18 | E L I S E
Me sentía extrañamente tranquila, en comparación de cómo me hubiera sentido en cualquier otra ocasión. Todos me miraban y al chico a mi lado, pero no me molestaba.
Thomas negó con su cabeza cuando nos miró y creí que no me dirigiría la palabra después de lo que había pasado en el Rosings, pero una vez que entré al aula de química y me senté a su costado, fue él el primero en hablar.
Mi intención había sido abordarlo y pedir disculpas, pero al parecer él sabía exactamente lo que planeaba hacer.
—Elise, te advertí que te alejarás de Lance, inclusive tú hermano. ¿Qué planeas? —susurró.
Entorné los ojos y procese sus palabras.
—No es tan malo como parece.
— ¿Qué te dijo para convencerte de lo contrario? —el profesor ingresó al aula y se abstuvo de seguir bombardeandome de acusaciones, al menos por lo que restó de la hora, cuando salimos del aula me alcanzó cuando huía a mitad del pasillo y me detuvo, haciéndome quedar frente a él.
— ¿Qué fue lo que te dijo?
—La verdad, admitió todo. No me mintió, fue exactamente lo que dijiste —respondí exasperada.
La gente nos miraba y seguia con su camino, no tenían tiempo que perder escuchando a un par de chicos discutir, pero si lo tenían para murmurar a nuestras espaldas cuando alguien que no les agradaba pasaba delante de ellos.
— ¿Y aún sigues de su lado? —chasqueo — ¿Por qué?
—Todos tienen derecho a una segunda oportunidad —me encogí de hombros, no tenía una excusa mejor, simplemente Lance no me parecía tan fatal como todos pintaban. Era simplemente un chico.
Aunque también estaba el hecho de que comprendía exactamente lo que se sentía estar en su posición. Ya lo había estado. De eso huía precisamente.
Tom se rió sin gracia y se sostuvo de los casilleros a su costado.
— ¿Sabías que abusó de Rachel? —soltó, mirándome expectante.
— ¿De qué hablas? —pregunté conmocionada. No era verdad.
—Todos lo saben, pero nadie habla directamente sobre ello —quería convencerme de que era mentira, por qué eso era, ¿cierto? —Parece que eso no te lo dijo.
—No, eso no lo dijo.
Esa nueva revelación cambiaba toda la perspectiva.
En el receso, después de la cuarta clase, me dirigí apresurada hacia la cafetería, pero Lance no se encontraba dentro, bufé y me gire hacia las puertas que daban al patio, cruce las mesas hasta ellas y las empuje haciendo trastabillar a un par de chicas que las empujaban hacia dentro, no me disculpe. No tenía tiempo.
Ese día no tenía clases con Lance sino hasta la última hora y no podía esperar a pedir explicaciones hasta entonces, ni siquiera iba a poder reclamar nada con el profesor presente. Por lo que me auto impuse arrastrar mis pies hasta encontrarlo y lo hice.
Estaba sentado leyendo un libro viejo y desgastado de cubierta azul en la ultima mesa, debajo del único árbol del patio. Estaba solo, por lo que aproveche y caminé hasta él decidida.
Me miró antes de que llegara y levantó su mano, pero entonces distinguí contrariedad en sus ojos, debía de verme furiosa. Por que de hecho, lo estaba.
—Lo sabes ya, ¿no? —preguntó, cerrando el libro de a una.
— ¿Es verdad lo que dicen? —contradije.
Lance me miró, se quedó callado y simplemente me contempló hasta después de un minuto en que abrió su boca y preguntó ligeramente. — ¿Tú que crees?
— ¿Qué quieres que crea? Es estúpido, apenas te conozco —mi voz tembló y me regañe por eso.
—Vamos, eres una chica lista —respondió. —Sé bien que sabes la respuesta.
—No es un juego, Lance.
—Claro que no lo es —replicó —. No es para nada un maldito juego.
