Capítulo 41
Por un momento fugaz, Alexander se sintió confundido por la mujer que gruñía debajo de su cuerpo. Pero un solo vistazo más profundo le hizo fruncir el ceño y supo entonces que no estaba encima de Gala. Esta mujer no poseía calor suave ni alegría en sus ojos, tampoco esa determinación que fundía su sangre. No, esta mujer solo ira en su interior, la emoción ardía en la oscuridad de sus ojos como brasas calientes.
Su poder era el grito escalofriante en medio de la noche cerrada y era malditamente difícil resistirse a dejarla ir, rendirse a sus exigencias.
-Quieta -ordenó tratando de mantener sus manos sujetadas por encima de la cabeza-. No quiero lastimarte.
No lo decía porque sintiera una pizca de amabilidad hacia ella, si no había aprovechado la situación para quitarle la vida por todo lo que había hecho era porque tenía la misma sangre que Gala, era su viva imagen pero con un corazón negro. Era importante para Gala, y él no haría un movimiento de ese tipo a menos que ella así lo ordenara.
Era el esclavo de una osa polar y eso se sentía bien, muy bien, mejor de lo que había pensado en un principio, tan correcto como el oxígeno que respiraba. Se sentía más vivo de lo que jamás podría haber estado. La tentación de nadar en los recuerdos de Gala era una fuerza difícil de ignorar, pero Alexander no debía perder la concentración.
Shila era la clase de mujer que podía hacer mucho daño, llena de músculos lisos y fuertes, un cuerpo entrenado para pelear y un espíritu rabioso sumergido en las emociones sin control. Se veía como una niña a la que le habían quitado un juguete valioso, y sin saber como reaccionar de manera aceptable, canalizaba su frustración en un berrinche.
Excepto que este berrinche estaba tomando toda la fuerza de Alexander.
Y un segundo de atención perdido fue aprovechado al instante, Shila conectó su rodilla contra el costado con una fuerza que le hizo doblarse, luego empujó uno de los puños que él agarraba por la muñeca, empujó y empujó, levantándolo. Alexander no podía contra su fuerza, lo superaba y ella lo sabía bien.
Cuando intentó acomodar las rodillas para tratar de contrarrestar el empuje, Shila dio un golpe de rodilla en el estómago, tan poderoso fue que lo levantó en el aire unos centímetros. Perdiendo el aliento por el dolor, ella lo empujó lejos y se puso de pie.
Buscó el arma pero Gala ya la había hecho pedazos, ella le extendió una mano y lo ayudó a levantarse. Luego al verlo estable le hizo un ademán con la cabeza y se acercó a su gemela.
-Antes una pelea entre nosotras habría sido en vano -dijo Shila mientras recuperaba el aliento-. Ninguna habría resultado vencedora porque la fuerza en ambas era igual. Pero ahora... -Una pausa, una mirada a Gala de pies a cabeza-. Solo me he fortalecido en mi poder, tú solo lo has aniquilado.
Lanzó el primer golpe, como una cuchilla afilada atravesó el aire, Gala lo esquivo moviendo el cuerpo a la derecha, se agachó en el siguiente, pero la patada al hombro le hizo gritar. Alexander apretó los puños, filtrando el dolor a través del vínculo, sosteniendo la correa del león. Él estaba ahí para apoyarla, ella debía hacer esto por su cuenta.
Gala golpeó el estómago de Shila pero al acercarse demasiado la otra mujer rodeó su cabeza con los brazos y la empujó contra su pecho, comenzó a dar rodillazos en las costillas de Gala. Gruñendo, Gala enterró una garra en la pierna de Shila pero ella resistió el dolor, conectó otro rodillazo que la levantó en el aire y la hizo girar, caer de espaldas.
De inmediato se tiró encima de Gala y la golpeó una y otra vez, Gala se cubría el rostro con los brazos. Los puños de Alexander tenían un doloroso y molesto hormigueo de poder, pero él no podía dar un solo paso.
Este asunto era entre hermanas.
Aunque una de ellas no merecía piedad alguna dado que había asesinado a dos personas hace unos minutos...
-Teníamos que estar juntas -Shila sollozó-. Juntas. No puede tenerte, no puedes pertenecerle.
Gala agarró uno de sus puños, luego el otro.
-¿Por qué?
Jadeando, Shila lloró.
