Capítulo 7: Besarlo
Parecía petrificada.
Iba en el lado del copiloto en mi Volvo con Dylan a mi lado conduciendo a nuestra casa; siempre había soñado con esta escena, pensando que habría una música alegre en la radio y la cantaríamos al unísono, bajaríamos las ventanas y una brisa veraniega movería mi cabello, pero no fue así. Primeramente porque era invierno y cualquier brisa congelaría mi rostro en un instante, y segundo porque estaba tan nerviosa que no quería moverme ni un milímetro, mi cabeza punzaba pero ni siquiera podría concentrarme en ello con Dylan aquí a mi lado.
Volteé a verlo de reojo, observando su mandíbula cuadrada con la barba de días, sus ojos no apartaban la vista del camino lo que me permitía observarlo fijamente, no era que no lo hubiera hecho antes pero nunca a esa distancia.
Él volteó cuando el semáforo cambió al color rojo y me descubrió espiándolo, una sonrisa tímida apareció en su rostro y yo coloqué mi mirada en otro lado rápidamente, sonrojándome al instante y mordiendo mi labio inferior para evitar soltar una risita de nerviosismo.
***
Tiempo después nos detuvimos en la calle Juice, la cual constaba de interminables edificios, uno pegado al otro; llegamos a uno muy alto, rectangular y de un color gris opaco. Entramos a la recepción con la ayuda de un portero y subimos en el elevador en completo silencio.
Me encontraba apretada en la esquina de este, lo más lejos que pudiera estar de él pues los nervios no abandonaban mi sistema, además que Dylan no hacía el intento de hablar y solo me observaba por lo que yo sólo fingía que las paredes eran muy interesantes para no tener que verlo directamente.
Cuarto piso apartamento "G"..., nuestra casa. Entré por la pequeña puerta de madera observando mi alrededor, la sala era lo primero que se veía, con un sillón pequeño y otro de gran tamaño color rojo; en frente estaba una pequeña mesa de café con un florero lleno de margaritas y en la pared continua un televisor pequeño. Empecé a caminar tímidamente por el lugar hasta que unos metros después me encontré la cocina de madera, una diminuta barra en el centro y el comedor cuadrado con cuatro sillas, todo era pequeño, y al lugar no parecía sobrarle mucho espacio pero me parecía acogedor.
Dylan me seguía por detrás a paso lento con las manos en los bolsillos delanteros de su suéter azul, me miraba con perspicacia debajo de sus espesas pestañas rubias.
—¿Y bien?—preguntó.—¿Ahora recuerdas?
Tenía aquella mirada que tantas veces había deseado estuviera dirigida para mí que me dolía pensar que esto acabaría en cualquier momento, en el que despertara de lo que sea que esto fuera. Estaba empezando a entrarme la ansiedad, hacía muy poco que en verdad había entablado una conversación con Dylan, y ahora vivíamos juntos. ¡¿Cómo era posible?!
—No —susurré, pero cuando Dylan exhaló me apresuré a añadir—. Pero me gusta, la casa quiero decir.
Elevó un brazo detrás de la cabeza mirando a todos lados, un segundo después volteó con una ligera sonrisa mientras se acercaba y me tomaba por los hombros, frotándolos de arriba a abajo. El calor de sus manos traspasaba mi camisa de manga larga.
—¿Qué te parece si voy por comida y nos sentamos en la sala a ver el programa que te gusta?—Estaba tan cerca que solo pude asentir repetidas veces; su aroma varonil invadía mi sistema bloqueando cualquier otro pensamiento que no fuera su cercanía.
Sonrió completamente: —Bien, no te muevas volveré pronto.
Me plantó un beso en la frente y se fue dejándome anonada; sentía mi cara a punto de incendiarse y suspiraba cada dos segundos, necesitaba aprender a controlarme aunque él no se diera cuenta de mis reacciones.
