Omake I: White Day

La portada del capítulo pertenece a shirl_geem en Twitter©

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Era un sábado por la noche, 9S disfrutaba de una prolongada sesión en multijugador con sus amigos mediante la consola denominada: Game Station X. Los técnicos empíricos no tenían nada preferible que elaborar al acabarse con antelación los quehaceres de las materias encomendadas, así que, viéndose aburridos en ese día libre, no tardaron en aceptar el desafío de 801S en unirse al nuevo videojuego que capturó su interés.

Consistía en un Action RPG de mundo abierto y ahí tenían que subsistir en una travesía épica de franquear aproximadamente cien pisos, cautivos en un ambiente solarpunk con lo típico del género: subir de nivel al Main Character, fortalecer sus armas especializadas en la clase que seleccionaron y enfrentarse a jefes de fisionomías grotescas u fantásticas. Pero, lo que hacía divertido el videojuego era sin duda aventurarse en el multijugador para exprimirle todo el potencial que podía convidar, porque los NPC que asignaban por defecto, eran aburridísimos a morir según el dictamen del galante castaño.

Iniciaron en horario matutino y desde entonces ninguno de los chicos logró despegarse de la holoTV más que para las necesidades básicas de comer o ir al baño porque sus tripas ya no aguantaban, totalmente embelesados debido a lo que ese mundo les brindaba con misterios y diversión cada que progresaban en el modo historia. Sin embargo, 11S fue regañado por sus padres y obligado a desconectarse de improviso.

Antes de desconectarse, entre guaseas carcajadas, le dijeron adiós al azabache y prometieron abandonar el juego por hoy, para que él no se perdiese de nada.

Al cerrar la aplicación y comprobar la desconexión del grupo, 9S se quitó los audífonos y se irguió del asiento, estirándose a su vez, sus articulaciones entumidas, luego bostezó en lo que se disponía a apagar la consola.

—Oye... ¿estás ahí, Nueve?

9S emitió un chillido del susto.

—¡Por un demonio Cuatro, casi me matas de un infarto! —gruñó 9S, tratando de controlar los desenfrenados latidos de su corazón, fruto de la aparición repentina de 4S en altavoz.

—Disculpa... —el verdinegro descendió la frente en arrepentimiento.

9S suspiró, recapacitando que debió desconectar los auriculares sin darse cuenta por andar estirándose distraídamente.

Los volvió a conectar y se apoltronó en el sillón gamer, prestándole atención a 4S.

—¿Qué ocurre? —escudriñó, suavizando su voz anteriormente airada.

—Yo...

El albino beige observó los gestos desasosegados del verdinegro con un ápice de incertidumbre.

—¿Qué harás mañana...? —interrogó finalmente.

—¿No se suponía que íbamos a trabajar en nuestro nuevo programa informático? —rebatió frunciendo el entrecejo.

—Sí, pero... el lunes es el Día Blanco y me preguntaba si podrías acompañarme a comprarle el otro obsequio a A2.

—¿Día Blanco?

—¿No sabes qué es? —4S contuvo el espasmo de su risa y luchó para preservar serias sus expresiones.

9S se quedó callado unos segundos, meditando con la mano en el mentón y, al recordar lo importancia de esa fecha, quedó boquiabierto.

—¡No puede ser! —se despeinó el cabello con ansiedad y palmeó su frente en total reproche.

¿Cómo pudo olvidarlo...?

—Viendo tu reacción, presumo que no le compraste nada a 2B-senpai ¿verdad? —se mofó 4S.

—No...

—Menos mal que decidí preguntar cuando los otros se retiraron, 42 y 801 no habrían parado de burlarse de mí y de ti.

—Estoy de acuerdo... —secundó 9S, imaginando los rostros jocosos de sus amigos en aquel caso hipotético —. ¿A qué hora nos vemos?

—¿A las dos de la tarde te parece bien para ir al Centro Comercial? Temprano en la mañana lo tengo ocupado.

—Por supuesto.

—Ahora viene lo difícil... ¿qué podría comprarle a A2? —discurrió 4S —. No tengo mucho tiempo para cocinar más chocolate negro... Tengo la impresión de que ella gusta de lo dulce a pesar del carácter agrio que muestra, pero en este día, tenemos que regalarles el triple de chocolates.

—Aparentemente hiciste tú tarea —encoró con sorna.

4S se sonrojó en oprobio, sin embargo, decidió vengarse volteando la situación a su favor.

—¡Yo si lo recordé! —confutó indignado, cruzándose de brazos.

Las palabras de 4S les cayeron como un barde de agua fría.

Touché —declaró en rendición, lo dejaría ganar esta vez, luego se la cobraría.

—¡Ven a cenar, 9S! —oyó la voz de su hermana mayor, 21O, desde las escaleras del primer piso.

—¡Ya voy! —vociferó en respuesta —. Nos vemos, Cuatro.

El muchacho en la pantalla holográfica que sobresalía de la consola correspondió la escueta despedida de su compadre sin disimular un mohín triunfante.

9S, retirándose los audífonos, apagó la consola y se dispuso a ir a cenar. En tanto se marchaba de su habitación y bajaba las escaleras con una parsimonia que consideró inusual; se percató de que, pese a conocer a 2B como la palma de su mano, no poseía tiempo competente para elegirle una propicia dádiva, culpa de la abrumadora fecha encima.

—Sírvete a gusto —21O ofreció una bandeja de madera cuyo contenido surtía varios platos: pan y carne de hamburguesa casera, contiguo a un tazón relleno de aderezo de mayonesa mezclado con cátsup que les fascinaba a ambos y adyacente, un jarrón atestado de jugo de manzana.

En cambio, 21O observó que su querido hermanito se repantigaba en el taburete —tipo Selena— en automático, como si sus pensamientos estuvieran divagando en la lejanía.

—Para alguien que anduvo jugando el día entero, y que además se le olvidó que hoy le tocaba preparar la cena, estás muy callado —chistó 21O untándole el condimento al trozo de panecillo.

9S no la escuchó y 21O en vez de mortificarse por ser ignorada, se limitó a espirar y silenciosa reanudó su consumir del refrito embutido, cediéndole el espacio que ella creyó bastaría para que 9S quisiera hablar en confianza de lo que sea le estuviera afligiendo. El chico, entretanto se servía la cena cual autómata, no paraba de preguntarse qué obsequiarle a 2B: ¿Tsuki no Namidas? No, ya se las otorgó en su cumpleaños. ¿Una camiseta que le quedara bien? No, ya se la dio en su primera cita. Entonces ¿Qué?

Ratificando; como resultado de su estricta manera de crianza, 2B distaba de ser una chica normal de su edad, entre ser todavía inocente con ciertas cosas de parejas, hasta las típicas preocupaciones de la adolescencia, no iban con ella. Evidentemente no pretendía darle chocolates de regreso, le parecía muy soso, y tampoco creyó conveniente procurarle un presente extravagante que le disgustara.

Un momento.

Su hermana no se podría considerar una mujer «normal» dado que desde los quince años se encargó de criarlo más como un hijo que como un hermano, por lo que, en teoría y práctica, ella prodigaba mucha madurez para aconsejarlo al desempeñarse cual figura materna.

Siendo así ¿Cómo se lo plantearía sin que sonara impertinente?

