Único capítulo. | Besos de chocolate.

Día de san Valentín, una de las fechas favoritas de Jungkook.

Por fin había llegado esa bonita fecha donde celebraban la amistad y el amor, cosa que a él –siendo un fanático del romance– le fascinaba, pues aprovechaba ese día para regalar una pequeña bolsita transparente llena de varios dulces deliciosos a sus compañeros y un chocolate a todo aquel que le sonriera ese día.

O simplemente a quien viera algo triste o solitario. Él quería que todos tuvieran aunque fuera un buen momento en el día del amor y siempre lo lograba.

Por suerte para él, mañana sería ese día.

—Tengo tanta hambre que me comería todo lo de la cafetería yo solo...—comentó el mejor amigo de Jungkook –Seokjin–, quien iba caminando junto a él. Aunque el pelinegro no prestaba mucha atención, ya que iba muy concentrado leyendo la lista de los dulces que debía comprar esa tarde—... Ah, sí. Te compraré algo como el buen amigo que soy, no quiero que tengas hambre.

—Estoy prestándote atención, no hay mucho que pueda decir para detener tus quejas...—respondió el azabache en forma burlona—. Sólo ve a hacer fila para que puedas comprar algo. Yo tengo varias cosas que terminar para mañana.

—Ah, verdad —dijo Jin—. Mañana es san Valentín, curioso que se me olvide siendo que también será el baile. Seguro que tú irás, te encanta todo lo que tenga que ver con ese día rosado y cursi.

—A ti te gusta el rosa —contratacó Jeon—. Además, no es sólo eso. Es más que una celebración cursi y rosada, es un día donde puedes decirle a la gente que lo quieres sin que te dé pena porque está hecho para eso. No es como si no pudieses hacerlo el resto del año, pero hay personas que no saben expresar lo que sienten y pueden usar san Valentín como una oportunidad.

—Ya me sé tus mil explicaciones sobre porque es importante celebrar el día del amor, de memoria lo sé.

—Ay, ve por tu comida y no me molestes entonces —se quejó Jungkook, dándole un ligero golpe en el antebrazo a su amigo, consiguiendo que este hiciera una mueca exagerada de dolor—. No seas llorón, ve a comer.

—Eres demasiado agresivo para ser tan amoroso...—murmuró Seokjin mientras se marchaba, sobando su brazo ligeramente adolorido. JK tenía la mano pesada.

Por su parte, Jungkook caminó hasta una de las mesas de la cafetería y tomó asiento en espera de Jin. Siguió revisando su lista de dulces y corroboró por medio de internet que tuvieran lo que necesitaba en las dulcerías cercanas a su hogar o la escuela.

Por suerte todo parecía estar en orden, comenzaba a preocuparse de no poder conseguir todo lo necesario, ya que por exámenes y exposiciones no había tenido tiempo de si quiera ver lo que haría.

Este año todo le saldría improvisado, pero estaba seguro de que podía sacarle sonrisas a más de uno. Jungkook era una amante de los pequeños detalles, esperaba que el resto también.

—Hola, Jungkook —le saludó una de sus compañeras de clase, quien curiosamente era la organizadora de la mayoría –por no decir que todos– de los eventos que se llevaban a cabo en la escuela—. ¿Te interrumpo?

—Para nada, siéntate.

—Gracias...—respondió la chica, tomando asiento en el lugar frente a él. Dejó su pizarra sujetapapeles a un lado y miró al pelinegro con atención—. Verás, sé que eres parte del club de fotografía y uno de los mejores. Pero también sé que no tienes tiempo de ayudarme en lo que necesito específicamente porque mañana es un día ocupado para ti...

—Realmente no ocupado, si no que prácticamente todo el día estoy repartiendo chocolates —dijo Jungkook en forma risueña.

