Capítulo 32: Solo sonríe

Salí de mi estupor cuando mis pulmones reclamaron por aire.

—¿Cómo dices? —murmuré. Se separó cuando se dio cuenta de nuestra cercanía y empezó a obtener un poco de color de sus mejillas.

—Deja que me explique. —Dejó la cámara en la mesa y pasó las palmas de sus manos por su pantalón con nerviosismo; fijó su vista en mí después de un rato—. Tengo un proyecto, me prestarán ropa, un estudio y un maquillista; por mi parte debo conseguir a alguien que "modele" para la cámara.

—¿Qué tan importante es este proyecto? —Intenté mostrarme confiada y un poco difícil, esperaba que diera un buen resultado. Aunque cuando di un sorbo a mi café noté el ligero temblor.

—Es mi tesis —respondió haciendo que mis ojos se abrieran un poco—. Por lo que mi trabajo sería más fácil si las fotos fueran hacia alguien llamativo.

Tomó de su café sin apartar sus ojos de mí, bajé la mirada un segundo a las manos en mi regazo y esbocé una sonrisa pequeña antes de volver mi atención a él.

—Así que, ¿alguien llamativo?

Se acercó un poco a mí apoyando sus codos en sus rodillas y señalándome brevemente: —Eres pelirroja, tus ojos son tan claros que incluso te puedes reflejar en ellos si prestas atención, además de llamar mucho la atención por ser tan redondos, tu piel es pálida que parece aterciopelada y tienes unas pecas rojizas salpicadas por todo tu rostro, cuello y hombros..., eres la clara definición de una persona llamativa.

Respiré hondo cuando terminó, sus ojos no se apartaban de los míos creando una burbuja en donde solo nos encontrábamos mirándonos en silencio; mientras tanto yo asimilaba todo lo que había dicho y hacía mi máximo esfuerzo para que el color no subiera a mis mejillas, aunque mis orejas ya se encontraban calientes.

»—Entonces, ¿qué dices? —dijo para después terminar de un trago su café.

Sonreí de lado sin pensarlo mucho: —Claro, te ayudaré.

Me sonrió en grande, con sus hoyuelos marcados y una sonrisa que achicaba sus ojos.

—Perfecto, hablaré hoy con mi profesor para apartar el estudio y te aviso los detalles.

Intercambiamos números, mi sonrisa parecía que partiría mi rostro en dos, por un momento incluso se me olvidó que no me gustaban mucho las fotos, que no sabía qué tipo de ropa modelaría ni cómo se supone que debía posar; pero no importaba, él pidió mi ayuda y será una manera de estar juntos aunque sea por un día.

—Creo que es hora de irnos a la escuela —anuncié levantándome con todo y mi mochila—. Te llevo.

Abrió la puerta de entrada para mí, al igual que en la escuela donde la mayoría de nuestros compañeros nos miraban y cuchicheaban entre sí, mientras que yo me sentía caminando sobre una nube, con un rayo de esperanza emergiendo en mi interior, despertando al zoológico de mi estómago para que volviera a la vida, a hacerme saber que nunca lo dejé de querer.

***

—A que no sabes qué me pasó. —Le dije a Aby mientras me colocaba el delantal y metía un puñado de cucharas y servilletas en las bolsas. Aby contaba el dinero de la registradora pues no había clientes aún y me prestó su atención.

—¿Qué ocurrió?

—Dylan me preguntó si podía fotografiarme —enarcó una ceja al escucharme y me aclaré al instante—. Obviamente que con ropa mal pensada.

«Espero que sí.»

Se rió haciendo temblar sus hombros: —Yo no dije nada. Eso es grandioso Lu, al final todo está saliendo bien, me alegro mucho por ti.

Sonreí y abrí la boca, pero antes de seguir hablando mi celular vibró en el bolsillo trasero de mi pantalón. Lo saqué viendo tintinear su nombre en la pantalla seguido de un corazón azul, todo él lo relacionaba con el color azul gracias a sus ojos.

El estudio está libre mañana en la tarde, ¿tienes tiempo?

Pensé un momento en mi trabajo hasta que recordé mi hora de salida. Con lo que creí que era una sonrisa boba le contesté.

Salgo a las 6:30 del trabajo, ¿te viene bien?

Recibí su respuesta casi al instante.

