Capítulo 36: Mucho que dar
—Tenía que ensayar una coreografía con mis compañeras, te veo luego Lucy —habló Aby levantándose apresuradamente, incluso sin haber terminado su comida. La observé irse con algo de pánico; no podía detener mis sentimientos o el rumbo de mis pensamientos con Dylan cerca. Si él no quería salir conmigo pero aún así hablarme yo no podría, eso solo me ilusionaría; a pesar de quererlo no podía verlo solo como un amigo. Y después de cinco días de nuestro beso, no pensé en qué otra cosa le haría hablarme.
Hice el amago de levantarme pero su mano se colocó en mi muñeca deteniéndome. Me senté de nuevo, lo observé y a su mano en mi muñeca repetidas veces hasta que la soltó y me miró algo nervioso.
—Lo siento, uhm. ¿Tienes tiempo? Me gustaría hablarte de algo.
Tragué saliva, tenía una idea de lo que querría hablar conmigo por lo que me giré hacia él prestándole toda mi atención. Era mi hora libre, podía estar ahí un buen rato.
—Claro, te escucho.
—Bien. —Bajó la vista tronándose los dedos nerviosamente—. Sabes que me gustas.
«Buen comienzo» pensé.
»—Lamento lo de la otra noche es solo que... eres muy linda Lucy, y mi tiempo es muy limitado comparado con todo el que quisiera ofrecerte —respiré hondo y esperé a que continuara, en realidad ansiaba que continuara—. Soy un estudiante becado, no tengo mucho que dar en verdad, pero me gustas lo suficiente como para ser algo egoísta e intentar tener algo contigo a pesar de eso, si tú quieres claro.
Le di una sonrisa de boca cerrada conmovida por sus palabras, coloqué una mano en las suyas para que dejara de moverlas y con la otra tomé su mejilla haciendo que me viera.
—¿Te das cuenta de que eres un gran chico verdad? —mi voz nunca fue muy alta, casi siempre hablaba en murmullos pero esperaba que la firmeza le hiciera creer en mis palabras, aquellas que había tenido guardadas solo por pena pero que merecían ser escuchadas—. Eres dulce, inteligente, caballeroso y considerado. Tienes mucho que dar... y por eso me encantaría salir contigo.
Sonrió enormemente contagiándome su alegría, y ¿cómo no estarlo? La vida me estaba regalando una segunda oportunidad de hacer las cosas bien, de vivir esa increíble sensación de estar enamorada y ser correspondida, con el chico que siempre quise.
¿Volveremos a estar en la misma situación que en mi otra realidad? No lo sé, y no pensaría en ello, simplemente me dejaría llevar disfrutando de este nuevo proceso.
Se acercó a mí hasta rozar mi nariz con la suya aún sonriendo con los ojos a medio cerrar.
—¿Lo hacemos oficial? —no tuvo que preguntar dos veces, sonreí y acorté la distancia que restaba pegando mis labios a los suyos de nuevo.
Me sentía eufórica, se sentía todo más real, tal vez porque había dejado de inhibirme, o porque esto era en realidad lo que debía de suceder.
Nunca me cansaría de besarlo, y es que cada beso era diferente; me encantaba los sentimientos que afloraban cada vez más intensos, podía ser solo un roce de labios o uno profundo pero cada uno de ellos lo empezaría a disfrutar como si fuera el último. Embriagándome con su aroma, su manos en mi cintura como ahora y todo lo que tanto él como yo intentábamos transmitir.
Corté el beso cuando recordé que estábamos en el patio de la universidad, me separé sintiendo las mejillas y orejas rojas que al ver la sonrisa inmensa de Dylan solo aumentaron el color.
Se separó de mí un poco, pero entrelazó una mano con la mía dejando en claro que no se iría. Escuchaba los cuchicheos alrededor de nosotros, era obvio que después de tal demostración de afecto los rumores se esparcirían, pero este en específico dejaría que circulara.
—¿Qué libro te tocó leer esta semana? —Señaló con la cabeza el lugar donde se encontraba el libro junto a su cuaderno de anotaciones.
—Madame Bovary.
—¿Es bueno? —Frunció el ceño.
—De los más trágicos en realidad. Tengo que hacer un análisis del personaje de Emma, era algo complicada. Pero el libro es bueno.
Asintió en el momento en el que un timbre sonó. Era el de nuestro edificio por lo que nos levantamos aún sin separar nuestras manos y caminamos en dirección a clases.
Cuando llegamos a la puerta del salón, metió un mechón de mi cabello detrás de mi oreja y me besó la comisura de la boca arrancándome un suspiro. Estaba segura que la sonrisa en mi cara era tan grande que asustaba.
***
—¿Y bien? —me preguntó Aby en los vestidores de Helados Vanille.
