parte única
“Eres un imbécil”, decía el último mensaje de Scaramouche, enviado a las 5AM. Cuando la alarma sonó y Ajax se encontró de repente con esta notificación, sintió que algo no estaba bien. Puede que su novio amase trasnochar, mas era incapaz de aguantar tanto los días entresemana, donde su cansancio alcanzaba extremos inimaginables. De hecho, Scaramouche solía quedarse dormido en el autobús mientras iban al instituto, pasaba su único descanso con su novio, en busca de seguridad para poder descansar tranquilamente, y volvía a quedarse dormido durante el camino de vuelta a su hogar.
Ajax
Buenos días, cielo
¿Por qué te acostaste tan tarde anoche?
Hoy te vas a morir del sueño en clase
El pelirrojo contemplaba atentamente la pantalla de su móvil mientras pasaba de un vídeo a otro, de una aplicación a otra, esperando el momento en el que su novio le respondiese. Sin embargo, ningún mensaje llegó. Ajax supuso que hoy tendría que ir solo a la universidad, y honestamente, odiaba tener que aguantar todo el camino sin sentir la calidez de su pareja sobre su hombro.
Al salir de su hogar, revisó su móvil una última vez. La única notificación que tenía era un mensaje de Heizou presumiendo en su grupo de amigos de la mayor follada de su vida (que había recibido, no dado). El joven entornó sus ojos, decidiendo no contestar por el momento, y conectó sus auriculares a su teléfono.
El autobús se retrasó unos diez minutos. Y al subir, comprobó que, en efecto, no había rastros de su pareja en el interior del transporte. Algo (bastante) decepcionado, avanzó hasta los últimos asientos, donde se apoderó del lugar que daba a la ventana.
Era realmente extraño pasar un día sin un enano cabezón quejándose de su vida.
♡
─Kunikuzushi, si no te tomas nada no vas a mejorar. En serio, confía en mí, es solo una pastilla ─Ei mostró su mejor sonrisa. Sin embargo, se podía notar a leguas que era más falsa que las promesas que solía hacerle a su hijo cuando todavía era un niño.
─¿Acaso quieres matarme? Esa puta pastilla es enorme. No voy a ser capaz de tragarme eso ─agradeció enormemente que Ajax no estuviese junto a ellos, siempre dispuesto a hacer los comentarios más vergonzosos y privados posibles.
─Está bien. Entonces la romperé en dos trozos. ¿Te parece mejor así? ─Scaramouche dejó escapar un suspiro tan pesado que su alma pareció haber abandonado su cuerpo junto a él. Cuando se trataba de su salud mental, tanto Yae Miko como ella parecían desentenderse de él, pero bien que le prestaban atención cuando tenía alguna dolencia física.
─Sí, mamá. Así está mejor ─repitió con cierto desdén. Quería que su madre comprendiera que no quería tenerla cerca.
Esa misma madrugada (a las 3AM, aproximadamente), había acudido a su habitación en busca de compañía. No era extraño que enfermase. No obstante, al despertar en mitad de la noche preso del dolor, sintió un pánico extremo, su mente descontrolándose hasta el punto en el que consideró posible su posible muerte. Algo exagerado, sí, mas nadie era quién para juzgar a un pobre estudiante cuya salud se encontraba siempre en el peor extremo posible (y más de una vez había terminado ingresado en el hospital).
Scaramouche
Perdón, estaba dormido
Anoche me costó un huevo dormir y decidí faltar hoy
Aprovechó el tiempo que su madre tardó en cortar la pastilla para responderle a su novio. Una vez hecho, dejó su móvil a un lado y esperó pacientemente a que su madre volviese de la cocina.
─Imagino que hoy no saldrás, ¿no? ─la mujer le extendió la pastilla cortada en dos trozos junto a un vaso de agua tibia. Su hijo los aceptó con cierta indiferencia.
─¿Cómo voy a salir? No sé, si tuviera la grandiosa idea de hacerlo probablemente me daría un chungo estando ahí fuera ─introdujo un trozo de la pastilla en su boca y acercó el vaso de agua a sus labios, dispuesto a beber.
─Me refería a ir a casa de tu novio ─Scaramouche casi se atragantó al tomar la pastilla.
─Ni siquiera pienso decirle que me encuentro mal. Ajax es de estos típicos pesados que si me pongo malo se pasa de cariñoso y servicial. No sería capaz de aguantarlo ─a su madre se le escapó una sonrisa un tanto sospechosa. Podría no conocer muy bien a su hijo, pero siempre reconocería sus descaradas mentiras a la hora de hablar.