Me parece muy bien, estaré en Helados Vanille a las 6:30 y podremos irnos de ahí.

Muy bien, nos vemos mañana :)

Mientras más veía la carita feliz que le mandé más nerviosa me sentía, incluso empezaba a verla algo macabra, necesitaba controlarme; ya no me ponía tan alterada con su cercanía pero aún así afectaba mis sentidos, de buena manera, pero afectaba.

Cuando llegué a casa era temprano, mi padre aún no llegaba del trabajo y mi madre horneaba montones de quequitos para la fiesta infantil del día siguiente en la que la habían contratado.

—¿Mamá? —pregunté tímidamente no queriendo distraerla, pero sabía que podría estar la noche completa haciendo ver a esos muffins originales.

—Sí, dime.

Respiré, tenía veintiuno, prácticamente podría hacer de mi vida lo que quisiera sin pedir permiso para nada ni a nadie, sin embargo, estaba tan acostumbrada a siempre avisar a dónde iba que se consideraba como si pidiera su aprobación para actuar, así que replanteé la manera en cómo se lo diría.

—Mañana llegaré un poco tarde.

Se detuvo un momento con la bandeja entre sus manos, salió del trance pocos segundos después dejándola en la mesa y limpiando sus manos en el delantal.

—De acuerdo... ¿A dónde vas?

—Ayudaré a un amigo con su proyecto.

—Tu amigo tiene nombre supongo.

—Se llama Dylan —murmuré sin saber porqué, en la otra vida parecía agradarle, ¿cómo hacer que eso ocurriera de nuevo? Nada de lo que había pasado había sido por acciones mías, simplemente sucedió, llegué a esa realidad con todo asentado y solucionado. Tal vez no debía presionar nada, solo fluir con la corriente y esperar que esta me llevara a la dirección correcta.

—Muy bien, tu padre estará en casa, yo iré a mi evento.

Asentí y subí las escaleras sin más.

***

Me encontraba limpiando una mesa del desastre batido de un niño de tres años, cuando la campanilla de la puerta sonó anunciando su llegada.

Llevaba unos pantalones de mezclilla algo rasgados y un suéter azul cielo que reflejaba sus ojos hasta hacerlos más claros, la barba le había crecido un poco, estaba casi segura de que sentiría el picor si pasaba mi palma por su barbilla. De su costado colgaba una mochila grande con lo que supongo era su equipo y en la otra mano cargaba con un tripié.

—Hola. —Saludé acercándome, me dio un beso en la mejilla como saludo haciendo que mi palidez se sustituyera por un tono rosado—. Iré por mis cosas, vuelvo en un segundo.

Me marché a los vestidores por el pasillo, una vez adentro me encontré con Aby sacando cosas de su casillero con algo de energía mientras tarareaba una canción, verla con un estado de ánimo que no fuera positivo era casi imposible.

—¿Ya llegó? —preguntó mientras yo asentía enérgicamente mordiendo mi labio inferior hasta que sentí ardor, incluso iba saltando sobre mis pies.

—No me gustan las fotos Aby, y estoy a punto de ir a una sesión frente al chico que me gusta. Solos.

—A ver, cálmate. —Tomó mis hombros deteniendo mis saltos y mirándome directamente—. Eres hermosa, por algo te lo pidió, así que solo detente frente a la cámara y déjalo capturar tu belleza.

Sonreí temblorosamente algo más relajada.

—De acuerdo, de acuerdo. Ya me iré.

Me cambié la blusa rápidamente y me puse un suéter de lana encima, serían casi inicios de febrero y el invierno estaba en pleno apogeo como para que mis vellos se erizaran cada que me cambiaba de ropa. Agarré mi gorro rojo de la suerte y con un respiro hondo salí hasta donde Dylan me esperaba agarrando con fuerza el asa del bolso.

—Estoy lista —anuncié con una sonrisa, su mano se colocó casi superficialmente por mi espalda baja haciendo que diera un pequeño respingo; salimos del local hasta donde se encontraba estacionado mi Volvo y subimos casi a la par.

—No está muy lejos, si quieres puedes tomar la autopista, salir a la avenida Orange y encontrarás como una casa blanca en la esquina, ahí es.