—Sí, además que seguro querrás disfrutar del baile sin interrupciones —continuó la pelimenta—. Por ello quería preguntarte si sabías de alguien que pueda auxiliarme para tomar las fotos para el baile. El fotógrafo nos canceló de último momento y no he podido conseguir un reemplazo. Se le pagaría por su servicio y de ser estudiante le otorgarían créditos extra, ya he resuelto eso con la señorita Han.

Jungkook hizo una pequeña mueca, mientras pensaba en quién podría ser. Su compañero Jinsoo era bueno, pero no era paciente como para estar tomando fotos toda la noche aun por dinero. Su compañera Soomin sólo fotografiaba paisajes y su compañero Jongsuk era un principiante que a penas y sabía cambiar el lente.

—Ya sé —dijo en voz alta, chasqueando los dedos y sonriendo hacia Minhye—. No recuerdo su nombre, pero es novio del capitán del equipo de danza, Hoseok. Se apellida Kim y es muy bueno, puedo preguntarle si gustas.

—Te lo agradecería demasiado, en serio que sí.

—Yo le pregunto más tarde, casi siempre lo veo a la salida cuando el club de danza ensaya. Supongo que se queda a esperar a su novio.

—Ay, te debo una enorme —dijo la pelimenta, poniéndose de pie y acercándose para abrazar a Jungkook—. Si lo consigues me encargaré de que te den una recompensa en créditos extra o no sé, ya veré. Muchas gracias, Jungkook.

—Aún no lo consigo, pero es nada.

Sin decir más, Minhye caminó lejos de ahí. Justo en ese momento Seokjin llegó con una bandeja llena de comida.

—Mira, te compré un sándwich —le dijo a Jungkook, dándole lo que trajo para él—. Es de pollo, es más rico que los demás.

—Oh, gracias...—dijo JK, tomando el sándwich y sonriendo a su amigo—. Es mi favorito.

—¿Qué quería Minhye? Los vi hablando un buen rato... —curioseó Seokjin en cuanto pudo, pues desde lejos pudo ver cuando la chica lo abrazó muy cariñosamente—. No me digas que te invitó al baile.

—No seas ridículo, solo vino a pedirme ayuda para conseguir un fotógrafo para mañana. Le preguntaré a un chico que participó en el concurso de fotografía de la escuela y quedó en primer lugar.

—¿Taehyung?

—Ah, con que así se llama. Sí, iré más tarde cuando vaya al ensayo de su novio.

—Ajá...—murmuró Jin, mirándole con los ojos entrecerrados—. Su novio Hoseok... el amigo de cierta persona.

—No entiendo...—dijo Jungkook confundido, pues la mirada de su amigo daba mucho de qué pensar. Aunque no pasó demasiado cuando comprendió el porqué de aquella mirada, y entonces la cara de Jungkook se volvió un tomate—... Oh, ya entendí...

Lo cierto es que había olvidado completamente algo importante. En el grupo de danza se encontraba cierto jovencito, mismo que había flechado el corazón de Jungkook desde el primer momento en que lo vio caminar por el pasillo.

Aunque había un pequeño detalle, y es que Park Jimin tenía el don de hacer sonrojar a Jungkook con sus comentarios tan atrevidos. Y no es que le dijera obscenidades, si no que los constantes cumplido cariñosos que este le daba, lo ponían de nervios y le teñían el rostro de carmín.

Jungkook se volvía un tomate cada que Jimin estaba cerca y eso a Park le encantaba.

—¿Qué debería hacer? —preguntó de inmediato a su amigo—. Él me pone nervioso...

—Sí, pero él te gusta.

—¡Pero ese no es el punto! —exclamó Jungkook, dando un golpe con la mano abierta en el antebrazo de Seokjin, haciendo que este abriera la boca y los ojos de forma exagerada—. Me gusta, pero me pone nervioso y tartamudeo. ¡Además él lo sabe y se aprovecha para intimidarme!

—Jimin es una mezcla entre colores pastel, mejillas rositas y ternura. ¿Qué demonios te intimida de él? —cuestionó Jin, sobándose para tratar de aminorar el dolor por el fuerte golpe de su amigo.

