Capítulo 38: Juguemos a algo
Día de San Valentín en la universidad. No me desperté con galletas en la mesa, con un ramo de margaritas en el florero o una serie de fotos que me hablaban de la vida que había perdido, pero era feliz con lo que tenía. El chico que quería estaba conmigo, y pude pasar por esas cosas que pensé no lograría vivir.
Aparqué el auto con diez minutos de anticipación a mi primera clase. El rojo y rosa predominaba en todo el campus, no era raro que llevara mi gabardina roja, pero parecía que todos en este día se encargaron de ponerse de acuerdo para llenar el campus de colores.
Como en cada año, las pancartas con la pregunta del millón: "¿Quieres ser mi novia?" Abundaban por donde volteara, habían peluches de mi estatura, algunos intimidantes y otros adorables, sobre todo al ver a las chicas cargar eso todo el día. Era difícil pasar por los pasillos con los puros estudiantes en él, ahora con sus regalos se haría un caos. Pero nadie se quejaba, a fin de cuentas era una vez al año donde dichos regalos se hacían, y todos los querían y apreciaban por quien los daba.
Una margarita apareció frente a mí haciéndome dar un respingo y detener mi camino a clases, giré y me encontré a Dylan luciendo un suéter rojo de manga larga que llevaba un balón de basquetbol en el centro. Me dio una mirada adorable junto a una sonrisa tierna cuando me entregó la flor.
—Feliz San Valentín, rojita —me dio un beso que me hizo suspirar. Llevábamos dos semanas con esto de ser pareja y al parecer mi adicción a sus abrazos era la misma que él tenía por mis besos, no me quejaba.
—Feliz San Valentín para ti. —Sonreí tomando la flor. Debía empezar a pensar en algún apodo bonito para él, algo no tan cursi a pesar de toda la miel que quería expulsar al tenerlo cerca. No podía ser un color aunque su cabello y ojos resaltaran, y no es como que su nombre tuviera muchos diminutivos o apodos. Sacudí mi cabeza cuando empecé a divagar y centré mi atención de nuevo en Dylan. Levanté la flor con el ceño ligeramente fruncido pero con una sonrisa—. ¿Cómo supiste que eran mis favoritas?
Metió las manos en los bolsillos del suéter y se balanceó en sus pies antes de mirarme con los ojos achicados, no era nada nuevo su pena, se veía muy tierno.
—Le pregunté a tu amiga...
Reí y me puse de puntillas para alcanzar su cuello con mis manos, las entrelacé por detrás de su cabeza y le di un beso de pico. Su barba picaba en mi boca, pero aún así me alegraba verlo con ella, le daba un aire más maduro e incluso podría decir que me inspiraba imágenes no del todo sanas.
—Me encanta, gracias.
Sus manos se colocaron con más confianza en mi cintura agachándose un poco para que pudiera volver a sentir la tierra firme bajo mis pies.
—Siento no invitarte a salir hoy...
Puse un dedo sobre sus labios y una idea surgió en mi cabeza.
—¿Tienes tiempo como entre las siete y las nueve de la noche?
Me miró extrañado antes de ponerse a pensar: —Creo que sí.
—¿Por qué no vienes a mi casa? —sus cejas se elevaron hasta el cielo de ser posible lo que hizo que mis mejillas se sonrojaran con una velocidad impresionante al recordar mis palabras. Tartamudeando intenté explicarme rápidamente—. Podemos comer algo y ver una película.
Me sonrió, a la distancia en la que estábamos podría ver sus hoyuelos muy de cerca lo que me hizo meter el dedo rápidamente en uno de ellos. Definitivamente tenía una obsesión por su sonrisa y sus hoyuelos.
—Me parece bien. —Me dio un beso en la nariz y acarició mi mejilla con su pulgar antes de separarse—. Tengo clases seguidas, pero mándame la dirección y en la tarde estaré contigo.
Salió corriendo apresurado hacia el edificio mientras yo me quedé observándolo.
Miré la margarita en mi mano sonriendo, en ese momento unas dos chicas con ramos enormes pasaron a mi lado, me vieron con la flor en mi mano y sacudieron sus cabezas riéndose pero yo no quité mi sonrisa. Entre tantos ramos y regalos enormes, yo observé mi flor y la consideré perfecta.
.
—Así que ya es oficial —habló mi mamá mientras movía algo en el sartén con un gran cucharón, yo la ayudaba cortando en la barra. Esa mujer vivía por y en la cocina, pero amaba hacerlo así que no decíamos nada y dejábamos que inventara cuanto quisiese. Nada le quedaba mal—. ¿Son novios entonces?
Sonreí removiendo la salsa en el fuego a lado de ella: —Sí, creo que si.
Me miró con una sonrisa ladeada mientras achicaba sus ojos dejando ver las ligeras arrugas que comenzaron a notarse en su rostro.
—Bueno, pues aquí está, tu favorita: comida italiana —abrió los brazos con entusiasmo mostrando toda la comida que habíamos preparado después de un rato. Mi idea había sido solo pedir una pizza y sentarnos a ver algo en la tele mientras hablábamos, pero teniendo una chef como madre ¿cómo se me ocurrió que iba a pedir comida de fuera? Palabras de ella.
Lasagna y una cantidad insana de spaghetti estaba sobre el fuego, además de unos mini brownies de ricotta que insistí no eran necesarios pero dijo que de todas maneras había planeado hacerlos desde antes.
Subí a ponerme algo que no fuera mi pijama. Hacía frío por lo que me puse un pans completo estilo deportivo que no sabía porqué había comprado si yo no hacía nada de deporte.
Dejé mi cabello como estaba y cepillé mis dientes, llegué al recibidor justo cuando se escucharon unos toques en la puerta. Le avisé a mi madre en susurros que ya había llegado y fui a abrir.
