Capítulo 5

Capítulo 5

No sé cómo se las arreglaron Víctor y Javier para pasar el examen, pero lo hicieron. Y me invitaron a una plaza para celebrar que no habían reprobado ninguna de sus materias.

No entiendo en qué momento pasé, de no tener amigos a "participar de reuniones" pero no podía quejarme, aunque me diera igual. 

Prefería salir a caminar con Mar... ah, pero no, estaba evitándolo.

Me acerqué a Víctor mientras los amigos de Javier, él y su novia bailaban no sé qué bailecito que vieron en Youtube.

—¿No te vas a sumar a ellos?

—Yo no bailo —respondió escueto.

—¿Cómo descubro si alguien está casado?

—¿Por qué te importa tanto si está casado?

—No es que me importe, es que si lo está yo sería muy mala persona.

—Estuviste con Javier mientras él estaba de novio con Catalina.

—Sí, pero yo no lo sabía.

—Ya. ¿Quién es ese tipo? 

—Es un amigo.

—¿Planeas superar a Javier con él, por eso quieres saber si está casado?

—No exactamente.

—Si vas a ser tan evasiva, ¿Por qué me hablas?

—Es obvio, no podría tener esta conversación con alguien más. 

—¿Por qué no olvidas a Javier conmigo?

"Porque no me gustas" pensé, en cambio dije—: Porque no, no es justo para ti.

—¿Crees que me enamoraré? Nunca me enamoraría de ti.

—¿Y por qué no? ¿Que tengo de malo? 

—Eres exactamente el tipo de mujer con el que no me llevaría bien en una relación. No me gustan las ataduras y tú eres... sin ofender, muy intensa, lo tuyo es todo o nada. 

—¿Y por qué querrías ayudarme con Javier entonces? Si sabes como soy.

—Te ves muy amargada, siempre rondando cerca de él, me das lástima.

—No entiendo por qué sigues pensando que estoy obsesionada con Javier.

—Porque si no lo estuvieras, no tendrías la imperiosa necesidad de superarlo a como de lugar con el primer tipo que te pase por el frente.

—No sabía que conocías el significado de la palabra "Imperiosa".

—No soy tan ignorante como crees.

—Ni yo tan estúpida. Si quisiera superarlo con cualquiera, ¿No me hubiera liado ya contigo? No me interesa "superar a Javier" con cualquiera que me pase en frente, porque ya lo superé.

—¿Ah sí? ¿Y por qué evitas mirarlo cuando está junto a Cata? Soy muy observador. 

—¿Te gusta ver a otros besándose?

—No, ¿Por qué lo dices?

—El hecho de que no quiera ver a mi ex besarse con su novia, ¿Tiene que ser necesariamente por que sea mi ex, no puedes ser un poco más inteligente y pensar que es porque me da asco ver a otros besándose?

Se encogió de hombros y miró en dirección a los tortolitos.

—En fin, pierdo mi tiempo contigo... y que nunca jamás se te vuelva a ocurrir intentar besarme, ¿Oíste?

—Que quede claro que lo hice solo para hacerle el favor a Javier, de que ya por fin lo dejes en paz y te encapriches con alguien más.

¡Oh! Quería golpearlo por imbécil. 

Habían pasado unos días desde la última vez que vi a Mar y en ese momento lo extrañé un poco. Estaba segura de que si aparecía por allí, iba a sentirme mejor. Pero obvio que no lo haría, le dije que no nos veríamos hasta que lo contactara. 

Tuve que aguantarme toda la tarde, comentarios estúpidos de parte de mis "amigos", sintiendo que era mi culpa, porque evitaba estar con el único ser que me hacía sentir cómoda, estando en su lugar con seres insoportables, solo para llenar el vacío de tener a alguien, yo que vivía perfectamente sin que nadie invadiera mi espacio personal, me vi con la "imperiosa" necesidad de "tener" a alguien cerca de mí.