Si bien 2B le caía bien a ella en cierta medida, sabía que 21O no terminaba de consentir que, siendo tan «joven», entablara una relación con alguien mayor que él, aun siendo la diferencia poco más de un año. La rubia respetaba su relación, sin embargo, prácticamente no conferenciaban de eso siendo los dos independientes refiriéndose a sus vidas personales.

Sacar a colación el tema sin elegir sus palabras, sería una jugada arriesgada. Jugada que tomaría con tal de hacer feliz a su 2B en el Día Blanco.

Tragó saliva con nerviosismo y se preparó mentalmente para encararla.

—Este... ¿Nee-san?

21O se ahogó con el sorbo de jugo que bebía del vaso y carraspeó para encubrir el mentado desliz vergonzoso.

—Claramente, cuando me llamas «Nee-san» son por dos razones —se sirvió otra hamburguesa con templanza —: Uno, cuando hiciste una travesura y dos, cuando me quieres pedir algo —culminó, arrugando el semblante.

Las manos de 9S sudaron, su hermana había dado en el clavo sin esfuerzo alguno.

«Cielos, es buena». Rememoró, concediéndole la razón.

—¿Y bien? —instó ella, limpiándose los labios con una servilleta de tela.

«¡Al diablo, ya estoy metido hasta el fondo!».

Con el reciente valor adquirido, inhaló y exhaló, para después enfrentar a su hermana.

—¿Qué le gustaría a una chica como 2B...?

21O ató los cabos sueltos en su cabeza con rapidez.

—Déjame adivinar. ¿No le compraste nada a 2B por el Día Blanco?

9S bajó la vista, acongojado y 21O inspiró, cambiando su facción a una más fraternal y carente de desdén.

—Mira, 9S, el que mejor conoce a 2B eres tú, cualquier cosa que le obsequies, mientras sea de corazón, estoy segura de que ella lo amará.

El muchacho alzó su mirar para observarla fijamente y reflexionar sus palabras, concordando en qué ella no se equivocaba.

¿Por qué devanarse los sesos sacudido por una nimiedad?

Él insondablemente amaba a 2B y ese intenso sentimiento que cada día no hacía más que acrecentarse en su pecho, era una de las tantas pruebas que lo confirmaba con vehemencia; debía de confiar en su buen instinto a la hora de elegir.

9S se permitió sonreír, como si al fin se despojara de un peso de encima que le abatía.

—¿Algo más? —sondeó 21O a la par que se erguía del asiento—. Por como estabas tan desalentado y no me mirabas de frente, pensé que habías dejado embarazada a 2B y no hallabas cómo explicármelo. Con lo libidinoso que eres cuando se trata de ella, no me extrañaría lo más mínimo.

En seguida fue el turno de 9S de atragantarse con los restos de la hamburguesa que previamente comía gustoso.

—¡O-Operator-san! —exclamó, ruborizado.

—No soy tonta, 9S, es demasiado sencillo adivinar que ya lo has consumado con ella, no es como si te esforzaras en ocultármelo ¿o me equivoco?

«Mierda, subestimé a la Operadora...», deliberó 9S, perplejo, puesto que, la realidad del asunto, era que aspiraba a retener ese secreto hasta que le pidiera matrimonio a 2B; en si fue arduo que ella aceptara la relación, sabía muy bien que no vería con tan buenos ojos, que él diera ese paso tan agigantado con su pareja.

¡Maldita calentura Juvenil! Pero ¿era correcto juzgarlo con una novia tan monstruosamente atractiva y única como su 2B?

—¿E-Estás enojada...?

—¿Debería? —curvó una ceja, ofendida—. Al principio si me molestó que no confiaras lo suficiente en mi para requerir de mis consejos, pero del mismo modo, entendí que no es fácil vivir esa edad con las hormonas al tope.

9S respiró aligerado y le pidió perdón por no exponerlo anticipadamente, perdón que 21O aceptó sin premeditación.

—¿Necesitas otra cosa?

—No, muchas gracias por la ayuda, Nee-san~.

—Ser condesciende conmigo no te salvará de lavar los platos, 9S —regañó con autoridad.

—Sí, si —protestó fastidiado, rodando los ojos.

—Una sola afirmación es suficiente.

—Bieeen —se erigió refunfuñando al tiempo que recogía la bandeja de madera y los utensilios.

21O sonrió complacida al verlo acatar su orden a la par que 9S rumiaba maldiciones. Le recordaba tanto a su «preexistencia», pero en contraste con la anterior, tenía la oportunidad de tratarlo como una verídica unidad familiar; cuidarlo y apoyarlo sin estar atada a una «programación» de mantenerse insensible por los parámetros establecidos en el «Búnker».

Y aunque el destino fue despiadado una vez más al arrebatarles a sus padres en aquel trágico accidente automovilístico, podía afirmar, sin miedo a represalias, que ella no cambiaría sus lazos coetáneos con él por nada en el universo.

—Por cierto, Operator-san, he notado que estar comprometida te ha vuelto cursi~ —contratacó, avieso, pasándole de soslayo.

21O aclaró su garganta detrás de él con un destacable sonrojo en sus mejillas.

—L-La cháchara es innecesaria para continuar la tarea, 9S —impuso ella, escabulléndose presurosa del comedor.

9S esbozó una sonrisa socarrona al relucir el comportamiento avergonzado de su hermana, y procuró cumplir el mandato con una mejor cara. Además, tampoco podía ser tan malagradecido con 21O al forzarla a cubrirlo con la cena por estar jugando, cuando se suponía que hoy era uno de sus afortunados sábados libres del trabajo; conjeturó que limpiar los platos era lo nimio que debía hacer por ella.

Efectuando la labor en plena mudez, uno a uno lavó los utensilios adentro del fregador con una esponja empapada del detergente, enjuagó y luego los puso en el escurridor para colocarlos después en la encimera. Y así sin más, sus pensamientos fueron ofuscados en base a la imagen de 2B, preguntándose ¿cómo la habría acaecido ese día?

Siendo sincero, únicamente le escribió a la hora matinal que se levantó de la cama, y si ella le llegó a llamar o escribirle un mensaje de texto, fue completamente ignorado al estar ensimismado con el videojuego. Un sudor frio le viajó a lo largo y ancho de la columna dorsal en función de especular que ella estaría enfadada por haberla ignorada adrede, y una imperiosa necesidad de revisar su celular se apoderó de él, con un miedo repleto de la perplejidad al, no solo relegar el Día Blanco, sino por tampoco hablarle a 2B como siempre acostumbraba.

«Que aún esté despierta, por favor...».

Con aquel ruego, se secó las manos con una toallita y en premura se embaló a su habitación para revisar el Smartphone, con la esperanza de no agravar la situación con ella.

¡Que los Dioses se apiaden de su alma!

.·.

9S —ataviado de ropas casuales que combinaban con el ambiente primaveral de un domingo del 13 marzo, Shinjuku, Tokio, del año 2058—, liberó un sonoro bostezó al tiempo que limpiaba unas lagrimillas que sobresalían de sus ojos ojerosos.

Recapitulando, él pasó casi toda la noche dialogando con 2B, excusándose arrepentido e implorando su perdón. Si no fuera con que su novia llamó a su hermana y ella le esclareció que estaba bien, la albina platinada habría llamado a la policía a raíz de la preocupación de no obtener respuestas de su parte por tantas horas y sin avisar con antelación, como asiduamente él habituaba si le surgía un improvisto. Después de aquello, se pusieron al día y las horas de la madrugada transcurrieron sin siquiera fijarse.