─Es decir, que no quieres preocuparlo.
Silencio.
─Fuera de mi habitación ─ordenó. Ei frunció el ceño.
─¡Venga, Scara! No seas así, admítelo. Puedo no ser la mejor madre, pero soy capaz de saber cuándo mi hijo está mintiendo. No quieres que esté inquieto ni se sienta responsable por tu estado, ¿verdad? Hacías exactamente lo mismo cuando estabas ingresado en el hospital ─al ver que su hijo abrió su boca, dispuesto a quejarse, la mujer continuó─. Es solo un resfriado tonto. Díselo y permítele pasar la tarde a tu lado. Créeme, que tu pareja te cuide mientras estás enfermo es de lo mejor.
─Lo sé. Sabes mejor que nadie que ya lo he comprobado ─una enorme sonrisa adornó el rostro de su madre, quien se puso en pie.
Cada vez que Scaramouche era ingresado, solía pasar varias semanas (en los peores casos) en el hospital. Durante estos periodos, su novio lo visitaba diariamente, siempre con un regalo nuevo que darle. Algunas veces con flores, otras con comida. De vez en cuando se quedaba hasta la hora permitida contándole historias, y en otras ocasiones planeaba junto a su pareja algunas citas para cuando saliese del hospital.
─Y yo sé que te gusta que sea así. Por eso, avísale, anda.
─Vendrá aunque no lo haga ─su madre pareció rogarle con su mirada.
Scaramouche cerró sus ojos y respiró profundamente, un “No” expirando justo antes de ser dicho.
─Está bien. Se lo diré.
─Eso es. La sinceridad ante todo, hijo ─a pesar de lo dicho, el joven decidió no ser sincero con su madre. Porque si lo fuese, probablemente tendría que quedarse a vivir con su novio (aunque no sonaba tan mal) al no tener otro lugar al que ir tras ser expulsado de su casa.
Una vez que la puerta de su habitación fue cerrada y finalmente se encontró en soledad, Scaramouche tomó el resto de la pastilla y desbloqueó su móvil, encontrándose repentinamente con las respuestas de su novio.
Naranja
Me lo imaginaba, ntp
Lo único que quiero saber es si pasa algo malo
Te encuentras mal? Ya sabes que no debes forzarte mucho
Scaramouche solía odiar que el resto de personas fuesen excesivamente atentas con él. Pero cuando esta persona era Ajax, cierta calidez se instalaba en su pecho y hacía que en su rostro floreciese una débil sonrisa.
Desde que eran unos niños, Ajax había sido un espacio seguro para él. Gracias a él pudieron detener el bullying que lo atormentaba cada día y le robaba las ganas de levantarse cada mañana, que le impedía estudiar y disfrutar de su vida. Gracias a él se sentía seguro al salir a la calle, pudo conseguir los amigos que siempre quiso y finalmente pudo volver a actuar con su característica arrogancia.
Scaramouche
Nada, es un resfriado de mierda
Puedes estar tranquilo, no tienes que darte un paseíto para ir al hospital esta tarde
Naranja
No pensaba hacerlo
Mentiroso, pensó Kunikuzushi.
Un mentiroso pero de los grandes, pensó nuevamente al escuchar el timbre de su hogar una hora después. ¡Hasta se estaba saltando las clases con tal de estar con él!
─Que no pensabas visitarme al hospital, ¿no? Eso no te lo crees ni tú ─al recordar que ninguna de sus madres se encontraba en casa (pues Yae Miko salía a las siete de la mañana y Ei a las once), Scaramouche tuvo que levantarse para abrirle la puerta a este no tan inesperado visitante.
─Todo el mundo sabe que sería capaz de cruzar el mar con tal de cuidarte cuando enfermas, amor ─su novio retrocedió al descubrir que Ajax tenía las intenciones de besarlo.
─No es muy inteligente de tu parte que intentes besar a una persona resfriad ─el pelirrojo ignoró sus palabras y lo besó igualmente, acercando su cuerpo al propio sujetando firmemente su cintura.
─Sabes bien que no me importa ─el rostro de Scaramouche enrojeció tanto que fue incapaz de ocultarlo a tiempo. Le avergonzaba tanto que su novio hiciese estas cosas, los hacía parecer estas típicas parejas insoportables que tanto solía odiar ver antaño.
Por no decir que se sentía algo débil al ser tratado con tanta delicadeza y amor.