Quizás fue la presión social, quizás fue el constante gorjeo de los demás de que aún estaba obsesionada, quizás fue el recuerdo de tener a alguien que tomara tanto de mí... no lo sé, pero en ese momento, soporté porque pensé que lo necesitaba. 

Nos fuimos en la noche, tuvieron la delicadeza de caminar conmigo hasta el mercado, lugar donde mis padres me recogerían. 

Nos despedimos y tomé mi celular dispuesta a llamar a Mar. Necesitaba desintoxicarme de la compañía de mis "Amigos".

Timbró un par de veces antes de que me respondiera.

—¿Ya resolviste tu disyuntiva?

—No quiero hablar contigo.

—¿Y por qué me llamaste?

—Porque necesitaba hablarte.

—No te entiendo Isla.

—Lo se, yo tampoco.

—De casualidad... ¿Hice algo malo?

—No, solo estoy avergonzada

—Si tanto quieres saberlo, no estoy casado... Pero, sería un poco triste que no pudiéramos vernos solo porque estuviera casado.

—A tu esposa no le gustaría que frecuentaras jovencitas.

—A mi me gustaría que mi esposa usara palabras como "frecuentar" suena a persona inteligente.

—Tarado, ¿en serio no estás casado?

—No, ¿cómo llegaste a esa conclusión?

—El anillo en tu dedo

—Ah eso... Nunca se donde ponerlo, lo pongo en cualquier dedo y a veces ni cuenta me doy.

—Por eso no tienes novia.

—Hace poco me has dicho casado y ahora ni novia tengo, como juegas con mi vida amorosa mujer. Tengo curiosidad, ¿Por que querías saber eso?

—No estarías de acuerdo si te lo dijera.

—Si tiene que ver conmigo, lo ideal es que me lo digas.

—Vas a enojarte.

—En ese caso hablemos otro día, estoy cansado. 

—De acuerdo, ve a dormir y nos vemos mañana.

—Bye.

Definitivamente iba a enojarse y es más, una parte mía sentía que ya lo sospechaba y había empezado a enojarse desde ese momento. 

Reflexioné sobre mi actitud y entendí que fue muy estúpida. 

—¿Con quién hablabas? —preguntó mi mamá.

—¿Hablabas con Javier? —mi padre me miró por el retrovisor de su auto. 

—No. Era Martín.

—¿Martín? El electricista, cierto.

—¿El que estaba en tu habitación el otro día?

Fernando frenó de pronto y se giró para mirarme.

—¿Cómo que estaba en tu habitación?

—No estaba en mi habitación, estaba arreglando algo en la casa de los vecinos y se paró en mi ventana para saludarme. 

—Igual es un comportamiento erróneo, pudiste haber estado desnuda —acotó Sarah, la miré mal.

—Nunca ando desnuda en mi habitación, ¿Pueden dejar de exagerar?

—Pero él no sabe que no andas desnuda.

—Pa... es solo un amigo, ya paren por favor. 

—Dile que vaya mañana a la casa, quiero ver cuáles son sus intenciones.

Resoplé, lo que me faltaba, yo que no necesitaba más razones para tener momentos difíciles con Mar. 

Tenía la sensación de que se avecinaba una catástrofe.

. . .

Al día siguiente Mar estaba en mi casa, nunca lo había visto con ropa que no fuera del trabajo, así que me resultó curioso verlo con una camiseta blanca y unos Jeans. Su cabello rubio resaltaba y sus ojos cafés se notaban más de lo normal. Su cara no estaba sucia, por fortuna. 

Ay que mal se escucha eso, como si el pobre Mar siempre anduviera sucio. 

En fin. 

Apareció frente a mi puerta y con soltura entró a la sala, luego de ser invitado por mi papá. Parecía el dueño del lugar y su presencia llenaba todo el espacio. 

Me dio algo de paz verlo tan confiado. Si alguien iba a sentirse cohibido, iba a ser mi papá.

—Entonces tú, andas viendo a mi hija por su ventana.