Lo que le arraigó en el nombrado instante al lograr contactarse con ella luego de varias llamadas obstinadas, era una constante sensación pecaminosa al no tener la decencia de explicarle por su cuenta, que ese día estaría divirtiéndose con sus amigos, y lo peor, haber borrado de su memoria lo significativo que era el Día Blanco —a sabiendas de que él fue agraciado con unos ricos bombones rellenos cocinados a mano por 2B en el día de San Valentín—, 9S sentía que no merecía ser perdonado, pero ella fue tan comprensiva con él después de atender sus excusas, que esos sentimientos negativos no avanzaron peligrosamente.

Por eso y más, tenía la obligación de poner todo de él y recompensarla como era digno.

Al entrever unos diligentes drones de seguridad patrullar el bullicioso y frecuentado Centro Comercial, 9S reprimió un sentimiento dolorosamente nostálgico...

Al no ver ningún rastro de 4S, miró con impaciencia la hora en su moderno reloj digital de muñeca y exasperado, tocó el pequeño dije cuadrado de su singular gargantilla de cuero negro, gargantilla simbólica que portaba invariablemente—a excepción de la escuela— como un símbolo de hermandad que usaba con orgullo junto a sus amigos del alma, mucho antes de recobrar su vieja vida de «androide escáner».

De repente, 4S colisionó con 9S de espaldas, sobresaltando al peliblanco beige.

—¡¿Cuatro?!

—Lo...siento...Nueve... —resolló el verdinegro a razón de la previa carrera.

9S le propinó varias palmaditas en la espalda para ayudarlo a recuperar el aliento, ya que, al ser ambos unos nerds informáticos, carecían de una buena condición física si la comparaban con las de sus respectivas parejas—o probable pareja en el caso de 4S—.

—¡Uf! gracias, Nueve —agradeció 4S con la respiración más regular.

—Siempre, hermano.

—Lamento llegar tarde... tuve que quedarme a cuidar al hermanito de A4-senpai, G4.

—¿Y por qué lo cuidabas?

—No quería decírtelo en la video-llamada de ayer... pero el viernes, durante mi regreso del receso, me encontré por casualidad con A4-senpai y sin decir una palabra, me dijo el tipo de chocolates que le gustan a A2. Antes de agradecer, ella mencionó que esa información no era gratis y que, como pago, tenía que cuidar a su hermanito mientras ella iba a comprarse un no sé qué de una revista exclusiva de moda.

—Te tomaron el pelo... —opinó 9S palmeándose la frente en desaprobación.

—Tal vez, pero me sirvió mucho a la hora de cocinar y la verdad, si sorprendo a A2, puede que pronto me acepte como su novio... —confesó 4S con una risa de bobo flechado, que, de alguna manera, logró conmover a 9S.

—Yo sigo sin entender que le ves a ella, Cuatro, pero pues, no me concierne y como mejor amigo te apoyaré, así como lo hiciste conmigo para salir con 2B.

—Gracias.

4S se sintió tranquilizado, si bien había una inexplicable riña entre él y A2 desde que se conocieron, le alarmaba que, al rememorar los acontecimientos de sus encarnaciones, las cosas se descontrolaran. Por fortuna, no fue así y, aparte de la patente amienemistad, 9S jamás le haría daño a A2 más allá del verbal con que se atacaban mutuamente en discusiones triviales.

—Y bueno, es lo menos que puedes hacer, señor: «no apago el Dragcord cuando hago perversidades con mi novia».

—¿Nunca vas a olvidar eso eh...? —infirió 9S, recordando el antedicho incidente ignominioso cómo si hubiese sido ayer.

—Créeme, que prefiero recordártelo para que jamás pase de nuevo.

—En fin. Hay un montón de tiendas y nos queda un par de horas hasta que este lugar cierre, vayamos a visitar las que podamos —sugirió ansioso para cambiar de tema.

El de ojos turquesa le colaboró y los dos emprendieron de esa forma su búsqueda, no obstante, lamentablemente el sitio asentaba un tamaño monumental y era como huronear una aguja en un pajar.

Y al cabo de unas tres horas, se sentaron en una banca, agotados y desanimados. En ese plazo, circularon miríadas de boutiques femeninas de distintas variedades: orfebrerías, de calzados y hasta de vestidos glamurosos. Inclusive, se metieron fortuitamente en una tienda de lencería en donde dejaron volar su imaginación impúdica con sus enamoradas correspondientes, experimentando luego vergüenza al verse atrapados en el acto por las afables empleadas que le ofrecían dicha ropa de encaje.

Sin embargo, se suponía que el agasajo era para que ellas sean felices, no ellos, tuvieron que rechazar ofertas que, si el tiempo lo permitía, regresarían para tomar en otra ocasión. En especial 4S, ya que, en contraposición a 9S, él exiguamente había besado a A2 y a causa de un percance que le costó unos días en casa padeciendo dolor muscular, al ella golpearlo, reaccionando, cual tsundere, sobre ese suceso inopinado.

—Caray, esto es imposible... —espetó 4S, enjugándose el sudor de la frente con su palma.

—Aunque sea si tienes los chocolates que le preparaste a A2, yo no tengo nada y me niego a irme con las manos vacías —proclamó 9S, tenaz.

4S resopló por la terquedad de 9S, pero él igualmente no estaba propenso a irse sin persistir.

—Mira que sorpresa encontrarlos aquí —identificaron la amable y autoritaria voz del dirigente de la academia.

—¿director? —musitaron los muchachos con asombro.

—No estamos en el recinto, pueden llamarme NieR sin problemas.

Ambos chicos se miraron furtivamente con cierta incomodidad, no obstante, prefirieron obedecer la sugerencia del joven adulto.

—Con todo respeto señor Di-, NieR-san, ¿qué le trae por aquí? —preguntó 9S con ávida curiosidad.

La integra imponencia que representaba NieR al ser el afanado director de la glamurosa y aclamada a nivel internacional, Academia Autómata—antecedentemente titulada Replicant—, se había esfumado para ahora ser reemplazado con una fachada más casual, dando cabida a parte de su auténtica identidad:

Un peliblanco de unos prominentes luceros azul cielo, afectuoso y magnánimo con sus cercanos.

—Mi esposa me regaló chocolates para San Valentín y como mañana es el Día Blanco, quise comprarle un presente —reveló NieR —. Pretendí cocinarle chocolates, pero ella es muy perceptiva y no deseo que se dé cuenta.

—Dado cómo es en la escuela, creo más bien que usted le tiene miedo a que le dé una paliza... —musitó 4S, pavoroso.

—No, Kainé realmente es muy amable, no se dejen engañar de las apariencias —defendió NieR.

—Si usted lo dice... —rio menguante 9S, no tan persuadido.

Kainé, al ser la supervisora disciplinaria, se pavoneaba de un genio a temer para así valer las normas y reglas de la Academia. Los demás alumnos a veces les daba pena el consejo estudiantil, cuyo propósito, además de perdurar el orden, se encargaban de ser los cincos sentidos de la fiera albina y ella solía ser mucho más inflexible con dichos pobres estudiantes.

Y lo chistoso de la cuestión —salvo el hecho de que les daba curiosidad como NieR y ella terminaron casados siendo de temperamentos tan opuestos—, era que se murmuraba múltiples rumores de que Kainé, en su época de estudiante, a los pandilleros que osaban hostigarla, les incitaba el llanto con suma facilidad, y que, asimismo, profesaba un vocabulario enteramente díscolo y grosero.

