10 | E L I S E
Cuando giro a ver si Ray sigue dentro del aula, lo encuentro colgando su mochila y marchándose como si nada, guardo las cosas sin orden dentro del bolso y le sigo a tropezones entre el lío de estudiantes que se ha formado en el corredor.
—¡Ray! —se gira al oír mi gritito y cuando me localiza reduce el paso, le alcanzo y cuando llego a su lado le pego un buen golpe en el brazo—¿Pensabas deshacerte de mí?
—Creí que ya había quedado claro con lo de esta mañana—se burla y giro los ojos. Ni quién le quiera—¿Qué te toca?
—Álgebra —ambos caminamos agotados de pronto por la pesadez que nos ha invadido tan solo escuchar la asignatura.
Noto como Ray saluda a cuánta persona se cruza por el camino y alzo una de mis cejas, ¿cuándo se convirtió en el chico social?
Seguramente el basquetbol lo ha alineado a ser parte de los populares.
Pero, si se lleva tan bien con todos a su alrededor, ¿cómo es que odia a Lance?
No debería darle tantas vueltas, pero sé que si pregunto iniciaría una guerra entre nosotros.
Mando al demonio las advertencias y abro la boca.
—¿Qué pasó hace rato? —me mira distraído, al parecer acabo de romper uno de sus pensamientos.
—¿A qué te refieres? —niega y me mira, ya hemos llegado a la que parece ser la clase y eso le da chance de escapar, por lo que soy rápida.
—Con ese chico, ¿Lance? —su expresión cambia radicalmente a una de furia, incluso aprieta las correas de la mochila.
—Nada —necesitaría ser una tonta como para creer eso, pongo mis manos en las caderas y bufa—. Nada Elise.
—¿Ah enserio? —le pregunto irónica—. Porque podría apostar a que has sido tú quién le ha dejado amoratado el rostro.
Achica sus ojos y desvía la mirada.
—Hablamos más tarde —no me da tiempo ni de reaccionar pues en un pestañeo ya se encuentra caminando en otra dirección, alejándose de mis preguntas.
Confundida entro al aula y cuando recibo miradas curiosas, suspiro. Aquí vamos otra vez.
Llega un momento en que la voz del profesor disminuye su intensidad en mi cabeza y es reemplazada por mis propias teorías, pero ninguna es suficientemente convincente.
Quiero saber qué le ha afectado tanto a Ray, por qué lloraba la otra noche, qué lo orilla a golpear personas y por un momento me pierdo en otro nuevo pensamiento.
¿Por qué a cada lado al que voy está él ahí?
Sé que no debería de acercarme, que no debería de indagar más de lo que Ray me pueda contar, pero no será hasta que tenga respuestas que podré acallar a mi loca y revuelta cabeza.
En el receso, la cafetería está repleta, busco a Ray y cuando lo hallo, ya se encuentra levantando una mano en mi dirección, parece más relajado ahora que hace unas horas por lo que me tranquilizo, no quisiera armar pleitos con él ahora que estoy acá.
Su mesa está repleta, varios chicos me miran con una sonrisa en sus rostros y me pone incómoda tanta atención de su parte.
—¿Así que tú eres Elise Wesley, la hermana del capi? —pregunta uno, codeándose con otro—. Hola linda, me llamo Brent.
Le saludo, a él y a todos los presentes en la mesa, me doy cuenta de que Thomas McDowell, el tercer lugar de la escuela, está sentado justo a mi derecha y le sonrío cuando él lo hace.
—¿Cómo te va en tu primer día? —inquiere gentil y me sonrojo, el chico es lindo. Y tiene una sonrisa y unos ojos que... Ah.
—No me quejo, todos han sido muy amables.
—Sobre todo Brent —se ríe, miro hacia el chico que intenta llamar mi atención con su comparación de músculos y sonrío asintiendo—. Discúlpalo, siempre la hace de idiota cuando ve a chicas lindas.
Intento no darle muchas vueltas a su último comentario, enserio que sí. ¡Pero oye! Con esos ojazos quién no estaría en mi lugar.
Una chica bajita y con rostro angelical pasa a nuestro costado y todos en la mesa se quedan mudos de pronto, inclusive Brent y Harris que no dejaban de reír a carcajadas por algo. Todos giran sus rostros hacia Ray y atando cabos me doy cuenta de algo sospechoso, él baja la cabeza y les ignora, pero yo no puedo dejar pasar por alto su desánimo.
—¿Quién era ella? —le susurro a Tom.
Él me mira sorprendido y responde.
