Capítulo 22: Salón Margarita

Me encontraba leyendo sobre mitología en las gradas del gimnasio mientras Dylan entrenaba en la cancha. Antes me quedaba en un árbol alejada de todo, incluso de mi hogar, sentía que me concentraba más, sin embargo, desde que esperaba a Dylan para marcharnos juntos, se volvió una costumbre el entrar al gimnasio y deleitarme un poco con la cantidad de ejercicio que mi ahora prometido tenía que hacer.

Le di una mordida a mi manzana antes de ver al equipo de atletismo; extrañaba tanto el formar parte de ello, pero me di cuenta que en esta realidad yo regresaba a mi rutina de correr en las mañanas ahora con Dylan, no era tarde para volver a estar en forma e incluirme a un equipo.

Salí de mis pensamientos cuando alguien se detuvo frente a mí tapando la luz.

—¿Qué tanto piensas rojita? —inquirió Dylan con la cabeza ladeada mientras intentaba secarse el sudor con una toalla. Sus brazos se veían más tensos por el esfuerzo, su clavícula sobresalía de la camisa de tirantes y su pecho subía y bajaba. Loca o no, pero estaba intentando contener aquellos impulsos que surgían en mi cabeza tras esa imagen.

—Nada, un poco de lectura pesada. —Sonreí.

—De acuerdo, iré a ducharme a los vestidores y nos vamos. —Quitó un mechón de mi frente y medio un beso rápido antes de marcharse.

***

—La ventaja es que viene con el bufete, la música, los meseros, la florería, el pastel y el ramo de la novia. —Nos explicó el señor Parson, dueño del salón Margarita. Observé a mi alrededor el modesto salón con una capacidad de máximo cien personas. Era de un color blanco pulcro, con una tarima para el sonido, y una amplia pista de baile.

Esto en realidad estaba pasando. Me iba a casar con Dylan Stone, con mi amor platónico desde los dieciocho, con este chico imperfectamente perfecto.

Su voz me trajo de vuelta a la realidad: —¿Te gusta?

Su tic nervioso de pasar un brazo por detrás de su cabeza se hizo presente. Mi sonrisa podía partir mi cara en dos cuando le respondí: —Me encanta.

Pasé mis brazos alrededor de su estrecha cintura para dar énfasis a mis palabras. El sonrió y parpadeó extrañado antes de devolverme el abrazo.

—¿Qué fechas tiene? —inquirió dirigiéndose al señor quien, emocionado por realizar un evento, empezó a hablar animadamente.

—Bueno eso depende. Si quieren una boda en verano, otoño, invierno. Las de otoño son muy lindas por la decoración, pero las flores son difíciles de conseguir.

—La queremos en primavera —habló Dylan cortándolo.

—En ese caso las fechas del próximo año están la mayoría disponibles.

Negué con la cabeza, interrumpiéndolo una vez más: —Primavera de este año.

Mi susurro hizo que la sangre del señor Parson se drenara; pero Dylan continuó haciendo caso omiso.

—Abril, más exactos.

—Mes y medio... —susurró Parson mientras nosotros asentíamos enérgicamente—. Claro, claro. Será todo un reto pero seguro estará a tiempo.

Rebuscó en su libreta rápidamente en busca de un lugar, su cara se llenó de alivio cuando vio algo y nos observó con una sonrisa: —El sábado primero está libre.

—Perfecto —dijo Dylan antes de estrechar su mano. Sonreí mirando alrededor, ya teníamos el lugar para la fiesta y casualmente era el salón Margarita, como mi flor favorita, como las primeras flores que Dylan me dio. Quise abrazarme a mí misma de la felicidad que me embargaba, empezaba a sentirme completa.

***

—Hey, tranquilo —dije moviendo su mano entrelazada con la mía la cual sudaba un poco a pesar del aire fresco—. Me contaste que ya habías hecho esto cuando me pediste por primera vez.

—Claro que lo hice, pero siempre da miedo —dijo mordiendo su labio inferior sin despegar la vista de la casa de mis padres, estábamos parados en la puerta tomados de las manos sin tocar o entrar, esperando que los miedos de Dylan se calmaran. Suspiró después de un rato y dio un pequeño brinco que me hizo sonreír al mirarlo—. Bien, hagámoslo.