—Muy bien. —Asentí mientras prendía la radio y la letra de Just the way you are con el perfecto tono de Bruno Mars inundo el auto; después de unos minutos me encontraba tarareando y pegando en el volante al ritmo, un momento después cantaba en voz baja.

—Vamos —dijo distrayéndome cuando me sonrió—. Tienes una linda voz, que no te de pena cantar.

Sonreí: —Pero canta conmigo. —Pedí deseando que accediera, recordar aquellas tantas veces que me cantaba al oído para ser romántico. Me sonrió y asintió antes de que comenzáramos a llenar el auto con nuestras voces al unísono.

Así que ni siquiera te molestes en preguntar si te ves bien
Sabes que diré...

Me paré en un semáforo y mirándonos cantamos el coro:

Cuando veo tu cara
No hay ninguna cosa que cambiaría
Porque eres increíble
Solo de la manera en que eres

Sus ojos brillaban, mientras la felicidad y el anhelo me embargaban, después de aquello ya no pude cantar más por miedo a dejar ir el nudo que se había formado en mi garganta.

Después de otras dos canciones llegamos al estudio. Todo era blanco y pulcro con un piso de simulación madera y cortinas colgando de todos lados, además de unas luces grandes apagadas en las esquinas; había dos cuartos a lado con puertas cerradas de madera igual al piso, pero lo sorprendente era la ausencia de ventanas, solo había una pequeña a lado de la puerta, pero para esa hora el sol empezaba a bajarse.

Una señora regordeta y más bajita que yo se acercó sonriendo y extendiendo su mano.

—Hola, mi nombre es Erin, soy la maquillista y te ayudaré con los cambios de vestuario.

Asentí estrechando su mano antes de que se dirigiera a Dylan, quien se encontraba casi pegado a mi espalda como si se escondiera de la enérgica señora frente a nosotros.

Erin tomó mi mano e hizo que me agachara a su altura, sus ojos me observaban críticamente todo el rostro y cuerpo hasta casi hacerme sentir incómoda. Finalmente esbozó una sonrisa y aplaudió.

—Hay mucho de donde sacar provecho. Acompáñeme señorita, le mostraré dónde podrá cambiarse.

Dylan vocalizó un tranquila antes de dejar que Erin me tomara de la mano y me separara de él. Me guió hasta la primera puerta de madera que abrió con un golpe en seco. Había un peinador con mucho fijador y maquillaje encima de este, mas un espejo con un marco de focos blancos que iluminaban la estancia. Al fondo del cuarto estaban unas cortinas gruesas color negro dando un mínimo espacio de privacidad al otro lado.

»—Bien, aquí está el primer cambio, si tiene problemas con algo solo dígame.

Me empujó por la espalda suavemente hasta que atravesé las cortinas con la ropa doblada en mis manos. La calefacción estaba puesta gracias al cielo, pues el conjunto era una falda roja con rayas negras y un top blanco holgado más una boina francesa del mismo color que la falda, el estilo me hacía parecer un champiñón, por otro lado los botines militares tenían algo de tacón pero eran cómodos. Me reí ligeramente por lo incómodo de la situación y salí para encontrarme con Erin que rápidamente me colgó tres largos collares de perlas.

—Tu cabello es corto por lo que no hay necesidad de recogerlo y creo que llevarás lentes así que te pondré solo un labial, base y algo de iluminador, ¿te parece?

Asentí sin saber qué otra cosa hacer, dejé que me maquillara aún cuando las brochas me hacían cosquillas en ciertas áreas y el color rojo sentía que sobresalía demasiado en mis labios, sin embargo, decidí confiar en su criterio.

—Ya está listo el cambio número uno —anunció Erin cuando salimos del cuarto, Dylan ya había organizado sus cosas, las luces estaban ya en su lugar y cuando me miró sentí sus ojos por cada parte de mí, desde mis piernas descubiertas hasta mi cabeza cubierta por la boina; desde la distancia pude ver cómo la nuez de su garganta saltaba cuando pasó saliva.

—Uhm. —e aclaró la garganta—. Párate aquí en frente por favor.

Me detuve cinco pasos atrás de frente al lente de la cámara con las palmas sudorosas, no me consideraba fea o no fotogénica, pero había una gran diferencia en ser bonita y el saber posar para las fotos.

Dylan me pasó un abrigo sin notar mi nerviosismo, aunque al ver el ligero temblor de su mano supe que estaba igual de alterado como para notarlo.

