"3"
―Cada vez que te veo.
―No digas cosas como esas ―imitó su voz con gracia.
Sarada hizo un mohín y desvío la mirada.
―Sarada... ―vamos, dilo. La miró fijamente y ella le correspondió, necesitaba que mirara la sinceridad en sus ojos, lo último que quería es que pensara que no hablaba en serio― Te quiero.
Sarada quería cerrar los ojos o apartar la mirada, no es que no quisiera verlo, de hecho, disfrutaba tanto mirarlo, pero cuando él la miraba... cuando él lo hacia... se sentía tan vulnerable que, odiaba reconocer que era débil ante sus encantos.
Es Boruto ¡por buda! Compartieron tantas maldiciones, risas, enfados, bromas, tantas que, por un momento, se olvidó de mirar su físico. La esencia de Boruto estaba ahí, día tras día, con ligeros cambios en su madurez, era él mismo que, ahora, le costaba tanto asimilar que ese lindo chico se le acaba de confesar.
Pero, ¿cómo podía llamarlo lindo? Es su amigo, pero... lo sigue siendo de todos modos, es solo que... sentir los sentimientos no era lo mismo que aceptarlo, lo quería, no dudaba de eso, pero tenía tanto miedo de decirlo.
Ella es valiente al igual que él, pero en esta situación se quedó muda, sintiendo su cara arder y sus labios temblar cuando Boruto se inclinó hacia ella, pero tal y como siempre, Boruto tenía ese efecto inigualable en sus sentidos.
Al rozar sus labios, compartir suspiros y, conectar sus sentimientos, algo en ambos crecía desde lo más profundo, como si fuese una ráfaga que los empujaba a dejar de lado los nervios y timidez, compartiendo algo más que besos secretos.
Boruto había aprendido que la parte más difícil de un beso, es cuando termina. En sí, nadie quiere que termine un beso, pero más allá de eso, le era aún más difícil mirar su rostro sonrojado y sus ojos ligeramente cerrados, el contemplar el rostro de Sarada cuando lucia tan vulnerable, era algo que... le traía culpa de algún modo, amaba sentir la calidez de sus susurros, pero le daba miedo saber que podía volverlos frios con un mal paso.
Ella bateó sus pestañas y, a través del cristal de sus gafas, sus ojos negros lucían hermosos con las pinceladas amarillas y naranjas que filtraban de los rayos del atardecer.
―¿Jugamos una partida en mi casa? ―¿en serio es lo mejor que se ocurrió? Boruto desvío la mirada, ahora el nervioso era él y Sarada sonrió― si tú quieres... dattebasa.
Sarada se levantó y acomodó su falda, mirando a Boruto con cierta gracia, le extendió la mano y él la tomó para levantarse.
―Solo si me das el control al que le funcionan bien todos los botones ―dijo colgándose el bolso.
Boruto hizo una mueca de disgusto.
―Ni pienses que te dejaré ganar, yo no soy esa clase de chicos ―dijo, pasando su brazo sobre sus hombros mientras caminaban hacia la salida―, lo siento, pero una partida es más importante.
―Si, si ―le dio la razón y se acomodó las gafas para lanzarle una mirada retadora―. Espero que tengas claro que quiero más a ChouChou que a ti.
―Como si eso me importara dattebasa.
Los labios de Sarada no pudieron evitar curvearse con alegría al ver el rostro de Boruto tan lustroso y sonriente.
Ambos se detuvieron un momento al escuchar varios pasos más adelante, incluso fuera de la puerta principal, los alumnos que aún no se habían ido, podían verse con claridad a través de los cristales, entre ellos algunos de sus cursos.
Sarada quitó suavemente el brazo de Boruto de su hombro y él la miró expectante, ella suspiró y, con su dedo índice, se sujetó de el de él y le sonrió.
Ambos cruzaron con la naturalidad que les caracterizaba, hablando de lo primero que les viniera en mente, sus manos cruzadas no eran motivo para dejar de ser amigos, podían serlo y disfrutaban ser algo más y, lo mejor de todo, es que ya no era en secreto.
FIN.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top