—Es que él es tan... sincero...—susurró Jeon, recordando todas las cosas que Jimin le decía—. Me ve y sonríe de esa manera que me pone a temblar, luego dice cosas como que me veo lindo y luego se acerca mucho a mí y me pone tan nervioso.

—Suena como si un bebé te intimidara, literalmente Jimin es un mar de azúcar y colores.

—No te pido que lo entiendas, solo yo sé lo que Park Jimin me provoca. Es como un pollito... Un pollito muy intimidante.

—¿Quieres que te acompañe? —le preguntó Seokjin a Jungkook, quien estaba listo para ir en busca de Kim Taehyung—. Así aprovecho y te grabo cuando te desmayes por tener cerca a Jimin.

—Muy gracioso...—murmuró Jeon con un evidente sarcasmo—. Pero sí, acompáñame. Quiero que tú hables por mí si de nuevo me quedo mudo.

—De acuerdo, vamos.

El pelinegro asintió y juntos se dirigieron hasta el gimnasio, donde ensayaba el club de danza cada jueves por la tarde. Caminaron por los pasillos hasta llegar a la puerta del lugar e ingresaron cuando estuvieron ahí.

La música llegó a los oídos de JK y divisó de inmediato la imagen de todo el grupo bailando perfecta y coordinadamente al ritmo de la contagiosa melodía. Pudo ver a Hoseok en el centro luciéndose como siempre con sus grandes pasos y junto a él estaba aquel chico que le robaba el aliento.

Sonrió sin poder evitarlo cuando miró que Jimin estaba por realizar su solo. Una de sus cosas favoritas era ver las presentaciones del grupo, pues era una oportunidad de ver brillar a su enamorado, mientras este hacía lo que tanto le apasionaba.

—¡Muy bien! —exclamó Hoseok animado cuando la canción terminó—. Excelente para ser la primera ronda. Veo que han memorizado los pasos, estoy orgulloso de ustedes.

El equipo aplaudió ante las palabras de su capitán, las últimas semanas habías sido duras para ellos, pero por fin habían conseguido armar y perfeccionar una asombrosa coreografía que presentarían en la competencia regional.

—¡Jungkookie! —escuchó que le llamaban, abriendo sus ojos de par en par al ver cómo aquel rubio de sonrisa preciosa se acercaba a donde él y Seokjin se encontraban—. ¿Qué haces aquí?, hoy no te vi en todo el día. ¿Has venido a buscarme acaso?

Jungkook se quejó estático en su lugar sin poder evitarlo, le había tomado por sorpresa. Abrió la boca para formular alguna respuesta, pero solo pudo boquear sin emitir sonido alguno.

—A-ah, en realidad y-yo...—tartamudeó torpemente, sintiéndose demasiado nervioso ante la presencia de Jimin—. Yo n-no...

—Estamos buscando a Taehyung, supimos que viene a esperar a Hoseok en algunos ensayos y creímos que lo encontraríamos aquí —respondió Seokjin, salvando a su amigo de una mayor humillación—. ¿Lo has visto?

—En las gradas, siempre está ahí porque dice que es un buen ángulo para tomar fotografías de Hoseok y el grupo —dijo Jimin, sonriendo hacia Jin—. No sabía que era amigo suyo, nunca los he visto juntos.

—Bueno, Jungkook tiene que pedirle un favor.

—Oh, ¿en serio? —preguntó Park en dirección a Jungkook, quien se limitó a asentir cabizbajo. Aún estaba colorado y no quería que se notara demasiado—. ¿Puedo preguntar qué?

—El comité está buscando un fotógrafo y JK pensó en Taehyung para el trabajo. Dijo que era muy bueno, así que le preguntaremos si está disponible.

—Apuesto a que acepta, él en serio es fanático de la fotografía.

—Jimin, a tu posición. Haremos todo una vez más —llamó Hoseok al castaño.