»—Bien, te vas a quitar el abrigo y mirarás para el techo, ¿sí?

Asentí e intenté hacer lo que me pidió, pero nunca escuché el click de la cámara. Estaba tan tensa que no sentí nada hasta que el calor de Dylan me invadió, su índice y pulgar tomaron mi barbilla hasta ponerla más abajo pero aún mirando al techo, sin embargo no se detuvo ahí, su indice recorrió mi cuello y clavícula expuestos haciendo que la piel se me pusiera de gallina, todo sentido de control se perdió en cuanto escuché su voz ronca hablarme al oído.

—No estés tensa, necesitas relajarte. Solo diviértete.

Abrí los ojos que no sabía que tenía cerrados y lo observé; estaba tan cerca que el olor a menta de su boca llegaba directo a la mía.

—Creo que es buen momento para decirte que no sé posar y nunca la he hecho de modelo —dije con la garganta cerrada.

Dylan sonrió ligeramente tomando mis dos brazos y dándoles un pequeño apretón.

—Solo sonríe.

Asentí y él se posicionó atrás de la cámara. Bajé el abrigo y volteé hacia arriba pero aún sentía tensa mi sonrisa, hasta que aventaron pétalos que me hicieron sonreír genuinamente, fue ahí donde escuché el click. Volteé a ver a Dylan rápidamente.

—No necesito que seas una modelo, quiero que seas Lucy actuando como tú. Así como eres es excelente.

Sonreí y bajé la cabeza pero aún con la mirada en él a través de mis pestañas.

A partir de ahí todo lo demás fue fácil, me encontraba riendo y jugando con cada cambio de vestuario, lo estaba disfrutando en serio. Me olvidé por un momento de todo y me sentí yo con ropa bonita, fue grandioso. No pasaban desapercibidos los roces accidentales y las miradas atentas que Dylan y yo teníamos, pero por el momento estábamos bien con pasarlo juntos solamente.

Hubo un momento en el que se detuvo tan cerca de mí que tuve que inclinar mi cabeza para poder verlo, sus ojos a esa distancia se veían incluso más impresionantes, incluso sus pestañas rubias que simulaban una cortina sobre sus ojos. Estiró su mano y colocó un mechón de mi cabello tras mi oreja haciendo que soltara un suspiro involuntario, estábamos tan cerca.

Tomó mi barbilla entre sus dedos y fue en el momento que mis piernas comenzaron a temblar, sin embargo, la magia acabó cuando movió mi cara hacia un lado y tomó una foto del perfil descubierto.

Bufé por la oportunidad perdida y, con pisadas fuertes entré al cuarto para el siguiente cambio.

—Muy bien una última —dijo Dylan acercándose a donde me encontraba sentada en el suelo—. Recarga tu cabeza en tu mano derecha y mírame, pero no sonrías, quiero capturar tus pecas.

Sonreí cuando lo dijo pero moví la cabeza cuando recordé que no debía hacerlo y volteé a verlo seriamente.

Por un momento la cámara se quedó suspendida en el vació mientras Dylan me miraba fijamente con los labios entreabiertos, no me moví a pesar de lo intenso de su mirada, era como estar bajo el hechizo de algo que me impedía moverme del lugar, me sentía feliz de las reacciones que yo causaba en él, no era inmune a mí y eso hacía mucho por mi autoestima. Posicionó la cámara frente a mí e hizo click, cuando la bajó y vio la foto sonrió satisfecho antes de mirarme.

—Definitivamente el rojo se convirtió en mi color favorito.

Dejé escapar todo el aire y le sonreí despreocupada cuando en realidad un torbellino de emociones sacudía todo mi interior.

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Es el capítulo más largo que he escrito para esta historia 😱 y siento que corté muchas partes.
Cuando la novela finalice la editaré, agregaré muchas escenas espero que la vuelvan a leer en versión mejorada.

Sesión de fotos en multimedia, canción de Bruno Mars igual
El ship por votación fue #Luan, ¿qué piensan de que sea #Lancy?

Para desbloquear el siguiente capítulo favor de dejar 25 votos y 20 comentarios (fue largo este capítulo jaja)
Y contestar a la pregunta: ¿Cómo se llama la mamá de Dylan?

¿Les gustó el capítulo?

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