Capítulo 7
El trayecto a la casa se sentía especialmente silencioso. Hoseok podía escuchar el eco de cada pisada, cada gotera, el rumor de la calefacción a través de las paredes de las casas que daban a la calle. Tenía un presentimiento, algo dentro de sí, le decía que esos eran los últimos minutos tomado de la mano de Yoongi.
No, no tenía miedo. Y había tomado la decisión. Fue una serie de cosas que lo llevaron a pensarlo y re pensarlo durante meses, y decidirlo en apenas unos minutos.
Yoongi iba callado al lado suyo. Arrastraba los pies y sujetaba su mano firmemente, con los dedos entrelazados. Llegaron a la casa del pelirrojo, y Yoongi se estiró un poco para besarlo. Hoseok no estaba seguro si era correcto corresponder el beso, pero lo hizo, de todas maneras. Luego, puso sus manos en el pecho del más bajo, y suspiró. Estaba agotado con todo lo que daba vueltas por su cabeza.
- Yoongi. Creo que deberíamos cortar
El muchacho no respondió. Sólo se quedó en silencio por un momento. Estaba en una confusión, por una parte, lo sentía sorpresivo, inesperado; y por otra, anunciado hacía mucho tiempo, y totalmente merecido.
Lo imprevisto de la situación tenía que ver con la naturaleza compasiva de Hobi y ese postergar por el que se caracterizaba. Creía en dar oportunidades a los demás, que los errores podían enmendarse y comenzar de nuevo, por eso es que romper una relación parecía algo tan impropio de él.
¿Tan cansado estaba?
- Creo saber por qué... pero me gustaría que me lo dijeras...
- Son tantas cosas, Yoongi. En el último tiempo nunca has estado, olvidas cosas importantes de los dos, nunca sé si llegarás o si tendré que esperarte... y luego llegas como si nada, porque siempre te digo que sí a todo... pero estoy cansado de eso.
Yoongi escuchaba en silencio.
- No has asumido tus compromisos con el colegio tampoco... es como si nada te importara. No puedo estar con alguien que es tan indiferente, Yoongi
- Entiendo, te entiendo, pero... Hobi, dame otra oportunidad. Voy a esforzarme para que las cosas sean distintas
- Yoongi, ¿ya van cuántas oportunidades?... quiero descansar de estar en una relación en la que siempre estoy preocupado y solo
- Perdóname, Hobi, lo siento por hacerte sentir así en todo este tiempo... y sí, merezco que termines conmigo, pero por favor, piénsalo en todo este tiempo, yo estaré esperándote
Hoseok sólo asintió, pero de ninguna manera tenía contemplado volver con él. El muchacho se demoró un montón en soltarle las manos, hasta que Hoseok literalmente tuvo que entrar y estar tras la reja del portón para que Yoongi lo dejara en paz y se fuera. Una vez adentro, se apoyó en la puerta, y suspiró pesado. Tras todas las vueltas que le dio, creyó que lloraría y se derrumbaría, pero a diferencia, sólo respiró profundamente y cerró los ojos.
Su madre estaba mirándolo extrañada. Le sonreía con una mueca de confusión.
- ¿Hoseok? ¿Qué ocurre?
- Uff... mamá... por fin pude hacerlo – le respondió, afligido. Había cierto dejo de alivio en la frase.
- Oh... ¿cortaste a Yoongi? – preguntó, sorprendida.
- Sí... no sé qué pensar, mamá
- ¿Cómo te sientes, hijo? – su mamá lo abrazó, y lo invitó a sentarse con ella a la mesa. En todo minuto estuvo acariciándole la espalda, ella era una mujer siempre tan llena de amor.
- Estoy tranquilo, es lo que necesitaba, pero a la vez... estoy triste por los recuerdos... vivimos tantas cosas bonitas que extrañaré
- Lo sé, hijo, pero en el último tiempo ya no construían recuerdos bonitos. Ya era el momento. Y quién sabe, quizás algún día las cosas cambien para los dos y vuelvan a encontrarse. Yoongi más maduro, tú menos complaciente...