—Ah sí, no lo pensé demasiado, las veces que lo he hecho me he acercado, solo porque la he escuchado hablando con alguien más, o porque previamente hablamos por teléfono.

—Igual no está bien, pareciera que buscas la oportunidad de verla, ¿Eres un pervertido?

—¡Pa! 

—Tranquila —dijo Mar levantando sus manos en mi dirección y achinando sus ojos—. No, señor. No soy un pervertido, me ofende que lo piense, pero supongo que mi comportamiento ha dejado mucho que desear. Isla y yo solo somos amigos, no me atrevería a intentar seducirla o algo, siendo ella menor de edad.

—¿O sea que si fuera mayor de edad sí lo harías?

—No puedo negar o afirmar eso.

—¿Entonces que buscas con mi hija?

—Su amistad, somos buenos amigos. 

—¿Puedes darme tu palabra de que lo que dices es verdad? 

—Le doy mi palabra. 

—De acuerdo.

—¿Eso es todo, lo hiciste venir solo para eso? —dije indignada

—¿Qué querías que hiciera? No puedo permitir estas situaciones en mi casa. 

—¿Quieren algo de tomar? —interrumpió Sarah trayendo unos vasos de cristal con un líquido de dudosa procedencia.

—¿Lo van a envenenar?

—¡Isla por Dios! ¿Qué clase de personas crees que somos? —chilló mi madre.

—Suficiente. Martín y yo tenemos que hablar, así que, permiso. 

—Discúlpennos, señores —dijo Mar

—No tienen permiso de ir a la habitación.

—No vamos a la habitación —gruñí. 

Una vez estuvimos solos, la realidad de tener que enfrentarlo me golpeó, y me dí una patada mental por no dejarlo un rato más con mis padres. Mi enojo por las estupideces que estaban diciendo me cegó. 

—No sabía que Kendra era tu hermana.

—¿Conoces a Kendra?

—Salía con un amigo cuando estaba en la escuela.

—¿Tú estudiabas en mi escuela? 

—Claro, ¿Quién no estudió ahí?

—Ya... ¿Cómo es que nunca te vi?

—Eras una niña, seguro. No sé... oye, ¿Qué ibas a decirme?

—Es estúpido...

—Eso debería decidirlo yo, ¿No crees?

—Tienes razón. ¿Recuerdas esa conversación donde hablamos sobre sacar un clavo con otro clavo?

—Sí, obvio, no fue hace tanto.

—Pues la verdad es que, te dije que desistiría de hacerlo...

—Supongo que no lo hiciste.

—No usé exactamente a esa persona, pero si, fingí un poco y sobreactué para crear un escenario donde la gente sospechara que estábamos ligando— cerré los ojos y dije todo super rápido con la esperanza de salir lo antes posible de la situación. Tenía miedo de ver su expresión, porque Mar era inteligente, era obvio que ya sabía a qué me refería.

—Pregunto solo por la duda, ¿Esa persona soy yo?

—Sí... lo siento.

—No es tan grave, considerando que no hiciste nada "malo" —hizo el gesto de las comillas con sus dedos—. Pero yo te había dicho que no quería verme envuelto en la situación, por lo que no respetaste mi posición. Tú deseo de poner a Javier en su lugar fue más grande que respetar la opinión de tu mejor amigo.

—No era mi intención, yo...

—No estoy enojado. No te preocupes. De alguna forma u otra sabía que terminarías haciéndolo, fuera conmigo o alguien más. Pero no puedes usar a la gente a tu antojo Isla.

—Lo sé. Fue una niñada.

—Mas que una niñada, ¿Qué hubieras hecho si las cosas se hubieran ido más lejos y hubiera terminado enamorándome de ti? ¿Te habrías hecho responsable de mis sentimientos? No, porque la culpa es de quién se enamora, ¿Verdad?

Apreté los labios y luego hice una mueca, estaba usando las mismas palabras que usamos la vez que hablamos del tema.

—Sí, me hubiera hecho cargo.

