Capitulo 11

♥♥♥Escuchen la canción, es hermosa... ♥♥♥

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El gatito que llevaba dentro de mi bolso, no se quedaba quieto, le había dejado abierto el cierre de mi cartera para que le entrara aire. ¿Qué iba a hacer yo con un gato? Solté un suspiro mirando de reojo al mishino nuevo.

-Ya vamos a ir a casa, pequeño-le susurro.

De repente, cuando no estaba mirando donde caminaba, ya que estaba pendiente del gato, choque con alguien muy bruscamente.

-Disculpe.-dije asustada por tremendo choque. Alcé mi vista para ver a la persona con quien había chocado y quise que me tragara la tierra en ese instante.

¿Por qué siempre me lo encontraba?

Joder.

Me tenía cansada.

-Vaya que la princesa sabe dar disculpas.-dijo sarcásticamente mientras alzaba una ceja de manera curiosa. Fruncí mi ceño mientras lo fulminaba con mi mirada ¿Y a este que le pasaba?

Lo ignoro colocando mis ojos en blanco y sigo mi camino hacia la habitación de mi madre. Necesitaba estar con ella, no con un idiota.

-¿Acaso no te enseñaron que no se ignora a las personas?-dijo detrás de mí. Solté un suspiro, tratando de no mandarlo al carajo. ¿Quién se creía que era?

Giré caminando hacia donde estaba él con una sonrisa de superioridad en su jodido rostro. Lo siento, pero me tenía cansada.

-Eres un jodido idiota, y mi madre siempre me ha dicho que a los que se comportan como unos idiotas, los tengo que ignorar. No vale le pena discutir con gente así.-dije enojada, la sonrisa de Luciano fue desapareciendo lentamente mientras me observaba enojado. –Y deja de decirme princesa, no lo soy. Y para ti, soy Olivia. Es más, ni me dirijas la palabra.

Que se enfade. A mí no me venga con sus hormonas de loca, no señor.

Estaba con los brazos levantados al aire como si yo fuera la que estuviera mal en esta maldita situación y me miraba enojado. Sabía que discutir con él iba a ser una pérdida de tiempo, así que lo mire por última vez, me di la vuelta y seguí mi camino; esta vez, dejándolo con las palabras en la boca.

En el camino hacia la habitación de mi madre, saludé, como siempre, a las enfermeras y algunos enfermos que algunas veces hablaba con ellos.

-¡Olivia!-me grita la señora Timpson; ella era una señora elegante que tenía leucemia y estaba internada en el hospital, porque ninguno de sus hijos se quiere hace cargo de ella.

-Oh, señora Timpson, que alegría de verla...-me detengo y la saludo con una sonrisa.-...Hace mucho que no la veía ¿Cómo se encuentra?-le pregunto educadamente.

Con esta señora me ponía a conversar cuando mamá se dormía y me sentía muy mal como para estar en casa; así que venía a la habitación de mi madre y me sentaba a observarla...Y cuando me cansaba de estar sentada y pensando sobre la enfermedad de mi madre, salía a caminar por el hospital y bueno, me encontré con la señora Timpson y me preguntó que me pasaba y decidí contarle mi historia.

-Bueno...-Ella me regala una de esas amables de sus sonrisas-...Renegando con la vida y permitiendo disfrutar mis últimos momentos, querida. ¿Cómo está tu madre?-pregunta ella mientras coloca una de sus manos sobre su boca y tose un poco.

-Ella...-dudo en responder y ella aprieta mi mano que sujetó en algún momento-Ella, según los doctores, le queda poco tiempo, Nelly, se está yendo y yo no puedo hacer nada para evitarlo-algunas lágrimas caen de mis ojos ya que no puedo retenerlas.

-Oh, mi niña...-La señora Timpson me agarra en un abrazo y siento algunas caricias en mi espalda, detengo mis lágrimas y ella se separa cuando me ve que ya estoy un poco más calmada-...Te voy a dar un consejo, niña.-agarra mis dos manos y le da un apretón y me mira fijamente con sus ojos verdes y sus arrugas presentes en su cara-..Para que tu madre se vaya tranquila y pueda sanar su corazón para irse, antes...-ella se detiene para tomar un respiro y me da una sonrisa tranquilizadora-...tú tienes que dejarla ir, mi querida Olivia...Tu madre necesita que seas fuerte y valiente cuando llegue la hora de poder seguir su camino al más allá. 

Miro al piso al darme cuenta de que la señora Timpson tiene razón. Necesito dejarla ir para que ella se vaya tranquila de este mundo. Necesito acompañarla en su decisión, ella ya completó su misión en este mundo, ahora ella necesita descansar; ya sufrió demasiado.

Asiento sin decir ninguna palabra, no hay palabras para esto. Solo lágrimas. 

-Muchas gracias, Nelly-la mejor consejera asiente con su cabeza y me sonríe con esas sonrisas tranquilizadoras.-..Ahora me tengo que ir a ver a la señora gruñona-bromeo, aunque no soy buena para los chistes, le quiero dar algo de humor a la situación.