- No lo sé, puede ser. Por ahora quiero estar solo – dijo, empezando a ponerse de pie.
- ¿Te llevo un té a la pieza?
- Por favor, te lo agradezco tanto – el muchacho le dio un abrazo apretado a su madre. Le sonrió una última vez, y comenzó a subir la escalera hasta su cuarto.
- Si me necesitas, te escucharé, mi sol
- Gracias, mamá. Te amo mucho – le lanzó unos besos voladores desde la escalera, y con una expresión apagada, entró a su habitación. Una vez adentro, miró alrededor, y diablos, todo le recordaba a Yoongi. Había puesto como poster en las paredes las canciones que el muchacho escribió, en tipografías especiales. Tenía fotos con él, un peluche de Kumamon que el mayor le regaló, acostado en la cama, lugar en el que también había un montón de memorias, imágenes de siestas necesarias para vivir, momentos de adrenalina gimiendo callados, con la familia Jung abajo en el primer piso sin tener más idea que simplemente sospechas, tardes ayudando a Yoongi a estudiar y que terminaban en ver televisión, escuchar música o improvisar rap.
Fueron días hermosos. Pero no todo es hermoso hasta el final.
Por un segundo pensó en deshacerse de todo y arrojarlo a la basura. Pero recapacitó. Todo aquello era parte de su historia. Supuso que, en algún momento de paz interior, quitaría las fotos y posters, de a poco, hasta sacarse la tristeza y el rencor, y guardarlo todo como un buen recuerdo.
~
Su padre lo miraba con desaprobación, mientras Seokjin estaba como un pequeño conejo acorralado, el corazón latiendo rápido y el instinto de huir activado para asegurar su supervivencia.
- Me lo has negado, una y otra vez, pero ya no, Seokjin, te he pillado yo mismo con estos ojos. ¿Quién es ese chico?
- Es mi novio – contestó, con franqueza
- ¿Qué habíamos acordado, Seokjin?
- Aish, ya sé, ¡ya sé! Lo ha dicho cómo mil quinientas veces, papá. Tome, para que no me moleste más
Buscó rápidamente entre sus cuadernos y allí estaba, un examen con un 100. El hombre sonrió satisfecho.
- Quiero más de uno, Seokjin, sé que esta semana tuviste también exámenes de coreano y de física
- Aún no me entregan los resultados
- Este 100 no te exime para tener novio, Seokjin
- Pero ya lo tengo, y no voy a cortar con él por esto. Puedo con todo, con novio o sin novio, siempre he podido, y le voy a traer sus 100 para demostrárselo
El viejo se rió, y de verdad Sekjin estaba encolerizado. Prefería pelear con él antes de escucharlo reírse en una discusión, porque era como proclamarse ganador. Era tan irritante, que en el último tiempo Seokjin estaba pensando seriamente en marcharse de casa.
- Haz lo que quieras entonces, ya veremos cómo te derrumbas
Seokjin subió la escalera pisando fuerte, y se encerró, con un portazo. El muchacho solía odiar ese tipo de reacciones adolescentes cliché, pero necesitaba remecer la casa, mostrar su malestar y que, por al menos una vez, lo entendieran. ¿Cómo podía su padre hablarle así? Casi maldiciéndolo, deseando que le fuera mal sólo para tener la razón. Se recostó en la cama a pensar si es que los papás de los demás eran así también, si es que les ponían tanta presión. Y ya no sólo era presión, era un hostigamiento.
Ya veremos cómo te derrumbas.
La frase daba vueltas y vueltas en su cabeza.
¿Y qué tal si le daba en el gusto?
