bff (1)
Rosé no era una persona que vivía en el pasado, el hecho de poder distraerse fácil le hacía la tarea de olvidar una situación o alguna persona en específico más llevadera. Tampoco era una persona rencorosa, creía fielmente en el karma y en la causalidad, es decir, si algo pasaba, era porque estaba destinado a suceder.
No buscaba porqués, le parecía absurdo, estaba acostumbrada a no entender determinadas situaciones de su existencia, y eso estaba bien, no siempre había una razón para todo, o tal vez sí, pero ella no iba por ahí preguntándosela.
Por eso, era frustrante que no pudiese concentrarse en su clase, pensando justamente en eso: ¿por qué? si hubiese hecho aquello, ¿sería diferente? y si hubiese dicho algo distinto, ¿estaría aquí?
Jugaba con su lapicero mientras intentaba no observar a la pelinegra sentada en la primera fila quien prestaba atención a cada palabra de aquel profesor. Hermosa como siempre, su cabello suelto y suave, sus jeans ceñidos en los lugares correctos y aquella sudadera, que seguramente era de él.
La rubia suspiró pesadamente, lista para salir de ese salón de clases, no creía poder estar ahí por más tiempo, no podía concentrarse en lo que decía el profesor. Salió rápidamente intentando no interrumpir de más, decidió ir a la cafetería, tal vez un buen expreso le ayudaría.
No funcionó.
—Hey, Rosé, espera. —una voz masculina la hizo detenerse cuando caminaba por el campus.
—Hey, ¿qué pasa? —tal vez había soñado un poco a la defensiva, pero no le importaba.
–¿Has visto a Jen? Creí que tenía clases contigo. —preguntó el chico más alto.
—Sí, estaba allí. —respondió firme, lista para irse pero el chico la llamó de nuevo.
—Espera, antes de que te vayas... ya sabes que se acerca el cumpleaños de Jen. —comentó y la rubia asintió. —Escucha, sé que han tenido algunos problemas pero Jennie te adora. Pienso hacerle una fiesta sorpresa, seguramente la haría muy feliz que vengas.
—Eh...
—Solo piénsalo, ¿ok? —puso una mano en el hombro de la chica. —No sé que tipo de problema tuvieron, tampoco preguntaré, solo sé que eres muy importante para Jen y quiero que esté muy feliz el día de su cumpleaños.
Y ahí estaba el chico perfecto.
Rosé se sintió mal.
—Está bien, haré todo lo posible por ir. —mintió, por supuesto que no iría.
El chico le dio una sonrisa dulce y se despidió. La rubia siguió su camino.
...
—Rosé has perdido demasiado tiempo, ¿sabes que haría yo en tu lugar? —le preguntó Lisa, Rosé la miró expectante. —Me comería a todas las que están detrás de mi, pero aquí estás, sufriendo por la infiel que tiene novio.
—¡Oye! Silencio, alguien puede escucharte. —advirtió. —Yo hice lo que tenía que hacer, me hice a un lado.
—Nunca debiste hacerlo, debiste enfrentarla.
—¿Se supone que tenía que obligarla a confesar sus sentimientos por mi? —la del flequillo asintió. —Por eso no sigo tus consejos...
—La he visto desvestirte con la mirada, pone una sonrisa estúpida cuando dices cualquier idiotez, te hace escenas de celos, ¿necesitas más pruebas?
—Sólo... no quiero confundirla, no quiero arruinar su relación.
—La arruinaste cuando dejaste que se sentara en tu cara mientras tenía novio. —alzó sus hombros. —Solo termina todo esto, ve por la chica, has que termine con el niñito bueno y así podemos ir a la cita doble tan deseada por Jisoo.
—¿Entonces dices que debería ir a la fiesta sorpresa? —preguntó la rubia.
—¡Exacto!
...
—¡Rosé! ¡Me alegra mucho que hayas venido! —el novio de Jennie la abrazó. —Jennie estará muy feliz.
—Sí, eh, gracias por invitarme.
—Eres su mejor amiga, por supuesto que debía invitarte. Sé que este es solo un mal momento para las dos, espero que hoy arreglen todo. —Rosé asintió. —Jen está por allá con las chicas.
Por otro lado, Jennie intentaba no desmayarse al ver a su novio y a su mejor amiga -o ex mejor amiga, ya en este punto no sabía- interactuando, ni siquiera sabía que hacía Rosé ahí, aunque conociendo al chico, estaba segura de que él la había invitado.