—No soy plato de segunda mesa y me niego a ser "el otro clavo". Y no, no te hubieras hecho cargo...

—¿Cómo puedes estar tan seguro?

—No sientes más que amistad por mi, ¿Por qué te meterías en una relación donde no sientes nada? 

—Pero te quiero mucho...

—No como deberías quererme, en el caso hipotético de que me hubiera enamorado de ti. Mi intención es que entiendas que aunque lo que hiciste no es "malo" pudiste comprometer los sentimientos de alguien más y ahí es donde está tu error. Debo irme.

—Dijiste que no estabas enojado.

—Y no lo estoy, pero ya es tarde. Nos vemos mañana. 

—¿Vas a venir por mí mañana? 

—Pasaré en la tarde, en la mañana voy a estar ocupado. Despídeme de tu familia. 

—Adiós.

Me sentía terriblemente amonestada. Pero hubiera sido peor si no se lo hubiera dicho, con lo drama King que era a veces, si hubiera tardado más en decirle, hubiera sido un desastre. Me di cuenta en ese momento, que a diferencia de mí, Mar podía ofenderse con facilidad, y más cuando él había expresado que no estaba de acuerdo con algo. 

A partir de ese día, no puedo decir que las cosas cambiaron, porque seguíamos viéndonos y compartiendo, pero había algo... como si luego de esa conversación nuestra amistad hubiera alcanzado un matiz diferente. 

Algo se sentía mal, pero no tenía ni idea de qué era. 

Resultó ser que mi hermana y él sí se conocían. Me sorprendió porque no le había conocido un novio a mi hermana, y ahora resultaba que Mar era amigo de su ex. 

Kendra era complicada, quizás vivió algo difícil y decidió renunciar a las relaciones, no lo sé. Nunca le pregunté. 

Salimos juntas por primera vez en mucho tiempo, como era su último año, teníamos un horario similar ahora que estabamos en finales de curso. 

Mar me esperaba cada examen y salíamos a caminar mientras él estaba en horario de almuerzo. Hablábamos menos de lo común y llegamos a tener una cuantas discusiones, cosa que nunca hasta ese momento.

Quise preguntarle si algo estaba mal, varias veces, pero siempre llegaba a la misma conclusión. Era mi culpa por haberlo usado de "clavito".

Así que, por la necesidad de tenerlo cerca, me conformaba con la rara relación que teníamos en ese momento. 

A veces se iba más rápido de lo común, como si no resistiera estar conmigo, en otras ocasiones, cuando Javier aparecía frente a nosotros, se despedía antes de que yo tuviera la oportunidad de exagerar fingiendo que teníamos algo. 

Estaba en su derecho de no exponerse, pero empecé a molestarme. ¿Por qué tenía que ser tan cuidadoso? ¿Que tan malo era "exponerse" a enamorarse de mi? 

Ah sí, cierto.

Mi obsesión con mi ex. 

Me molestaba que él también pensará que aún estaba obsesionada con Javier, pero al mismo tiempo lo entendía, porque siempre que estábamos juntos, mi comportamiento indicaba que aún lo quería. 

Mi error fue no ser muy precisa, ni completamente capaz de expresar cómo me sentía. 

Y se abrió espacio para una serie de malentendidos.

No puedo echarle la culpa, él siguió siendo mi amigo, aunque estuviera raro, y nunca me hizo "pagar" por mis acciones, tampoco exagero acerca de ello, fuimos mi consciencia intensa y yo que lo sacamos a relucir en varias ocasiones. 

Hubo un día en particular, que marcó la diferencia.

Mis padres se habían encaprichado con Martín, y me daba la impresión de que querían emparejarlo con Kendra. 

No me gustaba mucho la idea, aunque no podía decir por qué exactamente. Él era un buen chico, y podía hacer muy feliz a mi hermana, ¿Celos de amigos quizás? Sí, eso. Tenía miedo de que mi amistad con él cambiara, si se metía en una relación con mi hermana... eso creo. 