~
El día lunes llegó como de improviso. Jimin estaba decorando un cartel en la biblioteca, durante el recreo del almuerzo. Había comido, no, tragado, en un par de minutos, y corrió con una bolsa llena de paquetitos de glitter de colores, goma eva y piedras brillantes de plástico, de esas como diamantes falsos para pegar. Recordaba haber empezado ese cartel hacía mucho tiempo, pero lo había guardado para más avanzado el torneo. Creía que ya era hora de empezar a usarlo como una cábala para levantar los espíritus de los jugadores.
Hoseok llegó junto a él y se echó como un animal en la silla, dejándose caer sin fuerzas. Jimin le sonrió, y le dio un abrazo suave.
- Ah, el cartel de la otra vez
- Sí, voy a decorarlo para el entrenamiento de hoy. ¿Irás?
- Sí, te acompañaré
- ¿Estás... bien?
- Sí, Jiminnie. Ya sabes, esa noche lloré un buen rato. Pero ya estoy ¿normal? Supongo. No estoy triste, pero tampoco feliz
- Cualquier cosa, estaré aquí para ti, hyung
Hoseok, Seokjin y Jimin tenían un chat grupal en donde Hobi les había dado la noticia, esa misma noche. A ninguno le sorprendió, y de hecho, estaban contentos por el pelirrojo. No era que estuvieran contra Yoongi, pero ambos coincidían en que había arruinado una oportunidad hermosa de estar con alguien que lo amaba, por ser un descuidado y frío.
- Gracias, de verdad, Jiminnie. Pero no te preocupes, que estoy bien
- ¿Y has visto a Yoongi? A veces uno cree estar bien hasta que ves a esa persona, hyung, tienes que estar preparado
- Sí, lo he pensado. No lo he visto, y quisiera evitarlo...
- Hmm... creo que no vino a clases, no lo he visto en el pasillo
- Espero que esté bien. No es mi intención que sufra...
- Eres demasiado bueno, Hobi, déjalo que sufra un rato y aprenda – Jimin lo miró a los ojos, con una sonrisa pícara, y el mayor, pese su postura moral de procurar el bien de Yoongi, de todas maneras se contagió con el gesto de Jimin, y le sonrió de vuelta. – Así me gusta verte. Vamos al entrenamiento hoy, ¿qué dices?
- Sí, vamos. Digámosle a Jin y Tae... aunque no he visto a hyung hoy...
- Ni yo a Tae... a ver, llama a Jin
Hoseok marcó varias veces y Seokjin no contestó, lo cual, era muy raro para alguien que solía ser muy solicitado en la escuela. Jimin probó llamando a Taehyung, y tampoco contestó.
- Quizás están ocupados – argumentó Hoseok
- ¿Ocupados? ¡Es recreo! No, esto debe ser otra cosa, Hobi, es demasiado sospechoso. Además Jin estaba muy enojado con su papá esa noche... deberíamos ir a la pastelería después del entrenamiento, se me ocurre que estarán ahí
- Okay, te acompaño
~
Seokjin y Taehyung caminaban de la mano al colegio esa mañana conversando sobre una y otra cosa. Saludaron al guardia que daba vueltas cerca del portón de la escuela, y Seokjin recordó que debía ir a comprar una cartulina en la librería de la esquina. Caminaron hasta allí con Tae, entraron, no compraron nada, y esperaron a que el timbre de entrada sonara. "¿No están atrasados, chicos?" preguntó el vendedor, y Jin, sorprendido, exclamó, "¡Oh, sí, vamos, estamos atrasados!"
Salieron de la tienda a toda velocidad. Definitivamente habían perdido minutos valiosos.
Para volver a la pastelería, claro.
No entraron a la escuela, y se fueron corriendo a la casa de Taehyung. Por el camino, no se soltaban la mano, y se reían como desquiciados. Entraron rápidamente a la pastelería, aún cerrada al público, pero allí estaban las mujeres pasteleras, que los miraron confundidas.
- Queridas mamás, Jin y yo decidimos no ir a clases hoy
- Niños por dios...
