Capítulo 27.2
Las palabras sonaron como una ligera amenaza, pero el destello salvaje en los ojos azules de Alexander le hizo creer que bien podía tratarse de una promesa, y las palabras eran importantes para él.
Aun en penumbra, la luz escasa filtrándose por la ventana, Gala podía ver con claridad el rostro del león, tan cerca..., el peso de su cuerpo musculoso resultó ser una distracción y esa mirada, esa expresión, esos rasgos masculinos y esa suave melena rubia... Todo en él reclamaba su atención, y de pronto, sin pensarlo siquiera, se encontró con el hecho de que si se enfocaba en las sensaciones que él provocaba en ella, los recuerdos hirientes comenzaban a desvanecerse.
Este hombre podía hacerle olvidar, aliviar su dolor...
-Alex -susurró su nombre, causando otro destello dorado en sus ojos, y un gruñido bajo cuando acarició su mejilla-. ¿Harías algo por mí?
Él no dudó un segundo en responder:
-Lo que sea.
Había una intensidad profunda en su voz, ecos de rabia en sus ojos. Su instinto protector ardiendo por ella, como una llamarada brillante. Gala presionó sus dientes contra su labio inferior, todavía se sentía vulnerable, pero de una forma diferente. Aunque sabía que este hermoso hombre haría todo para complacerla, no estaba segura sobre cómo tomaría la brutal necesidad que estaba inundando su cuerpo.
Estas nuevas sensaciones, nunca las había experimentado antes, la corta lista de amantes que tenía sólo le enseñaron a contenerse, a mantenerse en guardia para no terminar con sangre en sus manos cuando la oscuridad gritaba rabiosa la orden asesina en su interior.
Y ahora..., ahora esa oscuridad se mantenía acechando, Alexander había visto esa parte de ella, había conocido lo que fue capaz de hacer al perder el control.
¿Seguiría pensando en ella como una compañera?
Gala temía la respuesta, pero odiaría más si se quedaba sin hacer nada. Viendolo alejarse cómo los demás.
Quería saber de qué forma la miraría a partir de ahora.
-Hazme olvidar -logró decir, su voz pesada y espesa por la angustia y la incertidumbre.
Alexander se tensó.
Agradeció no tener que dar más detalles, ni responder preguntas, porque con solo encontrar sus ojos fue suficiente para que él entendiera a lo que se estaba refiriendo. Este león que sabía como pensaba, como sentía...
De forma precavida se acomodó mejor junto a ella, un brazo junto a su cabeza, sus piernas encerrándola. Con cuidado, llevó su mano libre a su cabello, el pulgar trazó círculos pequeños y suaves en su mejilla.
Aún con esa sedosa suavidad felina, las notas de oscuridad todavía dominaban sus ojos. Como un oleaje violento que solo ella podía entender.
-¿Estás segura? -Dudó.
Gala asintió. Estaba dispuesta a rendirse a una parte íntima y peligrosa, la parte de su vida a la que se había cerrado completamente para proteger a los demás. Ella era un peligro latente que podía hacer mucho daño si perdía el control. Sin embargo, ahora comprendía mejor las cosas, el refuerzo sobre las cadenas de su oscuridad violenta debía resistir, estaba segura de que las imágenes no aparecerían para atormentarla y desnudar sus colmillos, porque quien estaba junto a ella no era cualquier hombre.
Era Alexander, y confiaba en él. Fue ella quien gritó en su mente esta vez, para hacer retroceder la oscuridad.
Robaría este momento y lo usaría entonces contra el dolor de los recuerdos.
Sonaba egoísta, pero se dio cuenta de que cada vez quería más cosas de él, para saber el nombre de lo que significaba Alexander para ella. Podía atreverse a empujar sus límites tanto como para atreverse a comprobar de que formas podía mostrar su deseo y pasión con ella.
Después de volver a confirmar con la cabeza, Alexander se relajó, pero solo un poco. Estaba tomando unos segundos, preparándose.
El primer bocado fue devastador. Un beso furioso y áspero que la hizo apretarse contra su cuerpo, y gemir contra la oleada de tibio placer. Alexander bajó su pelvis contra la de Gala y empujó mientras tomaba todo lo que podía de ella, con poder, con hambre.
El calor fue en aumento a medida que el apasionado contacto se transformó en pequeños mordiscos pausados, acompañados por sutiles empujes, las manos de Gala se aferraron a los fuertes brazos masculinos, sentir la barrera de la tela cubriéndolo fue chocante, quería verlo, tocarlo.
Necesidad y desesperación, eran dos llamas quemando en su interior, apretando sus músculos.
Alexander se separó durante unos segundos, y la buscó, solo para confirmar que estaba bien. La ternura hundió su corazón, un latido después las brasas comenzaron a arder en cuanto los besos húmedos abrasaron la sensible piel de su cuello. Conseguir suficiente aire se volvió difícil, cuando una de sus manos descansó firme en su muslo y apretó, la necesidad ardió de una forma dolorosa en su cuerpo.