—Rachel Stevens.
—La novia de Ray —decimos a la par—. O ex —me corrige.
—¿Qué pasó? —susurró interesada, volteando a ver a mi hermano a la misma velocidad para ver si nos está prestando atención o no, pero él se encuentra en el otro extremo de la mesa, por lo que me permito cotillear sobre el asunto. Miro a la chica, pero ella ya ha retomado su camino después de haber girado hacia acá. No me ha dado ni tiempo de reconocerla de las fotos que postea Ray de vez en cuando en sus redes.
—Tuvieron una discusión hace unos días, el día de la fiesta por tu bienvenida —aclara. Ah sí, la estúpida fiesta que me dejó varada bajo lluvia, sí, sí la recuerdo—. Y todo acabó mal.
—¿Tiene algo que ver Lance entre todo esto? —preguntó al azar, pues su nombre y toda la situación en general ha rondado mi cabeza durante todo el día, Thomas me mira sorprendido, soy astuta chico, sé contar dos más dos, gracias.
—Sí —responde, pero por alguna razón hubiera deseado estar equivocada.
Le busco con la mirada, incómoda de pronto y le veo ingresar a la cafetería, me quedo un momento en silencio y escucho como Brent y al que creo que se presentó como Fred insultarle, frunzo el ceño.
—Es él, ¿no? —me hago la tonta.
Thomas le mira de reojo y asiente.
—Es él.
—Es guapo —admito, rompiendo la tensión.
Menos mal Ray no me escuchó, me hubiera armado otra bronca, pero Thomas sí me ha oído, él se gira y me niega con la cabeza. Me encojo de hombros con una sonrisita que trato de borrar enseguida.
Cuando creo entender que sé toda la historia, me doy cuenta de que en realidad me encuentro más en blanco que nada.
Primer día y ya hay más dramas en Lonbourgh de los que creí tener en Georgetown.
Esta estadía será más larga de lo que creí. Larga e interesante, al parecer.
Continúo observando a Lance y de pronto él alza la mirada hacia mí, frunce el entrecejo y después parece relajarse.
¿Por qué un chico cómo él parece estar metido en tantos problemas? No lo entiendo.
Si es verdad que las apariencias engañan, pero, bueno, no lo sé.
Desvío la vista hacia mi plato al darme cuenta de que me le he quedado mirando más tiempo del que debería y sin despiste alguno, además. Vuelvo a retomar la conversación con Thomas acerca del menú semanal y otros temas triviales, hasta que durante la charla se nos unen un par de chicas, pero ellas luego de saludarme brevemente vuelven a retomar una vieja conversación con mi hermano y el chico de rulos castaños que se había presentado anteriormente como Harris.
Cuando llega el momento de regresar a clases me despido de los chicos y rápidamente también de las chicas y emprendo camino junto a Ray y su amigo Thomas.
Luego de entrar al aula de la clase que sigue, la secretaria que me atendió por la mañana nos pide a Ray, al chico desgarbado que me ha mojado está mañana con su motocicleta y a mí, que salgamos de clase por órdenes del director, a lo que la profesora de la quinta hora acepta sin poner reproches.
Recojo mis cosas y Tom alza una mano, despidiéndose, sigo a ambos chicos hasta la salida sin saber exactamente lo que he hecho para que me llamen fuera.
—Jack Connor, Elise —nos señala la secretaria, yo asiento—. Su compañera Natalia, les mostrará nuestra institución, espero que sepan apreciar su tiempo pues se ha ofrecido en el lugar de sus compañeros para no restarles horas de sus clases.
Dejo salir el aire, bueno, no era algo malo después de todo.
Aunque tampoco es que hubiera hecho nada, ahora que lo pienso.
—Usted señor Wesley, sígame, el director quiere verlos.
No paso por alto el plural.
Ray sigue malhumorado a la secretaria en camino hacia la dirección, yo mientras tanto tomo nota para preguntarle más tarde sobre esto.
Poco rato después aparece la chica por el mismo pasillo por el cual se ha alejado mi hermano, la miro brevemente, tiene un hermoso cabello castaño sedoso y ondulado que cae hasta por debajo de sus hombros, ella nos sonríe y siento que tengo delante de mí a una versión de La Bella moderna. Me agrada su estilo.
—Hola chicos, yo soy Natalia —nos saluda la chica nuevamente con su voz tranquila, le admiro que no se deje intimidar por las sonrisitas que Jake se encuentra dedicándole desvergonzadamente. El chico está que se la quiere comer con los ojos. ¿Debería irme o qué?