—Claro, claro... Haz lo que quieras. Pero si te pego el resfriado, luego no me vengas lloriqueando —el pelirrojo soltó una carcajada y besó su mejilla.
—¿Tiene mi cielo hambre? Puedo prepararle lo que desee —Ajax cargó a su novio sin previo aviso, sorprendiéndose al no ser golpeado al instante. De hecho, Scaramouche simplemente recostó su cabeza sobre su pecho y cerró sus ojos.
—Solo quiero beber algo caliente. Tengo la garganta jodida —los brazos de su novio eran cálidos. Tan seguros como siempre habían sido.
Scaramouche era consciente de la forma en la que bajaba su guardia estando cerca de Tartaglia. Y él sabía, mejor que nadie, que tenía más que permitido hacer esto.
Porque confiaba en Ajax con todo su corazón. Y aunque le avergonzaba admitirlo en voz alta, sería capaz de dar lo que fuese por él.
—¿Te has tomado algo para el dolor?
—Mnn.
—¿Eso es un sí, o un no? —el pelirrojo tumbó a su novio sobre su cama y lo cubrió con una manta.
—Sí —antes de que Ajax se alejase, Scaramouche agarró su muñeca y lo forzó a permanecer cerca de él.
—¿Necesitas algo? —quiso saber su novio. Y a pesar de la negación de Kunikuzushi, Ajax supo de inmediato qué era lo que estaba buscando.
Un beso. Cálido y suave, justo en la comisura de su labio. La mano de Tartaglia acarició su pierna por encima de las mantas que cubrían su cuerpo, sus ojos cerrados diciéndole lo mucho que este joven confiaba en él.
—Te amo, Kuni.
Scaramouche nunca había sido bueno con las palabras. Los sentimientos permanecían reprimidos en su pecho, lugar donde casi nadie era capaz de acceder. Su única forma de demostrarle a otra persona lo mucho que le importaba era con pequeños detalles.
Por eso mismo, Ajax era el encargado de hacer todo lo que él no hacía. De decir todo lo que él no decía.
—Y aunque tú nunca me lo hayas dicho, sé que también lo haces —su novio sujetó su rostro y plantó un beso en sus labios.
—Ya puedes irte, anda —aunque el pelirrojo rogó con su mirada, sus súplicas fueron ineficaces.
Con su orgullo destrozado, Tartaglia fue a prepararle a su novio algo de comida para complacerlo. La verdad es que le hubiera gustado algo más de exigencia, pero fue completamente rechazado en cuanto quiso prolongar su estancia.
Una vez solo, Scaramouche se escondió bajo las mantas con las que Ajax había cubierto su cuerpo. Sentía unos dolores horribles, su cabeza daba vueltas y una molestia atormentaba su garganta. No podía dejar de toser, y cada vez que lo hacía sentía que se encontraba peor.
—Amor, ¿te encuentras bien? Estás tosiendo mucho —su novio aprovechó para revisar su estado mientras hervía el agua. Como su novio no había dado detalles, pero conocía bien sus gustos, Ajax había decidido prepararle un té.
—No. Estoy fatal —al salir de debajo de las mantas, dejó a la vista sus ojos rojizos. Tartaglia no pudo evitar soltar una carcajada.
—Pareces el reno Rodolfo. Tienes la nariz rojísima —señaló con su dedo índice el rostro de su novio, quien volvió a esconderse bajo las mantas—. Perdóname, amor. Sabes que estoy de coña.
—Cada vez que abres la boca es para decir una gilipollez, estoy más que acostumbrado —sintió las manos de su novio aferrarse a su cintura, justo por encima de las mantas.
—Vaya, eso hiere mis sentimientos —Scaramouche lo observó en silencio.
—Y sabes que me da igual —sintió la respiración de su novio mezclándose con la propia. Era una sensación extraña.
—Yo sé que no —sus labios atacaron nuevamente los de Scaramouche, quien cerró sus ojos y se dejó llevar. Aunque poco les duró el paraíso, destrozado por la repentina tos del joven que había enfermado recientemente.
—Ah, lo lamento. Voy a terminar tu té —Kunikuzushi observó en silencio cómo su novio salía apresuradamente de su habitación.
—Ah... Ah —el joven cubrió su boca con su mano derecha. Quería más. No, más bien, necesitaba más.
Jodido resfriado, jodido mundo. ¿Es que hoy se habían puesto todos de acuerdo para hacerle el día imposible? Tenía que ser un puto chiste.