—NieR-san, ¿se puede averiguar que le compró a Kainé-san? —consultó 4S, ganándose un codazo de 9S por irrespetuoso.

Comprendía que estaban desesperados, pero no tanto para importunar al dirigente con asuntos intranscendentes de adolescentes hormonales. Aunque, muy seguramente 4S le preguntó a NieR porque su esposa y A2 compartían axiomáticos rasgos de personalidad.

—Un nuevo jarrón decorativo para nuestra sala, el que teníamos se... rompió... sin querer... —dijo NieR disimulando una risita, que más figuraba una mueca turbada.

4S y 9S se imaginaron una discusión matrimonial y sintieron un miedo recorrerle a través de la espalda, no obstante, NieR y Kainé lo destrozaron en un día que ella amaneció con muchas ansias de estar sexualmente con él y la situación escapó de su dominio, una anécdota que ni loco le diría a nadie, y mucho menos a sus estudiantes.

En la medida de que no sea sobreproteger a su querida hermana Yonah de los canallas indignos de su bondad invaluable, él fungía con mano de hierro su papel de director y debía de mantener su reputación.

—No le hacemos perder más su tiempo, NieR-san, si nos disculpas, nos retiraremos —anunció 9S, apurado, empujando a 4S.

—Descuiden, buena ventura en su búsqueda —Cortez, se despidió de ellos con planes de encaminarse a su hogar, entretanto pensaba cómo esconder el nuevo jarrón de cristal.

Si en esencia fue una odisea persuadirla de que hoy iría a salir con unos amigos —que casualmente ella no advertía—, no deseaba ni imaginar el trabajo que tendría que hacer para impresionarla. Tal vez convendría dejarlo en la casa de sus padres, no obstante, descartó tal designio prontamente puesto que, tanto su madre y su padre, eran terribles guardadores de secretos, una cualidad que heredó Yonah.

Efectivamente, NieR no lo tenía fácil con una cónyuge del calibre de Kainé... ergo, tampoco era como si se quejara de ella siendo honesto, a la luz de que, cada día lo tenía más que seducido desde que la conoció siendo un crio de preparatoria de un curso inferior.

Cuando los genios computacionales se localizaron en una distancia prudente, liberaron el oxígeno que retenían en sus pulmones y, mirándose hitamente, cual acuerdo tácito, decidieron que no volverían a hablar del encuentro con el director, y seguirían al margen con la estricta supervisora disciplinaria.

Con el tronar de sus vientres hambrientos, se asentaron en un puesto de comida rápida que avistaron en el confín del segundo piso donde yacían y allí ahitaron cada uno de sus estómagos vacíos. Reposando los alimentos, debatieron sobre las especificaciones que procederían a aplicar en su inédito software; planeaban desarrollar una IA con la apta capacidad de asistente y apoyo táctico coincidentemente a los Pods. En la contemporaneidad, lo más cercano eran drones de patrulla policial que vigilaban las calles y otras zonas con una capacidad de articular palabras y ofrecer orientaciones muy básicas, además, la creación de androides estaba prohibido al ser sentenciado inhumano por el Concilio de la Humanidad.

No obstante, los muchachos, particularmente 9S, querían, de alguna u otra forma, traer la conciencia —o análoga— de los Pods que los cuidaron en su ulterior existencia. Ciertamente con la tecnología humana actual era escabroso más no inadmisible de lograr, y ambos informáticos tomaron la formidable faena como un reto personal.

También poseían de opción visitar el barrio mecánico para reunir información. El líder, Pascal, si se lo solicitaban amablemente, consentiría que accedieran a estudiarlos, con la pequeña condición de que le hicieran el favor de cuidar y jugar con los eternos niños maquinas bajo su custodia.

Justo tirando los embaces del refresco a la basura, 4S involuntariamente chocó con una joven de corta melena pardusca.

—Lo lamento...

—¿Ves, Onee-san? Te dije que ibas a estrellarte con alguien al no fijarte por donde andabas... —riñó timorato atrás de ella, un chico idéntico.

—Tienes razón Emil, fue mi culpa —bajó su testa ante 4S, compungida.

—No te fatigues, no fue nada —dijo 4S, restándole importancia.

Al ella levantar la cabeza, sus ojos violáceos atinaron dos caras conocidas.

—¿4S,9S? —pronunció Halua con incredulidad.

Pese a que a veces se veían de lejos en la academia, la última vez que coincidieron más de dos palabras fue en la reunión de aquella peripecia que ninguno de los involucrados quisiera volver a desenterrar, debido al enorme peso y espinosas situaciones lacerantes que tuvieron que sobrellevar en aras del nuevo mundo.

—Ha pasado un tiempo. ¿Cómo están? —preguntó simpático, 9S.

—Muy bien, de hecho, Emil y yo venimos de comprar unos presentes para Yonah-chan ¿y ustedes?

—¡Halua-Onee-san! —increpó un abochornado Emil a su hermana melliza.

—Tienes que ser cordial con nuestra querida amiga, Emil, ella nos regaló chocolates en San Valentín y nuestro compromiso es retribuirle de vuelta.

—Pero...

—NieR-san no nos reprenderá.

—Quizás a ti no al ser una chica... —refutó Emil, cabizbajo.

—A ti tampoco, él sabe tus preferencias y que ni de lejos estás interesado en su hermana de ese modo—confrontó Halua girando los ojos exasperada por los fútiles miedos infundados en su hermano.

4S y 9S soltaron una risilla secuaz al ver la escena entre Emil y Halua, ya que, siendo hermanos mellizos son físicamente semejantes y era un poco gracioso que tuvieran personalidades tan contrarias. Emil se describía como un adolescente bondadoso, sensible, puro y con una minucia timidez provocada por la inseguridad de sus enigmáticos iris púrpuras, contradictorio a ella quien se tomaba muy apecho su rol de hermana mayor y se encargaba de, no solo de protegerlo de los bullies, sino también en apoyarlo en su autoestima.

Su hermanito era una ser tan noble de espíritu, que prefirió reservarse sus sentimientos hacia NieR con tal de no ser un obstáculo para él y Kainé, pues lo que más anhelaba Emil, era que sus dos personas especiales, fuesen lo más felices posible en esta segunda oportunidad que los apiadados Dioses les había concedido.

Por consiguiente, al convivir a su lado al igual que antes para Emil era más que milagroso.

—Perdonen que interrumpa, Cuatro y yo nos encontramos bien, también estamos aquí en relación con el Día Blanco.

—Si nos dan una pista se los agradecería...

—¡Cuatro, hermano! —sermoneó de cuenta nueva.

—Nueve, tenemos aquí unas horas sin frutos, una opinión femenina no nos hará daño.

—Buen punto... —ponderó 9S.

—Hmm, Devola y Popola-sensei fueron quienes nos sugirieron, les aconsejo que les pregunten a ellas —alegó Halua.

—¿Saben dónde están? —inquirió 4S, esperanzado.

—La vimos recientemente en el área del supermercado en el primer piso, pueden probar suerte ahí —señaló Emil.

—Se lo agradecemos —aludió 9S con una recatada sonrisa.

—¡Que la fortuna los bendiga! Y, ojalá podamos charlar más seguido, fue agradable —comentó por último Halua, carialegre.

Emil corroboró de la misma manera, agarrando la mano de su inseparable hermana mayor.