El asunto es, que era habitual ver a mi mejor amigo patruyando por mi casa, comiendo y compartiendo con todos nosotros, mamá amaba su sentido del humor y ya parecían más ellos amigos que el mismo Mar y yo. 

Pero nunca me descuidó, incluso empezó a hacerse amigo de Kendra, sin dejar de ser mi mejor amigo, aprecié mucho eso de él. 

A veces salíamos los tres en vez de solo Mar y yo, no es que me molestará, amaba a mi hermana, y Mar buscaba la forma de involucrarnos a ambas en cada conversación, pero empecé a sentirme frustrada, porque la magia de nuestra amistad estaba siendo expandida. 

Me sentí ridículamente celosa de que Mar compartiera su calidez con los demás. Aunque yo no tenía derecho de sentirme así, ni era quien para detener su luz.  

No tenía problemas cuando compartía con sus amigos, el problema era cuando lo veía con otra chica, incluída mi hermana. 

Me convencí de que me sentía amenazada porque podían robarme su amistad, pero debió haber sido una señal para mí, me hubiera evitado mucho...

Esa tarde, Mar había ido a cenar luego de su horario de trabajo a mi casa, mis padres hicieron pasta, aunque ese dato es irrelevante. 

Mi hermana y él se excusaron y se fueron a la parte de afuera a conversar.

Era un hecho, me sentía muy celosa de la relación que ahora mi hermana y él tenían.

Me enfurruñé en mi silla mientras terminaba mis tallarines. No quería hacer un escándalo y meterme en la conversación, claramente era algo entre ellos, sino, me hubiesen invitado.

Para cuando terminé de cenar, ya estaba irracionalmente enojada con Mar. 

Así que hice lo más maduro que pude haber hecho, a mis 17 añitos de edad. 

Exacto, salir e interrumpir su conversación.

Pero no esperaba, que al salir, la última frase que saliera de sus labios fuera esa.

—Me molesta y no puedo evitarlo, han pasado años, sin embargo ella sigue enamorada de él. 

"Enamorada no es igual a obsesionada, Isla, no sobreactues, además no sabes si hablan de ti". Me dije y me quedé callada a esperar a que siguieran hablando, antes de que pudieran notar mi presencia. 

—Mi hermana es sensible, aunque parezca indiferente por fuera. Le cuesta tomarle cariño a la gente, pero una vez lo hace, es difícil que se desprenda.

—¿Pero no te resulta extraño? Que después de tanto tiempo ella...

—¿Qué? —lo interrumpí, ambos me miraron como si los hubiera descubierto haciendo algo malo— ¿Esté obsesionada después de todo? Adelante, eres la única persona que falta por decirlo. 

—Isla no... 

Solté una carcajada seca.

—¿Eso es lo que piensas de mí, Martín?

—Ara, no sobreactues.

—¡Cállate, Kendra, me importa un comino tu opinión! —nunca le había gritado a mi hermana, y reparé en mi error cuando ella me miró dolida y entró de nuevo a la casa. 

—Isla...

Bufé.

—¿Ahora no hablas? Tenías mucho que decir ¿No? Adelante, di lo que piensas de mí, ¿Que soy una estúpida por aún pensar en él después de todo?

—No deberíamos hablar en este momento, estás muy enojada...

—Ahora no quieres hablar conmigo, repite lo que le dijiste a mi hermana de mi, quiero escucharte. 

Una pequeña llovizna empezó a caer de la nada, me hizo sentir más frustrada y enojada, porque las gotitas pegaban demasiado fuerte en mi piel, demasiado frías, demasiado irritantes. 

—Está empezado a llover, debería irme...

—No te vas a mover de aquí hasta que me digas en mi cara lo que piensas de mí.

La lluvia empezó a tomar más fuerza y para escucharnos llegamos al punto de tener que gritarnos.

—¡Pienso que eres una idiota por quedarte en medio del mundo mientras llueve!