—Tengo que irme, les deseo suerte. Adiós, Jungkookie... por cierto, luces muy lindo hoy. Esa sudadera te queda muy bien.

Y nuevamente, el rostro de Jungkook se volvió un muy rojo tomate.

¡En serio que eres el mejor! —le dijo Minhye a través de su móvil, Jungkook le había llamado para darle la buena noticia. Taehyung había accedido a ser el fotógrafo, amaba la fotografía y además le pagarían, no pensaba negarse a algo como eso—. De nuevo muchísimas gracias, JK. Me pondré de acuerdo con él ahora, ya no te molesto más. ¡Nos vemos mañana, cuídate!

—Hasta mañana, Hye...—dijo el pelinegro antes de finalizar la llamada con la pelimenta y continuar con su atención en su cesta donde iba colocando las bolsas de dulces que compraba—. ¿Qué más dice la lista que debo llevar?

—Dos bolsas grandes de esos chocolates que repartes —murmuró Seokjin, quien iba muy concentrado en la lista de su amigo—. Demonios, gastas demasiado en golosinas.

Jungkook abrió la boca para argumentar a su favor, pero su amigo lo frenó de inmediato.

—Y ni te molestes en responder, sé bien lo que vas a decirme: "Es un día donde se celebra el amor, así que para mí es un gusto ayudar a que alguien tenga un buen día o al menos pueda sacarle una sonrisa."

—Si lo dices de esa manera, lo haces sonar como si yo fuese un fastidioso romántico.

—¿Y no lo eres?

—Sí, pero si lo dices así me ofende.

Seokjin solo pudo reír ante el comentario de Jeon, así que sin más ambos continuaron con las compras del pelinegro. Kim había argumentado que no tenía nada por hacer esa tarde, así que prefirió ir a comprar dulces con su amigo a quedarse en casa jugando Mario bros.

Aunque si lo pensaba mejor, jugarlo por quién sabe qué vez de nuevo sonaba tentador para él.

—¿Me das una paleta de fresa? —le preguntó Seokjin cuando iban en el autobús camino a casa de ambos.

—Has comido cuatro, ya son suficientes. Tus dientes te ruegan piedad.

—Eres un envidioso, tienes muchas.

—Te has comido cuatro en solo este rato que hemos caminado de la tienda hasta acá...—le dijo Jungkook sin girar a verle—. Tendrás caries si sigues así y eres un miedoso como para ir al dentista.

—Me lavaré los dientes llegando a casa.

—No.

—Grosero.

El pelinegro encogió los hombros, manteniendo una gran sonrisa y se limitó a mirar por la ventana, mientras llegaba a su destino. Seokjin bajó primero, pero antes Jungkook le extendió una de aquellas paletas de fresa y le enseñó la lengua de forma burlona.

Luego el autobús siguió su camino hasta llegar al hogar Jeon, donde al apenas cruzar la puerta, el chico corrió directamente a su habitación para preparar todo lo que llevaría al día siguiente a la escuela.

Más sonriente no podía encontrarse.

Aquel pelinegro de sonrisa tierna similar a la de un bonito conejo iba caminando por los pasillos de la escuela, recibiendo sonrisa y algunos presentes de varias personas, mismas que sabían la tierna acción del chico en cada san Valentía y que querían regresarle el detalle.

Su mochila iba repleta de bolsitas de dulces decoradas, algunos peluches bonitos que le obsequiaron, cartas de algunos admiradores que le hicieron sonrojar ante tal atrevimiento, pero las aceptó gustoso.

Por su parte, las pequeñas bolsas de dulces que él había preparado para sus compañeros de clase habían sido entregadas muy temprano. Todos las aceptaron con una sonrisa sincera, pues Jungkook era un buen amigo y compañero, sabían que el gesto era sincero y hecho con mucho cariño. El pelinegro tenía una facilidad para agradarle a la gente impresionante.

Especialmente si se trataba de Park Jimin, quien estaba encantado con aquel lindo muchacho con ojos grandes y brillantes. Siempre fue así, desde que lo miró en aquella asamblea en su primer día de escuela.

