sus ojos se toparon con los brillantes ojos plateados, secundados de los azulados, juntó las cejas y les dedicó una mirada llena de asco.
—¿Qué te importa, purista? —espetó, apartando el rosto con indignación.
No tuvo que mirar dos veces para saber que aquello había herido a Skye, lo supo por como se hizo una pequeña bolita y volvió la vista a su plato. Luke se tensó sobremanera, aquello era simplemente demasiado. Y es que podían meterse con él constantemente y estaría bien, pero meterse con Skye ya era cruzar una línea mucho peor que meterse con Calígula y Finnigan ya había cruzado ambas, Luke se giró hacia Finnigan y lo miró de la forma más fría que pudo conseguir.
—No le hables así, Finnigan, solo se estaba preocupando —espetó Luke casi con el mismo odio que había logrado Finnigan, o incluso peor. Luke sintió como Skye sufrió de un leve escalofrío ante el frío tono que había usado. Él sabía que ella jamás se lo había escuchado antes.
—¡Cállate, Castairs! —gritó Finnigan, completamente enojado y a la defensiva por el comentario que el rubio había soltado.
El ulular de las lechuzas entrando al Gran Comedor rompió el silencio incómodo de aquel momento.
—¡Llegó el correo! —exclamó Neville, formando una sonrisa.
Galileo, el búho de Skye se presentó haciendo una divertida bajada en picada antes de aterrizas justo en frente de Skye, esperando a que le soltaran los paquetes de las patas.
—¿Tanto te gusta la atención, Galileo? —reprendió Skye, mientras trataba de desatar los paquetes de las patas del búho lo más rápido que pudo. Para su sorpresa, Galileo graznó y luego bajó la cabeza un poco, tomando vuelo hacia arriba.
—¿Soy yo o ese búho tiene personalidad? —preguntó Luke, mientras miraba el punto por dónde se acababa de ir el búho.
—Yo creo que sí —terminó por añadir Neville, mientras tomaba una pequeña caja—. ¿Qué recibieron ustedes?
—¡Son dos paquetes de galletas de tía Jane! —exclamó Skye, formando una sonrisa de oreja a oreja—. ¡Tienen temática de nuestras casa, Lukey, mira!
—No me llames así —bufó Luke.
—Lo que sea.
El paquete era de su madre, eran galletas, tenían un glaseado rojo, con líneas doradas. Luke sonrió al ver un pequeño pergamino que decía ¿Gryffindor? ¿En serio, Randall? Entonces, Skye preguntó a Neville por su paquete, Neville abrió su pequeña caja, bajo las atentas miradas de Luke y Skye, sacó con torpeza una pequeña esfera de cristal vacía por dentro.
—¡Es una recordadora! —exclamó Luke, con un brillo de emoción en su voz—. ¡Qué genial! —de nuevo, las miradas volaron hacia ellos, para luego dirigirse a Neville.
—He leído sobre ellas. Cuando el humo se pone rojo, significa que olvidaste algo —Hermione Granger habló sin que nadie le preguntase —de nuevo— , luego desvió los ojos a los orbes azules de Luke y levantó las cejas con superioridad.
Luke miró serio, ¿acaso se sentía superior por saber aquella bobería? Luke rodó los ojos y decidió volver a ignorarla, aquella niña no valía la pena
—El único problema es que no puedo recordar que he olvidado —murmuro Neville, mientras la recordadora se teñía de un fuerte color rojo, causando que Luke abriera mucho los ojos.
—¡Olvidaste alimentar a Trevor! —señaló el rubio, causando que Neville también abriera mucho los ojos.
—¡Oh, por Merlín! —el castaño se apresuró poniéndose de pie—. ¿Me acompañas, Luke? Es que tu si recuerdas el camino y no me quiero perder.
Luke le lanzó una mirada rápida a Skye, a lo que ella entendió como una forma de pedirle permiso para ir y dejarla sola en la mesa. Ella asintió varias veces, sacudiendo su cabello platinado en el proceso. —No tardo —aseguró el rubio, poniéndose de pie y comenzando a caminar hacia la entrada del Gran Comedor junto a Neville.
Ambos niños prácticamente corrieron hacia la torre de Gryffindor. El trayecto fue sencillo porque Luke se lo sabía ya, de memoria, sin embargo, siempre tenían el pequeño temor de haberse perdido. Entraron a la sala común después de haber dicho la contraseña y después subieron las escaleras hacia su habitación, al entrar un fuerte olor les golpeó.
—Oh, Merlín, Cali acaba de cagar esta vida y la otra —Luke se apresuró a caminar hacia una ventana y abrirla, para ventilar el lugar.
Neville alimentó a Trevor de forma rápida y luego miró a Luke.
