Capítulo 4

Un jardín de maravillosas flores coloridas, cada una con un olor distinto, arrastrando una historia que jamás conoceré. Un camino de losas blancas delante de mí que lleva a un pequeño balcón con vistas hacia el mar, hacia lo que viene siendo la paz. Árboles altos del tamaño de un gigante dan sombra y sus hojas se mueven al compás del suave viento. Mi cabello oscuro roza mi frente, haciéndome cosquillas, una sensación que creía perdida en mis sueños.

Doy un paso por el camino de losas, no pasa nada. Otro paso, la puerta desaparece. ¿A dónde habrá ido? No me importa ahora, estoy en un lugar donde reina la paz. Camino lentamente, estando alerta por si acaso esto sí es una trampa.

El cielo azul acompañado de nubes blancas como la nieve son mis vistas preferidas ahora mismo. No me importa lo que haya en la tierra, me importa mucho más el cielo.

Por cada paso que doy, voy apagando mis alarmas. Está claro que aquí no va a pasar nada malo. A mi espalda hay una casa de dos pisos, suficiente como para vivir doce personas sin problema. Vuelvo a mirar el balcón, una figura de espaldas es lo único en lo que me centro.

Mis pasos se vuelven más lentos al notar que la figura es masculina. No puede ser. No puede ser que de verdad haya llegado tan lejos, superando mis pocos obstáculos que había en el camino.

No se da cuenta de mi presencia, aún no sabe que estoy detrás suya. Sé que tan solo es un sueño, pero si logro verlo cara a cara aquí, habré cumplido mi meta de adolescente.

Me paro en una pequeña columna que hay a unos metros de distancia, supongo que aún no nota mi presencia. Sonrío sin saber el motivo, a veces me pasa.

Gira un poquito su cabeza, meneando su cabello castaño que brilla por la luz solar, al igual que sus ojos azules que son como el mar que tanto observa, ojalá pudiera mirarlos de cerca, sin parar.

—Sé que me estás observando —me asusta que, sin haberse girado lo suficiente para verme, me haya descubierto—. Ponte a mi lado —me suena a una orden.

—No sé si debería —le digo dubitativo.

—¡Tonterías! Ven —cediendo a su petición, camino hasta su lado y me pongo a observar el mar—. Tu voz se me hace familiar, ¿nos conocemos?

—Yo... No, no nos conocemos.

—¿Entonces por qué me suena tanto?

—Será porque solo estás en mi mente, nunca te dirigí la palabra.

—Pero lo estás haciendo ahora —giro mi cabeza para mirarlo, sus ojos pegados al océano.

—Porque solo es un sueño del que despertaré pronto, un sueño al que nunca volveré.

—No tiene porqué —se gira y me mira por fin, una sola mirada me derrite por dentro—. Yo he luchado por estar aquí hace tiempo, y aun así sigo aquí cada noche.

—Pero seguro que yo volveré a empezar.

—Ya has superado los obstáculos, no puedes romperlos si ya están rotos.

—¿Quieres decir que cada noche estaré aquí de nuevo?

—¡Exacto!

Pienso que tiene razón, lo que está roto no se puede volver a romper en pedazos más pequeños. Frases que he aprendido de mi difunto abuelo, esas frases que me ayudaron en mis momentos de soledad.

—Tú estás aquí, ¿por qué has luchado?

—No lo sé, simplemente seguía adelante para no estar en la oscuridad de los laberintos, aquellos que son una pesadilla para mí, para todos —su mirada se intensifica—. Ahora dime, ¿por qué has luchado tú?

Me apoyo en la barandilla y miro a la nada pensando en todo.

—Por una... Persona.

—¿Qué persona? —se acerca y se apoya en la barandilla conmigo.

—Si te lo digo me dirás algo que no me gustará, sobre todo porque eres un sueño, solo estás en mi mente.

—¿Quién dice que estoy en tu mente? —lo miro incrédulo.

—Los sueños no son compartidos.

—¿Te basas solo en eso?

—Sí.

—Pues si es así, no pasará nada porque me digas quién es la persona por la que has luchado.

La verdad es que tiene toda la razón, él solo está en mi mente, es un sueño que reproduzco y que he grabado ahora para no olvidar este logro. Me armo de valor y, ante su figura, lo suelto todo.

—He luchado por ti —su rostro pasa de ser sonriente a sorpresa—. Llevo noches buscando tu figura entre mis sueños, entre mis mundos, pero no te encontraba. No hasta ahora.

Está en silencio, observando mis orbes grises como si no se creyera lo que he dicho. Él es fruto de mi imaginación, ¿por qué se sorprende de esta forma?

Un minuto después, vuelve a sonreír como si nada hubiera pasado.

—La verdad es que nadie había hecho eso por mí —ya no entiendo nada.

—No te creo, solo dices lo que quiero oír.

—Si soy tan solo un sueño, ¿por qué no aprovechas y me besas? —se acerca a mí y apoya sus manos en mi cadera, acercando mi cuerpo al suyo con suavidad—. Aprovecha el momento, porque te vas a despertar en unos minutos.

Dudando de si debo hacerlo o no, me acerco lentamente a sus labios. Tengo que ponerme de puntillas para llegar a su altura. Su dulce aroma me impulsa a hacerlo, a besar esos labios carnosos que deben de llevar al cielo. Cierra sus ojos al igual que yo, dejando que nuestros labios se rocen y creen esa chispa que tanto llevo esperando notar.

Un beso dulce y delicado es lo único que siento, como si mi alrededor se hubiera desvanecido como si fuera arena sobre el viento. Vamos a cortar el beso, pero él nos vuelve a juntar para no parar ni un segundo. Me acaricia la mejilla, sus dedos ásperos me impulsan a seguir, pero un temblor en mis pies hace que nos separemos.

Nos miramos de nuevo, él no debe de estar notando lo que yo, por eso me mira extraño.

—¿Qué pasa? —me pregunta.

—Es mi alarma, está sonando.

—Entonces eso significa que te vas.

—Estaré aquí cada noche, te lo prometo.

—Eso espero —saca una sonrisa mientras que me voy desvaneciendo.

Ya no siento las piernas, ya no siento las manos, ni los brazos... Voy deshaciéndome ante su mirada, la cual me sigue pareciendo un sueño.

—¡Espera! ¿Cómo te llamas? —me pregunta gritando.

—¡Me llamo Samuel!

—¡Te buscaré, Samuel! ¡Te lo prometo!

Sus promesas son solo de mi mente, pero aun así, he conseguido lo que quería: un beso suyo en mis sueños. Es lo único que quería en mi mente, un momento especial en un lugar de ensueño con el chico que tanto quería estar. Sé que estoy loco por pensar eso, que puedo cumplir mi meta ante un sueño, pero es cierto. Da igual cómo lo consigas, lo importante para mí es tenerlo en mi cerebro grabado a fuego.

Ya no siento ningún músculo, mis ojos se cierran y dejan paso a la oscuridad que me despertará de este lugar para devolverme a la realidad.

Nos veremos, querido sueño.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top