Jimin era la ternura en persona cuando se lo proponía y eso es lo que Jungkook adoraba de él, pero también podía llegar a ser el ser más atrevido y sensual en un chasquido de dedos, eso es lo que aceleraba el corazón de Jungkook y lo hacía huir.

No porque no le gustara, sino porque Park era un pecado precioso servido en charola de plata y su corazón delicado no podía con tanto sin morir sonrojado en el intento de querer mantener una conversación con él. Y eso a Jimin le fascinaba.

Le encantaba porque aquel chico fornido y malditamente guapo, que fácilmente podía tener a quien quisiese en su cama o a sus pies, parecía ser la cosa más dulce y adorable del mundo. Y es que la complexión física de Jungkook no iba para nada acorde a su tierna carita y personalidad tan genuina y adorable a sus ojos.

Pero en realidad, a veces se sentía torpe porque aunque intentaba controlarse para acercarse a hablar con Jungkook sin ponerlo nervioso, no lo podía evitar. Las ganas de decirle cosas lindas que hacían enrojecer el rostro del pelinegro le superaban.

—¿Se lo darás o solo seguirás mirándole? —le preguntó su amigo Yoongi, quien se acercó a él al ver que Jimin sostenía el pequeño presente que tenía para Jungkook junto con aquella carta que había decidido escribirle. Si no lograba decirle las cosas de frente por temor a que el chico escapara, esperaba que el detalle le gustara al menos.

—Quisiera esperar a que sea hora de salida, temo que si me acerco ahora saldrá corriendo y además está ocupado entregando chocolates...—explicó con calma, mirando con adoración al pelinegro, quien se acercaba a una chica que parecía algo decepcionada al no encontrar ni una sola carta en su casillero como todas sus amigas—. Míralo, es tan lindo con todo. ¿Quién hace eso de comprar chocolates para regalarle amor a quienes vea triste solo porque quiere que todos sonrían hoy? Solamente él.

—Es que él es buena persona, yo ni loco gastaría tanto dinero en besos. Menos si tengo que estarlos repartiendo, me los comería todos.

—¿Cómo que en besos? —preguntó Jimin confundido, apartando la vista de Jeon para ver a su amigo.

—Se llaman Kisses en inglés, significa besos. Besos de chocolates.

Kisses...—murmuró Jimin, pensando un poco las palabras de su amigo para luego sonreír en grande—. Yoongi, me acabas de dar una idea brillante.

Sin explicarle nada y dejando a Min más que confundido, Jimin guardó el obsequio de Jungkook en su mochila junto aquella carta y caminó decidido hasta donde estaba el pelinegro, quien parecía estar contando los chocolates que le quedaban.

—Hola, Jungkookie...—le saludó el rubio apenas llegó junto a su lado, haciendo que el pelinegro posara su mirada en él—. Feliz día de san Valentín.

El pelinegro pestañeo un par de veces antes de sentir su cara arder, pero hizo su mayor esfuerzo por mantenerse sereno y sonreír hacia Jimin. Cosa que no funcionó y en su lugar solo consiguió hacer una sonrisa de labios sellados que se veía rara.

Aunque Jimin la encontraba adorable.

—H-hola —saludó, tratando de mantener su voz serena y que no se notaran sus nervios—. Feliz san Valentín, Jimin...

—¿Qué tienes ahí? —curioseó el pelirrubio, señalando la bolsa de papel que llevaba Jeon consigo.

—A-ah, chocolates...—respondió, metiendo su mano en la bolsa y sacando uno torpemente para enseñárselo—. Los estoy obsequiando.

—Qué lindo de tu parte, Jungkookie. Su forma de gotita es tierna —dijo Jimin, esperando a que su plan funcionara.

—G-gracias...

Un pequeño silencio invadió entre los dos y Jimin se quedó sin saber qué más decir de momento, así que sin más soltó un pequeño suspiro y luego sonrió de nuevo hacia el pelinegro.

