Capítulo 41: Cumpleaños feliz
Escuché a lo lejos cómo era abierta la puerta de mi habitación. Segundos después una rara y descordinada versión de la canción "cumpleaños feliz" empezó a ser cantada por mis padres; me tomé mi tiempo en abrir los ojos y tallarlos cuando se acabó la canción, sin embargo no se detuvieron, pues inmediatamente comenzaron a cantarla de nuevo con una voz más chillante y tonada infantil. Sonreí inmensamente cuando mamá me acercó el muffin de triple chocolate y chispas con una vela encima, era tradición que cada año tendría tres de esos para las tres comidas del día y despertaría con mis padres entrando a mi habitación cantando cumpleaños feliz hasta que despertara por completo; siempre fue la parte más feliz y emocionante de mi cumpleaños, ver a mis padres crear una tradición que siempre llevaría en mi memoria y corazón.
Soplé la vela y mi boca quedó en forma de pez cuando mi mamá y papá besaron mis mejillas al mismo tiempo antes de gritar:
—¡Feliz cumpleaños manzanita!
Sonreí mucho, siempre era una buena forma de iniciar el día, amaba a mis padres.
—Muchas gracias, los amo.
El encuentro a pesar de ser grandioso duró poco, papá debía ir a trabajar por lo que en menos de diez minutos ya se encontraban saliendo de mi habitación para darme privacidad.
Mi cabello era lacio, pero para evitar ciertos mechones electrificados y que este cayera como cortina sobre mi rostro decidí pasar la plancha por este; usé un poco de máscara de pestañas, y un labial anaranjado que me hicieron sentir bonita; casi nunca usaba maquillaje, muy apenas lograba llegar a la primera hora, y me gustaban mis pecas; sin embargo, en unas cuantas fechas especiales me esmeraba en mi aspecto, eso hacía cosas grandiosas para mi autoestima.
La primavera estaba en todo su esplendor al ser mitad de mayo, el invierno se había ido en su totalidad dejándome extrañar mis preciados gorros. Hacía un sol y calor constante, por lo que me coloqué un vestido blanco cuatro dedos por encima de mis rodillas con flores rojas y unos zapatos bajos color rojo. Dando una última vuelta frente al espejo salí de casa.
Ese día me tomé la libertad de tardar cinco largas canciones en llegar a clases, no entraba hasta las nueve y apenas eran las ocho menos cuarto por lo que canté y grité en todo mi camino hacia la escuela. Encontré un gran lugar de estacionamiento y lo consideré un buen presagio de lo que esperaba fuera un gran día, mi cumpleaños siempre había sido una fecha muy importante y feliz para mí.
Iba subiendo la muy pequeña colina con dirección a la cafetería cuando unas manos cubrieron mis ojos.
—Feliz cumpleaños rojita. —El susurro en mi oreja hizo que respingara al sentir un escalofrío recorrer mi espalda. Aún sin despegar sus manos de mis ojos me dio un beso que al terminar me hizo suspirar, nunca tendría suficiente de eso—. Te ves más hermosa con ese vestido.
Cuando al fin pude abrir mis ojos, lo primero que vi fue su rostro muy cerca del mío dejándome apreciar su iris azulada con toques verdosos, Dylan Stone era sin duda alguien que te dejaba sin aliento con solo tenerlo así de cerca, y cuando me decía cosas así seguramente debería tener cerca mi inhalador en caso de un ataque.
Nos separamos cuando escuchamos a alguien carraspear su garganta, Zac estaba sosteniendo un termo, una flor y un plato cubierto mientras nos sonreía.
—No, ustedes sigan. Yo soy solo ese gran amigo que sostiene los regalos y espera a que los tórtolos noten su presencia para que pueda marcharse a llorar por su soledad —Reímos antes de acercarnos a él—. Feliz cumpleaños, Lucy.
Apreté su hombro pues las cosas en sus manos impedían que pudiera darle un abrazo.
—Muchas gracias, Zac. —Después de los tres meses y medio de noviazgo, las salidas y encuentros con Zac eran tan seguidos que el cariño que le había tomado anteriormente se había arraigado considerándolo un amigo cercano, que al parecer estaba loco por mi amiga más cercana quien se encontraba caminando hacia donde estábamos.
—¡Feliz cumpleaños! —Acepté el enorme abrazo de mi amiga sonriendo. Saludó a cada uno de los presentes con un abrazo más prolongado para Zac, al separarse su piel aperlada se encontraba algo sonrosada; creo que todos estábamos prestándole mucha atención por lo que señaló hacia las cosas que cargaba Zac—. ¿Qué es todo esto?
