INTRODUCCIÓN
Desperté por el olor a antiséptico que rodeaba la pequeña habitación; mi vista era borrosa e intenté que se aclarara parpadeando repetidas veces, lo cual logré después de varios intentos.
A mi lado derecho, se encontraba una ventana con las cortinas cerradas impidiendo el paso de luz, y un constante sonido me hizo reconocer el lugar. Estaba en un hospital, con un yeso en el brazo derecho y una aguja en mi mano izquierda. ¿Cómo llegué aquí?
Escuché un ruido y enseguida la puerta se abrió dejando ver un par de cabezas conocidas. Al mirarme sus ojos se abrieron más de lo normal y llevaron sus manos a la boca impresionados.
—¡Despertó! —gritó mi madre a alguien del pasillo antes de posicionarse a mi lado rápidamente. Su cabello rojizo estaba envuelto en un moño desarreglado, sus facciones pálidas se marcaban por la preocupación acumulada y sus ojos miel denotaban la tensión. Mi padre por otro lado, con su cabello castaño corto y sus dos metros eran demasiado para aquella pequeña habitación. Sus ojos azulados miraban en mi dirección atentamente.
Empecé a sentirme agotada y sofocada; desde pequeña sufría de asma y a pesar de que nunca se llegó a complicar, me ponía de los nervios cada vez que sentía la falta de aire.
—¿Qué... —Empecé a preguntar pero mi voz salía distorsionada, mi garganta se sentía seca, como si pudiera tomarme toda el agua del océano y aún así tener sed—. ¿Qué me pasó?—alcancé a preguntar. Sin embargo, antes de que mi madre me respondiera la puerta se abrió de nuevo; una enfermera entró pero lo que me sorprendió fue el chico que ingresó detrás de ella.
Su cabello rizado de color claro fue lo primero que noté, sus ojos azules oscuros y su barba de días fue lo siguiente.
Dylan.
«¿Pero qué hacía aquí?» Lo conocía pero habíamos hablado muy poco como para verlo en este lugar, preocupado por mi salud. Aún así no podía evitar sentirme algo halagada, después de todo era Dylan Stone.
—Amor... —dijo haciendo el amago de acercarse y besarme. Me alejé rápidamente sintiendo la mirada de todos y un dolor punzante en mi hombro izquierdo.
—Hija...—dijo mi madre con delicadeza y una mirada extraña.—Saluda a tu prometido.
"¿Qué diablos?"
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¡Hola! Estoy emocionada por este nuevo proyecto, espero les guste. Si han visto otras historias mías sabrán que siempre dejo el prólogo.
Quiero estrenarla en septiembre para tener un par de capítulos escritos y no hacerlas esperar mucho, debido a que las clases ya casi empezarán, aún así, espero poder empezarla antes.
Déjenme su voto o comentario si les gustó, por favor.
Y gracias por leer.
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