Con simples ademanes, 4S y 9S se despidieron de los mellizos y los divisaron alejarse para proseguir con su camino. Ya solos, sopesaron la sugerencia de la melliza mayor de tratar de conversar más a menudo, en vista de que era uno de los grandes pasos que indicaría la superación de ese acaecimiento que los marcó hace unos meses atrás.

Y asimilando el consejo de Halua, los dos adolescentes, por medio del ascensor, bajaron al primer piso y se dirigieron al supermercado con la esperanza de ubicar a las pellirrojas idénticas. Conforme anduvieron unos treinta minutos recorriéndolo sin éxitos, descorazonados con otra decepción, optaron por abandonar la sucursal y volver a las tiendas que primeramente cruzaron.

Sin embargo, en el santiamén de ingresar al ascensor para retornar el segundo piso, oyeron un ¡paf! continuo de un ¡chof! proveniente de bolsas cayéndose y regando su contenido. 4S y 9S de modo espontáneo, dieron la vuelta, se agacharon y recogieron las pertenencias, auxiliando a las personas que se les desplomó.

—Aquí tiene —entregó 9S, poniéndose de pie junto 4S.

Grata fue la sorpresa de ambos jóvenes cuando sus miradas se toparon con las de los sujetos que socorrían desinteresadamente, percatándose de que eran ni más ni menos que Devola y Popola, sus maestras de música e idiomas.

—Tan inoportunos como siempre ¿he 9S,4S? —sonrió revoltosa Devola, asiendo los sobres de verduras y metiéndolos en otra bolsa ecológica de compras.

—Lo que quiere decir mi hermana, es que, gracias por su ayuda, chicos —interpretó Popola con su voz temperante, manifestando una pequeña reverencia en gratitud.

—Hola, Devola y Popola-sensei —correspondieron el saludo repitiendo la muestra respetuosa de la profesora de idiomas.

—Espero que hayan terminado la tarea de mañana si andan perdiendo el tiempo en este lugar —abordó Devola, maliciosa.

—Con tiempo de sobra, sensei —enunció 4S, siendo avalado por 9S.

—Devola, no los molestes —reconvino Popola, causando que la aludida chasqueara la lengua con tedio —. ¿Qué hacen todavía aquí? Ya los locales están a punto de cerrar por la hora.

Sus ojos se abrieron atónitos al comprobar mediante sus relojes digitales de muñeca cuan tarde era.

—¡Joder, no hemos comprado nada! —clamó 9S, revolviéndose inquieto sus cabellos.

—¿Comprar? —escrutó Popola.

—Mañana es el Día Blanco y tenemos desde las dos y media de la tarde, buscando un regalo sin éxito... —exteriorizó 4S, desangelado.

Las pelirrojas se ojearon cautelosamente y rieron copartícipe.

—En ese caso, conocemos el sitio óptimo—reveló Devola, ladina.

Los menores no prorrogaron ni un minuto más y les rogaron que los guiaran en torno a aquel local lo más veloz que se pudiese y, persiguiendo impacientes a las gemelas, atravesaron unos recovecos hasta arribar a una modesta tienda de joyería situada en la lontananza del corredor, ornamentada con un letrero de una Tsuki no Namida situada en el centro, envuelto en una luna creciente dorada y acompasada de numerosas y finas pedrerías

¿Cómo no la hallaron? Se disputaron, perplejos.

—Bienvenidos sean a nuestra humilde joyería, Atonement—presentaron las dos mujeres, orgullosas.

— ¡Guau! —profirieron fascinados, internándose en ésta.

—Sí que tienen suerte, no residía en nuestros planes abrirla hoy, pues estábamos ocupadas por motivos personales.

—Solo la abrimos los fines de semana, porque la mayoría de las compras nos la piden mediante el internet —expuso Popola, entregándoles dos Holo-tarjetas con las indicaciones del sitio web.

En unas comedidas vitrinas, con maniquíes e impolutas cajitas, se exhibían de manera ordenada artículos diversos compuestos de oro, plata, acero inoxidable, diamantes, rubíes, esmeraldas y demás preseas de disímiles formas, tamaños y diseños, unos con exóticos tallados del lenguaje angelical y del Caos.

Todo comenzó a propósito de un enfoque para sobrellevar los traumas que obtuvieron al recordar sus anteriores vidas; principiaron a inventar esbozos e imprimirlos con una avanzada impresora 3D que rara vez usaban, y en el medio del muden, paulatinamente ese ritual de relajación se volvió un hábito entre las dos, de modo que, luego de cavilar unas semanas al verse abarrotadas de joyas y alhajas en la suite que compartían, se propusieron inaugurar una tienda virtual que a posteriori se transformaría asimismo en una física, por el colosal recibimiento de la mercancía excepcional que vendían, según las buenas críticas en los enfocados medios publicitarios.

Los alumnos no desistían de otear maravillados la mercancía como niños encandilados en una juguetería, y en virtud de que gozaban de tantas opciones, elegir se volvió complicado. Verdaderamente lo que vislumbraban no se comparaban con las otras tiendas a las que asistieron; sus maestras ostentaban de un talento innato para la fabricación de pedrerías.

Como caído del cielo, los oscuros orbes celestes de 9S se enfocaron en un fastuoso collar adornado por una grácil Black Box. De inmediato experimentó una conexión melancólica y arcana con dicha prenda; definitivamente era preciosísimo para que 2B lo portara con su etérea belleza, agregando a colación el significado peculiar del objeto en la existencia antepasada cuando eran «androides».

Por el lado de 4S, descubrió una tobillera con un joyel de la hoja y espada tipo 40 que lo atrajo cual imán, dotado de una hermosura que se acoplaba a la perfección con la actitud subversiva de A2.

Campantes, a la par, 4S y 9S se presentaron al mostrador —donde las gemelas reposaban los codos —, dispuestos a pagar.

—Primorosas escogencias —aprobó Devola, cobrándoles en la caja automática.

—Creemos que les encantará sus selecciones, disponen de un buen ojo —convencida, Popola introdujo los agasajos en unos estuches de regalo que hacían juego con las miradas de ellos y ulteriormente se los concedió para que los recibieran.

—Eso, o son demasiados fogosos, ¡ah!, la juventud de hoy en día~ —desairó Devola, ocasionando que los dos se enrojecieran hasta las orejas.

—¡Devola! —fustigó Popola, frunciendo su ceño.

—Vamos hermanita, es broma, no te enojes.

Ejem —crispó 9S para captar la atención de las profesoras —. No te preocupes Popola-sensei.

—A todo esto ¿no se les hizo un poco costoso? —teorizó Popola.

—No se preocupen por nosotros, lo tenemos resuelto —precisó el de turquesa mirar.

4S y 9S fueron con el suficiente dinero, pues vendieron la anterior aplicación administrativa a una macroempresa, aportándoles más que ganancias sobradas y de ahí que se dieran libertades con el precio para así complacer a sus amadas.

—¿No están en negocios ilícitos? El hacking se mantiene como un delito en esta era, ja, ja.

—Somos sombrero blanco, hackers éticos, Devola-sensei —rectificó 9S, sintiéndose insultado.

La gemela mayor recibió otra severa advertencia de la menor.

—De cualquier forma, muchísimas gracias —intervino 4S, para mermar la tensión que se construía en sus educadoras.

—No hay de qué —contestaron.

En devolución, 4S y 9S custodiaron a las pellirrojas hasta la saliente del emporio, justo a tiempo de que cerraran sus compuertas. Ya afuera, los cuatro fueron recibidos por un manto crepuscular que indicaba la mutación del día hacia la noche.