—¡Me importa un rábano la lluvia! ¡Contesta!

No contestó, se abalanzó sobre mí y me abrazó. Sentí su cuerpo pegado al mío y estaba tan enojada que quise resistirme, pero el impacto de su calidez en contraste con la frialdad de la lluvia me gustó mucho. Su aroma, su piel mojada, y sus labios a poca distancia de los míos, no sabía que quería besarlos tanto hasta que los vi tan cerca. 

Me sentí mareada y confundida, así que lo aparté. Él apretó su mandíbula y una mueca triste tipo su rostro. 

—Entra a casa. 

—¿Crees que puedes fingir ser mi amigo y luego hablar de mi a mis espaldas? Diciendo exactamente lo mismo que he escuchado a los demás decirme tantas veces, las otras personas no importan, pero tú ¿Sabes lo mucho que me dueles?

—¿Escuchaste toda la conversación para juzgarme así Isla? No puedes sacar esas conclusiones, no estuviste presente, no sabes nada. 

—¡Entonces habla! Hablas demasiado pero lo que tienes que decir nunca lo dices.

—¿A qué te refieres con eso? Estás siendo ofensiva.

—¿Entonces que se supone que haga? Acabo de escuchar a mi mejor amigo hablando sobre mi con mi hermana ¿Como quieres que me sienta? 

No tardé en empezar a llorar, no sabía que podía dolerme tanto la opinión que alguien tuviera sobre mí, están acostumbrada a que las amistades no me duraran, nunca había albergado la esperanza de descubrir todas las emociones positivas que se podían experimentar en una amistad, porque ya daba por sentado que si alguien llegaba a mi vida, no tardaría en irse. 

Él no se había ido, pero ahora se comportaba así y todos mis miedos e inseguridades salieron a relucir. 

No sabía si estaba siendo racional o me estaba dejando llevar de mis propios prejuicios. 

No sabía que estaba tan rota ni que me importaba tanto su amistad hasta ese momento. Pero tampoco tenía la fuerza de verlo como alguien negativo. 

Mar me abrazó una vez más y desplazando sus labios a mi frente, me besó allí. 

—No así, no puedo decirte cómo debes sentirte, pero tampoco debes sentirte así.

—Te odio —refunfuñé contra su pecho.

—Isla, por favor, no pienso mal de ti, eres... eres mi mejor amiga —dijo y se apartó con una mueca—. Lo que hablaba con tu hermana, no puedo decírtelo, porque es muy personal. Pero debes saber que no era malo, lo único malo que le dije, es que me frustraba que aún sintieras cosas por Javier, eso fue todo. 

—¿Por qué no puedes decirme, qué estás ocultando?

—Sería muy egoísta de mi parte si te lo dijera.

—Déjame decidir eso a mí —le grité y empujé su pecho.

—Isla detente, no estás siendo racional ahora.

—Nunca soy racional, soy una adolescente.

—No te escudes en eso, tu edad no es una justificación. 

—¡Te odio! —volví a gritar mientras seguía empujándolo.

—¡Y tú me gustas!

Me quedé de piedra cuando esas palabras salieron de sus labios. Su expresión cambió y su respiración también. 

—Y si yo fuera Javier, te juro que jamás hubieses derramado una sola lágrima por mí. Porque hubiera atesorado cada parte de tu corazón, te hubiera hecho saber lo valiosos que son tus sentimientos. Me hubiera sentido la persona más dichosa del mundo, por poder compartir cada momento contigo. Sí, me enferma que pienses en él cada minuto, pero no soy quién para decirte que lo superes. Tengo que verte torturada diario y me duele. Pero no puedo hacer nada, porque aún si lo intentara, aún si accediera a hacerme pasar por tu novio para causarle celos, él no soy yo. No importa lo que haga, no seré Javier y no me merezco ser el remplazo de nadie —gruñó y se dio la vuelta. No me dejó contestarle, aunque igual yo no hubiera sabido qué decirle.



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top