Capítulo 6

Capítulo 6


Al día siguiente no fui a la escuela, por mojarme en la noche me dio un resfriado y mis padres se pasaron el día completo dándome medicamentos y sopa. 

A mitad de la tarde, un enojado Mar cruzó la puerta de mi habitación y aventó a mi cama una serie de medicamentos para la gripe. 

Me gruñó unas cuantas cosas que no entendí entre ellas "te lo dije", "lluvia", "no te mojaras", "tonta", "mocosa" y lo demás no recuerdo. Y sin esperar respuesta mía, se giró y se marchó dejándome patidifusa.

No esperaba tener que enfrentarlo tan pronto y no tenía ni idea de cómo manejar la situación.

¿Yo gustarle a un chico? Sobre todo gustarle a Mar... no era algo con lo que pudiera lidiar en ese momento.

Lydia también vino a visitarme y me trajo los apuntes de las clases de ese día. No me dijo nada acerca de su hermano, por lo que supuse que no lo habían hablado.

No tuve las agallas de pedirle a Mar que me acompañara a clase cuando me mejorara. 

Que eso fue exactamente cuatro días después de la lluvia. 

Fui sola porque tampoco me sentía con las energías de ser interrogada por mis padres.

Las cosas entre Kendra y yo estaban tensas, por lo que ella tampoco era una opción.

A mis diecisiete la mayoría de mis relaciones estaban arruinadas y todo era mi culpa. Supongo que todos atravesamos este tipo de crisis a lo largo de nuestras vidas. Cuando nos damos cuenta de que somos bombas... o tal vez solo era yo.

O tal vez estaba dándole más importancia de la debida. 

En la puerta de la escuela Mar me esperaba con su uniforme, él debía estar en su trabajo, sin embargo estaba allí.

—Isla —sonrió y mi corazón dolió un poco, no sabía cómo podía estar tran tranquilo luego de confesarse e ignorarme por tres días.

¡Quién me entendía! Ni yo.

—Mar —dije incómoda. No sabía cómo enfrentarlo. 

—Oye, tenemos que hablar...

—¿Ya vas a invitarla a salir campeón? Ni lo intentes, está con Javier —no me había dado cuenta de que Víctor estaba junto a mi hasta que dijo eso.

—No está con Javier, Javier tiene su novia —refutó Mar y me sentí un poco mal por él, no debía estar atravesando esta situación.

—Isla nunca ha dejado de ser su novia.

Eso era técnicamente verdad, no podía negar eso. Pero tampoco podía permitir que molestaran a mi mejor amigo.

—No es cierto, yo estoy saliendo con Mar, y estoy muy enamorada de él, así que deja de decir esas cosas, Víctor. 

Me voltee y abracé a Mar.

Para algunas personas, lo que yo estaba haciendo, podría no estar mal... pero a él podría dolerle muchísimo, por varias razones.

Recordé la vez que me contó porque era tan reacio a participar en las relaciones de los demás.

Se enamoró de una chica, una compañera de clases. Ella pretendía delante de todos que sentía algo por él, pero todo era para darle celos a su verdadero novio, que iba a un curso más adelantado que él.

Siguió en el vaivén pensando que ella cambiaría y en algún momento se enamoraría de él. 

Pero al final ambos se burlaron de su credibilidad y ella terminó con el otro tipo.

Él entonces, (esa parte de la historia ya la conocían) hizo lo mismo que ella y se involucró en relaciones, solo para causar una reacción en ella, y muchas chicas sufrieron en el intervalo de su jueguito. Me enojé tanto cuando me lo contó, que le dije que iba a buscarla y darle una paliza. Aunque él también se había comportado de forma errónea, no pude evitar dedicarle todo mi odio a ella.

Él había expresado que no le gustaba, y encima me había dicho que sentía algo por mi, y yo estaba allí usándolo, diciéndole a todos que teníamos una relación cuando no era cierto, y cuando yo sabía que iba a dolerle. 

Al verlo tan cerca y abrazarlo, me pregunté cuántas veces le había hecho daño en ocasiones anteriores.

Cuando los demás se fueron, él se apartó de mi y dijo—: Esta no fue la razón por la cual te confesé mis sentimientos. 