- No se preocupe, no teníamos ningún examen hoy – excusó Jin
- Pero es su responsabilidad ir a clases
- Por favor, ¿sí? Sólo será hoy. Queremos descansar, dormir y mimarnos
- ¡Aish, Taehyungie! si fueran mis hijos de verdad, los molería a palos
- No lo hagas, abuelita, te quiero... - se reía el muchacho, mientras abrazaba a la señora encargada del local. Las mujeres se miraron entre ellas con un gesto de desaprobación, hasta que, finalmente, la encargada sonrió, resignada.
Se habían hecho muy cercanos. La mujer había tenido un nieto, un poco más joven que Taehyung, que vivía con ella hacía sólo unos meses atrás. Por razones de trabajo, se fueron a otra ciudad y la ausencia era insoportable. El muchacho la llamaba por teléfono, y últimamente la mujer se les arreglaba para usar videollamadas (Taehyung le enseñó) y así acortar distancias, gracias a la virtualidad ofrecida por la tecnología.
Taehyung tenía mucho de su nieto. No podía presumir la mejor conducta de la vida, pero tenía paciencia con ella y era amoroso, muy cálido, del tipo de chico que no tiene vergüenza de abrazar a una vieja frente a sus amigos, o hasta llevarle flores.
La mujer suponía que, en toda esa búsqueda de afecto y en lo incorregible de sus actos, había carencias importantes, que terminaba consintiendo al punto de exagerar y perdonarle tanto caprichos, como comerse los pasteles gratis; y hasta fechorías, tales como escapar de clases, no pagar el transporte público y decir groserías al hablar del señor Bang.
Sí sufría cuando a veces llegaba con olor a tabaco y rechazaba su beso en la mejilla. "No hay beso de la abuela mientras tengas olor a cigarro". No fumaba en varios días, o lo disimulaba muy bien, y abrazaba a la mujer con ternura y buscando arrullo.
- Escuchen una cosa. Esta será la primera y única vez. Se quedarán arriba y no se asomarán a la pastelería, ¿entendieron? Comerán lo que sea que yo les lleve.
Los muchachos se miraron emocionados. Eso sonaba más como un premio que como un castigo, en realidad. Ella cocinaba de maravillas, y ¿querer salir? Ni locos, estaban felices de estar encerrados en el cuarto.
- Nunca más los quiero ver aquí en horario de clases. Con que sepa que escapan de clases otra vez, y llamo al colegio y al señor Bang. No te acuso Taehyung porque estás con libertad condicional, y sabes que no quisiera que termines en la juvenil. Así que no te aproveches del cariño que te tengo. ¡Ah, y no harán ruido!
- Lo juro, abueli, no volverá a pasar, es sólo que queremos un descansito, estamos estresados. Y no haremos ruido, Jin morderá la almohada
- ¡Idiota! – le dijo el mayor, con la cara y orejas encendidas como el fuego y le dio una serie de palmadas en el pecho y el brazo, mientras la mujer se reía y negaba con la cabeza. Taehyung era un desastre, pero ese toque de caos la hacía sentir viva de nuevo, y no podía negar que tenía una debilidad por el muchacho, como si de verdad fuera su nieto.
Los muchachos subieron al cuarto de Tae y se quitaron los zapatos, mochilas y blazer a en menos de un minuto. Sin pensarlo dos veces, se metieron a la cama a retozar. Frotaban los pies, con los calcetines puestos, para generar calor. Los besos los acorralaron en un frenesí del cual no querían salir, hasta que Taehyung se dedicó a descansar sobre Jin y observar sus rasgos.
Jin era precioso, a veces no creía que tenía la suerte de ser su novio. Mirarlo a los ojos se sentía tan vertiginoso, besar sus labios era como vivir un cuento de esos que había catalogado como fantasía. Tenía eso típico de novela cliché que lo abochornaba un poco, la historia de un chico malo y otro muy buenito con un odioso padre ogro. No pensó que llegaría algo como eso, es decir, creyó que estaba limitado a ser el interés romántico de nadie decente, sólo gente como él, delincuentes pertinaces.