—Bueno, ten un buen día. Te veo luego, Jungkookie.

Se giró sobre sus talones para alejarse, cuando la voz temblorosa del nervioso azabache le hizo sonreír antes de girar nuevamente a verle.

—Jimin...—le llamó el chico, quien había juntado todas sus fuerzas de voluntad para hablarle y no fracasar en el intento.

—¿Sí?

—Ah... ¿gustas? —le dijo Jeon, acercando el chocolate tímidamente hacia su enamorado.

—¿Qué cosa? —preguntó Park, haciéndose en que no sabía lo que era bastante evidente.

—¿Un kiss? —el pelinegro tendió nuevamente el chocolate en dirección a Park, esperando a que este lo tomara—. ¿Quieres un kiss?

Bingo.

—¿Me darías uno? —cuestionó el rubio, acercándose un poco más a Jungkook, haciéndolo tragar con fuerza.

—S-sí, por supuesto...—tartamudeó Jungkook, sintiendo su cara hervir ante la cercanía que entre ambos, la cual a cada paso de Jimin era más y más.

—Sí, Jungkookie...—murmuró, acercándose tanto que los labios de Jungkook y los suyos rosaban. Un centímetro más y lo conseguía—. Quiero uno de esos besos tuyos.

La mente de Jungkook quedó en blanco un segundo y su cuerpo se paralizó por completo, lo único que sintió fue los suaves labios del rubio sobre los suyos, los cuales ejercieron una ligera presión e hicieron un pequeño sonido tierno cuando se alejó.

Jimin se alejó unos centímetros para verle con una sonrisa grande y traviesa, mirando como el rostro del pelinegro estaba más que rojo. Un tomate era poco para comparar el sonrojo tan notorio de Jungkook.

—P-pero... ¡Jimin, yo hablaba de un chocolate! —exclamó Jungkook, dejando caer la bolsa de dulces y cubriendo su rostro con sus manos. Se sentía apenado, pero por dentro saltaba de felicidad al pensar que Jimin le había besado. Aunque se escondía por pena y se sentía tonto por ser tan tímido con él.

—Mis besos son más dulces que esos chocolates, Jungkookie...—canturreó el rubio, acercándose nuevamente a él y tomando sus manos para alejarlas lentamente del rostro del azabache—. Me gustas mucho, creo que es evidente. Solo que no encontraba la forma de acercarme porque parece que te intimido mucho, eres muy lindo. Perdona si invadí tu espacio al besarte, pero no supe qué otra cosa hacer para decirte lo que siento.

Jungkook le miró a los ojos, quedando aún más enamorado de aquella oscura y bonita mirada. Tragó duro y se armó de valor, tratando ignorar el fuerte latido de su corazón y sus manos temblorosas.

—E-es que... tú también me g-gustas mucho...—balbuceó atontado, mordiéndose el labio en un reflejo nervioso—. Pero s-soy muy tímido y me asusto porque eres tan lindo. M-me aceleras el corazón con sonreír, Jimin. N-no me gusta que me veas a-así, tan nervioso y tartamudeando como tonto, p-por eso es que suelo escapar... no soy valiente para decirte lo que siento...

La sonrisa grande y brillante de Jimin no le cabía en el rostro, Jungkook por fin lo había dicho. Le gustaba, ambos lo hacían y por fin se habían confesado.

—Kookie... ¿Quieres ir conmigo al baile de esta noche? Como en una cita.

—S-sí, claro. Me encantaría ir contigo... Jiminie.

El rubio sonrió nuevamente y se acercó a Jungkook para dejar un beso sonoro en su mejilla. Se inclinó para recoger la bolsa del suelo y luego se la entregó de nuevo. Recordó rápido el obsequio que le daría y lo sacó de prisa de su mochila, excluyendo aquella carta.

Ya le haría una después, quizá cuando fueran novios.