—¿Desde cuando tú...?

—Tampoco te lo dije para que te hicieras responsable. Yo sé que aún sientes cosas por él. No pretendo que nada cambie entre tú y yo... esto es demasiado para mí Isla.

—Lo sé y lo siento.

—No podré soportarlo si al final del día siempre lo vas a elegir a él. No quiero hacerte elegir... —una risa amarga brotó de su pecho y me sentí impotente—. Voy a detenerme aquí. No voy a importunarte con mis sentimientos. Cuando tengas las cosas claras, y yo resuelva como me siento, entonces volveremos a ser amigos.

—Pero no quiero perderte —dije aunque supe que estaba siendo egoísta. 

—Eso lo determinará el tiempo. Vine porque quería arreglar las cosas, no quería que te sintieras presionada y honestamente no quise involucrarme en tu "venganza" contra Javier, justo porque ya me gustabas... no voy a decirte nada más, en algún momento podremos hablar con claridad acerca de esto... por ahora, me retiro.

No respondí, dejé que se fuera. 

Lo hice por respeto a él, si necesitaba irse y organizar sus pensamientos, no debía ser yo quien le exigiera quedarse, y obligarlo a ser constantemente herido al quedarse a mi lado.

No siempre el más valiente es el que se queda, sino el que sabe cuándo entrar y cuando retirarse. 

No podía evitar compararlo siempre con Javier. 

Mientras Javier nunca se preocupó por quedarse, él siempre había estado allí, se merecía que lo dejara ir, el tiempo que fuera necesario.

Pero no dejaba de doler, claro.

Víctor se encargó de decir que yo ya tenía un nuevo novio, y así mismo yo me encargué de negarlo y convencer a todos de que aún seguía obsesionada con Javier.

Pero la verdad era que ya no sentía nada.

Al llegar a casa, lo primero que hice fue subir a la habitación de mi hermana y quedarme en su cama hasta que llegara.

Le debía una disculpa, ella siempre había sido buena conmigo, y nunca me había atrevido a decir algo que pudiera herirla, intencionalmente. Me sentí como basura porque, los celos me llevaron a decir cosas que realmente no sentía, y con mis propias manos agité dos de mis mejores relaciones.

Cuando ella llegó de sus clases y abrió la puerta, no tardamos mucho en fundirnos en un abrazo. Ella suspiraba dejándome claro que mi actitud le había dolido y yo sollozaba pidiéndole perdón.

Ojalá hubiese tenido las mismas agallas de enfrentar a Mar.

. . . 


Mar cumplió su palabra y cortó comunicación conmigo. Sabía que no debía aferrarme a su amistad, para no volverme dependiente. No obstante, lo esperaba con ansias mientras nadaba en mí la esperanza de que pronto volviéramos a vernos. 

O al menos a juntarnos, porque yo trataba de verlo cada vez que podía. 

Trataba de lograr encuentros casuales, pero de lejos. Lo suficientemente cerca para verlo, mas, lo suficientemente lejos como para que no se diera cuenta que lo estaba mirando. 

Terminaba arrastrando a mi "pandilla" a cualquier lugar donde él pudiera estar, y a veces no lograba verlo, pero en otras ocasiones sí. 

Con mis antecedentes debí haber evitado ese comportamiento, pero ahora que no podía juntarme con él, lo menos que podía hacer era mirarle de lejos.

O al menos convencerme de que la razón por la cual quería siempre verlo, era porque como amigo lo extrañaba mucho.

Las pocas veces que coincidimos sin que él se diera cuenta, nunca lo había visto así de triste. Seguía su rutina normal y por algún motivo siempre se veía derrotado... Para mí desgracia, yo sabía, que la culpable era yo.

Martín tenía razón, era una tonta por exponerme a sufrir quedándome al lado de Javier, aún con todo lo que me había lastimado. 

Así era la diferencia entre nosotros, como él sabía que yo le hacía daño, lo más sensato para él fue apartarse de mi, y yo tratando de aparecerle en todos lados, seguro que no se la estaba poniendo fácil.

No era la misma niña de 14 años, pero a veces seguía actuando como tal. 

En mi defensa, no estaba segura de cómo me sentía.