-Eres mía. -Tragó saliva-. Debemos compartir el poder, esta energía que grita en el interior.
La mirada de Gala reflejaba una concentración que ella solo la usaba en su trabajo de enfermera, pero ahora... Estaba buscando respuestas.
-¿Para qué?
La respiración de Shila se agitó, el sudor se mezclaba con la sangre en su rostro. Y entonces, detuvo un puño a mitad de camino, las miradas de ambas mujeres se encontraron en un choque que podría haber sacado chispas.
-Para que nadie nos haga daño otra vez -murmuró en un hilo frágil de voz.
Entonces con un movimiento rápido de torsión, Gala doblegó a Shila poniéndola de espalda contra el suelo mientras se escuchaban disparos afuera del Galpón, aprisionando el cuerpo de su gemela con las piernas. Su gruñido fue algo intenso que Alexander jamás había escuchado antes de ella, y era oh-tan-malditamente-poderoso que le daba ganas de acompañarla con su rugido.
-Yo me pertenezco a mi misma, y a él. -Sujetó a Shila del cuello con fuerza-. Pero entre nosotras -una pausa breve hasta que Gala la desarmó diciendo-. Solo el miedo es tú único dueño.
Luego hizo algo que Alexander no esperaba.
-Déjala inconsciente -pidió.
La orden fue un canto de sirena para el depredador hambriento de violencia y sobre excitado por el emparejamiento, Alexander rodeó a las mujeres, su mirada conectó con la oscuridad perversa en los ojos de Shila.
-Lo siento.
Le dio un golpe fuerte en la cabeza con el pie y la mujer tan idéntica a Gala y diferente a la vez, dejó de luchar. Viendo a su gemela inconsciente debajo de ella, Gala dejó caer la cabeza hacia abajo, agotada, tanto física como mentalmente. Los disparos terminaron en el exterior, pero eso no significaba exactamente algo bueno.
-Debemos irnos -dijo Alexander y tomó a Gala por los hombros, le dio un beso en la sien-. ¿Qué harás con ella?
Era una criminal, asesina de su propia raza. Tendría suerte si caía en un juicio, lo más sensato era cobrar su vida ahora mismo.
Pero el corazón de la enfermera no alojaba ese nivel de brutalidad, incluso con la fiebre tormentosa de su temperamento, ella conservaba compasión. Y por eso Alexander la adoraba por encima de todas las cosas.
-La entregaré -susurró, acunando la mejilla de Shila-. Debe pagar por lo que hizo.
Aunque eso le estaba rompiendo de nuevo su corazón.
Un corazón que podía sanar más rápido porque Alex estaba ahí para ella.
Gala se inclinó para besar la frente de su gemela, luego se puso de pie. Como una reina victoriosa, una reina que lloraba por dentro. Gala miró a Nilak muerto en la silla. Alexander quedó detrás de ella, casi sintiendo pena por el hombre. No sabía si era correcto sentirse así con la confesión de Shila aún dando vueltas en su mente.
¿En verdad abusó de ella?
-Por eso mi osa sentía tanta aversión hacia él -Gala dijo en voz baja-. Estaba tratando de advertirme sobre la maldad que él escondía bien.
Sintiéndolo detrás, Gala se apoyó contra su cuerpo.
No podía ronronear, no ahora.
-Nunca terminamos de conocer a las personas.
Alexander la abrazó.
-Dejó a un clan destruido por venganza, duele saber la clase de persona que lleva mi sangre.
Recargando la barbilla en su cabeza, Alex filtró el dolor, la angustia y la culpa, se adueñó de ellos y los acogió en su interior de manera instintiva. Fue como un ligero hundimiento en el pecho hasta que ya no lo sintió.
-Ella no volverá a lastimar a otra persona -habló en su mente.
Sintió algo cálido en el corazón, como si la salvaje energía de Gala lo hubiera besado.
-No lo hará.
Era una promesa. Y ella no rompía sus promesas.
Borrando sus lágrimas, Gala le pidió que tomara en brazos a Shila, ella salió primero para cubrirlos de ser necesario, pero el panorama fue distinto. Los osos de las patrullas estaban juntando los cuerpos inconscientes de los guardias armados cuando salieron del Galpón. Uno a uno, levantaron sus miradas en su dirección.
-Shila -murmuraron.