-Alex...
La intensidad volvió a quemar a través del beso, sus labios la exploraban codiciosamente, saboreando, chupando, robándole el aliento. Su cabeza giraba en un torbellino sensorial mientras Alexander seducía cada parte de ella, subiendo y bajando por su cuerpo, pero sin atreverse a entrar en contacto con la piel. Era una tortura placentera, pero necesitaba más. Esto no era suficiente.
-Déjame verte -logró decir cuando él se apartó.
De su boca se deslizó un gemido casi ahogado que se conectó con un pulso caliente en su núcleo femenino.
Quería escucharlo de nuevo.
Pero Alexander retrocedió, quedando sentado sobre sus talones, respiraba con dificultad, tenía la melena revuelta, los labios hinchados y esa mirada..., había un hambre violenta en él. Gala estiró un brazo para encender una de las lámparas en la mesita de noche, cuando el tenue y cálido resplandor apareció, su vientre se apretó.
Un borde dorado rodeaba las pupilas de sus ojos y las puntas de los colmillos apenas asomaban entre sus labios. El crudo contacto visual habría sido amenazante en otra situación, pero aquí, con el calor subiendo junto a sus respiraciones y la abrasiva necesidad hundiéndose en su carne, aquí, solo era una señal de que esto marcaría el inicio de una conexión más sólida entre los dos.
La intimidad de estas emociones...
¿Podía trascender esta línea?
Alexander actuó por ella, quitándose la camiseta gris, Gala desplazó sus dudas y se incorporó en la cama. Tal y como esperaba, la elegante belleza en su forma..., le gustaba. Él podía parecer más delgado y débil a comparación de los demás leones en la coalición, pero sus músculos aunque no abundantes, estaban tonificados, la piel expuesta reclamaba su atención.
¿Cómo reaccionaría si...?
-Ven -él habló, con un borde ronco que cantó a su núcleo más íntimo.
No se sentía como una orden, más bien..., era una invitación.
Gala se deslizó hacia él, estiró un brazo, la tensión haciendo más aguda su respiración, y cuando el valor parecía abandonarla, Alexander tomó su muñeca y terminó el camino hacia su pecho. La piel caliente, el músculo duro y la vibración que lo hizo suspirar, todo eso, golpeó a Gala de manera brusca. Luego, Alexander inclinó su cabeza hacia atrás y la miró, sus ojos estaban entre cerrados, el rubor se extendía en sus mejillas y pómulos, era una cosa salvaje..., era una seducción lenta en esa sonrisa inclinada que le dijo, que era consciente del efecto que su cuerpo semi desnudo causaba en ella.
Alex estaba más que consciente de que había despertado su deseo dormido, y luchaba por no lanzar una de sus sonrisas arrogantes. No podía culparlo cuando ella le estaba dando exactamente lo que quería, lo que había buscado durante un año.
Estaba arriesgando demasiado, y sabía que él podía cambiar después de esto, lo que desde un principio había pensado de él podía volverse una realidad.
Era un pensamiento fatalista, que chocaba bruscamente con la imagen que tenía de él, fuera de la cocina, lejos de todo, casi aislado.
-Podemos parar en cualquier momento -murmuró, como si no quisiera dejar salir esas palabras.
Gala veía sus ojos nublados, sus manos moviéndose apenas, conteniéndose a sí mismo mientras esperaba la respuesta. No había forma de retroceder, no cuando ya lo tenía casi bajo la piel.
Tomando una larga respiración y un poco de coraje, Gala se quitó la camiseta negra de dormir, un escalofrío susurró sobre la piel, una oleada caliente se deslizó en su interior cuando Alexander miró fijo sus pechos.
-Acuéstate.
Su osa gruñó ante esa orden, pero la mujer sucumbió al tono profundo y erotico de su voz, porque sabía que no estaba utilizando ninguna modulación, su voz era puro deseo contenido, algo crudo y real.
Cuando Gala estuvo de espalda sobre la cama, Alexander bajó hacia ella y dejó un reguero de besos húmedos desde su cuello hasta su pecho, su lengua hacía estragos sobre la piel, ese pequeño sonido de succión lo volvía decadente, perverso. Él se detuvo entre sus pechos aspiró su olor hasta llenar sus pulmones.
-Después -le oyó susurrar.
Y continuó bajando, besando, lamiendo, destruyendo su capacidad de pensar, de respirar normalmente, de controlar su propio cuerpo. Una nueva bestia la estaba tomando de a poco, con un placer que atormentaba sus terminaciones nerviosas, la hacía temblar, sus músculos contraerse.
Pero nada se sintió como tenerlo entre sus piernas. Solo un delgado pantaloncillo de algodón la protegía del felino que merodeaba cerca.