—Esto es para ti, un pequeño presente... Te espero en la entrada de la escuela a las siete esta noche, ¿de acuerdo? Hasta más tarde, Jungkookie.

—H-hasta más tarde...—murmuró el pelinegro, despidiéndose de él agitando torpemente su mano.

No fue hasta que perdió a Jimin de vista que dio un par de saltos de emoción en su lugar y apretujando el peluche contra su pecho, para luego salir corriendo en busca de Seokjin. Aunque no estaba seguro de si su amigo le creería, pero ya le comprobaría en la noche que por fin se había declarado ante su enamorado.

La música podía escucharse perfectamente desde la entrada de la escuela. El evento tendría lugar en el gimnasio del lugar, pues era grande y contaba con el equipo de sonido ideal para una buena fiesta.

Jimin esperaba ansioso por Jungkook, solo habían pasado diez minutos de la hora acordada, pero su temor a que el pelinegro se hubiese asustado y no fuese a llegar le invadió.

Aunque todo esto se esfumó cuando miró a Jungkook correr en su dirección. Se veía tan malditamente bien en aquel traje entallado ante los ojos de Jimin, que si no fuese porque sabía que debía hacer las cosas lento –debido a que su Kookie era muy tímido–, ya estuviese sobre él comiéndole la boca.

—Lamento la demora, el autobús no pasaba y el que me dejó a tres cuadras, así que tuve que correr hasta aquí. ¿Llevas mucho esperando?

Jimin negó con una sonrisa y tomó la mano del chico, entrelazando sus dedos y mirándole con dulzura.

—Descuida, recién llego también. Vamos a dentro, hay que divertirnos.

Jungkook asintió y luego ambos se adentraron al lugar.

Era mucho más bonito de lo que imaginaba. La decoración de san Valentín y las luces de colores le daban un toque bonito. Había globos en forma de corazón por todos lados y un montón de gente bailando en la pista.

Jimin no tardó en tirar del azabache para guiarlo a la pista y comenzar a bailar a su lado. Seokjin casi se atraganta con su bebida al ver que su amigo no mentía, realmente estaba junto a su amor platónico bailando y sonriéndose uno al otro en aquella pista.

Pasaron una noche bastante linda, Jungkook parecía ganar confianza conforme a los minutos pasaban, Aunque claro, los comentarios halagadores por parte de Park le seguían haciendo sonrojar, pero las luces ayudaban a que se notara menos.

Se tomaron una foto juntos y Jungkook aprovechó para agradecer nuevamente a Taehyung por aceptar la oferta, a lo que este solo sonrió y dijo que agradecía él por tomarlo en cuenta.

Las horas pasaron y al final de la linda velada ambos terminaron recostados en el césped del campo de futbol, riendo por las anécdotas uno de otro o las pequeñas burlas tiernas de Jimin al confesar todas las veces que puso nervioso al chico con toda la intensión del mundo.

—Eres terrible, ese día no se me bajó el sonrojo hasta la noche. Mi madre incluso pensaba que me estaba dando fiebre o algo así.

Jimin soltó una risota ante aquellas palabras, realmente se había excedido al decirle aquello.

—¡No puedo evitarlo! —se excusó entre risas, alejando su mirada del cielo estrellado para ver a Jeon—. Eres en serio tierno, por eso debo admitir que me gusta mucho el poder que tengo sobre ti cada que te digo algo lindo y te hace sonrojar.

Jungkook mordió su mejilla desde su interior y se cuestionó un segundo lo que haría. No supo cómo ni con qué fuerza de voluntad, pero en un hábil movimiento se giró para quedar sobre el rubio, quedando a escasos centímetros de su rostro y sosteniéndose con sus brazos para no lastimarlo.

—¿Sabes? Cuando agarro confianza no soy tan tímido como tú piensas, bebé.

Y entonces fue el turno de Jimin para sonrojarse y abrir sus ojos sorprendido.

Vaya caja de sorpresas que era su Jungkookie.

¡Gracias por leer! 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top