Sentía su cuerpo arder. No sabía si tenía frío o calor. Tal vez su cuerpo había sido alterado debido a la repentina excitación que la cercanía de su novio había causado.
—Yyyyy... ¡Aquí está! —el pelirrojo entró en la habitación con una taza de té en la mano. Como el mango era de madera, el calor no quemaba sus manos—. Hice té verde. Sé que es tu favorito —Scaramouche aceptó la taza con sumo cuidado, evitando a toda costa cualquier accidente que pudiera dañarlos.
—Muchas gracias, Ajax —el mencionado besó su frente. Su novio se sentía tan indefenso que cada cosa que hacía era vergonzosa—. Ajax, por favor...
—Lo siento. Es que no puedo evitarlo —tomó asiento junto a él, su brazo derecho sirviéndole de apoyo mientras tenía la mirada fija en su novio—. ¿Sabes que eres hermoso?
—No.
—Pues lo eres —Scaramouche lo observó con recelo mientras soplaba su té, buscando una temperatura algo más aceptable.
Aunque la mano que acariciaba su pierna lo estaba volviendo loco, Scaramouche decidió no decir absolutamente nada. No era momento de hacer cosas indebidas, no. Con ese resfriado, probablemente lo pasaría mal.
—¿Cómo te encuentras últimamente? —su mano ascendió hasta el rostro de Scaramouche, donde acarició su mejilla con el dedo pulgar antes de posicionar el dorso contra su frente.
—Bastante estresado... Aunque puedo soportarlo, no te preocupes. Contigo a mi lado, ya no es tan duro —la expresión de Tartaglia cambió repentinamente.
A pesar de exigir respuestas con su mirada, Scaramocuhe no respondió. Simplemente se dedicó a beber lentamente de su té, con un sentimiento de victoria invadiendo su pecho.
—Kuni, ¿puedes repetir lo que has dicho...?
—¿El qué?
—Lo último.
—¿Qué último? —sonrió.
—No te hagas el tonto. Ambos sabemos bien que lo sabes —lo señaló con su dedo índice—. Repítelo.
—¿Y si no quiero? —alzó una ceja.
—¿Prefieres que te obligue a hacerlo? —las piernas de Scaramouche se separaron ligeramente. Fue un acto inconsciente, pero que permitió a Tartaglia comprender sus intenciones.
—Atrévete —el espacio que había dejado libre entre sus piernas fue ocupado casi al instante por el cuerpo de Ajax, quien invadió su espacio personal y se apoderó de sus labios sin vergüenza alguna, quitándole de las manos la taza de té que apenas había comenzado para dejarla sobre el escritorio.
—Tu boca está caliente —murmuró al separarse.
—Eso es porque estaba bebiendo té, imbécil.
—Ah, cierto —lanzó su chaqueta al suelo y se deshizo de su camiseta, dejando la parte superior de su cuerpo a la vista. Scaramouche tragó saliva con cierta dificultad (por el resfriado, obviamente) y apoyó una mano en su pecho.
—¿De verdad piensas hacer esto? —desvió su mirada.
—¿Por qué no?
—¿Porque estoy resfriado, tal vez? —Ajax soltó una carcajada.
—¿Y qué es lo peor que puede pasarme?
—Te voy a contagiar...
—Sarna con gusto no pica —volvió a acercarse a él y comenzó a plantar besos a lo largo de todo su cuello, lamiendo de vez en cuando, dejando algún que otro chupetón..., disfrutando al escuchar su respiración agitada y sus gruñidos al ser mordido.
—Ajax, tú... Eres un imbécil sin remedio —apoyó su mano en su hombro y lo alejó de él de un empujón—. Pero ya que estamos aquí —tosió—, vamos a hacer las cosas en condiciones.
Las mantas que cubrían su cuerpo fueron lanzadas a los pies de la cama. Ajax se encargó de deshacerse de la camiseta de su novio y lanzarla lejos. Scaramouche sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal.
—Ajax, h-hace frío —el pelirrojo lamió su pezón, sacándole un gemido. Sus quejas fueron silenciadas de golpe, la juguetona boca de su novio siendo la principal culpable de su silencio—. A-ah...
—Avísame si quieres que pare o haga algo en específico. Pero no empieces a quejarte —Scaramouche sintió algo húmedo en su cuello. La lengua de Tartaglia paseaba a lo largo de su cuerpo sin pavor alguno, como si fuese su propio territorio—. No puedo leer tu mente.
—¿T-tan difícil es comprender lo que, a-ah —tuvo que hacer una pausa para regular su respiración—, p-pido al decir que tengo f-frío? —el pelirrojo se separó de él y lo miró a los ojos.