Uno de ellos se acercó, alto y de expresión triste, ojos azules y cabello rubio oscuro, corto y pegado al cráneo.
-¿Qué pasó ahí adentro? -Intentó tocar a Shila pero Gala lo evito con un gruñido de advertencia que el oso frente a ella supo tomar en serio.
-¿Sialuk?
Alzando la mirada y la voz, clara, nítida y con el poder que la hizo convertirse en el centro de atención, Gala habló:
-Esta es Shila, mi gemela, prisionera del clan Icy Souls, acusada de asesinar al Gran Nanuk del clan por venganza, liderar el ataque de rebeldes de hoy, captura de cambiantes y manipulación mediante drogas.
El oso polar palideció frente a ella.
-¿Qué dices?
-¿Nilak está muerto?
-Eso no puede ser.
Gala ignoró el tumulto de los demás hombres, solo se concentró en el que se había acercado y le hizo un gesto a Alex, él le entregó el cuerpo de Shila.
-Ve con ella al bote, tienes que mantenerla sedada hasta dejarla en confinamiento indefinido. -Una pausa, Gala deslizó los nudillos una última vez en la mejilla de su gemela-. Esta es mi palabra, mi compañero está de testigo, pero es ella quien debe aclarar las cosas.
El hombre se quedó estático, anclado a la tierra pero su mirada azul iba de Alex a Gala y a Shila en sus brazos y luego de regreso a Gala.
-Vete -ordenó-. Tú -detuvo a un joven-. Llama a un equipo de recuperación de cuerpos.
El joven echó a correr, probablemente al bote para llamar por radio. El otro dio media vuelta y caminó con Shila hasta perderse entre los árboles.
-Inmovilicen a estos hombres, también irán al confinamiento.
Las ordenes fueron obedecidas, con quejas casi silenciosas, sollozos y lágrimas.
Habían perdido a un líder después de todo.
Esto solo era la primer onda de choque que los sacudió a todos pero no era la única ni la última, el clan estaría en crisis a partir de ahora.
-Vamos -Alex le dijo, rodeando su espalda con un brazo, ella se apoyó contra él-. No tenemos nada más que hacer aquí.
-Quiero ir a casa -ella murmuró.
-Bien.
-A nuestra verdadera casa.
──────⊱◈◈◈⊰──────
Dos días después de los ataques y el asesinato de Nilak, el clan entró en guardia hasta que concluyera la investigación sobre Shila.
Los investigadores imparciales tuvieron exhaustivas entrevistas e interrogatorios con Alexander y Gala, para asegurar su inocencia respecto a la muerte del Gran Nanuk del clan. Sorprendentemente y en un giro que Alex clasificó como golpe de suerte, tenían a un miembro de alto rango en la llamada facción rebelde dispuesto a hablar.
Este hombre, llamado Mauja, fue traído desde Halifax por Malik y había soltado todo. Desde como Shila fue rescatada del mar la noche en que se tiró del puente por el mismo hombre que había matado a sangre fría, hasta la forma en que comenzaron a trabajar juntos para iniciar la facción.
Primero con seguidores ganados a base de lealtad y apoyo, luego... Con cambiantes capturados en aguas abiertas, de todos los clanes de osos polares, apartados de sus vínculos con la droga conocida en el bajo mercado como blanqueadora. Las víctimas eran manipuladas estando indefensas y dolidas por los vínculos rotos, aprovechando ese estado vulnerable los manipulaban para ponerlos en contra de sus propios clanes.
Así formaron un ejército de más de mil quinientos cambiantes, apropiándose al mismo tiempo de las tierras del norte de la península, expulsando a los demás tipos de cambiantes que allí vivían.
-Tenían motivos sólidos pero injustificables -había escuchado decir al detenido en la sala de interrogatorios del cuartel general de la policía de Halifax, después de haber concluido con su entrevista-. Ella quería condenar y matar al hombre que la había abusado desde niña, él quería ser el líder del clan más grande y fuerte del país. Podrían haberlo logrado por la forma correcta, pero eligieron este camino, estas acciones, de las cuales yo también soy culpable.
Alexander había visto el arrepentimiento en el rostro del hombre negro que le recordaba a Aidal, era real y profundo, su voz llena de amargura mientras confesaba, sentado en la silla de metal junto a la mesa del mismo material.