No era que no quisiera ver a Rosé, era todo lo contrario, pero lo que había sucedido hacia ya un mes cambió todo, y no para bien. Solo recordar aquel encuentro le hizo sentir escalofríos.
Ya había pasado un mes de eso, de aquello en lo que pensaba diariamente y no podía olvidar. Las manos de Rosé recorriendo su cuerpo firmemente y a la vez con dulzura, besos cargados de promesas, gemidos ahogados, habían hecho el amor y Jennie nunca se había sentido así.
Pero ella tenía novio, y nunca se había sentido de esa forma con él.
Ni siquiera tenía la excusa de haber estado ebria, las dos estaban bastante sobrias y conscientes de lo que hacían.
La charla después fue bastante clara por parte de ambas, creo que es mejor que dejemos de juntarnos por un tiempo, y así, empezaron a evitarse, después de aquella noche de chicas.
—Feliz cumpleaños. —la saludó la chica más alta, observando su rostro sonrojado. —Josh me invitó.
—Gracias... —Jennie acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja.
—Si te incomoda que esté aquí puedo irme. —dijo la rubia, pasando una mano por su cuello de forma incómoda.
—No, no, está bien. —intentó sonreír. —¿Te puedo ofrecer algo para beber?
—Una cerveza estaría bien.
Jennie asintió y la invitó a seguirla. El departamento no estaba lleno de gente, habían algunos de sus amigos y otros de Josh, era un ambiente muy relajado. Excepto en la cocina dónde buscaba la cerveza para entregársela a Rosé, ahí todo estaba tenso.
—Salud. —Rosé chocó su botella con la copa de Jennie.
—Cheers. — la más baja llevo la copa a sus labios.
—Sabes, tengo un regalo para ti. —comentó buscando en el bolsillo de sus jeans. —Aquí tienes.
Jennie se sorprendió al ver aquel brazalete.
—Pensé que no podía ser reparado. —dijo con ilusión tomándolo en sus manos. —Ya lo había dado por perdido.
—Te dije que lo arreglaría, ¿no? —Jennie asintió. —Ha sido nuestro amuleto desde los quince.
La pelinegra vio la muñeca de la más alta luciendo el mismo brazalete, solo que este era plateado y el de ella dorado. Ambos decían lo mismo, rosie&jen 4ever.
—Lloré demasiado cuando se rompió. —hizo un puchero y Rosé sonrió acercándose un poco a ella. —Tuviste que consolarme como por una semana.
—Lo recuerdo. —se rió. —¿Te ayudo a ponértelo?
Jennie asintió y Rosé tomó su muñeca para abrochar el brazalete, apenas sus pieles hicieron contacto, ambas sintieron aquella electricidad recorrerlas. De la nada, la más baja empezó a soltar pequeños sollozos.
—Jennie... ¿estás bien? ¿te pellizqué cuando te lo abroché? —se preocupó.
Ella negó y siguió sollozando, Rosé sin entender muy bien la atrajo a sus brazos, dejando que llorara en su pecho.
—Rosie, perdóname, por favor. —dijo en medio de sollozos. —Yo...
—Jen, yo también estuve ahí, ¿ok? —tomó el rostro de la pelinegra en sus manos. —No tienes porque pedirme perdón.
—Debo hacerlo porque actué sin pensar, te atraje hacia mi confusión, eso está mal. Tú eres una buena persona, no hubieses hecho nada si yo no te hubiese besado.
—Tal vez no ese día, Jen, pero en algún momento lo iba a hacer. —confesó. —Iba a suceder.
—Me sentía tan mal porque se sintió tan bien. —se aferró a los brazos de la rubia. —Me sentí mal porque en ese momento deseé que mi relación con Josh no existiera, me sentí mal porque te hice cómplice de mi infidelidad.
—Yo también deseé que su relación no existiera, lo deseé tanto. —la apretó más contra su cuerpo. —Jen... ¿tu estás confundida?
—No. —respondió firme, alejándose de su pecho para mirarla a los ojos. —Lo estaba, pero ya no.
—Oh. —eso le había dolido a Rosé.
—Estoy segura de que te quiero a ti, estoy segura de que te amo a ti. —no pudo evitar que las lágrimas cayeran por sus mejillas. —Josh... yo no... nunca estuve enamorada de él, estoy casi segura de que he estado enamorada de ti desde que éramos adolescentes, es solo que no me había dado cuenta.
Rosé quiso gritar de la emoción, pero aún había un obstáculo.
—Yo también estoy enamorada de ti. —acarició sus mejillas. —¿Y qué pasará con Josh?
—Terminaré con él.
Y eso hizo.
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