—¿Que te ponga otra vez la camiseta, te tape y cuide de ti? —la expresión en el rostro de Scaramouche le dijo que iba por el camino equivocado. Ajax sonrió con picardía—. ¿O lo que quieres es que te folle como si fueras un príncipe delicado? ¿Que te abrace y te transmita el calor de mi cuerpo?
El calor que atacó el rostro de Scaramouche fue tan fuerte que incluso su novio fue capaz de notarlo. Efectivamente, era esto lo que quería. Aunque jamás lo admitiría en voz alta.
—Rógamelo, y entonces tal vez lo haga —su tono juguetón suscitó cierta ira en Kunikuzushi, quien se negaba a humillarse solo para una recompensa como esa—. No me mires así, amor. Era broma. Mereces lo mejor de este mundo... Así que yo estoy aquí para complacer tus deseos —envolvió al de menor estatura con sus brazos, transmitiéndole el calor anhelado.
Realmente, el interior de la habitación no era especialmente frío. Con las ventanas y la puerta cerrada, era realmente difícil que el gélido aire del exterior los atacase.
No obstante, el cuerpo de Scaramouche se encontraba extremadamente sensible y su deber era cuidarlo.
—Entonces, hoy serás mi príncipe —murmuró el pelirrojo al separarse de él. Scaramouche frunció el ceño.
—Déjate de gilipolleces, Ajax —el mencionado se acercó para besar sus labios, aprovechando para morderlo al final.
—Nunca —comenzó a desabrochar la cremallera de los pantalones de su novio, quien supo de inmediato lo que le esperaba.
Y entre el resfriado y los nervios... Vino un ataque de tos.
—¿Estás bien? —preguntó Ajax mientras levantaba su cabeza. Ya se había acomodado entre las piernas de Scaramouche y estaba dispuesto a retirar las prendas restantes, pero el estado de su pareja era mucho más importante.
—S-sí, no te preocupes —Tartaglia soltó una fuerte carcajada. Su voz había salido ronca y con algún gallo de regalo—. Ha sido solo un ataque de tos.
—Mnn. Avísame si te encuentras mal, por favor —Scaramouche asintió. Pronto, su miembro fue sujetado con una mano, la calidez húmeda de la cavidad bucal de Ajax haciéndole compañía pocos segundos después.
Aunque quiso quejarse y separarlo (pues como este solía ser “su trabajo”, Tartaglia nunca había hecho esto), la idea de su novio haciéndole una mamada no le pareció tan mala. Al final, acabó echando su cabeza hacia atrás y cerrando sus ojos, dispuesto a disfrutar esta sensación mientras jadeos escapaban de su garganta.
Era algo extraño. La lengua de Ajax estaba dispuesta a acariciar cada zona con su húmeda superficie. De vez en cuando dejaba al aire cierta parte de su miembro antes de volver a tomarlo entero (dado que el dolor en sus mejillas le impedía seguir y debía tomar descansos).
Tras un rato, un cosquilleo hizo presencia en el vientre bajo de Scaramouche, quien no pudo evitar gemir mientras sentía el orgasmo debilitando su cuerpo por un instante. Y en ese mismo momento, su garganta le traicionó por completo y este sonido sufrió cierta conversión al salir.
—Pfff- —al escuchar ese extraño gallo que había sustituido su gemido, Ajax no pudo evitar reírse. Aunque pronto sufrió las consecuencias: era mala idea reírse en su propia situación.
El repentino ataque de aquel líquido espeso casi logró que se ahogase. Como acto reflejo comenzó a toser, aunque su risa todavía estaba atormentándolo.
—¿Qué ha sido eso, Scara? —habló cuando finalmente pudo relajarse—. No me digas que era un gemido.
—Se me ha escapado un gallo. ¿Qué coño quieres que le haga? De verdad me duele la garganta —tomó el té que había sido dejado de lado y le dio un sorbo, tratando de ocultar su vergüenza. Su novio acababa de hacerle la primera mamada de su vida, se le había escapado un gallo y para colmo, Ajax se había tragado todo su semen. No podía ser peor.
—Por cierto, no sabía que esto realmente dolía. Ahora entiendo por qué a veces desaceleras —Scaramouche lo observó con recelo, sintiendo la calidez de su té envolver su garganta con delicadeza. El pelirrojo aprovechó el momento para posicionarse entre sus piernas, las cuales sujetó con algo de fuerza.