Cuando por fin salí de mis pensamientos empecé a caminar por el pasillo intentando absorber lo que viera; no había fotos ni muebles, solo una sencilla puerta al final de este. Entré cautelosamente aunque sabía no había nadie en casa y me dispuse a observar el interior que al igual que el resto del apartamento era pequeño, en el centro había una cama matrimonial perfectamente hecha con un edredón café, a lado de esta había un buró lleno de fotos suyas y mías, y recargada en la lámpara una foto de nosotros dos sonriendo y abrazándonos; era tan linda que incluso me dio tristeza pensar no tener un recuerdo de ese día.
Empecé a caminar hacia el ropero y contuve el aliento cuando lo abrí; mi ropa estaba perfectamente acomodada a la par de la que supongo era la de Dylan. Salí de ahí y seguí mi pequeño recorrido hasta toparme con otra puerta, que me di cuenta era la del baño y la última puerta del apartamento; me llevé las manos a la boca sorprendida. ¡Dormíamos juntos! No era raro cuando se vive con quien se supone era mi prometido, pero no me había detenido a pensar en ello, ni en nada en realidad. Empecé a sentirme más nerviosa de lo normal. ¿Si hubiera pasado algo más lo recordaría, no? ¿Qué tantas cosas había hecho? Respiré hondo para no caer en la ansiedad y mi asma regresara, pero es que era inevitable, ¿cómo podría estar aquí?
Escuché el sonido de las llaves y de las bolsas de comida, caminé a paso lento y arrastrando los pies sin querer llegar; si antes no podría verlo sin sonrojarme, ¿cómo podría ahora con tanta información íntima?
Dylan se encontraba sentado en la alfombra frente a la televisión con la comida ordenada en la mesa de café de la sala, llegué a sentarme a su lado con una ligera distancia y observando con anhelo la comida italiana y el programa de citas en la televisión. Sabía tantas cosas de mí, y yo sin saber nada de él. Estiré mi dedo hasta tocar su hombro con mi uña y retroceder, pero él se acercó.
—¿Qué sucede? —inquirió con atención.
—Quisiera preguntarte algunas cosas..., ya sabes, para recordar—dije soltando mis nervios poco a poco. Frunció el ceño pero asintió mientras nos sentábamos frente a frente en posición de indio—. Empecemos por lo básico ¿Color favorito?
Estiró una mano tocando un mechón de mi cabello y sonrió.—El rojo.
El aire dejó mi cuerpo y con un movimiento de cabeza decidí que esto era mucho para mí, él conmigo era demasiado para digerir.
—Creo que es suficiente por hoy —susurré con una pequeña sonrisa.
Terminamos de comer en silencio, con su hombro rozando el mío, mientras yo me limitaba a ver el programa y mantener mi boca llena para no hablar y no pensar en la hora de dormir. Di un sobresalto cuando habló en mi oído.
—Me daré una ducha.
Se levantó y empezó a caminar al cuarto de baño, cuando volteé a verlo lentamente observé cómo se sacaba la camisa por la cabeza y como un resorte volví rápidamente mi mirada al frente sin poder prestar atención al programa cuando a pocos metros, mi amor platónico se estaba dando un baño en nuestro propio apartamento.
Iba caminando al cuarto cuando Dylan salió del baño. Las gotas caían por su torso desnudo, solo con una toalla cubriéndolo de la cintura para abajo, era delgado, no esta tonificado pero su cuerpo lucía atlético, venía caminando hacía a mí ajeno a lo que mi mente pensaba. Cuando por fin estaba frente a mi acarició mi mejilla.
—¿Por qué tan colorada?—preguntó risueño, mientras yo solo podía pensar ¿qué se sentirá besarlo?
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#FinDeSemanaDeBesosYSueños.
¡Por fin actualización!
Lamento mucho la tardanza, la escuela me consume el tiempo. Espero les haya gustado, ¡háganmelo saber! No olviden dejarme su voto o comentario.
¡Ya hay página en facebook! Pueden encontrarla como Karina C. Estaré avisando de actualizaciones de las novelas o contratiempos.
¡Gracias por leer!
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