Él sacudió su cabeza como quien sale de una ensoñación para dirigirse a Dylan, quien ahora pasaba un brazo detrás de su cuello.
—Sé que no es la gran cosa pero, es tu regalo. Un desayuno de cumpleaños, sé que a veces sales de casa sin comer. —Zac mostraba las cosas individualmente como un vendedor profesional—. Camila y mamá me ayudaron a decorar el termo, papá colaboró con los panqueques y yo compré la flor e hice el café, en mi casa dicen que hago un buen café.
Volteé hacia donde él estaba y acorté la distancia que nos separaba abrazándolo fuertemente, sus brazos rodearon mi cintura levantándome del suelo hasta que nuestros rostros estaban a la misma altura, aproveché la cercanía y le di un beso corto tomando sus mejillas y acariciando su barba.
—Muchísimas gracias amor, es un gran regalo —murmuré completamente enamorada de él, de sus gestos tan sencillos y significativos que siempre me derretían de amor. El que su familia le hubiera ayudado solo lo hacía mejor, me sentía aceptada y querida por las personas importantes en la vida de Dylan y eso era un muy buen avance.
—¿Amor? —Enarcó una ceja pero sonreía y tenía cierto color en sus mejillas mientras las acariciaba y asentía.
—Eres mi amor —susurré. Nos dimos un último beso de pico y me bajó; volteamos a ver a nuestros amigos cuando Zac empezó a reír y señalar a Aby.
—No estoy solo en ese grupo de gran amigos.
Sacudí mi cabeza algo apenada pero aún así reí y me encargué de tener un gran desayuno de cumpleaños con las personas que más quería.
***
Hoy no había trabajo para mí, si algo me agradaba de mi jefa es que los cumpleaños nos los daba libres y pagados; por lo tanto llegué a mi casa temprano y me fui rápido a terminar mis deberes para estar libre el resto de la tarde. La mayoría de los cumpleaños, mi madre prepararía un gran pastel y mis tías vendrían junto a mis primos; éramos una familia pequeña, la única mujer en mi generación era yo por lo que tuve que acostumbrarme a los tratos y juegos rudos de mis primos, pero aún así amaba a mi familia.
Estaba terminando mi reporte sobre Otelo cuando mi padre entró a la habitación aún con su traje del trabajo.
—Muy bien señorita Manzana, vengo a escoltarla a su fiesta sorpresa.
—Papá, no es una sorpresa si me lo dices.
Hizo un gesto con su mano: —Detalles.
Colocó mi brazo enredado en el suyo y me levanté para caminar con él. Al bajar las escaleras ya estaban todos ahí, incluso Dylan iba entrando mientras yo bajaba, me hizo inmensamente feliz que mis padres lo incluyeran en esta celebración familiar y privada; nunca habían invitado a algún otro y si lo hicieran creo que no se hubiera sentido correcto.
Sonreí emocionada de que, aún al haber regresado, pudiéramos estar todos en casa, como aquellos viernes por la tarde los cuáles extrañaba.
Después de una ronda de felicitaciones me tocó hacer las presentaciones, ansiando que aquella familiaridad regresara.
—Familia, él es mi novio Dylan. Amor, ella es mi tía Skye, Hope y Aubrey; aquellos chicos que ves allá aburridos en sus celulares son Shawn, Mason y Carter, mis primos.
Mis tías estaban encantadas con Dylan; el efecto Stone, solo con observar sus hoyuelos u ojos ya podrías considerarte perdido.
Mi mano se mantenía enlazada con la de Dylan mientras tomábamos algo de ponche, y mis primos se enfrascaban en una interminable plática sobre basquetbol donde mi novio asentía y participaba de vez en cuando sin dejarme fuera. Había crecido en ese tipo de ambiente, en realidad me entretenía escucharlos aún sin participar, todos mis primos tenían esa chispa de diversión envidiable.
Poco tiempo después me encontraba sentada en la cabecera de la mesa con el gran pastel frente a mí, su base tenía escrito "Feliz cumpleaños" con chocolate líquido y obtuve una de esas velas que soltaban chispas a gran distancia. Gritaban que pidiera un deseo, y al ver a todas esas personas en la habitación solo desee poder tenerlas conmigo por mucho tiempo. Apenas tenía veintidós, había un largo camino por recorrer aún.
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Cada vez más cerca del final. Lucy Withmore en multimedia.
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Los invito a pasarse por mi nueva novela Efímero, la verdad es que estoy emocionada por ese nuevo proyecto. Perdón por la autopromoción.
Nos leemos pronto
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