Sabía que Javier tenía su novia, si la tenía incluso cuando supuestamente éramos novios, pero su actitud me confundía. Seguía pretendiendo conquistarme y no sabía por qué lo hacía.

Quizás justo por eso debía cortar todo tipo de relación con él... pero es que... no sé, no tenía una justificación convincente. 

No sabía si seguía enamorada de él, si seguía importándome, o si me seguía aferrando a la adicción de respirar su mismo aire.

Pero, en ese momento, lo que más me preocupaba, no era mi vida sentimental.

Fui una porquería de amiga, usé a Martín a mi conveniencia. No era mejor persona que Javier.

Tal vez éramos el uno para el otro, porque fuimos dos imbéciles.

Me dolía ver a Mar y no poder acercarme, ¿Pero, qué haría?, ¿Pedirle perdón por fingir delante de todos que sentía algo por él y jugar con sus sentimientos cuando él había dejado claro que sentía algo por mí? Fui egoísta y merecía todo el odio del mundo. 

Entendería si ya Mar no quería formar parte de mi vida, yo no lo merecía. 

Pero aún así... me dolía demasiado pensar en esa posibilidad.

Me tomé el atrevimiento de seguirlo cuando iba a trabajar. Debería decir, acosarlo.

No me entendía ni yo misma. 

Luego de la escuela, en vez de perseguir a Javier, como venía haciendo casi tres años seguidos, lo arrastraba a él y a Víctor a lugares casuales donde podía ver a Mar.

Mi intención no era hacerle daño, si me veía con Javier. Lo único que quería era poder ver cómo estaba sin acercarme demasiado y lastimarlo más. 

Así que me escondía entre mis dos "amigos".

Cuando las personas estamos rotas, solemos herir con nuestros pedazos a cualquiera que se acerque, pero yo era demasiado joven e irresponsable para reparar en el daño emocional que podía causarle a la única persona que valía la pena en mi vida.

Mar andaba taciturno todo el tiempo, lo veía más delgado y lucía... ay no sé, tal vez estaba exagerando, pero es que lo extrañaba y me desesperaba no poder acercarme.

Pero si yo soy obsesiva con mi espacio, seguro que él necesitaba el suyo también... fui un desastre.

Un día en particular, luego de la escuela, arrastré a Víctor conmigo hasta un parque cerca de la casa de los Villa, había una vez más un corto circuito. Me enteré en la mañana y escuché que iban a llamarlo, así que planifiqué todo cruzando los dedos porque aún estuviera ahí.

Ahora trabajaba con un compañero y era más supervisor que otra cosa, estaba tan orgullosa de él.

Llegamos y nos sentamos a una distancia prudente.

—¿Javier sabe que estamos aquí?

—¿Javier es mi dueño ahora? 

—No seas tonta Isla, pretender no ver la realidad solo te hace parecer eso, una tonta.

Desvié mi atención de mi mejor amigo un segundo, para mirar con incredulidad a Víctor. Aún no había decidido si quería ser su amiga después de su comportamiento, pero, no me molestaba arrastrarlo a mis aventuras de acosadora, porque era hipócrita y sin escrúpulos. 

—¿Qué quieres decir con eso?

—Aunque me moleste admitirlo, lo que Javier siente por ti es fuerte...

—¿Y qué debería hacer?, ¿corresponder sus sentimientos? 

—Tu también sientes algo por él, siempre lo has hecho.

No respondí, tenía miedo de expresar en voz alta, si quiera a mí misma, cómo estaban en ese momento mis sentimientos. 

—De igual forma, Javier tiene planes y yo no estoy incluida. No voy a ser plato de segunda mesa de nadie. 

—¿Es por él? —señala a Martín quien para mí sorpresa venía en dirección hacia nosotros. 

—No.

Dije y no sabía si mentía. Ya no sabía nada. 

—Hola chicos, ¿Les molestaría moverse de lugar? Hay un tendido eléctrico justo encima de sus cabezas y es peligroso en este momento. 

Ambos miramos hacia arriba y en efecto, estaba demasiado inmersa en mis deseos como para reparar en algo más.

—Ya nos íbamos, ¿Verdad Isla? 