Me giré a verla con una sonrisa: —Estamos saliendo.
Aby soltó un pequeño grito haciéndome reír cuando empezó a saltar y aplaudir verdaderamente feliz. Me abrazó y empecé a saltar con ella mientras me reía, si alguien tenía una amiga más genial que la mía, lo dudaba.
—Me alegro mucho por ti.
La campanilla de la puerta sonó y solo segundos después el timbre del mostrador era insistente. Los empleados de la mañana seguro se habían ido ya y teníamos que ir a atender nosotras por lo que salimos corriendo antes de que alguien se quejara por nuestra ausencia.
Zac estaba ahí, solo observando los sabores de helado tras la vidriera.
—Lucy. —Asintió hacia mí pero mostró una bella sonrisa al dirigirse a mi amiga—. Bella dama.
Sin embargo, Aby solo rodó los ojos y me dejó atendiéndolo mientras se dirigía a la parte de atrás; tendría que preguntarle porqué actuaba de esa manera, no era la primera vez.
—¿Cuál te ofrezco? —Le pregunté a un decepcionado Zac que miraba detrás de mí con la mandíbula tensa. Con un gesto de su mano me respondió.
—El que quieras, no importa.
Sonreí de lado y me apresuré a servirlo para evitar que la incomodidad se prolongara.
***
Viernes por la mañana, llegué solo con cinco minutos de anticipación. Iba comiendo una manzana, con los libros en mi mano y mis lentes de lectura puestos pues no tenía donde guardarlos. A lo lejos distinguí a Dylan en medio de su grupo de amigos del basquetbol, no queriendo parecer obsesiva y alegando que solo tenía cinco minutos me encaminé a mi edificio, pero antes de llegar a la puerta alguien se colocó frente a mí.
Sabía que era él, su aroma me llegó inmediatamente, levanté la mirada para encontrarme con sus ojos mirándome directamente.
Me dio un beso rápido que me dejó embobada unos segundos.
—Buenos días —frunció el ceño y se relamió un poco los labios—. ¿Manzana?
Levanté la fruta de mi mano haciendo un esfuerzo por regresar a la realidad y no babear por semejante imagen que me regalaba al lamerse los labios.
—Te acompaño a clase —habló pasando un brazo por mis hombros y llevándome dentro. Su cercanía más la calefacción del edificio hicieron que me invadiera el calor y se reflejara en mi rostro, pero no me quería apartar de él—. Oye, Lu. Hay un partido hoy, ¿quieres venir?
Los sentidos de alerta se dispararon en mi cabeza al recordar el lugar donde todo cambió para mí, y pensar que yo solo iba a un partido a verlo. Solo debía ser más cuidadosa, no quería arruinar nada.
—Claro —contesté. Llegué a mi salón justo al timbre por lo que me apresuré los últimos pasos dejando a Dylan atrás con una vaga despedida, ese profesor no me perdonaría volver a llegar tarde.
Cuando salí, mis mejillas aún no habían bajado su color pues me negaba a andar cargando mi abrigo por lo que no me lo quitaba haciendo que el calor siguiera acechándome.
—¿Lista para comer rojita? —me detuve abruptamente haciendo que Dylan chocara con mi espalda casi tumbándome de no haber sido por sus manos sosteniéndome por la cintura.
—¿Cómo me dijiste? —susurré girando mi cuello para verlo, no me pasó desapercibido que sus manos aún estaban en mi cintura y yo pegada a su pecho de espaldas.
—¿Rojita? —frunció el ceño pero asentí haciendo que relajara el rostro—. Lu, traes un abrigo rojo, un gorro rojo, unos lentes rojos, tus cachetes rojos, toda tú eres rojita.
Sonreí emocionada, era la primera vez que volvía a usar ese apodo tan distintivo que sentí hincharme el pecho del entusiasmo.
—Me gusta —sonreí.
Salimos hacia la cafetería tomados de la mano, había llevado lonche y unas papas que compartí con Dylan mientras me contaba sobre su mañana. De vez en cuando rozaba mi mejilla con sus nudillos, o me daba un beso ligero y esporádico, estábamos en una zona concurrida de la universidad, y nuestra relación era tan nueva que al ser él conocido por el equipo, la noticia viajó muy rápido.
Zac llegó golpeando su espalda y dándome un beso en el dorso de la mano que hizo fruncir al ceño de Dylan. Me reí mientras le daba un beso en la mejilla a mi novio haciendo que una tímida sonrisa apareciera.
Definitivamente podría acostumbrarme a eso.
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Hola :3 ¿les gustó el capítulo?
Lancy en multimedia <3
Para el sig cap.= 43 votos y 40 comentarios
Pregunta= Primer beso Lancy, ¿cómo fue?
Gracias por todo el apoyo y paciencia, son los mejores lectores que pudiera pedir:3
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