Le mire, del mismo modo en que él lo había hecho y examine sus bellos ojos esmeralda. Solté el aire y miré a nuestro alrededor, todos los que se encontraban cerca nos observaban, rodé los ojos y me enfoque en encontrar a Rachel, quien convenientemente salía de la cafetería acompañada de un chica bajita. Vestía una mini falta roja y una blusa de tirantes blanca, un conjunto que en versión, resultaba ridículo. Estábamos al menos a unos quince grados, cualquiera con dos dedos en la frente se pensaría mejor el atuendo. No quería criticarla, pero con todo el abrumador debatimiento mental, me era imposible no maldecir por cada cosa.
—Pruébalo —decidí —. Prueba que eres inocente.
—Para eso tendrías que conocerme, lo cual no haces. ¿Qué hará que me creas si te niego lo que crees que hice en un par de semanas? Igual seguirías sin confiar en mí.
Tenía razón, estaba usando mi acusación en mi contra.
—Increíblemente confío en ti —solté, para sorpresa de ambos —. No preguntes por qué, sólo lo hago. Cualquier cosa que digas la creería, inclusive si fuera mentira. Estoy de tu lado.
— ¿Por qué? —sus ojos brillaron y los míos amenazaban por estallar en lágrimas.
— ¿No puedes confiar en mí y ya? —reí nerviosa. Lance ladeó una sonrisa triste y asintió.
—Tengo una idea —alzó sus cejas.
Lance era un imán de problemas, él lo sabía, yo lo sabía. Pero aun así quería saber que tenía planeado. Aún así quería seguir compartiendo de esa electricidad que aparecía únicamente cuando se encontraba cerca, era totalmente loco e incierto, pero no podía escapar de ello.
Al parecer a la gente le gustaba hablar de otras personas, les encantaba compartir diferentes versiones de los hechos, vendían una mentira por otra y de esa forma los rumores se esparcian más rápido que el fuego. Todos murmuraban, ahora sobre mí, podía escucharlos pronunciar mi nombre detrás de sus manos ahuecadas sobre sus bocas, como si de ese modo pudieran ocultarse de los reflectores.
Cómo cualquier persona molesta, aventé los libros sin cuidado sobre mi lugar, me desquité con el cierre de mi mochila abriéndolo violentamente y saqué mi lapicera de la misma forma salpicando mi lugar con lápices de colores y plumas. Sabía que estaba llamando la atención de mis compañeros, pero me importaba poco lo que pensarán.
Soy tan infantil, me reproché y entonces recobre la cordura.
Ahora no podía cerrar el zipper de mi mochila, lo había roto.
— ¿Escuchaste que Rachel va a hablar con el director? —susurró una chica detrás mío.
—Esa chica me tiene sin cuidado, lo que haga o no con su vida no me interesa —rechistó otra, totalmente desinteresada.
Dejé mi labor de lloriquear por mi mochila y presté atención, justo como la abuela hacía cuando creía que nadie se daba cuenta de que en realidad no era sorda.
—Pero escucha esto, va a decirle que Lance la violó —chilló alterada y mi pequeño puño amenazador comenzó a formarse automáticamente — ¡Al parecer realmente lo hizo! No creo que Rachel arme tanto alboroto por algo que sea mentira.
Thomas había dicho que Lance la había violado, la chica detrás mío decía que Lance lo había hecho. Sabía que no debía de creer en ellos, no hasta que Lance demostrará que era de fiar. Sabía que arriesgaba mucho, pero quería tirarme por el acantilado está vez, quería demostrar a los demás lo equivocados que estaban, estaba casi convencida de que era inocente, pero no podía ir por ahí dando traspiés. Esperaría a que él me convenciera.
Tamborilee el lápiz una y otra vez, después lo mordí.
—Para mí, Rachel es una perra —zanjó la chica morena de detrás —. Yo que tú no creía en nada de lo que sale de esa boca de veneno suya.
Me giré y le dedique una leve sonrisa, ella mi vió y me guiñó un ojo.
Al menos no era la única en este lugar que se dejaba llevar por rumores.
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