Nanuk Errante
13:45 P.M, en algún punto cerca de Ruggs Brook, isla de Nueva Escocia...
Su búnker privado se encontraba en la parte más profunda y aislada del territorio, en un pequeño valle circundado por colinas rocosas plagadas por altos y delgados pinares, abajo había más hierba y arbustos sueltos salpicado ahí y allá, una vista de esplendor en primavera, pero ahora... Todo estaba calmo.
Excepto él.
La manera inteligente de construir el búnker se deslizaba a la perfección con el entorno, porque estaba justo al pie de una de las colinas, casi como una cueva, tenía además un panel de vidrio reforzado con fibra de carbono a prueba de balas que hacía de ventana, en la que podía ver todo el valle, y un deslizador automático que cubría el vidrio con una malla de arbustos sintéticos como camuflaje.
Ahora, él prefería la vista deslumbrante del paisaje quieto frente a sus ojos, de este lado del búnker las paredes eran grises, talladas en piedras de las montañas, la luz era suficiente para albergar algunas enredaderas en ellas, en el sitio donde escurría un poco del agua de las lluvias y nevadas.
Le había costado construir este búnker, pero el resultado era magnífico, era su centro de comando preferido y el sitio para tratar asuntos delicados del clan. Era por eso que estaba esperando aquí, solo y tranquilo, la paciencia era virtud de los grandes hombres de la historia.
Pronto, el silencio fue cortado de golpe con el código electrónico de acceso a su sitio privado, la puerta metálica se deslizó hacia un costado como un cuchillo afilado en un pedazo de seda, dos hombres entraron entre gruñidos y amenazas. A uno de ellos lo saludó colocando un puño cerca de su hombro derecho e inclinando un poco su cuerpo adelante cuando giró para verlo, al otro... Solo lo analizó bien.
Su rostro era afilado, de huesos duros empujando contra una piel cremosa que se volvía más rosada hacia los afilados pómulos, unas cuantas pecas en la nariz, el oso macho tenía una altura considerable pero se notaba que había perdido peso.
Osos tontos, ¿por qué arriesgar la vida en los grandes viajes? Aún no lo comprendía.
Pero ahora eso ya no importaba mucho, lo que tenía frente a él era un buen material para usar, con el entrenamiento suficiente se convertiría en un ejemplar de bien, para él.
Con una mirada hacia *Mauja, el gran macho negro de ojos marrón un tono más claro, dio un paso atrás para liberar presión del otro hombre pelirrojo, Mauja encontró sus ojos por un instante, él sabía todo sobre la captura y aguardaba instrucciones. El Nanuk de estas tierras levantó el mentón y asintió con un breve gesto hacia su hombre de confianza, luego se concentró en el oso que capturaron.
Tenía fuerza, de eso no había duda, pero también nervios que se desbordaban con las gotas de sudor bajando por su sien, se veía joven, debía estar a la mitad de su segunda década.
-Dime tu nombre de clan -pidió, asegurando su tono a un nivel que no fuera interpretado como amenaza.
El Nanuk era poderoso y brutal, pero eso no le bastaba, ni siquiera teniendo el apoyo de Mauja, podría alcanzar para repeler un ataque de un oso polar acorralado. No era tan tonto como para usar solo la fuerza bruta, el camino hacia el poder requería de estrategia.
-Tu nombre de clan, por favor.
Contra la pared, Mauja se cruzó de brazos.
-Escucha, hijo, estás a salvo con nosotros. -El Nanuk lo rodeó para quedar frente al joven-. Necesito saber tu nombre.
Necesitaba quebrarlo. Pero primero debía mostrar formalidad, este juego era simple, como la cacería.
-¿Dónde estoy?
-En las tierras del norte.
Muy lejos de casa.
-N-no puede ser, y-yo... -Tragó saliva-. Tiene que ser un error, y-yo debo estar en...
-¿Groenlandia?
Por primera vez conectó con sus ojos grises. Bien, estaba progresando bien, en tanto no se volvieran oscuros...
-S-sí.
-Te encontramos flotando en nuestras aguas territoriales, eras la presa de una lancha de cazadores, esos malvivientes -escupió con un gruñido-. Los ahuyentamos y te rescatamos.
-¿Donde?
-En el límite con las aguas de Icy Soul.
Las palabras le sentaron al joven como un golpe que lo sacudió, inteligente además. Sí, tenía valor, tenía un futuro dentro de sus filas.
-No, eso no es verdad, Nilak...
-Me apena mucho ver cosas así, créeme -dijo el Nanuk, poniendo una mano sobre su hombro, su tono de voz decepcionado-. Pero la razón por la que este clan existe, es porque hablo con la verdad. -La fuerza del oso polar frente a él estaba luchando, las venas sobresaliendo, las manos moviéndose inquietas, ya casi-. Los cazadores le pagan a Nilak para tener las aguas territoriales como su coto de caza.