-Dijiste algo sobre sabotaje -había dicho el interrogador-. Habla sobre eso.
-Hice cuanto pude sin exponerme.
Liberando cambiantes condenados por mostrar insurgencia, o dicho de otra forma: querer regresar a casa.
Fue él quien dejó libre a Siku y a otros más.
-Pero no pude hacer nada con todos los que vendieron a un traficante de pelajes a cambio de la droga -había dicho, con los hombros encorvados, la cabeza baja y lágrimas de culpa y rabia en los ojos-. Fue el precio para construir el ejército.
Alexander no quiso escuchar más después de eso, con el estómago revuelto por las imágenes proyectadas en su mente, salió de la habitación contigua a la sala de interrogatorio y se encontró con Gala en el pasillo.
Ella lo rodeó de inmediato y hundió la mejilla en el pecho de Alexander. A pesar de la sonrisa pequeña que se formó en su rostro al verlo, llevaba pena en los ojos. Una pena que Alexander quería deshacer en su interior, pero con un vínculo sellado, Gala aprendió a detener al león cada vez que este quería llevarse sus emociones.
«Algunas cosas deben sentirse»
Y en parte estaba de acuerdo, pero el león irracional no. Él quería a su compañera contenta, complacida y a salvo.
-Mi hermana ahora estará en la lista de los diez criminales cambiantes más odiados de la raza -comentó de manera amarga y resignada-. Su imagen siempre estará unida a la mía.
-Pero no eres como ella -Alexander respondió, levantando su rostro con los dedos al tomar su barbilla-. Tú luchaste y te quedaste en la luz.
Sus mejillas se colorearon.
-Tú eres mi luz.
Había un león muy contento de poder tener su voz en su mente. Sabría que podía estar con ella en cualquier parte, incluso estando en puntos opuesto de la Casa Matriz de Gold Pride, siempre estarían conectados a ese nivel.
Ahora, Alexander tenía el plan furtivo de robarle un beso pero ella tuvo que girar hacia un costado cuando sintió a uno de los suyos doblar por un pasillo de conexión. Era una mujer que había visto un par de veces, aunque no recordaba bien su nombre. Ella tenía una mirada que habría apartado a cualquier pobre ser vivo que tuviese la mala suerte de ponerse en su camino.
Sus pisadas eran furiosas, el sonido de sus botas negras era un eco en el pasillo tranquilo, vestía un par de pantalones cargo color gris oscuro, un chaleco pequeño y ajustado del mismo material sobre una camiseta blanca.
¿Quién usaba eso en pleno invierno?
Y solo cuando se dio cuenta de que ellos no la esquivaban, levantó la mirada al frente.
-Yakone.
-Sialuk.
Gala fluyó hacia la mujer de rizos oscuros y Alex la dejó ir.
El abrazo fue breve pero significativo.
-¿Están bien?
Gala asintió con la cabeza.
-¿Por qué estás aquí?
La humanidad abandonó los ojos marrones de Yakone.
-Eria. Tuvo un accidente con su camioneta en West End, nada grave por suerte. Pero uno de nuestros policías estaba cerca y comenzó con el reporte, lo que le hizo sospechar de que algo andaba mal fueron los bolsos que llevaba en la parte trasera.
-¿Hicieron revisión?
Yakone confirmó, sus rizos rebotaron.
-Múltiples anotadores digitales, memorias portátiles, computadoras. Ropa como para un largo tiempo fuera, pasaportes, identificaciones y dinero. Mucho dinero.
Cruzándose de brazos, la voz de Gala fue dura como granito cuando dijo:
-Entonces es ella. Se delató a sí misma, ¿por qué?
Pasando el peso de un pie a otro, Yakone respondió:
-Eso es lo que debo averiguar. La tienen en reclusión ahora. -Una mirada apenada conectó con la de Gala-. Esta mierda es demasiado grande.
Apretando el hombro de Gala en una afectuosa muestra de apoyo, Yakone continuó su camino, no sin antes darle una sonrisa a Alexander que solo salió amarga. Él siguió a la mujer mientras se alejaba y entonces Gala lo rodeó.
-¿Eria estaba vendiendo información?
-Así parece.
Alexander sintió un escalofrío, aunque no había cruzado más de un par de oraciones con Eria, la idea de ella haciendo semejante cosa le repugnaba.
-¿Qué lleva a una persona a traicionar a su familia de ese modo?