—Espera a que termine. Ahora te dejo hacer lo que quieras —las manos de Ajax comenzaron a bajar los pantalones de su pareja con cuidado, deshaciéndose de ellos rápidamente antes de volver a su lugar y acariciar las piernas desnudas de su novio.
Su cuerpo era delgado, pálido y tenía una temperatura extraña. A pesar de estar más que acostumbrado a él, en ocasiones, Tartaglia sentía que estaba tratando con una persona extremadamente delicada. Con un cuerpo tan delgado y dañado, esa estatura que llevaba años exactamente igual... Era obvio que no había crecido en las mejores condiciones.
Los labios del pelirrojo besaron la pálida piel de sus piernas. Kunikuzushi se estremeció, mas no hizo el amago de retirarse.
Porque esto realmente le gustaba.
La zona interior de sus muslos era extremadamente sensible, y Ajax sabía esto mejor que nadie. Siempre que hacían el amor le encantaba pasar su dedo a lo largo de su pálida piel, haciendo a su novio temblar con ese simple roce.
—A-Ajax... —jadeó Scaramouche, sintiendo la humedad de la lengua de su novio recorrer su pierna.
—Scara, ¿en qué cajón estaba el lubricante? —preguntó el pelirrojo de repente, deteniendo todos sus movimientos.
Su novio quiso quejarse. Sin embargo, decidió guardar silencio y señalar con su dedo índice el cajón donde dicho objeto se encontraba. Quería evitar burlas.
Tartaglia tuvo que desplazarse hacia arriba para poder alcanzar el mueble señalado, su cuerpo quedando prácticamente pegado al de Scaramouche, quien ahogó un gemido al sentir la calidez de la piel de su novio contra la suya.
—¿Te gusta eso? —quiso saber el pelirrojo.
La piel de Scaramouche estaba ardiendo, pero a pesar de eso, no podía dejar de temblar. Ajax no lo dudó ni un solo instante antes de envolverlo con sus brazos, impregnando la calidez de su cuerpo en el contrario. Su novio correspondió el abrazo, intentando dejar sus brazos encogidos en su lugar. Por más que ambos quisieran seguir, su malestar no iba a curarse mágicamente al hacer el amor.
—¿Te encuentras mejor? —Scaramouche negó, aferrándose con la poca fuerza que tenía al fornido cuerpo de su novio—. ¿Quieres que me detenga?
—No... Solo espera un poco —Ajax besó su mejilla. Su piel estaba ardiendo... Era una sensación que no le gustaba—. Aunque deberías parar, por tu propio bien. Vas a acabar contagiándote.
—Ya sabes que no me importa —se rio el pelirrojo—. Sería capaz de hacer cualquier cosa por ti.
—Bueno, en parte esto es también por ti... —Tartaglia rodó los ojos.
—Por los dos.
—Mnn. Por los dos —cerró sus ojos. Todo el frío había desaparecido: lo único que podía sentir en ese instante eran los brazos de su amado—. Ajax...
—¿Sí?
—Te amo... —susurró. Tartaglia sintió su cuerpo paralizarse. ¿Había escuchado bien? ¿Su novio acababa de decirle que lo amaba?
—¿Qué? —una sonrisa apareció en su rostro. La felicidad logró hacer que su corazón diese un brinco—. ¿Es que acaso estar enfermo hace que te pongas más cariñoso?
—No me pongo cariñoso cuando estoy en el hospital. Simplemente ha sido... Yo no quería decir eso... —su rostro enrojeció hasta tal punto que fue incapaz de ocultarlo. Ajax soltó una carcajada y besó su frente.
—Vamos a dejarlo, anda —y aunque intentó alejarse de él, Scaramouche lo detuvo.
—Termina lo que has empezado.
—Pero en ese estado no. Con lo débil que tienes que estar —suspiró—. Mira, lo siento. Pero mejor olvídalo. No quiero que lo pases mal por mi culpa —al ver que se alejaba de él, su novio lo forzó a bajar nuevamente.
—No importa. Simplemente ten cuidado... Pero sigue, por favor —su tono de voz simplemente convenció al pelirrojo, quien decidió actuar con cuidado.
Trató de no excederse con el lubricante, utilizando el justo para hacerse paso por la entrada de su novio sin dañarlo en exceso. Scaramouche respiró profundamente y abrió aún más sus piernas, ofreciéndose por completo a Ajax, cuyos dedos dejaron su entrada preparada para su miembro.
—Avisa cuando estés listo.