-No...
-Sí, es difícil, horrible, tantos inocentes desaparecidos...
-¡No!
Ojos vidriosos, dientes apretados, la confianza hacia su Nanuk estaba a un hilo de romperse.
-Es la verdad, hijo. Nosotros nos encargamos de quitarle las presas a esos infelices y traerlas aquí a un verdadero clan.
El hombre frente a él sacudió la cabeza, el Nanuk creía que lo tenía listo, pero un parpadeo y el oso polar cuya lealtad estuvo toda su vida con Nilak, tomó el control y se acercó para verlo a través de sus ojos.
-Me niego a creer eso. -Gruñó-. Mi Nanuk no hace eso.
El Nanuk del norte respiró hondo, viendo que por el lado bueno no obtendría ningún resultado con un cambiante vinculado, fue un error no haberlo sentido desde el principio, se habría ahorrado toda esta conversación, este oso tenía un lugar donde regresar, una pareja, y haría todo lo posible por volver con ella.
El Nanuk no dejaría que una fuerza tan valiosa como esta se le escapara de sus garras.
-Mauja.
Veloz, Mauja inyectó la dosis con una precisión tan efectiva que el otro hombre casi no pudo evitarlo, girando el extraño gruñó.
-¿Qué hizo? ¿Qué me han hecho?
El Nanuk del norte miró a Mauja, hizo un movimiento de distracción y el hombre negro volvió a inyectar la segunda dosis. El hombre pelirrojo se agarró la cabeza, hundiendo las manos en el cabello, su grito era una agonía casi muda, un sonido raspando, debilitado, no pudo hacer nada contra la tercera dosis inyectada en la base del cuello.
Cuando lo vio caer de rodillas a la alfombra negra con finos detalles de hojas grises bordadas, el Nanuk del norte se acercó, y con una voz paternal dijo:
-Este químico que corre por tu sangre ahora mismo, es un potente derivado del Amonium, su fórmula actúa a nivel neuronal y tiene la maravillosa capacidad para romper cualquier vínculo que esté drenando energía.
Un movimiento brusco lo tuvo frente a frente con un hombre consternado, el horro absoluto, la desesperación en sus ojos, ya lo había visto miles de veces. No tenía efecto, ya no tenía piedad en su corazón.
-No..., estoy vinculado, no...
Y entonces, el golpe de gracia, las paredes resonaron con su estridente grito cuando algo en su cabeza se rompió definitivamente. El Nanuk del norte compadecía a la pobre mujer del otro lado, perder a su pareja vincular podría llevarla a la locura, pero esto debía hacerse, era necesario y ya no mostraba arrepentimiento.
Este hombre que cayó de costado en la alfombra, gruñendo por un dolor agónico y lacerante, debía estar de su lado o morir. Porque no lo dejaría regresar con los suyos, era demasiado arriesgado.
Con otra silenciosa orden hacia Mauja, esperó hasta que el Amonium sirviera como anestesia para su cerebro golpeado. El hombre pelirrojo fue calmándose, lento, poco a poco.
-Eso es... -Murmuró, como si le estuviera hablando a un cachorro-. No es tan malo, ¿verdad?
Y es que este oso polar, estaba a punto de volver a nacer, como uno de los suyos. Cuando los párpados se levantaron para mostrar el gris brilloso por las lágrimas, supo que estaba listo. El Nanuk del norte se hizo un corte en la palma y luego cortó una delgada línea en el cuello del oso.
Se deslizó suave, casi sin dolor, generando un nuevo vínculo de sangre, uno más, el número dos mil seiscientos tres. Para Nilak y quien sea que fuera su pareja vincular este hombre estaba muerto, pero para él, era su nuevo cachorro, uno más para cuidar y cultivar hasta verlo convertido en su soldado leal, uno más para prepararlo para su ascenso a la cúspide.
-Bienvenido al norte, hijo. -El Nanuk tomó el dije de metal que lo identificaba con Icy Souls, una huella de oso polar con un copo de nieve tallado en el centro, y se lo quitó de un tirón-. Ya no necesitas esto.
El Nanuk del norte lo contuvo mientras esperaba que procesara todo, no era una bestia tan despiadada como para arrojarlo con los demás miembros del clan, un mundo desconocido para él, terminaría por torcer su voluntad de una forma agresiva. La confianza requería de contacto, de amabilidad y paciencia, así fue como le susurró que nadie más intentaría cazarlo y que estaba protegido, era libre en sus tierras, en su nuevo hogar.
-Me llamo Siku -murmuró luego de un largo tiempo-. Soy Siku.
Encontrando su mirada más firme, el Nanuk del norte le sonrió con aprobación.
-Bienvenido al norte, Siku.
*Mauja: se pronuncia Máuya.
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