-Alex...
Él levantó la mirada, su cabeza seguía baja, a escasos centímetros. Era la mirada del león dentro de él.
-Voy a alimentarme -dijo, y se permitió alejarse solo para quitarle la última prenda de un tirón y regresar de inmediato.
Debía parar, pensó, eso era lo que debía hacer si alguien se encontraba tan cerca de un punto tan vulnerable como ese, pero el deseo de sentir era incluso más grande que su prudencia.
Y cuando Alexander bajó la cabeza para deslizar lentamente una lengua áspera, el sentido de preservación de Gala perdió la batalla.
◈ ◈ ◈ ◈ ◈ ◈ ◈ ◈ ◈ ◈
El sabor de Gala no se comparaba con nada que hubiese probado antes, en su mente giraban mil ideas sobre él bebiendo de ella, en la cama, en la silla, en un sillón, sobre la mesa, sobre la alfombra, en la cocina..., las posibilidades eran infinitas y él quería tomarlas todas.
Tenía un león insaciable y el sabor de su compañera en su lengua actuaba mejor que el más fino afrodisíaco.
Alexander deslizó su lengua desde abajo hacia arriba, un poco incómodo ya que estaba cerca del borde de la cama, encorvado sobre ella. Oh..., cuando levantó un poco la mirada vio su cuerpo arqueado y su erección palpitó dentro de sus pantalones.
Una nueva idea surgió mientras chupaba sus carnosos labios húmedos, bajandose de la cama, Alex tomó a Gala por las caderas y la arrastró hasta el borde, ella abrió los ojos desmesuradamente y sus garras rasgaron parte del edredón.
-Lo siento, debí pedirlo antes -dijo, sin una pizca de arrepentimiento.
Pero consciente de que debía ir despacio con ella, tan suave como su delicado control se lo permitiera.
-Quiero que te sientes.
Gala se incorporó, lo miró extrañada. Irguió su hermoso cuerpo después.
-¿Qué estás haciendo? -Preguntó al ver que Alex se ponía de rodillas frente a ella.
-Aprovechando la ocasión -dijo, con un guiño hacia ella.
Le abrió las piernas y ella tembló, soltó un jadeo de sorpresa y cuando la tomó con su boca otra vez, Gala gimió su nombre. Alex guió sus manos para que las pusiera sobre su cabeza y asintió cuando lo llevó más adentro de ella, más profundo.
-Alex... -casi sollozó, el placer en su voz.
-Ya -murmuró, mirándola porque le resultaba estimulante ver como se desarmaba en su boca-. Iré más fuerte.
La besó en el vértice, Gala se sacudió, enterrando sus dedos en la melena de Alexander, cerrando sus piernas a su alrededor, justo como él había imaginado, ella buscaba desesperadamente atraerlo.
Besó, lamió y chupó todo lo que estuvo a su alcance, atento a los ondulantes movimientos de sus caderas, al calor de su voz, su nombre susurrado como una maldición y un alivio al mismo tiempo, la humedad llenaba su lengua del sabor de Gala.
-Alex, por favor...
Sus dedos pincharon su cuero cabelludo, tiraron de él.
-¿Más? -Preguntó-. ¿Puedes darme más? Todavía tengo hambre -gruñó.
Encontró de nuevo ese punto sensible y giró la punta de su lengua alrededor, provocando los espasmos, destruyendo sus defensas, la respiración irregular de Gala era lo único que acompañaba los sonidos de su boca sobre su carne, Alex dejó de acecharla y la atrapó en un beso más profundo y delicado, lo repitió, una, dos, tres, cuatro veces más hasta que el último roce duro de su lengua hizo que Gala se tensase a su alrededor.
Un quejido agudo quebró el aire.
Ella agarró su cabello, acercandolo más. Levantó la mirada una vez más para admirar esa expresión, con la que había soñado incontables veces. Gala abrió los ojos pocos segundos después, empañados por el deseo, Alex supo que lo veía a él y sólo a él, no había otra cosa en su mirada oscura, ni recuerdos ni dolor, sólo los ecos del placer que él le había dado.
El lado animal de él se sintió satisfecho.
En silencio, Alexander deslizó un brazo por detrás de sus piernas y otro alrededor de sus hombros, la levantó en el aire y la recostó en la cama, los cubrió a ambos con las mantas y el edredón. Gala se acurrucó contra él, descansando su mejilla sobre su pecho, murmurando que su piel era suave y que quería besarlo hasta dormirse.
Y así lo hizo. Alexander nunca se sintió tan hombre, tan pleno, a pesar de que sabía que esto no volvería a repetirse.
Se aferró a este momento, al suave y caliente cuerpo de Gala, con el sonido de la lluvia, el sabor de ella todavía en su boca y su corazón lleno, cerró los ojos.
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