—Puedes entrar ya —avisó tímidamente. Raro en él.
Tartaglia lo observó una última vez, en silencio. Esperando alguna respuesta negativa. Alguna señal de arrepentimiento.
Sin embargo, Kunikuzushi parecía dispuesto a seguir.
—Avísame si te duele —el pelirrojo besó su cuello, enterrando su miembro en la entrada de su novio. De forma lenta, poco dolorosa. Sus labios besaban su piel, buscando tranquilizarlo.
—Detente un momento. No sigas —Ajax asintió. Ya había entrado al completo, así que comprendió la petición de su novio. Simplemente quería un respiro.
—Mnn —acarició su abdomen—. Por cierto, sé que no tiene nada que ver, pero últimamente pareces más sano. Tanto física como mentalmente —plantó un beso en su pecho—. Me alegra mucho verte mejor —el rostro de su novio enrojeció.
—Bueno, obviamente no ibas a querer verme mal... —murmuró. El pelirrojo sonrió y se acercó a él, besando sus labios con dulzura.
Sus movimientos comenzaron sin necesidad de un comando. Scaramouche se aferró a su espalda con firmeza, a pesar del dócil vaivén que buscaba el placer de ambos, evitando, en la medida de lo posible, el dolor de la persona de abajo.
—A-Ajax... —a pesar de todo, su piel estaba ardiendo. El sudor en sus manos le impedía aferrarse correctamente a la espalda de su amante, quien atrapó sus labios antes de desacelerar ligeramente.
—Lo siento, ¿te molestaba así? —quiso saber al separarse. Kunikuzushi suspiró, sintiendo un picor en su garganta. Necesitaba toser.
—No... —giró su cabeza para evitar toserle a si novio en la cara. Aunque poco importaba ya; Ajax tenía un resfriado asegurado—. Perdón, esto de estar enfermo es muy raro. Me cuesta respirar...
—Avisa cuando quieras que me detenga —y besó su mejilla. Scaramouche pensó cuántas veces había sido besado, y cuántas veces más quedaban.
Ajax, a diferencia de él, era un amante del contacto físico. Siempre aprovechaba cualquier situación para sostenerlo entre sus brazos, besarlo. De vez en cuando le susurraba palabras al oído, entre otros gestos románticos que a Scaramouche le avergonzaba recordar.
Por eso, cada vez que hacían el amor, era normal que cada rincón de su cuerpo fuese besado por él. Una vez, Kunikuzushi realmente llegó a contar todas las veces que había sido besado, aunque en algún momento resultó más complicado.
—No hace falta que te detengas. Mientras sigas así, estaré bien —Ajax sujetó el miembro de su novio y comenzó a masturbarlo. Scaramouche simplemente cerró sus ojos y gruñó.
—No hagas eso, anda. Pareces un perro —el interior de su novio era cálido, pero estrecho. Tartaglia entornó sus ojos, sintiendo el movimiento del cuerpo bajo el suyo cuando la tos volvió a atacar a su novio—. ¿Seguro que estás bien?
—¡Sí! Déjate de cursilerías, estoy bien, pesado —rodó sus ojos.
Y aunque no estaba siendo dañado y no tenía queja alguna, Scaramouche enterró sus uñas en la espalda de Ajax y la arañó, descendiendo lentamente a lo largo de su cálida piel.
—No estoy siendo cursi, estoy preocupado por mi novio enfermo —los jadeos de Kunikuzushi eran como una melodía para el pelirrojo. A pesar de ese tono extraño debido a su resfriado. Cada sonido que su novio hacía era hermoso.
—Pasas tanto tiempo preocupado por mí —murmuró Scaramouche. Era cierto. Ajax pasaba cada día cuidando de él como si fuese el ser más delicado de este universo. Era rara la vez que no lo trataba de esta forma.
—Menos cuando follamos. Normalmente dejo la preocupación de lado y hago caso a todo lo que me dices —sus movimientos habían adoptado un ritmo lento. Era más cómodo que en otras ocasiones, pero Scaramouche comenzaba a desesperarse—. Pero alguna vez tendríamos que hacer el amor con más tranquilidad, ¿no crees, Gremlin?
—¡No me llames as- —una fuerte estocada le robó las palabras—. ¡Serás cabrón! —se quejó con dificultad. Ajax soltó una carcajada.
—Perdón —el pelirrojo sintió un cosquilleo en su vientre bajo. Pronto habría terminado—. Pero sé bien que te gusta.
Scaramouche no dijo nada. No iba a negar la verdad, pero tampoco lo admitiría en voz alta.