No, mejor la protejo del lobo feroz.
—Síganme —nos hace una seña y obviamente Jake se me adelanta, rozándole los talones.
—El primer piso está compuesto de dos alas, la norte y la noreste, ambas están ubicadas con números en sus respectivos edificios. También han instalado nuevas aulas en el área sur, pero esas son para los cursos inferiores.
Natalia nos dirige luego de una breve inspección por la biblioteca, la librería, la preciosa sala de música y algunas cuantas aulas más hacia la salida.
—¿A dónde nos llevas, bella? ¿Nos vamos a fugar? —inquiere Jake, haciéndose el inocente.
Natalia se gira y nos sonríe, aunque se le nota irritada trata de manejarlo con buena actitud.
—No, les llevo hacia el gimnasio, probablemente no necesiten ir, a menos que quieran asistir a los juegos de básquetbol o que quieran unirse a algún equipo representativo —se encoge de hombros, señalándonos el sitio —. Cruzando del otro lado del estacionamiento se encuentran las canchas de americano —nos mira consecutivamente a mí y luego a Jake.
—No, bella —niega él, señalándose a sí mismo—. No estoy hecho para los deportes de alto rendimiento. Al menos no para todos —guiña.
Agh.
Aunque me sorprende saber que tenemos algo en común.
—Yo tampoco soy muy deportista —coincido.
Natalia se encoge de hombros.
—Igual debía mostrárselos, bueno creo que eso es todo, ¿tienen alguna duda?
—Yo.
Alza su mano Jake y a penas lo hace, sé que va a salir con alguna tontería.
—¿Si?
—¿Me darías tú número?
Acerté.
—Acerca del recorrido —la aclara la chica.
—No, creo que ya me puedo ubicar ahora —le sonrío yo, cortándole el rollo al fuckboy.
—Tengo otra —insiste Jake y sin dejarla responder le suelta—: ¿Qué probabilidad hay de que... —se lo piensa mejor— te líes conmigo detrás de ése gimnasio sin que alguien se dé cuenta?
No puedo evitar rodar los ojos, sin embargo, miro a Natalia, quien ya no parece sorprendida ni admirada.
—Un cien por ciento.
Me río internamente.
Espera, ¿qué?
Jake le mira prepotente.
—Genial. ¿Vamos andando?
—¿De qué hablas? —le sonríe ahora la chica.
—Dijiste que cien por ciento —le recuerda Jake, frunciendo el entrecejo confundido. Él está confundido, yo estoy confundida.
—Sí. Me preguntaste por una probabilidad y ahora mismo, hay un cien por ciento de probabilidades de que alguien se dé cuenta de si vamos a liarnos, porque te olvidas de ella —me señala.
—La rubia no cuenta.
—Vaya, gracias.
—Sin ofender.
—No, claro que no —le respondo irónica.
—Yo creo que sí cuenta. Olvídalo, Jake. Eso no va a pasar, lo siento.
Se disculpa ella y raramente, suena sincera.
—Bueno... —se encoje él, desinteresado, como si no la hubiera estado molestando durante todo este rato—no importa. Se intentó.
Suelto una carcajada, fuckboy caído.
Jake cero, Natalia uno. Hagan sus apuestas.
Ray sale de dirección y me despido de ambos, corriendo hacia mi hermano antes de que se le ocurra abandonarme como en la mañana.
—¡Ey! ¿Ya nos vamos?
—Sí, sube.
—¿Para qué te llamaron a la dirección?
Ray se encoge de hombros.
—Por nada.
—¿Por nada?
—Sí, nada importante. Cosas del equipo.
Asiento, no del todo convencida.
Miro hacia la dirección en la que se han quedado Natalia y Jake, y alcanzo a ver a Lance bajando por los escalones de la salida, Jake intenta chocar sus puños y él le niega, dándole la espalda y a mí, para dirigirse hacia el otro lado del estacionamiento, donde supongo, se encuentra su coche.
No es una coincidencia que ambos salieran casi al mismo tiempo de la oficina del director.
Estos dos realmente se traen algo y la confirmación de ello me la ha dado Thomas durante el receso. Solo hay una manera de saber con detalles lo que ha ocurrido y será preguntándole a Tom primero.
Tan solo espero que Thomas lo sepa, sino no quedará de otra más que quedarme con la duda hasta que Ray decida contármelo y eso será hasta dentro de unos diez años, si no es que saco mis deducciones antes.
O la opción b, que sería preguntarle directamente a Lance Mckeen.
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