Ella asiente sonriendo como siempre, me despido y ahora sí, voy directo a la habitación de mi madre.

Abro la puerta de la habitación y me topo con mi madre sonriendo mientras gira la cabeza al escuchar la puerta.

-Mi niña...-susurra, se le escucha algo débil, pero ella siempre estaba sonriendo.- ¿Cómo has estado?-abre sus brazos y corro hacia ella para fundirme en un abrazo.

-Oh, mamá-sollozo en su pecho. Ella estaba conectada con algunos cables en sus brazos, pero ella siempre estaba bien.

Como la voy a necesitar cuando no este conmigo.

Mi madre sabía sobre su situación, sobre su enfermedad, pero yo misma le había pedido a los médicos que no le dijeran cuando ella empezara a empeorar. No necesitaba más dolor.

-¿Qué pasa, querida?-pregunta ella pero yo sigo llorando en sus brazos.

Me separo levemente de ella y le sonrío un poco avergonzada.

-Solo...-sorbo por mi nariz y me limpio algunas lágrimas-...No pasa nada, sabes que siempre te voy a querer ¿Verdad?-

Aunque no estés conmigo

-Oli... ¿Qué ha pasado?-susurra con pesadez.

-Te quiero-me limito a decir. Trato de ignorar lo que me ha costado decirles por estos días.

-Sabes que puedes contarme lo que sea ¿Verdad?-asiento con mi cabeza y la abrazo.

-Hay un chico.-empecé, mi madre solo se limitó a sonreír y a hacerme una señal para que siga con sus cejas-...bueno, solo sé su nombre y conozco a su amigo, que por cierto es un idiota.-río un poco recordando el momento cuando ellos me acompañaron a casa, esa noche me sentí realmente muy incómoda-...Él se queda hasta la hora que termino de trabajar y cuando salgo, es como que si me sintiera acompañada cuando él está en la cafetería-me detengo para suspirar y sonrío inconscientemente-...es como si me sintiera completa -muerdo mi labio y miro a mi mamá.

Ella estaba sonriendo y separa sus labios con un suspiro:-Hija, creo que ese chico se siente atraído por ti.

Frunzo las cejas con confusión al escuchar la teoría más estúpida que he escuchado. Es imposible que el idiota de Luke sienta algo por mí.

-No creo que sea eso, mamá. ¿Qué pasa si tiene a alguien acosando en la cafetería y no soy yo? No saquemos conclusiones.

-Sé lo que es el acoso, Olivia-mamá sonríe con esa sonrisa de enamorada.-...tu padre estuvo acosándome un tiempo en donde yo trabajaba, hasta que se animó a hablarme, cariño.

-Ya lo sé, pero este caso es diferente, él me trata mal y a veces es alguien dulce que te hace preguntar ¿Cómo hay personas tan amorosas en este maldito mundo? Él siempre está sonriendo.-Mamá solo niega lentamente con su cabeza y me mira sonriendo. Solo se queda callada mirándome con su cara de mamá buena.

Antes de poder decir algo, la puerta se abre lentamente y la enfermera Nora entra a la habitación.

-Olivia, querida. Hace mucho que no te veía por aquí, querida.- Le sonrío y la saludo por cortesía.

-Si bueno. He estado un poco ocupada con algunos asuntos.-mamá sonríe perversamente y mueve sus cejas de arriba hacia abajo. Pongo los ojos en blanco al darme cuenta cuáles son sus pensamientos: Luciano.-Sobre la universidad.-recalco para que no haya malentendidos.

La enfermera hace algunas cosas con el suero de mamá y anota algo en su libreta. Mientras le hacen algunas cosas que yo no entiendo.

-Mamá, me tengo que ir. -me levanto al darme cuenta de que se está haciendo un poco tarde y el intruso que llevo en mi bolso no deja de moverse.-Vendré esta semana, si puedo ¿Esta bien?-beso su frente y ella me sonríe y se despide.

Salgo de la habitación cerrando la puerta levemente y salgo del hospital, dejando atrás a todos los médicos, enfermeras, remedios y a la persona que más amo, a mi madre.

Y a la mala noticia que me dieron los médicos al salir de su habitación; a Margaret Bianchi, mi madre, le queda solamente una semana de vida. Ni un día más ni un día menos.

Me dolió el corazón al saber esa noticia, pero es tiempo de que se marche de este maldito mundo y se vaya al otro mejor. ¿Verdad?

Si mi madre tiene pensado irse, puede hacerlo con seguridad. Puedo sobrevivir, he sufrido demasiado y puedo con esto, solo un pinchazo más en mi corazón.

Ella puede irse tranquila, algún día la veré en ese mundo tan maravilloso que suelen comentar.

Algún día, cuando me toque la hora, nos juntaremos y tomaremos jugo de naranja como todas las tardes antes de que se enfermara.

Yo estaré con ella cuando diga su último adiós, como he estado con ella todo este tiempo.

Tal vez uno nunca esté preparado al ver marchar a la persona que más ames, pero...en algún momento hay que dejar que sigan su camino.

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