Pero las cosas tampoco eran tan obvias como la simplona relación de un bonachón con un villano. Seokjin tenía ese lado subversivo dentro de sí, desde mucho antes de la llegada de Taehyung a su vida, y a su vez, Tae, podía llegar a ser un ángel con quien, a su juicio, lo merecía.
La atracción de ambos sacaba el lado oculto del otro en una mezcla exquisita. Se potenciaban en compañía, y Seokjin estaba sintiéndose genuino por primera vez, sin máscaras, sin censura.
El más joven hundía el rostro en el cuello de Seokjin y respiraba denso, dibujando líneas con la punta de la nariz. Jin sonreía y cerraba los ojos, y luego buscaba los labios de Taehyung para sumergirse en un beso largo, lento y mojado. Las manos exploraban sobre la camisa, y a veces se detenían, encogiendo los dedos, cuando un roce se sentía particularmente intenso.
- Eres tan hermoso – le decía Taehyung, una vez recobrado el aliento, observando cada una de sus características. Pese a tener un autoestima envidiable, Seokjin se volvía tímido al sentirse observado. Miró abajo y volvió a hacer fricción con los pies de su novio.
- Encuentro tan horrible tener sexo con calcetines – Seokjin comentó, espontáneamente, prefiriendo cambiar el tema antes de seguir escuchando cumplidos que lo sofocaban.
- Son un poco mata pasiones. Sobre todo si tienen hoyos, o si al personaje le huelen las patas
- Uuff, horror – dijo, riendo. Taehyung decía cosas graciosas hasta en la más íntima proximidad
- ¿Has cogido con calcetines puestos? – Seokjin no esperaba esa pregunta, no sabía exactamente cómo contestarla. Le daba la impresión de que, si mentía, Taehyung lo sabría y se sentiría dolido. Pero si decía la verdad, sonaría como sacarle celos a propósito, y no quería eso.
- Uhm... sí. Pero... eran unos especiales, muy bonitos – contestó, finalmente
- No quiero saber, pero quiero saber... dime – le pidió, venciendo sus celos
- Eran de esos que llegan hasta los muslos. Como medias, con blonditas y esas cosas... - esquivó la mirada y sus mejillas volvieron a teñirse de un rosado intenso. – usé también un portaligas...
- Mierda, Seokjin, me muero por verte con algo como eso
- ¿De verdad te gustaría?
- Me encantaría, te verías tan... caliente
Seokjin nuevamente escondió la mirada. - Me gusta usarlos pero... no me gusta que por ello me trataras como a una chica
- Eres mi hombre, eres mi chico hermoso, con lo que sea que te pongas. Aunque conmigo encima te ves mejor
- Bobo, ya no digas eso, estoy imposible de rojo - decía, tocando sus propias mejillas ardorosas
- Ah, ¿y las cosas que me decías el otro día?
- Aaaah, ese día estábamos completamente solos. Ahora, mis suegras están abajo y debo respetar
- ¿Crees poder? – Taehyung meció sus caderas frotándose en la pelvis de Jin, e inmediatamente el mayor suspiró, agitado, era un gemido contenido que simplemente salió, espontáneo. De inmediato, el pelinegro se cubrió la boca con las manos.
Sería un día dedicado completamente a disimular, pero nada que un beso enmudecedor y un cojín apretado entre la cama y la pared no pudieran arreglar.
Bueno mi gente les traigo nuevo cap :3
Lamento mucho romper el SOPE :c pero de verdad era tóxico, esas parejas no terminan bien y debía pasar, tarde o temprano. Qué pasará ahora? jjiijij
Gracias por los votos, comentarios y lecturas, hacen mi día mejor ♥ Besitos a todos/as!!
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