—Cuídense —entonó Popola, melodiosa.

Y al final, columbraron a las profesoras apartarse de ellos para así partir a su hogar.

Devola y Popola eran hijas de Popola, que, paralelamente, conservaban una tía llamada Devola; provenientes de un linaje que radicaba en nombrar de esa forma, a las descendientes que nacían gemelas idénticas.

Su madre y tía materna soportaron una turbulenta adolescencia aunada de la transición hacia la adultez, atiborradas de baches y tropezones, no obstante, supieron superar los obstáculos y transformarse en las cantautoras más famosas de las últimas dos décadas, consagradas por redescubrir el lenguaje del Caos e innovando el medio artístico con su primera canción, Song of the Ancients, de la cual se derivaron otras versiones: Fate, Atonement, y remixes siendo solistas.

Luego de meses sin convivir en familia, por fin vendrían de su agotadora gira musical y se establecerían por un tiempo para así reabastecer sus energías. Y en conmemoración, planearon con muchísimo pormenor, pillarlas con la ayuda de un digno banquete cocinado con su cariño y admiración.

Y en postrero, solitarios, los chicos se despidieron deseándose genuinamente, que la Diosa de la fortuna y, ¿Por qué no? El Dios Eros, los bendijeran en sus concesiones.

.·.

Otro día común y corriente en la Academia Autómata, con la disimilitud de que se estimaba en los alrededores, la festividad del tan codiciado Día Blanco, ya sea en los pasillos, salones o en el patio colectivo, se veían un sinfín de alumnos cuyo propósito destinado era retribuir a las chicas que les suministraron sabrosos chocolates en el mes pasado, por motivo del San Valentín.

—Ya te dije que lo sentía Kainé, ¡fue por una causa justificada! —situándonos en la sala directiva, se excusó el líder de la Academia ante su iracunda consorte.

—Maldito, no tenías que mentirme —escupió Kainé, cruzándose de brazos, pero, al ver los suplicantes ojos cerúleos de NieR, bufó vencida—. Bien, por esta vez aceptaré tus pretextos pues... amé el jarrón nuevo...

NieR sonrió más calmado y arremetió contra su espléndida esposa en un entusiasta abrazo que la estremeció; él amaba la faceta justa de ella, y que defendiera sus ideales con puño de acero.

Priori a rencarnar, Kainé era intersex por un error en el sistema replicante, lo que le suscitó varios traumas e inseguridades que encubría debajo una máscara de rudeza. Desde su pomposa infancia padecía de pesadillas difusas que no concebía ni acertaba en sus enrevesados significados, originando así, que creciera con miedos incomprensibles, ergo, forjó su carácter en base a ello y se prometió ni permitiría que ninguna persona la humillara o se aprovechara de los más indefensos.

Y aun sufriendo heterogéneos Déjà vu entrando a la adultez, las reminiscencias se aclararon en su mente, no detuvo sus bríos sudorosos desde que se le designó ser la supervisora disciplinaria, logrando de tal forma, que la academia gozara de un bajísimo índice de acoso escolar, siendo una de sus exorbitantes presunciones.

—I-Imbécil, no ocupamos el lugar adecuado... —batalló en vano para separase del contacto, apartando su vista ambarina con los pómulos escarlatas.

—¿Ah no~? —susurró pícaro cerca de su oreja, acción que le produjo a ella un respingo extasiado en su interior.

Kainé, en oposición, empleó su fuerza y le propinó un rodillazo en el abdomen que hizo toser a NieR con urgencia espasmódica.

—Ok, me lo merezco... por excederme de listo... —jadeó, recuperando la respiración.

Al momento que Kainé abrió la boca para recriminarle irascible, unos toques insistentes se oyeron en la oficina, ergo, acomodaron sus trajes con la finalidad de sostener el porte a la altura del cargo respetable que lucían en el establecimiento.

—¡Onii-chan, Kainé-onee-chan! —apareció Yonah, una encantadora y delicada adolescente de un parecido innegable a su amado hermano mayor.

—¿Qué se te ofrece, Yonah? —preguntó NieR, apacible.

—¡Miren lo que recibí por el Día Blanco! —mostró unas coquetas bolsas, contenta.

Un líquido bilioso subió por la garganta de NieR, sintiendo que las venas se le hinchaban por el coraje acumulándose vertiginosamente en su cuerpo. Tuvo que hacer gala de su autocontrol para no arruinar la felicidad a su preciada hermanita...

«¡Ah!, joder, los mal nacidos se atrevieron a traspasar la línea prohibida...».

—¡Adoro los peluches de Emil-kun y Halua-chan!

Y como un globo desinflándose, la furibunda sensación enraizada en su organismo se amainó por completo.

—¿Solo ellos te regalaron? —indagó Kainé, adelantándose a NieR.

—Si —asintió la menor con los mofletes arrebolados y abrazando las felpas cariñosamente en su pecho.

A Kainé no le pareció tan extraño al contrario de NieR que, paradójicamente, se hallaba exacerbado de que su hermanita no obtuviera una compensación por el gran ánimo que le invirtió a la elaboración de los chocolates que repartió a sus compañeros con afición. Y es que ella estaba enterada de que Yonah cocinaba funesto y él, al igual que sus padres, jamás encontraron el valor para confesarle ese triste hecho a la meliflua chiquilla.

En el exterior de la oficina, Emil se escondía detrás de Halua con zozobra, presenciando, temeroso, como su amiga le contaba todo a su crush, pero, ameno fue su desconcierto al NieR invitarlos a entrar a la dirección para agradecerles por el lindo detalle a su hermana.

Una tierna escena que emitía una calidez extraordinaria.

Mientras tanto, dos alumnas cuchicheaban entre ellas, o más bien, la joven rubia de coletas trenzadas no se detenía de parlotear sobre los nuevos listones verdosos que engalanaban las puntas de su sedosa cabellera.

—¡Son tan lindos, 2B-chan! ¿A que sí?

—¿Eso nos son los que ansiabas comprar cada que transitábamos por esa tienda?

—¡Si! —afirmó con júbilo —. ¡Haya-chan me los dio por celebración del Día Blanco!

Sakurai Hayami, su novia, —una kohai de abundante melena rosa ondulada e iris marrones—, la interceptó previo a ingresar a su salón, para obsequiarle, pacata, aquellos añorados listones que 6O ambicionaba, pero que no le alcanzaba por la falta de presupuesto que la agobiaba al verse obligada a sustentarse por sí sola.

—¿Día Blanco? —curioseó 2B.

—Si, en este día los varones a quienes le provees chocolates en San Valentín, adquiere como hábito devolverte el detalle a lo grandioso—elucidó 6O —. En mi caso, por ejemplo, a Haya-chan le regalé unos bonitos prendedores de orquídeas que creé a mano, dado que representan la pureza y la eternidad, magnífico para expresar lo que percibo cada que estoy con ella —finalizó, prendada.

—Oh...

«¿Con que me sorprenderá Nines esta vez?» rumió 2B, recordando cuando se topó con él en la entrada de la Academia y posteriormente en la hora del almuerzo, reparando que no se mostraba diferente de lo usual.

Al instante de que 2B deseó sonsacarle 6O más información, la ímproba campanilla resonó en los pasillos, indicando que el receso terminó y por ende debían regresar a sus pertinentes aulas.

.·.