No estaba lista para encarar a Mar, no se sentía correcto quedarme y hablar con él aún. Una vez más no estaba respetando sus decisiones, y lo hacía intencional, ese era mi mayor problema.

Vi la decepción una vez más en sus ojos y eso me mató más que todas las otras emociones que había visto en él, porque de todas, en ese momento, esa fue la que más merecí.

Se sintió como si finalmente él se hubiera dado cuenta de que yo no valía la pena. 

Me arrepentí al instante, pero no me volteé, seguí caminando con Víctor a mi lado, y mi corazón latiendo demasiado rápido.

Tarde o temprano tenía que enfrentarlo y disculparme, pero debía ser cuando él se sintiera listo, no solo por mi egoísmo de querer verle aunque fuera de lejos.

Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que tuviera la oportunidad de enfrentar mi realidad y ponerle nombre a lo que estaba sintiendo.

Puede sonar mal lo que voy a contarles, pero, supongo que ya se han dado cuenta, de que las personas como yo, necesitamos detonantes que nos ayuden a entender qué estamos haciendo mal y qué podemos hacer para cambiarlo. 

Y para mí el detonante en ese momento, fue verlo sonreír con otra persona. 

Algo dentro de mí se movió y comprendí que no tenía celos de su amistad, porque lo había visto con sus amigos, y no había sentido más que ternura por verlo cómodo y feliz.

Pero con una chica era distinto... 

Mar no era "mío" aunque pudo haberlo sido, cuando confesó sus sentimientos por mí, y yo lo evadí.

Sin embargo, al verlo allí con ella, un instinto primitivo en mi me hizo comprender que, no era simple amistad lo que sentía por Mar.

No sabía qué hacer con esos sentimientos, no tenía idea de cómo gestionarlos, de a dónde direccionarlos.

Me sentía abrumada por el reconocimiento de lo que sentía y por lo agridulce que esto era.

Para mí todo debía tener un significado, una razón, una explicación. 

Quería llorar, por mi egoísmo y porque sentí que lo perdía, quería reír porque su sonrisa era preciosa aunque se la dedicara a alguien más, quería gritar como desquiciada, porque me estresaba estar fuera de control, y tener todas esas emociones al mismo tiempo.

Si me acercaba y montaba una escena, iba a alejarlo aún más de mí.

—No tengo derecho —susurré.

No, no lo tenía.

Así que giré sobre mis pies, aunque la tierra parecía moverse y ralentizar mis pasos. Sentí todo en cámara lenta mientras mi corazón no sabía en cuál dirección moverse.

No sabía que los sentimientos podían abrumarte de esa forma. O quizás solo estuve sintiendo con intensidad porque soy intensa, o porque me había empeñado en ignorar todos esos sentimientos que explotaron con el detonante. 

No me sentí así ni cuando vi a Javier con Catalina tras las gradas.

Me sentía tan avergonzada de privarme a mí misma de experimentar todas esas emociones con Martín.

Pero yo aún era un desastre en proceso de sanación, y él no merecía ser lacerado una vez más por mis pedazos rotos.

Así que dejé de ir a casa de Lydia los fines de semana con la esperanza de verlo, porque de igual forma, hacía mucho tiempo que no iba.

Dejé de seguirlo y verlo trabajar, dejé de pulular a su alrededor con la esperanza de llamar su atención sin hacerlo realmente. 

Me limité a castigarme e ir a la escuela. Me resigne porque sentía que merecía el dolor de perderlo. 

Abandoné mi proyecto de limpieza para no tener que toparmelo en las calles y volví a encerrarme en mi dolor.

Soporté la presencia de Javier y Víctor, porque ya no podía hacer nada más.

Y confirmé una vez más mis sentimientos por mí mejor amigo, cuando de nuevo la novia de Javier volvió a la ciudad.

Los vi juntos, los vi besarse, y no sentí absolutamente nada. 

En un momento como ese, hubiera recurrido a Mar para pedirle un consejo, pero aún si él en ese momento hubiese estado en mi vida, no hubiera podido pedirle un consejo acerca de él mismo. 

A veces lloraba, a veces me reía sola, y Víctor no dejaba de repetir que pensaba que mi comportamiento extraño tenía que ver con Javier.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top