Gala lo miró de reojo y Alexander fingió que no había visto el gesto. Pero lo sentía en la parte más profunda y primera de la que ahora Gala era dueña y señora.
-Al igual que Nolan... -Gala suspiró-. No estoy segura si algún día lo sabremos.
──────⊱◈◈◈⊰──────
Al tiempo que avanzaba la investigación, la muerte del Gran Nanuk de Icy Souls no tardó más de setenta y dos horas en correr al otro lado del mundo. Sorprendiendo a cada uno que se detenía a escuchar los hechos.
Tan extraño como perturbador era saber que era el primer Alfa oso polar al que asesinaban. Puesto que los osos más fuertes preferían alejarse en los grandes viajes marítimos con tal de enfriar los temperamentos, las peleas internas por el poder y los retos hacia los Nanuks de turnos eran escasos.
Llegado el momento, el líder escogía a uno lo suficientemente fuerte o aquel que tuviera la naturaleza de Alfa y comenzaba a prepararlo para el puesto, luego, simplemente, abdicaba en favor del Nanuk joven.
Nilak solo llevaba nueve años liderando Icy Souls.
Su antecesora, había pasado dos décadas hasta que sintió la necesidad de dejar el puesto.
El clan debía tener un nuevo Nanuk pronto para poder recuperar así el control de sus vidas y comenzar a sanar los golpes recibidos.
-El problema es que ninguno de los osos fuertes quiere saber de eso -dijo Malik cruzado de brazos frente a la mesa circular en la cúpula del difunto Alfa-. Y los demás osos Alfa no están en el clan, emigraron hace tiempo.
-Por descarte -habló Massak, mucho más tranquilo que la furia de Malik-. Tú eres el único candidato.
Abriendo los ojos hacia el gran oso negro sentado en una de las sillas, Malik maldijo.
-Diablos, no.
-Tienes que hacerlo -insistió Yakone desde su posición cercana a la estructura de la cúpula-. No hay otra alternativa.
-Hay un problema con eso -intervino Kozuk, sentado en el suelo con las piernas dobladas junto al pecho y los brazos apoyados en las rodillas-. Malik no es Alfa, no puede crear vínculos de sangre.
Y eso condujo a que todas las mirada cayeran en Gala. Con los ojos abiertos ante la petición que ninguno se había atrevido a expresar, Gala retrocedió un par de pasos y buscó apoyo en Alexander pero el león sinvergüenza solo se encogió de hombros y continuó jugando con una pequeña pelota, tirándola hacia arriba y atrapándola, en un movimiento que había puesto nervioso a Kozuk.
Pero ella sabía que solo era una fachada.
-¿Ves? Te lo dije, van a convertirte en su líder -dijo en su mente.
-Sueñas, gato -le respondió con un siseo-. Ayúdame con esto.
La risa que filtró fue un sonido delicioso.
-Son tus ositos, natuk.
-¿Van a ponernos al tanto de lo que hacen o solamente harán como si fuéramos muebles de adorno?
Ante la pregunta irónica y frustrada de Kozuk, Gala sonrió con las mejillas encendidas y Alexander atrapó la pelota, pero no la volvió a lanzar.
Por supuesto, lo habían olvidado. Cuando dos cambiantes acoplados se comunicaban mentalmente sus ojos cambiaban de color, avisando a cualquier que estuviese alrededor que ellos no estaban ahí.
-Tú puedes con ellos -le animó Alex.
Aferrándose a esas palabras, Gala encontró la mirada esperanzada de Malik. Ella podía tomar las riendas de este clan pero eso significaba abandonar definitivamente a Gold Pride, y ella amaba más a su coalición porque allí reparó algunas cosas rotas en su interior, encontró su lugar en el mundo.
Aquí, en su antiguo hogar, ella tenía amigos y parientes pero demasiados recuerdos dolorosos.
-Sabes que no puedo hacerlo Malik -dijo, ladeando el rostro hacia un costado y ofreciendo una sonrisa sincera-. Mi hogar está lejos de aquí.
Ruidoso, lleno de felinos inquietos y entrometidos, pero allí Gala era feliz, a su modo.
Y Malik entendió eso con solo ver el brillo en sus ojos.
-De acuerdo, lo entiendo.
-Debes buscar a un Alfa que active la habilidad en ti.