—Lamento que Finnigan no deje de meterse contigo y con Skye —Habló el castaño.
Luke lo miró unos segundos y luego sacudió la cabeza. —No te preocupes por eso, Nev —dijo Luke, encogiéndose de hombros—. Mi mamá siempre nos preparó para esta clase de situación, solo debo aprender a ignorarle y ya. ¿Galleta?
El rubio había abierto la cajita con galletas de gryffindor y Neville gustosamente aceptó. Luke tomó una galleta y la mordió, solo para fruncir el ceño cuando sintió el sabor a naranja.
—Maldita sea, me salió de naranja. Sabe a poción vencida, te lo juro.
Neville soltó una pequeña risa y Luke sonrió. De repente, fue como si una idea le llegase al cerebro, miró el arenero de Calígula y luego miró la cama de Finnigan y su sonrisa se amplió muchísimo más de lo que pretendía.
❛ ⚜ ❜
CUANDO LLEGARON A transformaciones, Luke sentía que se iba a cagar en los pantalones. Tenía el corazón a mil y las manos sudadas. La mayor parte de la lección estuvo completamente tenso, tampoco ayudaba que a su lado Skye estuviese tan relajada jugando a dibujar una familia de cerillas en su cuaderno, pues no le habían devuelto su familia originar y estaba un poco triste por aquello. Durante mucho tiempo, el rubio trató de enfocarse por completo en la lección, pero no había funcionado, lo único que había logrado fue que Granger logró responder muchísimas más preguntas correctas y que le mirase como si fuese una competencia.
¿Qué demonios? ¿En qué puto momento se había metido en una especie de competencia con una niña fastidiosa? Se arrepintió completamente por haberle seguido el juego varias clases atrás, pero ahora solo le resultaba tedioso. Pasó saliva con nerviosismo y se sentó muy quieto a esperar a que la lección terminase y cuando por fin sucedió, él fue contra la corriente y se acercó al escritorio de la profesora.
—Uhm, ¿profesora? —preguntó con la voz temblorosa. La mujer se giró y no miro fijamente a través de esas gafas cuadradas. Se veía tan severa que Luke casi sufre de un escalofrío—. Este, yo, estuve investigando y leí que si, este, usted, pues, firmaba un permiso, uhm, yo podría, tal vez, ser parte de —tomó aire y apretó entre sus manos el pergamino que el mismo había redactado— del equipo de quidditch.
—Me temo que no, señor Carstairs —dijo con tono severo.
Luke frunció el ceño.
—¿Por qué?
—Va contra las rejas. Los estudiantes de primer año no tienen permitido participar de este deporte debido a los posibles riesgos que se podrían presentar en los partidos.
—Pero... el permiso, lo redacté para que usted solo tuviese que firmar —el niño miró el permiso con el corazón latiéndole muy rápido.
—Me temo que no será posible, señor Carstairs. Que tenga un buen día.
Luke tuvo que tomar una gran bocanada de aire para poder moverse de donde se encontraba. Por alguna razón seguía con el corazón latiéndole en mil pedazos y lo único que pudo hacer fue romper el permiso en mil pedacitos. En el fondo, él sabía que no le firmarían el permiso, pero se había permitido soñar. Solo tendría que esperar al año siguiente y lo lograría, lograría clasificar estaba bastante seguro. Salió del aula en modo automático, realmente, no tenía intención de hacer un gran escándalo por un estúpido permiso, pero no podía evitar sentirse de aquella forma.
Al salir, se encontró con Neville hablando con Skye, tan pronto le vieron, Skye formó una sonrisa inocente y le miró con ojos brillantes.
—¡Oh! Hola, Lukey, Neville aquí me estaba contando que ya habías realizado la redacción de pociones, será que podrías prestármela para inspirarme en ella y hacer la mía propia.
Sin siquiera pensar en lo que estaba haciendo, metió la mano en su mochila y agarró el pergamino enrollado con cinta roja que pintaba Snape en una etiqueta. Sin decir nada más, le tendió el rollo a Skye, quién lo miró perpleja, pero rápidamente se recuperó.
—¡Gracias, Lukey! —gritó, mientras se alejaba a paso rápido.
De repente, Luke parpadeó y miró por donde Skye se había ido, entendiendo lo que había hecho.
—No, espera —pero Skye ya estaba lo suficientemente lejos—. ¡Así no aprenderás nada, Skittles!
El resto del día, Luke estuvo bastante extraño. Se lo atribuyó al hecho de que no desayunó mucho y no que seguía enojado porque no le habían firmado su permiso, claramente aquello no lo había detenido a preguntarle de nuevo a la profesora McGonagall cada vez que se la cruzaba en los pasillos, no entendía por qué se seguía sometiendo a aquellas decepciones. Claramente, Neville preguntó acerca del tema y el rubio le había cambiado el tema sobre la siguiente clase, que era la clase de vuelo. Neville se puso muy muy nervioso, alegando que no había montado una escoba jamás, y que con si historial, seguramente haría un desastre.