Tocó la puerta al fin y esperamos. Ayer fue un día de planes, y hoy por la mañana Dylan intentó ponerse al corriente con la escuela, pero sé que todo el día estuvo nervioso por este encuentro.

La puerta se abrió y para bien o mal mi padre apareció con una taza humeante en su mano. Iba vestido pulcramente como siempre y su gran estatura nos hacía levantar la cabeza para mirarlo.

—Hola, papá. —Sonreí y me despegué de Dylan para darle un abrazo. Mi padre me apretó con su mano libre y besó mi cabello.

—Manzanita —dijo en un susurro antes de soltarme y ofrecerle la mano a Dylan.

—Señor... —murmuró tragando saliva y al intentar separar su mano mi padre lo retuvo mirándolo jocosamente.

—¿Por qué estás tan nervioso muchacho? Pensé que ya había pasado la fase en la que te intimidaba.

Torcí el gesto mientras miraba al suelo, y ahí estaba de nuevo aquel sentimiento. Esa pequeña sensación de pensar que yo aquello no lo viví porque estaba existiendo en otra realidad en la que con un movimiento en falso me haría regresar.

—¡Hija! —Salió mi madre de algún lugar de la cocina interrumpiendo el rumbo de mis pensamientos. Me lancé a sus brazos abiertos y Dylan por fin entró a la casa para besar la mejilla de mi madre como saludo.

—Hola Karla.

Mi madre lo miró con cariño y acarició su mejilla, algo que calmó sus nervios notablemente.

—Pasen, estaba haciendo unas galletas de nuez que seguro les gustarán.

Llegamos a la cocina con mi madre guiándonos y mi padre siguiéndonos por atrás, nos sentamos en la barra sin hablar mientras mi mamá dejaba las galletas en un plato en el medio mirándonos expectantes. Dylan jugaba con los dedos de mi mano muy concentrado en un punto específico... el anillo.

—Están muy ricas, mamá —aclaré mi garganta mientras le daba un ligero apretón en la mano haciendo que levantara la vista por fin; miró a mi madre y luego a mi padre seriamente antes de soltar la bomba sin preparar a nadie.
—Nos casaremos el primero de abril.

Mi padre bajó la taza de café abruptamente mientras comenzaba a toser poniéndose rojo del cuello hasta la frente; nos quedamos quietos por un momento hasta que entendimos que no iba a parar por su cuenta. Dylan le dio palmadas en la espalda mientras mi madre le echaba aire  en su rostro con una toalla.

Cuando por fin se calmó empezó a respirar profunda y constantemente antes de entrecerrar los ojos hacia mi prometido.

Mi prometido... sonreí como una tonta captando la mirada feliz de mi madre, cómo no estar emocionada cuando este chico tierno y atractivo era mi prometido. Solo lamentaba haber esperado tanto para disfrutarlo.

—Una noticia como esa no se suelta así como así, jovencito. —Dylan torció el gesto apenado, sin embargo mi padre se acercó golpeando su hombro haciendo que levantara la mirada—. Pero ya era hora de que pusieran la fecha.

Volteó a verme mientras me guiñaba un ojo antes de volver a su café. Mamá rodeó el mesón para abrazarnos y estrujarnos las mejillas mientras no dejaba de decir lo contenta que estaba de que al fin nos casaríamos. Le di un codazo ligero y discreto a Dylan para darle una mirada de "te lo dije", él sonrió moviendo la cabeza y dándome un beso en la nariz antes de abrazarme. Mis mejillas se calentaron y estaba segura de que mi sonrisa no se marcharía por un rato.

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Pensaban que ya no vendría hoy ¿verdad? Jaja. Lo prometido es deuda. Vengo de prisa porque aún me faltan ocho resúmenes y una exposición.

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Nos leemos el lunes 28 de enero. Tal vez antes e.e
Seguiré subiendo adelantos en el club de lectores, cuyo link está en mi perfil.

Gracias por leer.

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