Tenía una mano dentro del bolsillo de su pantalón y en la otra llevaba una caja.
—Traje la película —me mostró levantándola. Sonreí y lo invité a pasar, en cuanto volteé mi mamá ya estaba ahí con una sonrisa de miedo.
—Hola, soy Karla —dijo mi madre extendiéndole una mano que él aceptó.
—Dylan. —En cuanto lo pronunció, mi padre llegó haciendo que el pasillo de entrada se viera más chiquito. Cuando lo invité no pasó por mi cabeza esta bienvenida de padres.
Dylan era alto pero mi padre llegaba casi hasta los dos metros, además de su aspecto inmaculado inculcaba cierto terror.
—Joven —asintió hacia él y estrechó su mano algo fuerte antes de ir escaleras arriba. Vaya, que buena presentación. Observé a Dylan quien definitivamente estaba algo avergonzado, sus mejillas estaban rojas y tenía los ojos muy abiertos mientras se tronaba los dedos de una mano.
Era un chico serio, nervioso y tímido, por lo tanto nos quedamos en un incómodo silencio hasta qué mamá decidió acompañar a papá. El que no hablara, que no fuera un chico muy extrovertido o tuviera diversas manías, las personas lo llegaban a considerar como un defecto, sin embargo, sus cualidades eran por mucho mayores que llegaban a opacar lo demás.
Tomé su mano guiándolo al comedor donde ya había puesto la mesa. Sentí como sus dedos se entrelazaban con los míos dándome un ligero apretón, volteé a verlo con una sonrisa al ver cómo empezaba a relajarse.
—¿Puedes ayudarme a traer la comida? —Asintió y fuimos por ella.
—Wow, es mucha comida —murmuró sorprendido mientras yo reía sirviendo el spaghetti.
—Mi mamá es chef, le comenté que venías y como que se emocionó un poco.
—Vaya, dale las gracias. —Besó lo alto de mi frente peinando mi cabello—. Y gracias a ti.
***
Estábamos sentados en el suelo con el sillón de respaldo y el gran plato de brownies en la mesa del café, esto me recordaba mucho a como fue mi primer día viviendo juntos. Eso era algo que sí extrañaba, poder pasar todo el día con él.
En un extraño momento de valentía y comodidad, acomodé la cabeza en su pecho, noté su sorpresa al ver que se tensó pero para mí era tan común como todos esos días que nos la pasábamos en el apartamento, aún así no me quité pero después de unos segundos lo sentí relajarse y acariciar mi cabello.
La película había acabado hace un rato y ahora veíamos comerciales en la tele, nadie tenía intención de moverse. Sobretodo porque me tranquilizaba su cercanía y el escuchar cómo sus latidos aumentaban cuando hacía patrones inexistentes en su abdomen.
—Juguemos a algo —hablé sorprendiéndolo.
—¿A qué quieres jugar? —Su voz sonaba soñolienta por lo que me levanté de su cómodo abrazo para observar su rostro. Se le miraba algo cansado y torcí el gesto acariciando su mejilla, incluso se inclinó sobre ella cerrando los párpados.
—Te ves cansado, ¿seguro no quieres ir a descansar?
Negó con la cabeza: —Estoy bien, ¿a qué quieres jugar?
Torcí el gesto pero me compuse cuando se me quedó mirando fijamente.
—Preguntas, es como verdad o reto pero sin retos.
Cerró los ojos y empezó a reír con su rasposa y ronca risa que me hacía suspirar.
—Bien, empiezas.
Me senté en forma de indio tocando mi barbilla intentando pensar en qué sería bueno para comenzar. Tal vez con cosas que ya sabía pero quería que me contara.
—¿Hermanos?
Asintió mientras mordía otro brownie: —Se llama Camila, tiene seis años, es muy linda de seguro le agradarías.
Sonreí y enrosqué un mechón de mi cabello, sí, yo estaba segura de que ella también me agradaría a mí.
—Voy, tu cumpleaños —inquiría.
—Catorce de mayo —asintió entrelazando nuestras manos pasando su pulgar por mis palmas.— ¿El tuyo?
—Veintidós de agosto.
En algún momento se acercó lo suficiente a mí como para que nuestros alientos se entremezclaran, una mano suya dejó la mía para posicionarse en mi cuello haciendo que mis vellos se erizaran.
—Sigues tú —murmuré pero él ya tenía sus ojos a medio cerrar.
—Luego —siseó antes de tomar mi labio inferior entre los suyos y así comenzar a besarme. Mis manos se colocaron en sus hombros cuando el beso francés se hizo presente, el oxígeno no era necesario cuando Dylan me besaba de esa manera. Era lento, y ambos estábamos sincronizados pues con la misma devoción se devolvía el beso, mordió ligeramente mi labio inferior antes de separarse. Colocó su frente con la mía aún con los ojos cerrados mientras intentábamos recuperar la respiración, sentía mis orejas y cuello calientes, eso sí era digno de llamarse beso.
Nos reímos como si nos hubiéramos embriagado de nosotros mismos y continuamos besándonos por un rato, mis padres hace mucho se habían dormido y no estábamos haciendo en realidad nada malo por lo que continuamos hasta que se hizo tan noche que tuvo que regresar a casa.
Y así pasó otro de los mejores días de San Valentín, lo mejor es que todos habían sido con él.
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Y aquí el siguiente capítulo :3
¿Les gustó? Me esforcé
Para el sig cap= 53 votos y 50 comentarios
Pregunta= ¿Cómo se llama el papá de Dylan? En un capítulo se dice :3
Ya estamos muuuuuy cerca del final esperado, los quiero gracias por leer
Los retos aumentan para desbloquear los capítulos pero ya casi se termina la novela, solo un último esfuerzo
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