4S, acalorado por la excitación, avanzaba, gracias a sus pies transidos, a través de los concurridos atajos del recinto, con la mirada inquisidora y más enfocado que nunca. A2 se graduaba en más tardar dos semanas, y si dejaba escapar esta póstuma posibilidad, se remordería toda su existencia.

«¡Es ahora o nunca!».

La avizoró sin estudiantes pululando, cerrando su casillero con hastío.

—¿A-A2? —citó tembloroso, cual gelatina.

El ánimo de la fémina se alteró por reconocer aquella voz inconfundible.

—¿Ahora qué quieres, 4S? —platicó malhumorada, virándose.

El mencionado espabiló y, atronadamente, le mostró los dos regalos que preparó con bastante esmero. La de largo pelo blanquecino, los recibió pasmada a la par que sus pómulos se encendían de un rojo vivo.

—¡F-Feliz día Blanco!

—N-No tuviste que regalarme nada, yo no lo hice para recibir algo a cambio —disertó A2, disfrazando, sin mucho éxito, las mariposas que revoloteaban en su estómago.

—T-Te a-amo, A2 —declaró, rubicundo —. Sé que no soy la gran cosa para ti, y más porque aún soy muy joven, pero ¡quiero que sepas que mis sentimientos son reales y férvidos!

A2 percibía que se sofocaba, pues, a grandes rasgos, ella también le gustaba 4S, más de lo que admitiría en voz alta. A menudo se sentía mal por no ser capaz de reaccionar de frente y en su lugar, manifestaba violencia contra él, al no controlar sus copiosas y desbordantes emociones.

Pero 4S era un jodido cabeza dura, que jamás se rendía con ella.

—Ansío pasar el resto de mi vida contigo, A2, tan solo si me das la oportunidad...

La delincuente, patidifusa, prorrumpió un suspiro rasposo.

—Dios... No tienes remedio... —remató, delineando una ligera sonrisa que conmocionó el pulso de 4S —. Lo pensaré... —le susurró con aires seductor y, para finiquitarlo, le proveyó un atrevido beso en la mejilla.

En consecuencia, el órgano nuclear del analista galopaba con tal poderío, que tarde o temprano se dispararía de su cuenco y, al tomar consciencia de sus actos, A2 huyó amilanada, abandonando a un 4S en estado catatónico.

Espiándolos sin escrúpulos, la sagaz A4 puntualizó que su minucioso plan atinó unos favorables resultados, aunque creyó que se le desfiló la mano a la luz de que 4S, de lo macilento que tenía el rostro, pasó a verse como un escuálido fantasma.

«¡Arg! Tendré que llevarlo a la enfermería o todo mi esfuerzo se irá al garete si 4S-kun deja viuda a Ni-gō antes de tiempo».

Acercándose al analista shockeado, asió su hombro y lo espoleó hacía allá, rezongando con pesadez.

«¡Ah! La labor de Cupido nunca cesa...».

.·.

Al darse por concluida la jornada colegial, 2B y 9S se reencontraron en la salida, para escoltarse mutuamente.

—¿Qué tienes, 2B? —pesquisó 9S al notarla decaída.

«¿Por qué no me regaló nada? No puede ser que lo haya olvidado si presenciamos tal jolgorio en la academia...».

Incluida su hermana A2 quien la rebasó con prisa y podía jurar que atisbó dos cajillas que apretaba en su tórax con los mofletes carmesíes.

—¿2B?

—No me está yendo bien en matemáticas —mintió a medias, para ocultar esa nadería.

—Mmm... ¿necesitas que sea tú tutor?

—Creo que puedo manejarlo por mi cuenta.

—Que va, es mi responsabilidad brindarle mi apoyo, señorita~

2B se sintió agradablemente incomoda por el susodicho sobrenombre.

—Ah... de acuerdo.

9S sonrió victorioso, y los dos, entrelazando sus dedos, se orientaron torno al elegante departamento de 2B, en un silencio cómplice que los alborozaba internamente con la presencia del otro.

—Solo vamos a estudiar ¿entendido? —adentrándose a la sala, decretó 2B de súbito, pillando a 9S desprevenido resaltable por unas gotillas de sudor que se deslizaban en sus cachetes tenuemente rojizos.

2B debía de aclarar los límites desde ahora, porque, tratándose de su Nines, y residiendo en privado, desempeñarían de todo excepto educarse, eso, y además se hallaba resentida con él al no remunerarle en el Día Blanco.

—¿S-Si?

Al plantar sus zapatos en la entrada de la sala, siguió a la hermética 2B directo a su morada, ahí deposaron sus mochilas en la cama de ella, sacaron los útiles que utilizarían para estudiar y se acomodaron en el acogedor kotatsu situado en el centro.

—¿Qué no entiendes?

— El Tercer teorema de Mikami y Kobayashi de la página cuarenta y ocho de mi libro.

9S ubicó la hoja y en plena concentración, leyó los ejemplos.

2B no pudo evitar sonrojarse al apreciar, la presencia intelectual de su novio: con los obscuros orbes celestes enfocados, su sobresaliente manzana de adán en pleno desarrollo por la pubertad, y aquella adorable barbilla que le transmitía un aura madura para su edad.

—El primer teorema afirma que, si triangulamos un polígono convexo inscrito en un círculo a partir de un vértice, entonces la suma de las circunferencias inscritas en los triángulos no depende del vértice elegido... —dilucidó, mostrándole la imagen de la página y haciendo unos cálculos ejemplares en una hoja suelta.

2B asintió, analizando el problema matemático y las demás asesorías que 9S le instruía con paciencia. Y al cierre de una hora, ella por fin acertó, terminando parte de la tarea que tenía pendiente.

—Espérame aquí, iré a traer unas bebidas —dictó 2B, alzándose del Kotatsu.

—No, aún tienes que resolver este otro ejercicio, mejor quédate que yo los busco —arguyó 9S.

2B objetó, pero al rato se sometió al ahínco de 9S.

El chico se enarboló del kotatsu y salió de la recamara. De su bolsillo sustrajo una cajilla con la dichosa cadena que conquistó para la ocasión. Planeaba otorgársela en el receso, empero, sería muy predecible de su parte, desechando sus ideas iniciales y reemplazándolas por una más insospechada, asumiendo los riesgos como el hecho de que 2B no era muy buena para tapar la obvia decepción de no recibir nada en la escuela.

Adoraba ser el causante de esa alteración, porque significaba que 2B no dimitió en pensar en él todo el día.

«Ay, 2B, eres tan sencilla de leer...».

Y acechándola cual depredador a su presa, se acercó en sigilo y le colocó el collar súbitamente, sobresaltando a 2B quien, de la impresión, rayó el papel adonde hacía los ejercicios faltantes.

—Feliz Día Blanco, 2B —murmuró taimado, besando su cuello.

—¡¿EEEh?! —farfulló sin librarse de tal estupor.

—Pues, una personita especial me enseñó que, las mejores sorpresas, son cuando menos te lo esperas~

«¡Es su venganza de la otra vez!», masticó, aturdida, formando un lindo puchero que enterneció a 9S.

—¿Una... Black Box...? —más serena, oteó dubitativa el dije que adornaba la prenda.

De pronto, una diáfana visión se asomó en sus memorias:

«2B...Ha sido un honor luchar a tu lado».

«El honor ha sido mío».

—Sea en donde sea, mi Black Box te pertenece, 2B —recitó, benigno y juntando su frente con la de ella, sonrosándola.