Luke quiso consolarle, pero no supe, exactamente como. Pudo haberle dicho que todo saldría bien, pero su amigo castaño tenía razón. Neville era un niño propenso a los accidentes y decirle que no tendría uno específicamente en la clase donde las posibilidades son mayores no fue algo que Luke quisiese hacer, así que solo le sonrió de lado, tratando de calmarle, asegurándose de que él había montado muchas escobas y le enseñaría como hacerlo bien.
—Es sencillo —volvió a pronunciar Luke. Él y Neville se encontraban en la sala común, en un pequeño descanso antes de la clase de vuelo, para que Neville tuviese bases solidas antes de ir a la clase—. Agarras la escoba con ambas manos, y eso te dará estabilidad. Las piernas ayudan bastante también, asegúrate de dejarlas inclinadas.
—¿Estás seguro de que eso funcionará? Porque estuve leyendo bastantes libros y...
Luke apretó los labios con fuerza cuando escuchó aquella vocecita femenina que le ponía los pelos de punta. Apretó los ojos también, con tal de mantenerse un poco calmado y giró un poco, solo para ver a la niña castaña hablando como si supiera de la situación.
—Dime, Granger, ¿acaso tu no eres hija de muggles? —Luke preguntó, alzando las cejas. Hermione pareció bastante sorprendida por la pregunta, pero contestó una afirmativa llena de confusión—. Ah, entonces, tu jamás has montado una escoba a diferencia de mi, que crecí con una madre bruja que me regaló varias escobas para volar a las afueras de la ciudad.
Hermione apretó los labios con fuerza, mientras miraba al rubio con ojos brillantes de enojo. La castaña se fue de aquel lugar, dando zancadas furiosas y Luke solo suspiró enojado.
—Como la odio —bufó el rubio.
—Yo creo que ustedes podrían llevarse bien y tan solo dejaran de competir —fue como si Neville dijese un disparate completo, por la forma en que Luke le miró como si estuviese loco de remate. El castaño se sonrojo levemente y siguió explicando su punto de vista antes de quedar como un completo estúpido—. Digo, ambos aman leer y estudiar, aparte, tu como brujo podrías enseñarle muchas cosas a Hermione y viceversa...
Lo siguiente que sucedió fue la clase de vuelo. En aquella clase, Hermione había terminado a su lado y había sido bastante incómodo, debido a que las palabras de Neville resonaban en su cabeza. Durante varios momentos de la clase se encontró mirándola y preguntándose por qué la odiaba tanto, cuando no se conocían mucho. Había sido por el incidente en el tren, donde ella y la melliza de Potter habían sido un poco groseras por ninguna razón aparente y lo siguiente que le enojó de ella fue que habló —más de una vez— sin que nadie le preguntase, por no mencionar que llamó a Calígula una gata corriente, pero si no fuese por aquello, en realidad no tenían razones para llevarse mal. Frunció el ceño y así pasó toda la clase, claro hasta que Neville tuvo el accidente.
Por obvias razones, Luke se fue a la enfermería después de ver el accidente de su amigo y se quedó afuera, hasta que Madame Pomfrey le dejase entrar a ver a Neville, mientras esperaba, aquella castaña que le ponía muy de malas apareció y aunque hubiese querido hacer un comentario hostil hacia su persona, por alguna razón se contuvo. De nuevo, las palabras de Neville resonaron en su cabeza. Tal vez podrían llevarse bien.
—No te dejarán entrar —espetó Luke, con un tono mucho más odioso de lo que pretendía. Hermione le miró bastante mal, así que él suspiró, tratando de mejorar su tono—. Si quieres... podríasquedarteaesperarleaquí.
Para la sorpresa de él, fue capaz de hablar y decir lo que quería decir, pero había salido tan rápido que estaba seguro de que ella no le había entendido. Por primera vez en mucho tiempo, sintió sus mejillas colorearse de rojo mientras ella le miraba con el ceño fruncido.
—¿Qué? —preguntó.
—Dije que si quieres... —esta vez, Luke habló tan bajito que Hermione no escuchó nada.
—¿Ah?
—¡Que puedes quedarte a esperar aquí! —dijo él, un poco más alto de lo que pretendía.
Para su sorpresa, Hermione sonrió solo un poquito, pero se quedó donde estaba y poco después murmuró muy muy bajito.
—Gracias, Luke.
Y por una fracción de segundo, Luke quiso sonreír.
tercer cap de lukey, no hay mucho que comentar, solo q le amo mucho a mi niño lindo y ya quiero q vean mi lumione florecer
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top