-¿Kaskae? -Sugirió Yakone.
Gala negó de inmediato.
-Sigue recuperándose.
Ella había pedido que no hicieran nada para alterar al viejo oso y ahora solo estaba encerrado en una habitación cuidando celosamente de su compañera, ya despierta.
La droga no había podido con un vinculo sellado a ese nivel. También ayudaba que las dosis que los atacantes usaron estuviesen alteradas, de modo que los efectos no fueron tan severos.
Muchos perdieron sus vínculos, pero para el número total, solo fueron una fracción que sufrió dolores de cabeza insoportables. La droga solo deshizo los vínculos de sangre en el resto.
-¿Entonces qué? -Apresuró Massak-. Los demás Nanuks esperan que Icy Souls tenga un líder antes de medianoche.
-Demonios -masculló Malik-. Apenas hemos enterrado al anterior.
Un sabor amargo subió por la garganta de Gala. Aunque la versión de Shila fue creíble gracias al testimonio de Mauja, no todos creían de verdad que Nilak hubiera sido capaz de abusar de ella.
Porque un hombre dominante cambiante no le haría eso a un indefenso.
Por otro lado... Los padres de Imnek, quienes siempre creyeron que su hijo era culpable, se habían marchado del territorio. Tal vez no volverían y eso estaba bien, debían atender al hijo desterrado en San Juan de Terranova.
Gala debía ir allí algún día, pedirle disculpas por haberle arruinado la vida...
-No vayas por ahí -exigió Alexander-. No.
Y entonces, ella decidió concentrarse en otra cosa.
-De acuerdo, formaré un vínculo de sangre contigo para activar la habilidad.
Malik entrecerró los ojos sobre ella.
-¿Segura?
-Sí, tuve algo de práctica cuando era joven.
Evitó decir que fue Nilak quien le enseñó.
Pálido como si fuera a hacer un pacto con el infierno, Malik rodeó la mesa y se detuvo frente a Gala.
-No quiero hacer esto -murmuró, sus ojos de avellana tenían sombras de cansancio alrededor.
-Lo sé, pero tienes que hacerlo. Te necesitan.
Entre maldiciones, Malik murmuró que tenía razón y entonces el hombre subió la manga de su camiseta azul oscuro hasta la altura del codo se hizo un corte poco profundo en el antebrazo y levantó la mirada.
-¿Dolerá?
-Solo un poco, Alexander te morderá.
-Espera, qué...
Y Gala apoyó su palma herida contra el corte, cerró los ojos, y en su mente fue al núcleo del vínculo que representaba su vida, ya no había oscuridad sino una brillante luz dorada de la que ahora se desprendía un único hilo rojo. La conexión con Malik estaba hecha.
Al abrir los ojos, notó la inusual tensión en el cuello del oso.
-Alex, quieto.
Porque sabía perfectamente que su león le estaba rugiendo al intruso.
-Quiero que te relajes -le ordenó a Malik.
Cuando lo hizo, solo envió un único pulso de energía que estaría quemando a Malik desde dentro hacia afuera. Como una fiebre que iría concentrada a una parte de su cerebro, cerca del centro, donde se activaría la habilidad que todo cambiante dominante tenía pero que solo muy pocos -o los más fuertes-, eran capaces de sostener a largo plazo.
Por algo solo los Alfas salían a formar nuevos clanes por fuera de los de origen...
Tras cortar el contacto físico y luego de que Malik hubiera recuperado la compostura, Gala vio satisfecha el borde negro que rodeaba sus irises. La habilidad estaba activa.
-Listo.
Algo aturdido, Malik se sacudió.
-Gracias. Puedes..., puedes cortarlo.
-No lo hagas -sugirió Alexander, con esa voz ronca que causaba que sus terminaciones nerviosas enloquecieran... Solo un poco-. A mi león le gusta asustarlo. Puede que también comience a gustarle la idea de asustar a todo aquel que intente tocarte.
Ella le gruñó en respuesta.
Sabiendo que en el fondo a su osa no le agradaba la idea de tener una atadura con este clan, Gala cortó el vínculo de sangre, apenas sintió la desconexión, Alexander absorbió todo el dolor.
Gato testarudo...
-Sus pasaportes llegarán esta tarde -comentó Malik-. Podrán regresar a God Pride en el primer vuelo que salga.
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