Los luceros de 2B resplandecían con beatitud, resistiendo las lágrimas y, 9S al verla así, sin resistirse, aprisionó sus carnosos labios en un beso apasionado, recostándola suavemente en el cojín del kotatsu, él encima de ella.

—D-Dije que ex-exclusivamente estudiaríamos... —balbuceó 2B, aguantando un lascivo gemido que avivó más a 9S.

—Es verdad... —moduló al separar sus bocas —. Pero, revisé la fecha y esa tarea no es para mañana~ —guiñó el ojo, perverso.

El rubor de 2B se ensanchó en su cara.

—T-Tiene sentido... —acertó, agitada por la lujuria.

Al obtener el consentimiento de ella, 9S reanudó el sicalíptico besuqueo mientras sus dedos se escabullían y acariciaban los apetecibles muslos de 2B, acción sórdida que, en resonancia, le erizó la piel.

En conclusión, los dos tortolos, retozando y sucumbiendo a los deseos carnales que emanaban sus cuerpos sudorosos por el éxtasis que se proporcionaban en conjunto, consumaron las inapagables llamas de su infinito amor por el resto de las horas venideras.

.·.

Arropados en el velo nocturno de un viernes sosegado —solamente iluminados por el riele de la esfera celestial que se infiltraba en los visillos—, 9S se levantó somnoliento de la cama donde yacía 2B plácidamente dormida, no sin antes besar su frente en adoración y contemplar su bello rostro pacifico con las mejillas de un tono sutilmente carmín. A paso lento, distinguió su pantalón escolar regado en el suelo, lo recogió y hurgó en el bolsillo trasero, sacando de ahí una cajita de terciopelo, cuyo contenido era un intrépido anillo de compromiso con el clásico diamante incrustado, decorado con unas pequeñas letras del lenguaje angélico que se traducían en concreto: «eternidad».

—Sé que aún es muy pronto, pero...

Resopló y de nuevo lo guardó; evocando en sus memorias, lo compró por un impulso de idiotez al revisar la página Atonement por mera curiosidad. El precio era elevado, mas, aun así —considerando que era estúpido e irracional porque él y 2B continuaban siendo estudiantes de preparatoria—, lo terminó adquiriendo, despilfarrando sus ahorros. Las burlas de Devola no se hicieron retrasar asociadas a la amalgama de preguntas intranquilas de Popola, insistiendo si, objetivamente, se estimaba listo para comprar tal anillo de su catálogo.

Si bien 9S estaba plenamente inclinado en convertirla su esposa, razonaba que no podía ser egoísta ni sugestionar a 2B en su desvarío. Sumando que apenas logró conseguir la aprobación de los padres de ella en una reunión familiar —que más bien parecía un interrogatorio policial—, y si se dejaba llevar por esas impetuosidades, alcanzarían a encasillarlo como un mocoso que subestimaba la seriedad que conllevaba el matrimonio.

Bajo esa perspectiva en aquella posición, coligió que, la transmigración de pasar a ser «androide» a devenirse en «humano», tuvo esa desventaja, es decir, tener que verse atado a las leyes que se regían en su nueva y agraciada coexistencia, y no poder mandar todo al carajo para casarse con ella sin importar las bagatelas, le fastidiaba. Así pues, meditó los gastos que conllevaría la ceremonia y el cómo surgirían adelante en el mundo adulto, por lo que, en tal caso, debía pensar con la cabeza fría.

—Solo aguarda, 2B, a que sea la ocasión apropiada, yo nunca te dejaré ir y más ahora que te volví a encontrar —dictaminó 9S, retornando al lecho y acurrucándose soslayamente con ella.

Y casi como una burla del azar, los dos individuos amartelados soñaron en sintonía sobre su idílica boda, estando hondamente regocijados mientras sellaban la ceremonia con el tal perseverado beso matrimonial.

.

.

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¿Creyeron que no iba a hacer el Omake?

Pues, no los culpo jajajaja

Esta cosa se alargó tanto que pensé que jamás terminaría :'v

Tuve que pararlo por mi viaje a Chicago en mi cumpleaños y que también por el semestre de la universidad, odio cuando inician tarde y te quieren meter todas las clases de golpe Dx

Debo confesar, fuera del estrés y ansiedad que me dio esta cosa, estoy bastante orgullosa de que pude meter todas mis ideas, incluso las que pensaba descartar (como me pasó en el otro ;.;), principalmente, incluí a mis bebos del Replicant directamente porque los AMOOOO, y más ahora que ando jugando por fin el juego, respetando que mi bebe Emil es Gay, y claro, les debía ese 4SA2 más directo~

Desde ahora me disculpo con el posible OOC, no estoy acostumbrada a usar a A2 y de 4S tampoco se sabe tantooo por lo que, tuve que darme pequeñas libertades con él :')

Por el lado bueno, planeo más Omakes, que subiré cuando tenga tiempo (?) así que, podrían considerar esto un mini fic si quieren XD!

(Culpo a la dueña del fan Art que uso de portada, por sugestionarme con su bello arte de este AU e.e «3)

Eso si, entiendo que al leer esto tendrán muchas dudas, solo les pido paciencia, esto es una especie de interludio del fic escolar que ando haciendo y si todo sale bien, subiré ya muy pronto TuT

El tiempo que elegí para ambientar mi AU es Cyberpunk inspirado del anime Psycho Pass, y para los que andan metidos de lleno en Replicant, me estoy basando en el CD drama de la academia Replicant, con varios cambios porque sinceramente no me gustó que hayan separado a NieR chiquito y a NieR husbando en dos personajes diferentes cuando son la misma persona xd , y las Devola y Popola de Replicant NO son las maestras, sino las de Automata, decidí usarlas por separado porque en teoría lo único que comparten es el nombre, ya que las de Automata vivieron cosas diferentes a las de Replicant y para darle sentido, volví a R!Popola la madre de A!Devola & Popola.

Halua al ser melliza de Emil, tiene igual 14 años.

A!Devola & Popola: 22 años.

R!Devola & Popola: 38 años.

Por si no se dieron cuenta, Papa NieR existe en mi AU, él y su esposa aka madre sin nombre de NieR y Yonah tienen 47 años.

Lo único "canon" de él es el DLC de las Pesadillas donde podemos usarlo, y lo prefiero así, personalmente, aunque me gusta la relación con Yonah, su papel está muy fuera de lugar en la historia, porque ni se molestaron en darle una personalidad madura de un hombre de su edad y es raro ._.

Ah, casi se me olvida, luego de debatirme muchísimo, al final decidí meter a los YoRHa boys, pero, como no los conozco tanto y tampoco me veo capaz de manejar tantos personajes, les di un papel menor siendo niños de primaria de entre 8 a 11 añitos, el que mencioné, G4, es el Gunner (previamente Atacker) No.4.

PD: Game Station X es una mezcla de un futuro hipotético donde Sony y Microsoft se unieran para crear la consola definitiva X'D!

Dragcord es referencia Discord.

De nuevo, agradezco con todas mis entrañas a mi poderosísima Onee-sama, Ozora no hime, por sus correcciones, y más ahora porque tenía tiempo sin escribir y me sentía super descolocada...

Y de todo corazón, espero que este Omake haya sido de su total agrado! *-*

No olviden comentar, son alimento para alma~

Y nos vemos en el próximo Omake u otros fics de la besto ship o de NieRxKainé!

Sayonara ;3

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