Simplemente cerró sus ojos y sintió ese cosquilleo que tan bien conocía, señal de que el orgasmo estaba por llegar. Ajax normalmente jugaría con él. Detendría sus movimientos y comenzaría a hablar, provocando la ira de su novio.
Sin embargo, esta vez no se detuvo en ningún instante. A Kunikuzushi se le escaparon algunos gemidos, evitando sonidos indeseados que suscitasen la risa de su novio otra vez.
—S-Scaramouche —jadeó el pelirrojo.
Y ahí llegaba la oleada de placer, tan efímera como la vida misma. Un líquido espeso llenó el interior de Kunikuzushi, quien no pudo evitar hacer una mueca. Como siempre utilizaban condón, esta nueva sensación resultó extraña.
—Ya sé que ahora que nos hicimos las pruebas no teníamos que preocuparnos por utilizar condón, pero oye... Hubiera sido mejor —se quejó Scaramocuhe.
—Eres un quejica —Ajax besó su pecho. El suyo había acabado lleno del semen de su novio, quien sintió su rostro arder al darse cuenta. Había sido tan cegado por el placer que no lo había notado hasta el momento.
—Lo siento... No lo había visto —y Ajax se echó a reír.
♡
—Dejadlo quedarse esta noche, por favor —justo después de hacer el amor, Scaramouche y Ajax tomaron una ducha juntos antes de ir directos a dormir. Encontrándose bastante mal (aunque satisfecho), el de menor estatura se encogió en su lugar y permitió que su novio lo sostuviera entre sus brazos.
Claro, ese fue el primer día. Tartaglia se despertó y descubrió que no había ningún cambio en su cuerpo, pero no tardaría en sufrir las consecuencias.
Dos días después, mientras se encontraba en la habitación de su novio, abrazándolo y besándolo con cariño, sintió un dolor en su garganta que anunció su incipiente resfriado.
—¿Tú también te has resfriado? —Ei dejó escapar un suspiro—. Ajax, deberías mantener la distancia con mi hijo cuando uno de los dos está enfermo. Seguro que el otro día os estuvisteis besando como si nada —ambos jóvenes sintieron cierta tensión.
—“Besándose” —se mofó Yae desde su lugar. Scaramouche la fulminó con su mirada.
—¿Qué son esas indirectas? ¿Me he perdido algo? —su esposa sonrió.
—No te preocupes, amor. No es nada —Yae sacudió su mano, restándole importancia a lo que acababa de suceder.
Pero su hijo no iba a olvidar tan fácilmente la forma en la que había sido descubierto.
—Como sea, sí puede quedarse... Ya podéis hacer todo lo que queráis. Total, los dos estáis enfermos —el pelirrojo sonrió y tomó la mano de su novio, dispuesto a retomar su sesión de besos.
—Gracias, madre... —susurró Scaramouche mientras era arrastrado fuera de la habitación. Ei los vio retirarse con una sonrisa en su rostro.
—Por cierto, Yae, ¿por qué Scara te ha mirado así? —su esposa sonrió.
—No te preocupes, cielo. Es por un secretillo que he descubierto, nada más~
Al llegar a la habitación, Ajax empujó a su novio y lo tumbó sobre su cama, posicionándose encima de él. Sus labios buscaron los de Scaramouche con desesperación, satisfechos al sentir la calidez de la piel ajena.
Su novio se aferró a su espalda, disfrutando de la cercanía. A veces simplemente necesitaba esto. Un simple acto de amor, que no buscaba nada más que brindarles confianza, un recordatorio de que no estaban solos. Que les hacía saber que el otro siempre estaría aquí sin importar qué.
—Oye, ¿crees que Yae lo habrá... Descubierto? —preguntó el pelirrojo al separarse.
—Y tanto. Mamá siempre sabe más de lo que debería —rodó sus ojos. Ajax sonrió y besó su mejilla.
—Bueno, tampoco es para tanto.
—¡Lo dices tú, pero yo soy su hijo! Es vergonzoso...
—¿No fue ella la que te prestó el condón que utilizamos en nuestra primera vez? —el rostro de Scaramouche enrojeció.
—Cállate de una vez, por favor —Ajax sonrió y volvió a besar sus labios. Esta vez fue un contacto efímero, una pequeña disculpa por ser tan molesto.
—Te amo, Scaramouche —el joven simplemente cerró sus ojos y esperó pacientemente los labios ajenos.
Al fin y al cabo, su novio siempre había amado besarlo.
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